RASTROS DE TINTA





Liliana Menéndez (Córdoba, 1951), artista elegida para la muestra nº 57 de La Línea Piensa, proyecto a cargo de Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía, resultó ganadora del concurso realizado por el Museo Emilio Caraffa en 2010. Ilustradora de libros infantiles y promotora del dibujo como vehículo cognitivo, Menéndez modula en Cerfructus dos códigos -la escritura y la imagen- para crear una especie mixta de floraciones zurcidas con restos de un alfabeto futuro. En las series Paisajes de palabras , una caligrafía enmarañada y a la vez limpia semeja panorámicas desde una perspectiva cenital. Las formas pictóricas insinuadas en el conjunto de palabras apócrifas maduran en Las flores del mal , donde se conjugan el arte de la estampa con el collage , los diagramas con los dibujos en el estilo más ornamental que científico de los herbarios, las reminiscencias del arte oriental con la pintura de Henri Michaux. Al final del recorrido, como destilado de un trabajo cuya economía figurativa va del monograma a la constelación floral, el color empieza a teñir el lienzo. En Desarraigo y Raíces , obras sobre especies vegetales, los dos ciclos de un proceso evolucionan a un lenguaje de sueños con un glosario visual de insectos, flores, frutos y engarces.
Un universo de animales vulnerables, cuerpos femeninos y agua se configura en la muestra de Egar Murillo (San Salvador de Jujuy, 1957) en Van Riel. Bebiendo en la arroba y Todo fluye presentan estampas de cabritos y corderos que toman agua de charcos y estanques -una mancha de acuarela azul o rojiza que desborda los contornos hasta el cuerpo de los animales-, sin advertir ninguna amenaza o peligro. Expuesto a la mirada, el ciervo de Espejo de agua , como Narciso, toma, igual que el espectador, contacto visual con la superficie de un agua quieta que inunda la superficie del cuadro.
Los soportes de las obras de Murillo, en general reversos de afiches callejeros, conservan rastros del uso original, restos de pegamento, de óxido y de otros carteles. A la vez, multiplican en el espacio de la imagen sentidos, temporalidades y secuencias. En Esperando a Godot , un cielo de herrumbre no presagia nada bueno para un ubicuo personaje femenino. Encallado y A la deriva lo encuentran en aguas profundas: en ambos las huellas del soporte crean una contraimagen en pugna con los usos instrumentales del cuerpo de la mujer. Compendio de una producción visual que roza, estéticamente, el plano ontológico, el dédalo de imágenes de Todo fluye reúne el agua y la tinta, la acuarela y la sangre.

Ficha.
Liliana Menéndez en el Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín), hasta pasado mañana.
Egar Murillo en Van Riel (Juncal 790), hasta el 14 de septiembre.



Fuente: ADN Cultura La Nación

"SI GIORGIONE VIVIERA,
HARÍA ESTE TIPO DE PELÍCULAS"

Cine y pintura / Experimentación

Formado en las artes plásticas, el director polaco Lech Majewski literalmente se sumergió en el cuadro Cristo camino del Calvario, de Brueghel, y concibió El molino y la cruz, un film de impactante belleza visual.

A mitad de camino entre el cine y la pintura pareciera transcurrir la búsqueda artística de Lech Majewski. Creador integral de muchas de sus películas (desgraciadamente hasta el momento sólo conocidas en festivales), se encarga de escribir, producir, montar, dirigir e incluso componer la música, como parte de una cuidada elaboración sonora que también supervisa. Genio cordial y excéntrico, sus inquietudes metafísicas son tan exigentes como su afán por la gastronomía. Por eso, la mejor manera de conocerlo es invitarlo a una cena. Así, ante un suculento plato acompañado de bebidas sin alcohol, la personalidad de Majewski se brinda plena y generosa.
El molino y la cruz es un prodigio técnico y artístico, provisto de los notables avances de la tecnología digital. Un complicado proceso de reelaboración de la imagen cinematográfica permitió incorporar los elementos pictóricos del cuadro Cristo camino del Calvario de Brueghel y, asimismo, otorgarles movimiento. De tal manera, puede conocerse el periplo de algunos de los centenares de personajes que posee el lienzo original, entre otros, el propio pintor (interpretado en el film por Rutger Hauer), su amigo y coleccionista Nicholas Jonghelinck (Michael York) y la Virgen María, papel a cargo de Charlotte Rampling.
Majewski presentó su film (que acaba de estrenarse comercialmente en Buenos Aires con muy buenas críticas) en la última edición de Pantalla Pinamar, y le contó a adn cultura cómo fue concretar, luego de cuatro años de labor, su acercamiento a la obra del reconocido pintor flamenco.
-El tratamiento de la imagen fue clave en la producción de El molino y la cruz 
-Sí. Es muy complicado explicar cómo fue el tratamiento de la imagen en la película porque fuimos descubriendo la tecnología a medida que recorríamos el camino. Por eso tardamos cuatro años. Durante el primer año preparamos la película y elaboramos el vestuario. Teníamos cien muestras de telas con las que hacíamos pruebas con movimientos delante de la cámara para analizar cómo se veían. Descubrimos entonces que no contábamos con las tinturas que producían los colores que se utilizaban en la época de Brueghel porque en ese momento la confección de textiles era manual y los colores se obtenían de tinturas orgánicas.


Cristo camino del Calvario, de Pieter Brueghel, el Viejo. 
-¿Y pudieron resolver ese problema?
-Sí, pero para lograr esos colores tuvimos que montar una pequeña fábrica para producir tinturas orgánicas con cebolla y remolacha. Y en cuanto a las ropas, les dimos una reproducción del cuadro a cuarenta campesinas polacas que hicieron todos los trajes a mano. Brueghel era realista en relación con el vestuario, los elementos y los detalles y eso me engañó, porque presumí que el paisaje era realista, aunque sabía que Brueghel venía de un paisaje plano, como el que hay en Flandes.
Cuando Lech Majewski estrenó su película Ángelus , el crítico e historiador neoyorquino Michael Gibson le acercó su investigación sobre el lienzo de Brueghel. Ése fue el disparador de un nuevo acercamiento del director al arte flamenco, luego de su película El jardín de las delicias terrenales , donde una historia de amor entre una historiadora de arte y un ingeniero naval se entrecruza con la investigación de los significados ocultos en El jardín de las delicias de El Bosco.
-¿Hay elementos herméticos en la obra de Brueghel?
-Sin duda. Los agrupamientos montañosos, que no existen en Flandes, los incorporó en su pintura para simbolizar el cuerpo de Cristo. Eso se explica en otras pinturas, donde las rocas tienen diferentes grietas y fisuras, que representan las heridas en el cuerpo de Cristo.


Una escena de El molino y la cruz. Según Majewski, hubo que montar una fábrica de tinturas orgánicas para reproducir los colores de Brueghel. 
-¿Cómo nació la imagen inicial para El molino y la cruz ?
-Era muy simple: unas quinientas personas inmóviles y la cámara que se acerca a ellas. De esa manera nos sumergimos en las imágenes que generan sus pensamientos. Pero todo depende mucho de la imagen inicial porque, si es acertada, permite resolver y ordenar todo el pensamiento posterior.
-¿En este caso, de qué modo concretó la idea?
-Fui con 120 estudiantes de la escuela secundaria para hacer una prueba y ubicar a los personajes. El resultado fue una vergüenza: no se parecía al cuadro de Brueghel sino a un telefilm que dan por cable. Se veían los primeros veinte y el restante centenar desaparecía de la cámara, sin importar dónde se los ubicara. Entonces pinté a todos los personajes de la pintura y el paisaje, y comencé a hacer visualmente el recorrido. A través de un trabajo por computadora pudimos establecer que la imagen tenía siete perspectivas, incluso contradictorias, simultáneas. [Ver recuadro.]
-Ya que hablamos de la imagen, ¿qué puede agregarnos sobre el sonido?
-El sonido es sensual y para mí es música. La realidad suena y no sé por qué estúpidas razones en las películas se aplica una intención sonora absolutamente convencional, donde todo está en el mismo plano. Ese convencionalismo no se corresponde con la originalidad del sonido porque la realidad es original por sus sonidos. Lo que yo hago es tomar un micrófono e ir escuchando los sonidos que capto. Algunos me sorprenden porque son muy raros. Hoy en día, en particular en las películas de Hollywood, siempre hay música tapándolo todo. Pero, en ese caso, la música es un sonido muerto.


Para realizar El molino y la cruz Majewski estuvo en Nueva Zelanda estudiando las nubes. 
-Los planos sonoros en El molino y la cruz son muy especiales.
-La mejor forma de ver una pintura es escucharla. Si la música crea imágenes, uno debe ser capaz de realizar el procedimiento inverso, sobre todo porque cuando uno ve una pintura que presenta un relato, es importante incorporar un concepto sonoro a la potencia de esa imagen.
-¿Cómo asumieron los actores la propuesta de El molino y la cruz ?
-La gente llega con lo que quiere hacer en la cabeza, pero deben dejar eso a un lado para poder cumplir con lo que quiero que hagan. A veces piensan que se verán ridículos, y los actores son verdaderamente delicados y muy individualistas. Muchos actores prefieren las explosiones que permiten gran lucimiento, y cuando se les dice que no pronunciarán una palabra en toda la película, se quedan perplejos. Eso sucedió con Charlotte Rampling, aunque luego se fue acostumbrando a la propuesta de permanecer en silencio. Me preguntó: "¿Realmente me necesitas?", y fue una buena pregunta.
-La imagen de la crucifixión se repite a menudo en sus películas.
-Es la imagen más poderosa de nuestra cultura. La civilización se afirma en dos pilares que pueden gustar o no: uno es la tradición helénica, donde conviven la filosofía, la ciencia, la democracia y las leyes. El otro es un libro que contiene el Viejo Testamento y el Nuevo Testamento y que es un patrimonio reconocible allí donde uno se encuentre, aunque sea en culturas y religiones diferentes como en el Tíbet o en la India. Cuando estuve trabajando en Yale, tenía un amigo especializado en judaísmo, Joseph Dan, y siempre me llamaba "el místico", porque creo en el valor de la duda.

De Venecia al mundo

En 1996 el artista plástico Julian Schnabel (quien cobraría notoriedad con Antes que anochezca y La escafandra y la mariposa ) debutó tras las cámaras con Basquiat , una historia escrita por Majewski basada en la vida del pintor estadounidense Jean-Michel Basquiat. En la película (que incluye un estelar reparto con Gary Oldman, Dennis Hopper e incluso Courtney Love), el cantante David Bowie personifica a Andy Warhol, amigo y mentor de Basquiat. Sin embargo -y El molino y la cruz lo confirma-, la intención pictórica en el cine de Majewski tiene otras referencias, que se nutren de los pintores flamencos pero también de la capacidad expresiva del conjunto de las artes (música, escenografía, plástica) por sobre las palabras, como sucede en Pokoj Saren , experiencia de los sentidos donde Majewski compone la cantata que enmarca la acción, o en la serie de poemas visuales DiVinities . Niño mimado del arte contemporáneo, su videoinstalación Brueghel Suite se presentó en el Museo del Louvre, en la Bienal de Venecia y en el Museo Nacional de Cracovia en el último año. En 2006 el MoMA realizó la mayor retrospectiva de su obra.
-¿En qué momento relacionó el cine con la pintura?
-Hago cine gracias a la pintura y existe una historia bastante rara detrás: cuando era niño pasaba todas mis vacaciones en Venecia. Siempre íbamos dado que teníamos un tío que era profesor allí y, lógicamente, se iba a pasar las vacaciones a otro lado. Entonces nos ofrecía su casa, porque éramos una familia pobre de Varsovia y no podíamos elegir muchos destinos. Cuando salíamos hacía Venecia, el recorrido siempre era el mismo: un tren nocturno de Katowice a Viena, pasar todo el día en Viena y esperar otro tren nocturno para ir a Venecia. Eso me permitió desde niño frecuentar la Bienal y conocer lo mejor del arte moderno con Andy Warhol,Roy Lichtenstein, Giorgio de Chirico y Tom Wesselmann.
-No parece un admirador del arte moderno.
-Para mí eran ídolos absolutos pero, al mismo tiempo, conocí la Galleria dell'Accademia, con las obras de Giovanni Bellini, Andrea Mantegna y Giorgione. Me impactó mucho el cuadro de Giorgione La tempestad , me resultó hipnótico por su atmósfera y misterio. Permanecía horas contemplándolo. Luego leí un libro de Salvatore Settis, profesor de la Universidad de Pisa, que realiza un antológico análisis sobre ese cuadro. Esa pintura fue en mí una notable influencia y no pude volver a entrar en el arte pop nunca más.
-¿Y el vínculo con el cine?
-Un día hice una conexión similar con el cine y fue gracias a la escena del parque en Blow- up, de Michelangelo Antonioni. La vi y me dije: "Si Giorgione viviera, haría este tipo de películas". El arte moderno que vino de Estados Unidos tenía gran impacto pero detrás estaba completamente vacío. Si pensamos en el siglo XX y su relación con el arte, nos daremos cuenta de que la figura humana ha desaparecido. Mi conclusión es que la figura humana se fugó de las artes plásticas al cine. Si miramos las obras de Giorgione o de Brueghel, la figura humana tenía una importancia fundamental.
-Pero en el siglo XX llegaron las vanguardias.
-El arte y la sociedad son indisolubles y van de la mano. Las vanguardias destruyeron el acceso directo a la figura humana, en parte porque el siglo XX nació de la mano de las guerras y de las dictaduras que negaron la figura humana o la redujeron a la experimentación o a la propaganda. Para mí, lo fundamental del legado de los maestros italianos, desde Giorgione hasta Antonioni, es que pude dedicarme a pintar en el cine. Luego entré en la Academia de Bellas Artes y mi primer profesor me dijo: "No creo en tus pinturas", pero ésa es otra historia.
-¿Hizo estudios formales en cine al igual que con las artes plásticas?
-Existe un antes y un después de Cul-de-sac , de Roman Polanski. Vi esa película y enseguida me inscribí en la escuela de cine de Lodz. Allí hicieron una excepción conmigo, puesto que si uno había cursado en otra facultad, no podía ingresar. Eso fue a comienzos de los años setenta y mi profesor era Wojciech Has, que en ese momento estaba culminando El sanatorio de la clepsidra y fue seleccionada para Cannes, donde luego ganó el premio especial del jurado. Antes del festival hizo una compulsa entre los alumnos y me eligió para ser mi tutor.
-Un notable director injustamente olvidado.
-Mi agradecimiento hacia él será eterno porque me ayudó a resolver grandes problemas artísticos, principalmente en lo relacionado con la adaptación del mundo medieval en mi primer largometraje, El caballero , que fue seleccionado para el Festival de la Cultura Medieval en Cambridge y me permitió emigrar de Polonia.
-¿Cómo es eso?
-En esa oportunidad conocí a Karel Reisz, John Boorman, Werner Herzog y Lindsay Anderson. Esa película se exhibió para ellos en Inglaterra y para Orson Welles en Los Ángeles. En 1981, la situación política en mi país era muy compleja y se dictó la ley marcial. Reisz, Anderson y Boorman me ayudaron a arreglar mis problemas de papeles para quedarme en Londres. Luego Orson Welles y Milos Forman hicieron lo mismo para que pudiera ir a Estados Unidos.
-Usted tiene un vínculo especial con América latina y su literatura. ¿Por qué lo atrae tanto Borges?
-Es el maestro absoluto en cuentos cortos, es el mejor de todos. Cada frase es una perla y es un auténtico fenómeno de la palabra. Cualquiera necesitaría una porción considerable de texto para expresar lo que él consigue con dos palabras. Tengo un amigo que se dedica a la geometría y dice que los grandes creadores ven una línea donde el resto ve sólo un punto. Por fortuna no fue mi único contacto con la rica literatura argentina.
-¿A qué otros escritores argentinos conoció?
-A Osvaldo Soriano me lo presentaron en 1980, o un año después, para que hiciera una adaptación de Triste, solitario y final . El libro me gustó mucho, pero la película nunca se hizo.
-¿Y cómo ve el uso del tiempo en la literatura y en el cine?
-Uno no puede contener demasiado en un film porque es muy corto, y es una unidad de tiempo que, como la música, crea un efecto sobre el tiempo. Lo interesante en Borges es que consigue una compresión de sentido única.
-Su relación con Latinoamérica lo llevó a filmar en Brasil.
-Cuando vivía en Río y trabajaba en Prisionero de Río , la película que hice para Hollywood, elaboré el guión con Manuel Puig. No se conoce demasiado este hecho porque Puig no pudo aparecer en los créditos finales por una cuestión económica, dado que era una producción pequeña y los productores no querían guionistas argentinos, sólo estadounidenses. El film había empezado como un proyecto propio y, poco a poco, gracias a la astucia de Hollywood, fui perdiendo el control.
Perspectivas del cine actual
"Frente a una pasividad que obliga y al ?espectáculo' de un mal que atormenta, la indignación inaugura la acción de uno mismo", reflexiona el filósofo Jean-Philippe Pierron en la revista francesa Études . Otro pensador, el filósofo vasco Aurelio Arteta, publicó su libro Mal consentido con un detalle del cuadro de Brueghel -el mismo de El molino y la cruz - en su portada. Acercamos a Majewski estas reflexiones.
-Pierron observa que "la indignación, más que reivindicar principios de justicia, manifiesta que son burladas las normas fundamentales del vivir común". ¿El arte es una vía para expresar la indignación?
-En el lienzo de Brueghel, los personajes están muy ocupados en sus propias desgracias, y con fortuna, aquel que mira calla. Sin embargo, la urgencia por manifestar ese sentimiento no pareciera ser fundamental, como lo era en la época de Brueghel, en el panorama de la plástica contemporánea, porque el cine se apropió de la indignación.
-¿Cuál es su reflexión en este momento en el cual muchos hablan del fin del cine?
-Es un cambio tecnológico, nada más. Ya hubo muchas ocasiones en las cuales dijeron que el cine se estaba muriendo. El hecho de ver películas de una nueva forma permitirá ver diferentes películas. Pensémoslo al revés: actualmente la sala de cine limita el acceso de mucha gente, pero el problema no es del cine, porque el lenguaje visual es más fuerte que nunca. Creo que el problema se plantea cuando pensamos en qué sucede con las películas de Fellini, Tarkovski, Pasolini y otros genios, films donde la historia está al servicio de un proceso en el cual todo estaba interconectado en su concreción como obras maestras.
-No imagino El sacrificio o La dolce vita en la pantalla de un i Pod.
-Exactamente. Esas películas no pueden verse en un teléfono móvil, donde sí se pueden conocer las noticias o ciertos formatos de telenovela. Para esas grandes películas es absolutamente necesaria la sala de cine, y en la actualidad en Estados Unidos se están abriendo salas especializadas para ver esas viejas películas. Hay un tipo de cine que no puede apreciarse de otra forma que en pantalla gigante. Con El molino y la cruz he tratado de evocar lo necesario de esa experiencia.

La ruptura de siete perspectivas

Durante el diálogo, Majewski dedicó veinte minutos a explicar "sintéticamente" -según sus palabras- el proceso creativo sobre el cuadro de Brueghel y el innovador uso de la tecnología digital: "En matemática podríamos decir que no es un espacio euclidiano sino un espacio roto. Entonces la búsqueda fue romper las siete perspectivas y encontrar los diferentes paisajes que presenta la pintura de Brueghel. Mi trabajo fue sumergirme en el cuadro para extenderlo; por ejemplo, en el ángulo izquierdo debí agregar nubes y árboles. El animador tuvo que cortar las ramas para darles movimiento. Luego tuvimos que filmar a los actores frente a la pantalla azul para determinar con la distancia qué tipo de lente debíamos utilizar. En posproducción se fueron agregando capas y capas para completar la imagen: el mínimo que se utilizó fueron cuarenta y el máximo, ciento cuarenta y siete. Esto se lograba gracias a la labor de veinticuatro computadoras trabajando ocho días y ocho noches simultáneamente. A veces encontrábamos un error y entonces debíamos recomenzar el procedimiento. Esa red de computadoras funcionó como un radar que captaba elementos del cosmos porque, si había mayor actividad solar, se producía un problema en Internet, era muy extraño. Para este trabajo también estuve en Nueva Zelanda estudiando las nubes y una de las más bellas formaciones de nubes la vi en una isla que los maoríes llaman ?La isla de la nube larga'. Así filmamos nubes que luego puse en proporción con las nubes de Brueghel y el resultado es un 80% nubes de Nueva Zelanda y el 20% restante de Brueghel. Por su parte, las nubes tuvieron sus dos años y medio de posproducción".
Fuente: ADN Cultura La Nación

EL CURADOR, UN ROL QUE REFLEJA LA EXPANSIÓN
DEL MUNDO DEL ARTE


Una nueva figura cultural para el milenio.

En la última década, a medida que el arte contemporáneo mundial fue adquiriendo dimensiones planetarias, por momentos dio la sensación de que también estaba naciendo un nuevo tipo de figura cultural: el curador internacional, en viaje constante hacia algún destino.
Curadores europeos itinerantes como Harald Szeemann y Germano Celant fueron los que establecieron las condiciones en los años sesenta. Sin embargo, el mes pasado no hubo necesidad de moverse de Manhattan para ver un muestreo del alcance cada vez más global del fenómeno.
Un joven curador australiano especializado en arte aborigen estaba sentado al lado de colegas curadores de Londres, Beijing, México, Madrid y Berlín. Cada uno había pagado 1.900 dólares estadounidenses para participar de un programa de 10 días de capacitación y ampliación de redes que fue creado por Independent Curators International, una institución famosa, a través de sus más de tres décadas, por ayudar a transformar las ideas de los curadores en exposiciones itinerantes que son alquiladas por museos establecidos.
La organización sin fines de lucro se ha reinventado, y su perfil comienza a crecer junto con el perfil de la profesión.
La Oficina de Estadísticas del trabajo estima que el salario medio de un curador, definido en términos amplios, en los Estados Unidos, es de apenas US$ 53.540, pero la profesión ha visto aumentar su cachet. "Este fenómeno nació con el milenio", dijo Kate Fowle, directora ejecutiva de Independent Curators desde 2009.
"Es una profesión que está creciendo a un ritmo muy rápido".
Fowle explicó que, desde que su organización inició el programa de capacitación en 2010, 672 postulantes de más de 62 países han presentado su solicitud para las alrededor de 150 vacantes que ofrece actualmente el programa.
Independent Curators inició colaboraciones para iniciar los cursos en otras partes: en Filadelfia, Mumbai, Beijing y en el sudeste de Brasil, en el complejo de arte contemporáneo Inhotim, que cuenta con financiamiento privado.
Los participantes más recientes estuvieron reunidos con algunos de los profesionales más prominentes de los museos y los espacios sin fines de lucro de Nueva York. Nancy Spector, la curadora principal del Guggenheim habló de las dificultades de "luchar con la autoridad" de la arquitectura del Guggenheim ("A veces pienso que ya no puedo instalar nada en una sala cuadrada"), pero también de los peligros de la "curaduría internacional modelo helicóptero" que muchas veces lleva a una comprensión superficial de las culturas y sus artes ­y a exposiciones malas, dijo.
Uno de los temas fue el deseo de definirse a sí mismos en el mundo comercial del arte y a la vez ganar para vivir. "Los que hacemos esto en China, tenemos mucha dificultad para encontrar el lugar correcto sin parecer simplemente un elemento más del mercado", dijo Su Wei, de Beijing.

Fuente: Revista Ñ Clarín

LA TEORÍA PSICOANALÍTICA,
HERRAMIENTA PARA PRODUCIR OBRAS DE ARTE

La muestra colectiva “Lo real/la mirada” –en exhibición hasta el 16 de septiembre en el Palais de Galce– busca actualizar el alcance del psicoanálisis como teoría estética. En conversación con Ñ digital, el curador Luciano Lutereau considera que el artista contemporáneo “ya no es el rapsoda platónico”, sino que “ocupa el lugar de principal productor y teórico de su obra”.
-La cuestión de lo real es algo instituido en el arte contemporáneo a partir de críticos de October (la revista de crítica y teoría del arte del MIT, que ha impulsado el uso del psicoanálisis en la reflexión estética) como Rosalind Krauss o Hal Foster: por ejemplo, no hay más que pensar en su libro El retorno de lo real. Sin embargo, estas aproximaciones tienen severas dificultades conceptuales… Para citar nuevamente a Foster, no hay más que recordar su disparatado libro sobre el surrealismo. Desde ese punto de vista, lo real es entendido de modo metafísico y no realiza ningún aporte a la estética contemporánea. Si hay un punto en que lo real lacaniano puede tener un valor para la teoría del arte es a través de delimitar formas de la mirada: el velo, la pantalla, la escena, que circunscriben figuras estéticas de manifestación de la imagen. De este modo, no se trata de utilizar el psicoanálisis para interpretar un movimiento específico –punto en que una teoría se vuelve una poética particular– sino como un aporte a la ontología de la imagen, que ya no es entendida en su determinación filosófica habitual –como representación, copia, simulacro, etc.
LA MIRADA CUESTIONADA. En sus pinturas "veladas", Natalia Jimena Pendas "nos hacen querer ver – y comprobar – eso que ya vimos".
LA MIRADA CUESTIONADA. En sus pinturas "veladas", Natalia Jimena Pendas "nos hacen querer ver – y comprobar – eso que ya vimos".

-¿Por qué piensa que esta cuestión adquirió una actualidad que supongo, soterrada, siempre estuvo?
-El recurso al psicoanálisis en teoría estética contemporánea no puede ser pensado sin la crisis actual de la filosofía (como saber apodíctico) y de las estéticas del siglo XX. En este punto, si bien hay una revitalización en los últimos años de la orientación frankfurtiana, lo cierto es que la Teoría Estética de Adorno perdió su vigencia hace mucho tiempo. Lo mismo podría decirse de Arthur Danto, que logró hace unos años cierto protagonismo, pero conceptualmente su definición esencialista y cognitivista del arte no logra resolver problemas básicos de una teoría del arte. En última instancia, ya sea la filosofía continental y la vertiente analítica no lograron reformular los conceptos tradicionales para pensar el estatuto de la obra de arte. Aquí es donde surge el interés por el psicoanálisis como teoría estética.
VOCERIO. En la imagen de Julia Zarate, "alguien se detiene y detiene el vértigo en un instante muerto de fotografía".
VOCERÍO. En la imagen de Julia Zárate, "alguien se detiene y detiene el vértigo en un instante muerto de fotografía".

-Se habló, en algún momento, del fin del arte, del fin de la representación. ¿Cómo ubicar esta muestra en relación a esas afirmaciones?
-El psicoanálisis viene a dar cuenta de este síntoma del fin. Porque, después de todo, el fin de los relatos acerca del arte (de las "novedades filosóficas" como diría Danto) no es el fin de la práctica artística. El arte contemporáneo requiere nuevas categorías –algo que con cierto éxito, pero no sin dificultades, intentó Nicholas Bourriaud–. Sin embargo, no parece la filosofía el tipo de reflexión más apropiada para responder a esta demanda. Un ejemplo de esto se encuentra en la vía wittgensteniana que encontró su consumación en las teorías institucionalistas del arte, es decir, en lo que no es más que una sociología del arte.
 En el trabajo que hicimos para esta muestra, que requirió de una investigación y formación de los artistas en torno al tipo de producción que estaban llevando a cabo, el psicoanálisis no se ofrece como clave hermenéutica de aproximación al sentido de la obra, sino como fundamento técnico. Asimismo, las formas de la mirada con que hemos trabajado son una renovación de lo que habitualmente suele llamarse mirada, entendida en términos de percepción o teoría de la Gestalt. Por último, si algo caracteriza al artista contemporáneo es que ya no es el rapsoda platónico (como Ión) que no sabe lo que hace, sino que ocupa el lugar de principal productor y teórico de su obra. Aquí es donde la cuestión de la representación ya no tiene vigencia. No se trata de un debate entre filósofos, sino de la producción de la obra en función de la teoría psicoanalítica.
LA PALABRA COMO VELO. Pinturas de Andrés Labaké en las que "de manera magrittiana, ella es un elemento de distracción inicial".
LA PALABRA COMO VELO. Pinturas de Andrés Labaké en las que "de manera magrittiana, ella es un elemento de distracción inicial".

-¿Y el aporte del psicoanálisis a ese debate?
-Lo que el psicoanálisis puede aportar a este debate es una concepción del sujeto (que no es la subjetividad) afectado por un deseo de ver que se constituye en una imagen que no es reproductiva. La principal convergencia que hay entre el arte contemporáneo y el psicoanálisis radica en la vitalidad para pensar eso que resta a los relatos enfáticos y/o prescriptivos. En una reciente conversación con Germán García y Eduardo Grüner, realizada en el Palais de Glace como apertura de esta muestra, acordábamos que no es interesante preguntarse por la existencia de los hechos (para el caso, si existe o no una estética psicoanalítica). Eso queda para el filósofo. Sino interrogar desde qué posición se pueden hacer aportes singulares a una cuestión. A nadie puede pasar desapercibido que en nuestro país al menos dos galerías de arte –Das Ding y Objeto a– realizan homenajes al psicoanálisis de Lacan. Por lo tanto, la pregunta ya no es si existe una estética psicoanalítica, sino cuál es el trasfondo estético del psicoanálisis que puede revitalizar las teorías contemporáneas del arte.

Artistas participantes
Andres Labake
Julia Zarate
Hersilia Alvarez
Natalia Pendas
Marcelo Pelissier
Pablo de Monte
Ana Montecucco
Carolina Gori

Textos del catálogo
Cecilia Sabatini
Elena Oliveras
Magali Piano


Fuente: Revista Ñ Clarín

RENACIMIENTO PARA "LAS LUNETAS"

Obra de cuatro genios del muralismo nacional: Castagnino, Spilimbergo, Urruchúa y Colmeiro. Las pintaron en Galerías Pacífico, de donde fueron extraídas en los 90. Las restauraron en la Biblioteca Nacional.


Hoy, a las cuatro de la tarde, cuando se presenten las cuatro estaciones que hace más de 70 años crearon Juan Carlos Castagnino, Lino Enea Spilimbergo, Demetrio Urruchúa y Manuel Colmeiro, habrá cerrado un silencioso y extenso proceso de restauración que llena de satisfacción al equipo que tuvo a su cargo la tarea.
El Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural (IIPC) de la Universidad de San Martín (Unsam) es responsable de “Las Lunetas”, que representan las cuatro estaciones del año y que fueron realizadas por aquellos extraordinarios artistas que integraron el llamado TAM (Taller de Arte Mural), deshojado luego de ese trabajo a ocho manos por los vaivenes políticos de la Argentina y la falta de subvenciones.
“Las lunetas” pertenecieron al patrimonio arquitectónico del antiguo edificio Bon Marché y fueron extraídas para su recuperación material y artística cuando se planificó abrir allí las hoy llamadas Galerías Pacífico. Las cuatro obras murales se completan con la cúpula que creó Antonio Berni, y que luce en su ubicación actual en la calle San Martín, entre Viamonte y Córdoba.
En los años 90 la galería devino en shopping por lo que las lunetas fueron desmontadas, dejando trunco el diálogo que las cuatro estaciones tenían con la cúpula del espacio. Así se desmanteló el único conjunto pictórico realizado por el TAM en 1946.
Las lunetas fueron trasladadas a un depósito en desuso de la Biblioteca Nacional, hasta que su conducción decidió recuperarlas. En el desmontaje del hormigón que contenía a Las Lunetas y el armado de una suerte de marco de cemento pintado en negro intervino la Universidad Tecnológica Nacional. El resto del trabajo lo dirigió Damasia Gallegos, jefa de los restauradores de la Unsam. En diálogo con Clarín , habla de la recuperación del conjunto muralista: “El Castagnino (“Otoño”) estaba quemado en más del 60 por ciento. Fue difícil la decisión que tomamos de repintar, respetando el boceto original. Como no queremos mentir, las partes que hemos reconstruido tienen un color más claro, y hay puntos y rayas indelebles que marcan la diferencia del trazo del creador y nuestra intervención”, explica con firmeza.
A ese mural gravemente dañado se le sumó el de Urruchúa, que tenía algunos extremos desplazados, rotos, y “estaba muy abrasionado,” es decir bastante perjudicado en su totalidad. Dice Gallegos que la restauración de los murales de Spilimbergo y Colmeiro fueron el mayor desafío, por la saturación pictórica de ambas piezas. Había que recomponer el color, sin apartarse de los materiales ni la paleta de sus creadores.
Pero sin duda, el Castagnino, quemado hasta la desaparición de sus figuras y colores, es el orgullo de este equipo que, trepado a los andamios, defiende con pasión la recuperación del valor del patrimonio argentino.
“Por suerte tuvimos documentación fotográfica para trabajar”, dice Damasia Gallegos. Y presenta al fotógrafo Luis Liberal a la cronista, quien realizó un relevamiento exhaustivo para que esta nueva lectura de “Las Lunetas” se comprenda viendo las cuatro estaciones en su nuevo espacio, el Museo del Libro y de la Lengua.
Sabido es que un mural creado en un espacio, al ser trasladado a otro adquiere un nuevo significado. Entonces, la lectura que ofrece es también otra. Desde hoy, se podrán leer sus nuevos mensajes.

AGENDA

Dónde:
Museo del Libro y de la Lengua, Biblioteca Nacional (Las Heras 2555).
Cuándo: desde hoy.

VIDEO

Vea al equipo de restauración realizando su trabajo en www.revistaenie.com.ar

Fuente: Revista Ñ Clarín

PRESENTARON EN MÉXICO
EL RESCATE DEL MURAL DE SIQUEIROS


Una delegación argentina dio detalles de la saga de la obra y su restauración.



Por Mercedes Pérez Bergliaffa - MÉXICO. ESPECIAL

Imponente y arqueológica, futurista y repleta, la Ciudad de México parece un gran pulpo extendido por el que circulan masas sin parar. Como microorganismos o bichitos, los 23 millones de personas van despacio (el calor y la altura impiden el apuro).
En medio de esta maraña cae la noche y, en un lugar coqueto, algo alejado del centro, una casa se ilumina. Es la “Sala de Arte Público Siqueiros”, que se llenó de público el martes, durante la presentación que hizo el gobierno argentino del proceso de rescate de Ejercicio plástico, el mural que David Alfaro Siqueiros pintó en nuestro país en 1933 y que ahora está restaurado, aunque todavía no accesible al público, en la ex Aduana Taylor, detrás de Casa de Gobierno.
El mural tiene una historia complicada, sufrida, que se debe tanto a su valor artístico como al de mercado. Y a un largo intríngulis de amores y sexo, que envolvía al pintor, al periodista Natalio Botana (en cuya casa se pintó el mural), a Blanca Luz Brum (pareja de Siqueiros y amante de Botana) y hasta al propio Pablo Neruda.
Mural fuera de serie, en 1991 fue extraído del sótano donde estaba, cortado en seis partes y guardado en containers. Una difícil trama judicial lo dejó ahí durante 17 años.
De todo esto se habló en la conferencia, donde estuvieron la directora de Asuntos Culturales de Cancillería, Magdalena Faillace –cabeza de la comisión creada para el rescate de la obra–; Miguel Díaz Reinoso –ex agregado cultural de México en Argentina–; la embajadora argentina en México Patricia Vaca Narvaja; la directora del Centro Nacional de Conservación del Patrimonio Artístico Mueble, Gabriela Gil y Cecilia Jaber Breceda, directora de Asuntos Culturales de la Cancillería mexicana.

CLIMA. OBRAS DE OTROS ARTISTAS CON MURALES DE SIQUEIROS EN LOS MUROS.

CLIMA. OBRAS DE OTROS ARTISTAS CON MURALES DE SIQUEIROS EN LOS MUROS.

La casa de Siqueiros estaba llena. Había especialistas, periodistas, estudiantes y “argenmex” como Noé Jitrik y Tununa Mercado. Estaban también Taiana Pimentel, directora de la Casa Siqueiros, y el artista Pedro Roth, quien presentaba fotos del mural, junto a obras sobre el tema de los fotógrafos Annemarie Heinrich y Aldo Sessa (quien, como Roth, donó las fotos para que queden en México). Todo tenía como telón de fondo los inmensos murales originales de Siqueiros, que abarcaban paredes, piso y suelo.
Mientras, la conferencia –intercalada con proyecciones de fotos y videos del rescate– mostraba el mural durante los años que pasó en containers, en San Justo –húmedo, fraccionado y con estalactitas–; los detalles técnicos de la restauración; la historia de colaboración intergubernamental y hasta la alegría de presentar este proceso en el mismo México, lugar de nacimiento del artista y corazón del muralismo político del Siglo XX.
La historia del mural, decía Díaz Reinoso, “fue una cruzada de funcionarios, expertos y periodistas”. Y también “una especie de leyenda para los mexicanos, quienes siempre escuchábamos decir que había un mural de Siqueiros en Argentina… Hasta que supimos que había un litigio y nos dijimos: ‘Finalmente sí, el mural existe’”.
“Durante muchos años –dijo Faillace– el mural era algo secreto, de lo que no se hablaba en los círculos culturales, dado que había gente que no quería que se supiera de él”. La embajadora aludía a supuestas intenciones de sus dueños de sacarlo del país, en los años 90. “Ahora el mural está expropiado”.
Siqueiros, quizás el más grande de los cuatro maestros del muralismo, ya puede descansar en paz. Su Blanca Brum gigante, pintada, erótica, reposa tranquila en Buenos Aires, en la misma Casa de Gobierno. “No hay más ruta que la nuestra”, decía Siqueiros, “la más alta, la más lógica, la más pura. Porque es para el pueblo”.

Fuente: Revista Ñ Clarín

LAS LUNETAS, OTRO GRAN RESCATE
PARA EL MURALISMO ARGENTINO


Pintadas por Lino Eneas Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino, Demetrio Urruchúa y Manuel Colmeiro, “el equipo de Siqueiros”, las obras integraban el conjunto mural más importante del país. Ubicadas en las Galerías Pacífico, fueron extraídas y abandonadas en depósitos en 1990, cuando el edificio se convirtió en Shopping. El Centro TAREA del Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural de la UNSAM las restauró y las presenta en el Museo del libro y de la lengua.


Por Victoria Reale

Imponentes, y otra vez a la vista del público, La lunetas, el conjunto mural más importante que alguna vez se pintó en la Argentina, agrega un nuevo y fecundo capitulo a la saga de rescates que comenzó a escribirse con Ejercicio Plástico, el famoso mural de David Alfaro Siqueiros que hoy se ve en Casa de Gobierno. El mismo equipo de restauradores trabaja ahora en los detalles finales de Primavera, de Lino Eneas Spilimbergo; Verano, de Manuel Colmeiro; Otoño, de Juan Carlos Castagnino,  e Invierno  de Demetrio Urruchúa, Las lunetas, que fueron pintadas al óleo en 1946 y estuvieron abandonadas durante dos décadas en una historia insólita pero con final feliz.
Más de una década después de haber colaborado con David Alfaro Siqueiros en la realización de Ejercicio Plástico (1933), Antonio Berni, Spilimbergo y Castagnino decidieron formar junto a Urruchúa y Colmeiro el Taller Arte Mural (TAM), en 1944. El grupo estaba impregnado por los valores que sostenía el muralismo mexicano, que buscaba socializar el arte y retratar la realidad de su país. Influenciados por la figura de Siqueiros, el grupo TAM quería pintar en grandes superficies públicas para que el arte fuera accesible para todos.
En 1945, los arquitectos Jorge Aslan y Héctor Ezcurra iniciaron la remodelación del edificio Pacífico, separando la galería de comercios de las oficinas del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico. Las reformas incluyeron el techado con bóvedas de hormigón armado de sus calles internas, convergiendo en una gran cúpula en el espacio central del crucero. Y los arquitectos convocaron al TAM para pintar esta nueva cúpula de hormigón con murales al fresco. Los temas que eligieron los cinco pintores se basaron en valores esenciales del hombre y su medio.
De estas obras, Las lunetas se ubicaban en los accesos principales del edificio dedicadas a las cuatro estaciones del año. En cada luneta se representaba a dos personajes  relacionados con el trabajo rural. Fue el único trabajo que realizó el TAM, ya que por falta de espacios en donde pintar, el grupo se disolvió tiempo después.
Tras años de abandono, el edificio Pacífico fue reciclado en 1990 por el estudio del arquitecto Juan Carlos López, para convertirlo en el actual shopping Galerías Pacífico. Durante la remodelación,  fueron extraídos los cuatro murales y Las lunetas quedaron abandonadas sin ningún cuidado en distintos depósitos.
Hasta que en 2010, el Ministerio de Planificación Nacional convocó el Centro TAREA del Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de San Martín, especializado en conservación y restauración de la producción pictórica, escultórica y bibliográfica, para rescatar los cuatro murales. El Centro TAREA ya contaba con antecedentes importantes: ese mismo año había finalizado la puesta en valor de Ejercicio Plástico, la famosa obra pintada en la década del 30 por el Equipo Poligráfico, compuesto por David Alfaro Siqueiros, Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y Enrique Lázaro.
Damasia Gallegos, directora del Centro TAREA, le contó a Revista Ñ cómo trabajaron con Las lunetas. Primero hicieron un relevamiento fotográfico de las obras. Después tomaron muestras de la capa pictórica, que fueron analizadas en la Universidad de Perugia, Italia. Así supieron que las obras habían sido pintadas al óleo. “Protegimos Las lunetas para que los especialistas de la Universidad Tecnológica Nacional pudieran cortar el hormigón y trasladar las obras al Museo del Libro y La Lengua”, cuenta Gallegos. Las mudaron rápido, cuando el edificio todavía no tenía el techo. “Las metieron con la ayuda de una pluma y se ubicaron según un diseño del arquitecto Clorindo Testa”, agrega.
Una vez inaugurado el Museo del Libro y La Lengua de la Biblioteca Nacional, en septiembre del año pasado, el equipo de restauradores pudo comenzar la tarea de limpieza de las obras, removiendo incluso algunos repintes que realizó Antonio Berni en los años 70. Durante ocho meses, los restauradores trabajaron simultáneamente en dos de las obras, llevando adelante la consolidación de la capa pictórica, la  nivelación de superficie y la  reintegración de faltantes y de las mermas de la pintura. Todo se hacía a la vista del público que visitaba el museo.
“Cuando se restaura una obra se usan técnicas para que se pueda distinguir la parte original de lo realizado por los restauradores. En nuestro caso, utilizamos la técnica italiana llamada Tratteggio, una combinación de pequeñas rayas y puntos. Así, si el espectador se aleja puede leer la imagen completa, pero si se acerca puede distinguir el trazo original del restaurado”, explica la directora del Centro TAREA. Y agrega que “en el caso de Otoño, de Castagnino, como se perdió un 70% de la obra en un incendio que sucedió en un depósito en Barracas, decidimos restaurarla con un tono de valor más alto, lo que significa que está un poco más claro. Por suerte había registro fotográfico, así que proyectamos la foto en el mural y dibujamos el faltante de la obra. Se ven todavía algunas líneas del dibujo, porque la idea es que el visitante pueda ver cómo era, pero no intentamos emular lo que fue”.
Mediante un abordaje interdisciplinario, que incluye la conservación, la química y la historia del arte, el Centro TAREA recuperó de manera estética y formal los murales perdidos de las Galerías Pacífico. “Uno de los principios básicos de la restauración es aplicar materiales que sean reversibles. Trabajamos con colores al agua que fácilmente se pueden retirar. Otra de las consignas es la mínima intervención, uno retoca donde hay faltante, no se trabaja dentro del original”, destaca Gallego.

DÓNDE Y CUÁNDO:
El miércoles 22, a las 16, en el auditorio del Museo del Libro y la Lengua, situado en Avenida Las Heras 2555, habrá una primera presentación de la restauración de Las Lunetas. Pero ya anuncian que en los próximos días se hará la inauguración oficial.

Fuente: Revista Ñ Clarín

UN VIAJE QUE CAMBIÓ EL ARTE


¿Qué tienen en común Leonardo y Damien Hirst? se pregunta el autor de esta nota. Arte, mercado y obras que cambiaron el rumbo.


Por Eduardo Villar

“Este trabajo de Damien Hirst, el artista más marketinero de nuestro tiempo, es un emblema de aquello en que se ha convertido el arte (...) Lo que une a la Mona Lisa con esta burbuja de diamantes es que ambas obras iniciaron un gran cambio en el mundo del arte. Ese cambio es sobre el dinero (...) He visto con creciente asco la sobrevaloración del arte, la inflación de los precios y los efectos de todo esto sobre los artistas y museos. La asociación de grandes sumas con el arte se convirtió en una maldición sobre el trabajo de los artistas y, sobre todo, sobre la manera en que el arte se experimenta. Y ha infectado todo el mundo del arte”. Con estas palabras masculladas con desprecio mientras pasan ante los ojos imágenes de la obra icónica del Renacimiento y de “For the Love of God”, la calavera de diamantes incrustados de Hirst, la obra presuntamente más cara de la historia aunque nadie la haya comprado, comienza La maldición de la Mona Lisa , una película del crítico australiano Robert Hughes, a la que se puede acceder en YouTube, subtitulada en español y dividida en seis partes de unos 12 minutos cada una. En ella, Hughes establece el viaje en barco de la Mona Lisa desde París hasta Estados Unidos, en 1962, como el hecho que cambiaría para siempre la escena del arte. Recibido por el presidente Kennedy y su esposa Jackie como si fuera una estrella de cine, visto por más de un millón de estadounidenses en el Metropolitan Museum, el retrato de Leonardo –dice Hughes– dejó de ser una obra de arte para convertirse en un ícono del consumo de masas. La gente hacía cola para pasar frente a ella como en Disneylandia. No para tener una experiencia estética real sino para decir “yo vi a la Mona Lisa”. A partir de entonces, nada fue igual. Hoy el arte es, además de las drogas, el mercado mayor y menos regulado del mundo, con ventas de cientos de miles de millones de dólares por año. Robert Hughes murió el 6 de agosto en Nueva York, a los 74 años. El arte perdió a uno de sus críticos más lúcidos y feroces.

Fuente: Revista Ñ Clarín

"DIALOGO CON LA CIUDAD PARA ELEGIR EL LUGAR DE CADA OBRA": GYULA KOSICE

Cuenta que ese fue el proceso para montar Corazón Planetario, su megaescultura preferida. ¿Buenos Aires? “Yo gozo de esta Ciudad”.

Taller. Sus obras combinan agua, luz y movimiento. Su Ciudad Hidroespacial recorrió el mundo. / pepe mateos

Por Einat Rozenwasser


Agua. Afuera porque llueve, como corresponde a la nueva modalidad de los agostos porteños. Adentro porque su mundo tiene mucho de eso que fluye, entonces el gris se vuelve azul y hay un aire fresco que sobrevuela entre destellos y luces de colores. Gyula Kosice asoma desde el fondo de su taller. El delantal oscuro, papeles, teléfonos, ganas de conversar. “Me tengo que ir al mediodía, pero deciles que necesitás un ratito más”, trampea en voz baja mientras terminamos la recorrida por su museo, en Almagro.
Alrededor, su obra. Desde La gota de agua acunada , primera experimentación mundial con el hidrocinetismo (1948), hasta el Discontinuo de agua móvil , que terminó hace dos semanas. Están las esculturas iluminadas, las que tienen movimiento, sonido, las fotos de los grandes monumentos (hay en Buenos Aires y en La Plata, en Neuquén y en Uruguay, en Corea y en Israel), el arte que responde a su Manifiesto Madí (abstracto, no figurativo, sin melancolía) y, claro, su Ciudad Hidroespacial. “Hace poco me hicieron un homenaje por mis 70 años de trayectoria. Pero no me preguntes qué edad tengo porque no lo quiero decir, no lo quiero oír ni lo quiero pensar”, larga el hombre que cambió apellido por el nombre de su ciudad natal.
Llegó al país cuando tenía cuatro años. “Veníamos desde Hungría y la travesía por el Atlántico duró 36 días en los que lo único que veía era agua y cielo”, cuenta. Al recuerdo suma el dato de que tanto nuestro cuerpo como el planeta tienen un 75% de líquido y ... ¡Agua va!
Cursaba 6° grado y todas las semanas pasaba por la biblioteca, donde le prestaban un libro a cambio de “su palabra”. Como era cumplidor, un día lo sorprendieron con un ejemplar enorme: Leonardo Da Vinci. “Me influenció muchísimo por los inventos y la multiplicidad de cosas que había hecho”, sigue.
Más cerca de los 18 se empezó a juntar con los artistas de la época en los bares emblemáticos de la Ciudad. Allí gestarían la mítica revista Arturo, el manifiesto y esa idea de que “el hombre no ha de terminar en la tierra”. Lo explica como una necesidad biológica. “Tiene que ver con el crecimiento poblacional. Dentro de 30 años, ¿dónde vamos a vivir? El espacio es infinito y no lo hemos ocupado salvo por los aviones”, razona. Su Ciudad Hidroespacial recorrió el mundo. Con su lugar de recepción y emisión de ondas lúdicas, el de olvidar el olvido, el de la estrategia de excavación de espejismos (puramente aéreo), el lugar para destituir la angustia o para que la expansión aritmética no se adueñe de la cantidad, entre otros.
La idea de la luz apareció en una publicidad de relojes. “Empecé a trabajar con neón 20 años antes que los norteamericanos. La diferencia es que ellos se hicieron ricos”, bromea. También tuvo que ver con el plan de iluminar con led el Planetario. “Hermoso”, sonríe.
En 1968 –dicen que era agosto, sí– hizo llover sobre la calle Florida. “Eran 150 metros de lluvia, desde el Instituto Di Tella hasta Harrods”, recuerda entre risas. Y apunta: “Me tenés que preguntar qué es para mí la creación: el arte es la moneda de lo absoluto. Está mucho más allá de las superestructuras ideológicas del mundo. Por eso prevalecen las grandes escuelas de arte sobre las políticas”.
De sus megaesculturas prefiere Corazón Planetario, emplazada en la entrada de la Fundación Favaloro. ¿Cómo trabaja para montar una obra tan grande? “Primero entablo un diálogo de cinco a seis cuadras a la redonda para conocer como respira esa ciudad, por qué en ese lugar”, expone. De ahí a la maqueta, de la maqueta a la posteridad.
-¿Le gusta esta Ciudad?
-Cada vez más. No solamente por el bullicio normal de una ciudad cualquiera sino porque está plagada de una gran reminiscencia a París, donde viví siete años. A veces veo calles o cosas inesperadas. Vivo frente al zoológico desde hace 40 años y cuando vuelvo del taller en el auto siempre miro el tercer piso de una casa, no departamento, que en el frente tiene pintura abstracta. Yo gozo de la Ciudad.

Fuente: clarin.com


ROBAN UN DIBUJO DEL MUSEO SÍVORI:
CREEN QUE EL LADRÓN LO TIRÓ AL INODORO


Los empleados atraparon a un sospechoso en el baño. Encontraron el marco y el paspartú, pero no el dibujo.



Juntos. Cortázar y Eduardo Jonquières. Un libro de 2010 reproduce las cartas de esta amistad./Alberto Jonquières


Por Julieta Roffo


"Misterio sin fuga: el martes a la tarde, después de las 18, el plantel casi completo del Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori colgaba las obras que saldrán a remate en la décimotercera edición de un evento que la institución organiza año a año. Simultáneamente y cuando la guardia de sala se había ausentado de la muestra Jonquières: 50 años después, de París a Buenos Aires , un hombre sustrajo el dibujo Retrato de muchacho .

“El joven entró y salió varias veces del museo y eso llamó la atención del personal, que cuando vio movimientos sospechosos lo siguió hasta el baño”, reconstruye María Isabel Larrañaga, directora del Museo, y agrega: “Cuando salió del cubículo, con los ojos inyectados en sangre, los dos trabajadores del museo encontraron el marco y el paspartú del dibujo, pero la obra no estaba”.
La obra, dice Larrañaga, no tiene valor de mercado. Si hay que tasarla, calcula que vale unos 300 pesos.
Desde el Sívori se comunicaron con la Policía y cuando los oficiales de la Comisaría 23 inspeccionaron al implicado, no encontraron el dibujo de Jonquières, que pertenece a la colección privada de su hijo , Alberto, que vive en París y viajó a Buenos Aires para presenciar la muestra que homenajea a su padre, Eduardo. “Desolado”, se autodefinió ante el robo de la obra, aunque se consoló pensando que “se trataba de algo chiquito”.
Para Larrañaga hay dos posibles destinos para el misterioso dibujo: el hombre que lo sustrajo se lo pasó a otra persona antes de ser encontrado –algunos miembros de la Asociación Amigos lo vieron recorriendo las salas en compañía de otro hombre– o descartó el dibujo por el inodoro.
La directora abona más la segunda teoría , pensando en que al hombre se le habría mojado el dibujo figurativo realizado durante los años 20, porque asegura que en el paspartú “había restos de tinta chorreada”.
Desde la Comisaría 23 confirmaron a Clarín que un hombre de 28 años fue demorado allí por la sustracción del dibujo y que se le abrió una causa por hurto. Ayer, el implicado ya no estaba en la dependencia policial por tratarse de un delito excarcelable. Pero la causa sigue abierta en el Juzgado Nacional Correccional N° 5, a cargo de Walter José Candela. Ni desde la comisaría ni desde el ministerio de Justicia y Seguridad de la Nación pudieron agregar información sobre el destino de la obra.
La desaparición cinematográfica del dibujo de Jonquières convive con la preocupación de las autoridades y trabajadores del Museo Sívori –entre otras instituciones porteñas– por la seguridad en sus edificios.
La primera medida que se tomó en la institución fue abrir un sumario administrativo a las dos personas que realizan guardia de sala y al responsable de ambas. Pero Larrañaga se manifiesta “muy preocupada”: “Pedí mejoras en la seguridad y no obtengo ninguna respuesta”, explica, y dice que es una inquietud de varios museos.
Para ella, la tecnología no siempre es suficiente: el Sívori es monitoreado por ocho cámaras, pero hay sectores que quedan ciegos , como la pared de la que se sustrajo el dibujo de Jonquières. “Luchamos para que se mantuviera la presencia humana durante las 24 horas, y aunque por ahora continúa, la última comunicación oficial que se dio ordenaba retirar a los encargados de la seguridad nocturna ”, explica. Sin ese sereno, dice, “habría muestras y artistas en los que ni siquiera hubiera pensado”.
“Parece un caso de Poirot” (el detective de Agatha Christie), dijo Larrañaga. Un poco bromeando, otro poco en serio.


Fuente: Revista Ñ Clarín

SARA FACIO: TESTIGO DE SU TIEMPO


Retrató el alma de los argentinos y el pulso de una época en sus fotos. Se puede ver en las 200 obras, algunas inéditas, exhibidas en su muestra antológica del Recoleta, por el Festival de la Luz.

TITA MERELLO. Tomada en Buenos Aires en 1976. De la serie escenarios.

Por Marina Oybin


Sara Facio confesó alguna vez que se propuso ser testigo de su tiempo. Lo hizo con tanta intensidad y pasión que llegó al alma de los retratados, famosos o ignotos como aquellos de su serie de los funerales de Perón. Ahí está, apenas uno ingresa en la sala, Julio Cortázar, el cigarrillo apretado entre los labios y el ceño tan fruncido que contrasta con sus rasgos aniñados. Las fotos de Facio integran nuestro imaginario. ¿Quién otro es Borges sino ese hombre de impecable traje, en la antigua Biblioteca Nacional de la calle México, arrodillado junto a unos estantes buscando libros? Y uno no imagina retrato más preciso, de esos que llegan al núcleo de la personalidad, que el de Sabato, apesadumbrado, de negro, en Parque Lezama corroído por el frío.
Esas son algunas de las 200 fotos exhibidas en la magnífica muestra antológica Sara Facio - Fotografías , con curaduría de Elio Kapszuk y Renato Rita, en el Centro Cultural Recoleta, en el marco del Festival de la Luz. Están sus series más conocidas, y dos hasta ahora inéditas: “Por amor al arte”, que pone el foco en el público en diferentes museos del mundo (un interés que también sedujo a Robert Doisneau) y “Escenarios”, que incluye fotos de Tita Merello, de La vuelta al hogar (Torre Nilsson y Sergio Renán) con cautivante cruce de miradas entre los personajes y de la filmación de Los siete locos .

RODOLFO MEDEROS. Buenos Aires,1970. Foto de la serie escenarios.

Tras esa famosa foto que Facio le tomó a Cortázar, vinieron muchas otras y llegó también una fuerte amistad entre ambos. Uno descubre a Julio, con una careta monstruosa, jugando con Gabriel García Márquez: están distendidos, tirados en un sofá, la bandeja con comida a un lado. Siguiente toma: Julio se quita la máscara y muestra su cara de chico dulce barbado. Y hay más: primerísimo plano cerrado de Julio abstraído; se lo ve junto a sus compañeros de la Federación Gráfica Bonaerense o riéndose, relajado, fumando un habano. 
Sara se apasiona con cada tema, indaga, lo sigue en el tiempo. Su serie de fotos de Borges va de 1963 a 1980. La De Brujos y Hechiceras , donde captura, sólo por dar unos ejemplos, la belleza de Rómulo Macció y Carlos Alonso, arranca en 1990 y llega a 2005. En Escritores de América latina (1960-2005) están, entre muchísimos otros, Carpentier, Orozco, Marechal, Rulfo, Fuentes, Neruda, Pizarnik, Onetti... Hay varias fotos de María Elena Walsh. Ahora, mientras las miramos, Sara cuenta que a María Elena no le gustaba que le tomara tantas fotos, a veces parecía molesta, se enojaba. Pero la cámara de Sara, sus ojos, no podían evitarlo. Ahora, al recordarlo se sonríe con ternura. “Sara Facio me ha retratado infinidad de veces –confesaba María Elena–, muchas contra mi voluntad, pero siempre me permitió reconocerme como querría ser”.
Hay imágenes imborrables de la serie Perón vuelve (1972/1974) que la fotógrafa tomó cuando trabajaba para las agencias de noticias Sipa Press y Gamma, como la de un hombre agitando una Itaka en el palco, el día de la masacre de Ezeiza. Y fotos de la serie Los funerales del presidente Perón con la espera en el Congreso, la gente protegiendo de la lluvia los ramos de flores. Quién es capaz de olvidar a ese hombre leyendo el diario con una palabra como título de tapa: “Murió”.
Y están esos “muchachos peronistas” de mirada vidriosa, una foto con historia trágica: años después de haberla tomado, Sara se enteró de que el chico que ocupa el centro de la escena, el que lleva en el hombro un paño negro en señal de luto, es ahora un desaparecido. Uno siente que no hay distancia entre la fotógrafa y esos “muchachos peronistas”. Hay alquimia en ese clima especial que evidencia que a Sara le gusta poner el cuerpo, acercarse a la gente. “No soy de los fotógrafos que sacan de lejos con tele o que están fuera de la escena: yo estoy ahí al lado”, dice.

UFA. Con las fotos. Buenos Aires 1976.

Le consulto qué fue lo más apasionante que le tocó fotografiar, cuáles fueron los momentos más intensos. No duda: “Las fotografías que tomé con Alicia D’Amico para el libro Humanario ”. Y agrega: “Esas fotos –muchas están en sala– fueron encargadas en 1966 por el interventor de la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública para registrar las condiciones edilicias y el abandono de los hospicios. Querían sumar estas imágenes a un informe para pedir mayor presupuesto para su área, pero nosotras sacamos, además, fotos de los internados, que era lo que realmente nos interesaba”. Son imágenes de enfermos psiquiátricos del Moyano, el Borda y de un manicomio en Open Door que las fotógrafas conservaron para sí. “No pudimos mostrar las fotos hasta 1985 porque cuando estaban los militares, como el texto del libro era de Julio Cortázar, que estaba prohibido, no nos dejaron mostrarlas”, explica. Esa vida intramuros a la que nos acerca la serie Humanario es potente. Estremece.
Testimonio de su tiempo, la fotografía de Sara Facio se revela voraz, intensa, conmovedora. Uno no puede dejar de pensar en esas imágenes que nos tocaron profundamente y que la retina, y el corazón, conservan grabadas, indelebles.

Fuente: Revista Ñ Clarín