UN TESORO PRIVADO QUE PASA A SER PARTE DEL ACERVO PÚBLICO



Cazador cazado, de Duilio Pierri Obra representativa de este artista clave de los años 80, que ya integra el acervo del MNBA desde 1990
                         Cazador cazado, de Duilio Pierri Obra representativa de este artista clave de los años 80, que ya integra el acervo del MNBA desde 1990


María Paula Zacharías


No saben bien cómo empezó, pero sí cómo terminó. La colección de arte contemporáneo argentino que Alberto Elía y Mario Robirosa amasaron a lo largo de casi 40 años llega a su fin como tesoro privado para convertirse en parte del acervo del Museo Nacional de Bellas Artes. Desde hoy, puede verse parte de sus 84 piezas, producidas entre los años 70 y mediados de los 2000, en la exposición "Una historia, una colección. Donación Elía/Robirosa"."Nosotros teníamos obras, pero no creíamos que era una colección. Fue Miguel Briante quien nos lo dijo, y al principio nos costó creerle", recuerda Robirosa. "Hace dos años, una tarde frente al mar, pensamos que era una buena idea donarlas al museo", dice Elía, también artista.Antes de asumirse como coleccionistas, fueron galeristas durante muchos años, y desde su recordado espacio de Uriburu y Las Heras impulsaron la carrera de artistas y acrecentaron su propio capital en obras. "No hacíamos canje por catálogos ni exposiciones. Comprábamos las obras al mismo precio en el que estaban a la venta al público", aclara Elía. El conjunto comenzó a formarse en 1977. "Las obras eran adquiridas directamente a los artistas, con quienes Elía y Robirosa establecían una relación muy cercana: se interesaban por sus vidas y sus procesos creativos. Luego, seleccionaban los trabajos que exhibirían en la galería y adquirían una o más piezas del artista, como modo de sellar el compromiso entre las dos partes que conformaban el proyecto artístico", cuenta en su texto el investigador Pablo De Monte, curador de la exposición junto con Florencia Galessio. "La galería se sostuvo en el tiempo porque no pagábamos alquiler. El local era nuestro", dice Elía. Hoy siguen trabajando como agentes culturales a través de la Fundación Elía Robirosa.Esta selección de pinturas y esculturas de artistas argentinos realizadas entre 1970 y los primeros años 2000 fueron cedidas en 2017, y algunas de las piezas ya se habían visto en estas salas en 2004. El núcleo mayor está enfocado en los años 80 y 90, pero elcorpus también abarca serigrafías eróticas de Minujín y dibujos y collages de Alberto Heredia, de los 70. Hay una gran pintura del joven desorbitado de Pablo Suárez, El sillón azul, de 1972, frente al de una pequeña ninfa de Alicia Carletti, Figura: Niña, de 1980. Otro gran lienzo es el de Jorge Pirozzi, que dialoga con las esculturas de Juan Paparella. Más acá en el tiempo están los grandes lienzos de Diego Perrotta, Germán Gargano, Jorge Pietra y Margarita De Koenigsberg, de los primeros 2000, y la pintura sobre escultura de Jorge Simes.
Figura: Niña, de Alicia Carletti Esta ninfa identifica a la inolvidable creadora de "Alicias en el país de las maravillas" y otros personajes de la literatura infantil, que falleció en julio pasado
  Figura: Niña, de Alicia Carletti Esta ninfa identifica a la inolvidable creadora de "Alicias en el país de las
   maravillas" y otros personajes de la literatura infantil,
que falleció en julio pasado


Los curadores realizaron una selección para exhibir según dos núcleos temáticos. El primero, el retorno a la pintura, está compuesto por artistas de los años 80: Juan José Cambre, Duilio Pierri, Jorge Pietra y Carletti, y esculturas de Paparella, Hernán Dompé y María Simón, además de las obras de Minujín y Heredia. Y los referentes, que influyeron y complementaron esta década signada por la vuelta a las prácticas artísticas tradicionales: Luis Felipe Noé, Pablo Suárez y Gabriel Messil.
"Elía y Robirosa, notables coleccionistas y galeristas, han construido durante medio siglo el círculo virtuoso entre ambas figuras, que encarnan con gran prestancia y generosidad", afirma el director del museo, Andrés Duprat. La resistencia de Elía a asumirse como coleccionista está en sintonía con el tiempo en que le tocó ser galerista, explica De Monte. "Un momento de grandes cambios, donde los límites del arte comenzaban a disolverse y los grandes relatos perdían su impulso. En esa época de finales y retornos, el objeto a coleccionar no estaba claro, y es por eso que Elía y Robirosa hicieron lo único que podían hacer, seguir su instinto para construir este conjunto particular de obras que hoy pertenecen al patrimonio del museo y que la institución llamará Colección Elía-Robirosa".

Para agendar

Museo Nacional de Bellas Artes . Martes a viernes, de 11 a 20, y sábados y domingos, de 10 a 20. Entrada gratuita. Hasta el 17 de juni


Fuente: lanacion.com

FACEBOK VOLVIÓ A CENSURAR UNA OBRA DE ARTE



Se trata esta vez de la imagen Desnudo con punto a rayas, del prestigioso fotógrafo francés Willy Ronis
                         Se trata esta vez de la imagen Desnudo con punto a rayas, del prestigioso fotógrafo francés Willy Ronis

Facebook censuró ayer la fotografía de un desnudo de una exposición del Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo Español, situado en Valladolid, en la que se ven los pechos de una mujer mientras se quita la ropa. La imagen, tituladaDesnudo con punto a rayas (París, 1970), es de Willy Ronis (París, 1910-2009), considerado uno de los grandes fotógrafos humanistas de la historia, que se destacó por retratar la vida en la posguerra tanto en la capital francesa como en la Provenza, una región del sudeste de Francia.
El propio Patio Herreriano lo confirmó en su cuenta de Twitter: "Sí, efectivamente han eliminado esta foto de #WillyRonis de nuestro último post en FB y no podemos publicar nuevos contenidos hasta el próximo lunes en esa red. Los algoritmos de @facebook no saben distinguir contenido inapropiado de una obra de arte".El caso de la censura de la imagen Desnudo con punto a rayas no es el primero que afecta a Facebook. El pasado diciembre, por ejemplo, una usuaria italiana, Laura Ghianda, denunció que los administradores de la red social habían censurado una publicación en su muro con la foto de la Venus de Willendorf, una escultura paleolítica datada entre el 25.000 y el 28.000 a.C. Hace solo un mes, en marzo, Facebook censuróLa libertad guiando al pueblo
, el cuadro más famoso de Eugène Delacroix, por mostrar un pecho.Ronis se destacó por su mirada hacia lo cotidiano para elaborar microrrelatos a partir de personajes y de situaciones que tienen como marco la calle. Su obra testifica la actividad de un fotógrafo que se inscribe en la historia del siglo XX. Fue él, junto con otros fotógrafos -entre ellos, Robert Doisneau, Izis, André Kertész y Brassaï-, el responsable de esa imagen en blanco y negro, cándida y romántica del París de mediados del siglo XX.
Un maestro detrás de la lente
"Nací con un meticuloso gusto por la música. Durante mucho tiempo, hasta los 16 o 18 años, pensé que iba a ser compositor", recordaba el artista en una entrevista grabada en los últimos años de su vida. Su madre, profesora de piano, le inculcó la pasión por la música. Fue también quien le aconsejó visitar el Louvre. Admiraba a los pintores flamencos. De la descripción de lo cotidiano que observó en su pintura surgió la búsqueda del fotógrafo por los momentos triviales y fugaces de la vida diaria. Su padre era fotógrafo y dueño de un estudio de fotografía de retrato. A los 15 años le regaló su primera cámara y cuando enfermó de cáncer le pidió que se hiciera cargo de su negocio. El 14 julio de 1936 se lanzó a la calle para documentar el ascenso del frente popular en París.Las clases más desfavorecidas y desestabilizadas encontraron siempre un lugar en la mirada del autor. Cubrió, como encargos para distintas publicaciones, los conflictos de Citroën o Renault, y documentó, entre otros, a los trabajadores textiles de la Alsacia y a los mineros de Saint Étienne. También trabajó para la agencia Rapho, y entre sus mejores amigos se encontraban David Seymour y Robert Capa, fundadores de Magnum. Con ellos compartía la necesidad de reivindicar los derechos de autor del fotógrafo.La mayoría de sus imágenes están tomadas en la calle. Además, catalogaba cada uno de sus negativos, que iban acompañados de una pequeña narración donde explicaba los detalles de cada toma. Tocó múltiples géneros, entre ellos, el desnudo. Una de sus fotos más famosas, El desnudo provenzal, es la que tomó a su mujer, Mari Anne Lansiaux, cuando la sorprendió lavándose en su cabaña de Gordes, en Provenza.

Fuente: lanacion.com

TERMINÓ LA RESTAURACIÓN DE UNA JOYA DEL ART NOUVEAU PORTEÑO
Y SE VIENE EL GRAN FESTEJO

Fachada. Desborda de arte en la Casa Calise, realizada por el arquitecto italiano Virginio Colombo en 1911. Está en Hipólito Yrigoyen 2562. / Gentileza Iván Malesani
    Fachada. Desborda de arte en la Casa Calise, realizada por el arquitecto italiano Virginio Colombo en 1911.   
    Está en Hipólito Yrigoyen 2562. / Gentileza Iván Malesani

Judith Savloff


La pareja, envuelta en un remolino ¿de pasión?, y los querubines, alegres entre las hojas de vid, estaban listos. Las al menos 35 esculturas del frente de la Casa Calise de Once –uno de los más decorados de Capital–, habían sido restauradas entre octubre y febrero. Pero ahora se sumaron estatuas y vitrales del interior, entre otras maravillas.La puesta en valor del edificio terminó. Y el miércoles 18 habrá un festejo, con recorridos guiados gratuitosplacaconmemorativa, músicos del barrio, ópera –con la reconocida soprano Haydeé Dabusti– y tango en vivo.
Los motivos sobran. “La Ciudad recuperó una joya del Art Nouveau gracias al consorcio y el apoyo de tres empresas, a través de la Ley de Mecenazgo, además de instituciones, entre ellas, la Federación de Comercio e Industria local, Fecoba. Es un ejemplo de esfuerzo conjunto”, explica a Clarín Willy Pastrana, presidente de la Asociación Art Nouveau Buenos Aires (ANNBA), motor de la movida.
Hall. Con las figuras femeninas de mármol y uno de los vitrales restaurados. / AANBA

   Hall. Con las figuras femeninas de mármol y uno de los vitrales restaurados. / AANBA
Vitral. Uno de los recuperados, en la entrada de la Calise. / Gentileza AANBA
   Vitral. Uno de los recuperados, en la entrada de la Calise. / Gentileza AANBA
La obra que dirigió la arquitecta Elina Tassara, con Ricardo Fuentes y Christian Le Monnier, contó con $4,1 millones. Sirvieron para arreglar las estatuas del italiano Ercole Pasina, reemplazar piezas rotas, limpiar las paredes a fondo, iluminar con LEDs y volver a darle brillo al Nautilus, el molusco dibujado con hierro que cubre los portales. “En esta segunda fase se agregaron dos vitrales circulares con rostros femeninos, recuperados por el Fondo Metropolitano de las Artes, y el principal, que divide al hall, y que fue rehecho según el croquis original de la antigua Casa Soler, entre otros trabajos”, agrega Horacio Elorriaga, secretario de AANBA.
Portal. Con las curvas que evocan un molusco, el Nautillos, sello del arquitecto Colombo. / Juano Tesone
   Nautilus. El molusco, dibujado en hierro, en los portales de la Calise. / Juano Tesone

El proyecto se completó pero falta. El apoderado de la Calise, Fernando Tuma Moreno, y fuentes de AANBA contaron a este diario que en la Casa funcionan 
viviendas privadas y una pensión. Y que en la planta baja quieren reabrir locales. “El dinero no alcanzó para una reparación integral. Se necesitará otra inversión”, dijo Pastrana. Y Tuma recordó que trabajan en un plan que incluiría un museocomo anticipó Clarín.



Gracia. Los querubines, del escultor Ercole Pasina, en la fachada de la Calise. / Gentileza Iván Malesani

    Querubines. Están por todo el frente de la Calise, incluso entre hojas de vid. Es que los Calise tenían viñedos
    en Mendoza y quisieron evocarlos./ Gentileza Iván Malesani

Desde afuera, la Calise, que ocupa unos 8.000 m2, evoca un palacio. Pero la familia Calise, dueña de viñedos en Mendoza –de ahí el nombre del edificio y las uvas de la fachada– se la encargó a Colombo para alquilar y encantar. No se equivocó. El 18, desde las 17, hay una fiesta para comprobarlo. En Hipólito Irigoyen 2562-78. Más información en la web de AANBA o su Facebook.


Mirá el video sobre el arquitecto Colombo de AANBA./ AANBA

                                                         

Fuente: clarin.com

MEMORIA DE LA ESCLAVITUD PORTEÑA


Una escultura de Cafferata refleja en Palermo las huellas de una práctica despreciable.

Memoria de la esclavitud porteña
                        Junto al lago. La escultura del esclavo negro, en actitud doliente, está en Plaza Sicilia, sobre la avenida Berro, cerca del Jardín Japonés.
                        / juan manuel foglia



Eduardo Parise

No tiene las dimensiones de los grandes monumentos de Buenos Aires. Tampoco está muy a la vista de quienes recorren una de las zonas más lindas de la Ciudad. Y hasta es probable que su ubicación también tenga algo que ver con el repudiable contenido de la historia que contiene la imagen. Porque, aunque se trate de una bella obra de arte, lo que refleja este monumento, realizado en 1881, es un tema doloroso de nuestro pasado.
Se titula “La esclavitud”, aunque algunos lo conocen como “El esclavo”. Para encontrarlo hay que llegar hasta Palermo y buscarlo cerca del cruce de las avenidas Sarmiento y Figueroa Alcorta. Está instalado en la plaza Sicilia, a unos metros de la avenida Intendente Berro (la que pasa frente al Jardín Japonés), detrás de un viejo chalet que alguna vez fue orgullosa edificación y que ahora muestra un estado de abandono lamentable.
La escultura, del tamaño real de una figura humana, fue realizada por Francisco Cafferata, un artista nacido el 28 de febrero de 1861 en La Boca, un barrio por entonces con mayoría de inmigrantes italianos, como sus padres. Cafferata estudió dibujo con Julio Laguens y luego, en su adolescencia, vivió ocho años en Florencia, donde se formó con los escultores Urbano Lucchesi y Augusto Pasaglia. Su vida tuvo un trágico final: se suicidó el 28 de noviembre de 1890.
Pero entre sus muchas obras dejó “La esclavitud”, que realizó cuando tenía 20 años. Se hizo, como está grabado en su base, en la “Fundición de A. Jonis — Calle Malavia (sic) 434 — Bs. As.”. Y en 1882 fue exhibida y premiada con la medalla de oro en la Exposición Continental desarrollada en la Capital. El municipio porteño la compró en 1905.
La figura (un hombre de raza negra, desnudo) muestra sus muñecas encadenadas y aparece caída, en una actitud de total resignación. El equilibrio del trabajo, realizado en bronce, está rematado por la cabeza, de una gran belleza, y que merece apreciarse desde todos los ángulos. El artista consideró que aquella doliente imagen del esclavo no debía estar de pie sino abatida y llena de impotencia, reflejando su situación de persona vencida.
Los primeros esclavos negros fueron traídos a Buenos Aires en 1587, apenas siete años después de la segunda fundación. Y se estima que hacia fines del siglo XVIII el 35% de su población era de esa raza. Sometidos a los peores trabajos, en la piel de muchos estaban las huellas del carimbado. Es decir: el herrado a fuego con la marca del “importador” y luego la del “propietario”.
Los principales “mercados de venta de esclavos” en la Ciudad estuvieron en la zona de Retiro y del Parque Lezama. Aunque en 1813 hubo avances con la declaración de la libertad de vientres (determinaba que los hijos de esclavos ya nacían libres), la abolición total en la Argentina recién se logró con la Constitución Nacional de 1853. De todas maneras, 131 años después de su realización, la obra de Francisco Cafferata sigue allí en un sector del Parque Tres de Febrero, reflejando aquella situación que vivieron y sufrieron miles de personas.

Diferente es el símbolo que, cruzando la avenida Berro, se encuentra en la plaza Irán. Es la réplica de una gran columna como las que sostenían el techo de la Apadana de Persépolis, que era la sala de audiencias de los emperadores de la antigua Persia. Aquel edificio se comenzó a construir, por pedido de Darío I El Grande, cerca del 512 a. C. El capitel de la de Buenos Aires, a 20 metros de altura, está rematado por dos grandes cabezas de buey. Esta columna, realizada en piedra, fue donada por Irán a la Municipalidad de Buenos Aires el 12 de mayo de 1965, aunque recién se inauguró una década después. Pero esa es otra historia.


Fuente: clarin.com

EL SELLO DE LA PRIMERA MUJER A CARGO DE LOS MUSEOS VATICANOS

Se llama Barbara Jatta, fue elegida por el papa Francisco y es responsable, entre otros espacios, de la Capilla Sixtina
Jatta y sus desafíos

Jatta y sus desafíos. Foto: NYT

Farah Nayeri 
THE NEW YORK TIMES


CIUDAD DEL VATICANO.- Los hombres han gobernado Ciudad del Vaticano desde que se estableció como un Estado independiente en 1929. Sin embargo, hace un año, una mujer se unió a los altos rangos: Barbara Jatta, la primera directora de los Museos Vaticanos. En los 12 meses desde su nombramiento, Jatta ha puesto su sello en el cargo y ha resistido a algunas de las iniciativas de sus predecesores y forjado su propio camino.
Jatta fue la única mujer en una lista inicial de seis candidatos y fue elegida por el papa Francisco. Ha estado en ese puesto desde enero y está a cargo de unos 200.000 objetos y una serie de museos, apartamentos papales, patios de esculturas y otros sitios, incluyendo la Capilla Sixtina.
La capilla es uno de los lugares más sagrados de la Iglesia católica, donde se elige a los papas. También se llena casi a diario con multitudes cada vez más grandes que se reúnen ahí para observar el famoso techo de frescos de Miguel Ángel. Jatta es amigable, pero firme y expresa grandes ambiciones para ella y la institución. En una entrevista, dijo que había trabajado durante veinte años en la Biblioteca del Vaticano y dirigido el departamento de grabados desde 2010. Cuando escuchó acerca de su nominación para el papel de los Museos Vaticanos, dijo: "Primero me pareció impactante enfrentar un cambio tan grande". En cuanto a su género, Jatta dijo: "No me di cuenta de lo que significaba sino hasta que comencé a trabajar en ese puesto. Siempre que asistía a conferencias o eventos públicos, muchísimas mujeres se me acercaban y decían: "Estamos orgullosas y de alguna manera también nos estás representando'".
Eike Schmidt, el director alemán de la Galería Uffizi en Florencia, dijo que el nombramiento de Jatta era una señal positiva. "Dentro del Vaticano, dominado por hombres, darle un papel tan prominente a una mujer fue una muy buena noticia", dijo, y agregó que esperaba que el mundo de la cultura pronto estuviera "más allá" de las consideraciones de género y "tomara en cuenta a la gente por lo que hizo y lo que hace".Un curador que ahora trabaja para Jatta, Maurizio Sannibale del Museo Gregoriano Etrusco, dijo que la conocía desde que eran estudiantes en Roma. La describió como una mujer "afable, decidida y sensible", y dijo que "sabe cómo ponerse retos a ella misma".Dirigir los Museos Vaticanos es un trabajo colosal. Jatta es responsable de la preservación, exposición e intercambio de conocimiento de los tesoros acumulados por los papas a lo largo de los siglos, incluyendo las vastas colecciones egipcias y etruscas, la escultura Laocoonte del siglo primero a.C., y la pintura San Jerónimo de Leonardo da Vinci.Secciones enteras de los museos están en remodelaciones ordenadas por Paolucci, un antiguo ministro de Cultura que fue director durante nueve años y que antes había dirigido los museos de Florencia. Las remodelaciones incluyen las obras de un patio público del siglo XVI conocido como la Cortile della Pigna.
El turismo es un sustento no solo de los museos, sino del Vaticano como un todo. De los 100 millones de euros (119 millones de dólares) en ingresos anuales generados por los museos, aproximadamente la mitad va al Estado, de acuerdo con Paolucci.
Eso complica el trabajo de cualquier director. Al igual que el hecho de que muchos de los sitios del museo tengan una importancia artística y religiosa, comenzando con la Capilla Sixtina.
Seis días a la semana, y el último domingo de cada mes, multitudes de visitantes pasan por las obras maestras de Tiziano y Caravaggio, así como por una serie de habitaciones que pintó Rafael para llegar a la capilla de Miguel Ángel. En una tarde reciente, el recinto sagrado estaba lleno de adultos que miraban boquiabiertos el techo, bebés en carritos y guías turísticos con banderas.
El sudor y el aliento de millones de visitantes, así como el polvo que traen, ponen en peligro los frescos de la capilla, según descubrieron los equipos de conservación del Vaticano. Paolucci una vez previó una Capilla Sixtina virtual en las instalaciones del museo: una réplica de tamaño completo o una simulación digital que las multitudes podrían experimentar para limitar la congestión. También anunció que las visitas sin cita finalizarían una vez que las cifras llegaran a seis millones al año. A partir de ese momento, dijo, las entradas tendrían que comprarse en línea y por adelantado. Sin embargo, Paolucci se fue sin presentar sus planes.
Jatta, que trabajó bajo el mando de Paolucci como subdirectora y sucesora natural a partir de mediados de 2016, dijo que estaba en contra de impedir el acceso sin cita a los museos. "Si fueras un visitante que desea ver la Capilla Sixtina, llegaras a Roma y te dijeran que no puedes verla, ¿qué harías?", preguntó. "También somos un museo con valor moral y espiritual. La Capilla Sixtina también es una capilla y eso es algo que no se puede olvidar."
En cuanto a una Capilla Sixtina virtual, requeriría demasiado espacio y les costaría más a los visitantes, dijo. En vez de eso, los Museos Vaticanos han aconsejado crear un espectáculo multimedia envolvente (con una banda sonora de Sting) que se inaugurará en marzo en un auditorio cerca del Vaticano e ilustrará la historia de la Capilla Sixtina. Además del tránsito de visitantes, Schmidt dijo que las colecciones del Vaticano, que comenzaron hace casi dos milenios, son "una de las colecciones de arte más duraderas que tiene la humanidad". Tienen "una importancia casi única en todo el planeta", agregó.La misión de Jatta, como la describió, es "encontrar una manera de que los visitantes las vean en las condiciones apropiadas".


Fuente: lanaciion.com

MUY FELIZ NAVIDAD Y UN FANTÁSTICO 2018




                             
Maestro de Delft
                          Tríptico con la Virgen y el Niño y los santos (panel central), el Donante con San Martín
                          (ala izquierda interna), la esposa del Donante con San Cunera (ala derecha interna) y la Anunciación (alas exteriores)
                          Circa 1500 - 1510
                          Rijksmuseum Amsterdam
    En nombre de MONUMENTA Buenos Aires y en el mío propio, les deseo que tengan una
    muy feliz Navidad y un fantástico 2018.


                                                                                                                        Pedro L. Baliña

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Muestra en Bellas Artes

RODIN, LAS FORMAS DE LA PASIÓN


Con obras de su patrimonio, el museo conmemora el centenario
de la muerte 
del escultor, de presencia decisiva en la Argentina.


Rodin, las formas de la pasión   “El beso”, estudio modelado en terracota y yeso (1881-1882)

Ana Maria Battistozzi



Quién fue Auguste Rodin? ¿Cuál fue su aporte a la irrupción de la modernidad escultórica? ¿Cuál la proyección de su presencia en la producción escultórica y el coleccionismo de nuestro país?’ A cien años de su muerte, el Museo Nacional de Bellas Artes responde a estos interrogantes con una gran exhibición que pone de relieve la poderosa presencia del escultor y el valor de sus obras en la colección del museo.

Obras como el mármol “La Tierra y la Luna”, característica de la producción del artista de 1890-1900 y adquirida directamente en su taller; estudios como el yeso de “El beso”, que el propio Rodin donó a la institución y su versión en terracota y yeso de 1882 que perteneció al pintor Albert Besnard o la impresionante “Cabeza de Balzac”, fundida en bronce por Rudier, que perteneció a Mercedes Santamarina, sumadas a las esculturas del espacio público –el monumento a Sarmiento y El pensador– que le fueron encargadas directamente, dan cuenta de la importancia de las piezas de Rodin que se pueden ver en Buenos Aires.

Rodin fue un artista que ya en vida tuvo una producción a escala y a su muerte donó derechos de reproducción al Estado francés, por lo que sus obras abundan en colecciones privadas y públicas de los Estados Unidos, México y en distintos puntos de América Latina. Pero como destacó la especialista en Rodin Antoinette Le Normand-Romain, “la colección de Buenos Aires conserva un interés particular en razón de su calidad, antigüedad y relación directa con el artista”.

Cierto es que el romance de la cultura argentina con la obra Rodin se remonta al complejo entramado que involucró el monumento a Sarmiento a partir de 1894. Sin embargo, podría decirse que definitivamente se afirmó en 1906, cuando se le encargó “El pensador” y se adquirió “La Tierra y la Luna”. En todas estas decisiones tuvo que ver el influyente artista, crítico y gestor Eduardo Schiaffino, antes y después de ser designado director del Museo Nacional de Bellas Artes y encargado de comprar obras para el Estado nacional. Schiaffino vio la figura de “El pensador” instalada frente al Panteón de Paris, lugar de un enorme poder simbólico para la genealogía institucional francesa. Allí había sido emplazada apenas un par de meses antes de su llegada a Francia. Si bien por su ubicación y tratamiento la estatua estuvo rodeada de polémica y no gozó del favor de la crítica en una primera instancia, Schiaffino se aventuró a encargarle al escultor una versión para Buenos Aires. Sería la segunda llamada a ocupar un espacio de relevancia en la ciudad ya que el monumento a Sarmiento ya había sido ubicado simbólicamente en el Parque Tres de Febrero en 1900. Así, “plenamente de acuerdo con las condiciones que usted tuvo la gentileza de ofrecerme en nuestra última entrevista, tengo el agrado de solicitarle la reproducción en bronce ( de “El pensador”) con pátina verde, por un precio de 15 mil francos”, se apresuró a escribirle Schiaffino en la carta que se conserva en el archivo del Museo Rodin de París.


Rodin, las formas de la pasión
    Amor fugit. Bronce, circa 1885 (detalle).

Tan impactante en su ensimismada soledad, frente al Panteón parisino como en la Plaza del Congreso porteña, “El pensador” fue concebido sin embargo como parte del complejo escultórico “Las puertas del Infierno” que le habían encargado a Rodin en 1880 como entrada del Museo de Arte Decorativo de París. El conjunto, inspirado en “Las Puertas del Paraíso” que Ghiberti cinceló para el Baptisterio de Florencia remitía a la Divina comedia. Y en ese sentido la figura del Dante estaba llamada a ocupar un lugar central. Ya en la maqueta presentada en 1880, Rodin la ubicó en el dintel rodeado de distintos motivos escultóricos que fue desarrollando y presentando por separado a lo largo de varios años. Tal el caso de los bronces de “Eva” y “Amor fugit” del museo, dado que “Las Puertas del Infierno” no fueron fundidas como conjunto sino hasta después de la muerte del escultor De manera que lo que se conoce como “El Pensador”, en tanto parte de ese conjunto, nació como una representación alegórica de Dante Alighieri totalmente alejada de la iconografía con la toga, el gorro y los laureles con que se lo reconoce habitualmente. La idea de Rodin fue ofrecer una representación que, desafiando la tradición, hiciera eje en la figura del creador como un titán atlético que sueña su obra sentado en una roca con los pies bien adheridos a ella.
Esa figura deliberadamente despojada de la fragilidad física que se suele asociar a los poetas fue una de las primeras dentro de una serie de interpretaciones que Rodin hizo de grandes figuras de la cultura. Entre ellas están los monumentos a Balzac y el propio Sarmiento. Casi todos criticados por el desdén que se permitió Rodin por el reconocimiento fisonómico. Ocurrió con la figura de Dante Alighieri, que alegóricamente convirtió en “El pensador”, pero también con el Balzac y el monumento a Sarmiento. Está claro que el escultor prefirió bucear en la potencia de sus temperamentos que es lo que defino las formas en cada caso Lo cierto es que más allá de las polémicas que suscitó –sobre todo a partir del monumento a Honoré de Balzac, presentado en el Salón de la Société Nationale de 1898, Rodin llegó a encarnar por aquellos años al modelo del artista moderno que desafiaba los principios académicos con una propuesta estética innovadora que fundía las figuras inacabadas con la materia de la que emergían. Importa destacar la atención que prestaron los argentinos a este fenómeno novedoso. No sólo Schiaffino como representante especializado del gobierno sino también los jóvenes artistas y coleccionistas que viajaban a París. La importante presencia de Rodín en el Pavillón de L’Alma durante la Exposición Universal de 1900 contribuyó por otro lado notablemente al prestigio que el escultor alcanzó en los rincones más lejanos de Europa. Entre ellos, nuestro país, en momentos en que sus elites intentaban programas modernistas que tenían como modelo a la cultura europea francesa.


Rodin, las formas de la pasión
                                                 El Minotauro. Yeso, circa 1885 (detalle)



Así, el taller de Meudon –donde Rodin trabajó durante años– tanto como su casa parisina se convirtieron en visita obligada para los artistas y las élites cultivadas de Latinoamérica. Como recuerda la investigadora Marisa Baldassarre, la peregrinación al taller de Rodín incluyó a destacadas figuras de la cultura y la política. Figuras como Miguel Cané y funcionarios como Miguel Marcó del Pont que participaron de las negociaciones relativas al monumento a Sarmiento lo frecuentaron entre 1894 y 1900, el período transcurrido entre el encargo y la entrega de la obra. También Carlos Pellegrini y Rogelio Yrurtia, entre otros artistas, y periodistas como Alberto del Solar y José de Soiza Reilly, enviado de la revista Caras y Caretas.

Todo esto contribuyó al interés de su obra por coleccionistas de fuste como Antonio y Mercedes Santamarina, gracias a cuyas donaciones el museo posee importantes trabajos como los estudios para el grupo "Los burgueses de Calais". Se trata de la reducción en bronce de Jeanne d´Aire y de la cabeza en yeso de Pierre de Wissant. "Los burgueses de Calais" es una de las obras más interesantes de Rodin, que ejerció gran influencia en la obra de Rogelio Yrurtia autor del "Canto al trabajo". La estela de influencias que prodigó Rodin en la escultura argentina de la época es un capítulo aparte que desarrolla la exhibición de Bellas Artes en una sala aparte: trabajos de Arturo Dresco, Alberto Lagos, Rogelio Yrurtia y Pedro Zonza Briano, la mayoría realizados entre 1904 y 1920 dan cuenta de su fuerza.



Ficha:
Rodin. Centenario en Bellas Artes
Lugar: Museo Nacional de Bellas Artes, Av. del Libertador 1473.
Fecha: hasta el 25 de febrero de 2018.
Horario: martes a viernes, 11 a 20; sábados y domingos, 10 a 20.
Entrada: gratis


Rodin, las formas de la pasión
Panorámica. “El beso”, estudio modelado en terracota y yeso (1881-1882), y “El beso”, yeso de 1907, en un sector de una de las dos salas de la planta baja del museo dedicadas a la muestra de Rodin. La exhibición reúne 19 esculturas y tres dibujos del maestro francés y una selección de esculturas de artistas argentinos que evidencian su fuerte influencia en el arte de nuestro país. leyenda




Fuente: Revista Ñ Clarín