REVELAN LOS SECRETOS DEL GALEÓN
HALLADO EN PUERTO MADERO

A cuatro años de su descubrimiento, los arqueólogos afirman que era un barco de comercio, hecho con roble del Cantábrico en 1747. Traía hierro y aceitunas. Sus reliquias se verán en un mes en Monserrat.

El hallazgo. Los restos del barco, encontrados durante la excavación del complejo Zen City. /maría eugenia cerutti.

Por Nora Sánchez



A casi cuatro años de su hallazgo, el viejo barco español que apareció en Puerto Madero sigue revelando sus secretos . Los investigadores ahora saben con certeza que era un pequeño navío mercante privado de mitad del siglo XVIII. Y descubrieron que traía aceitunas y lingotes de hierro, entre otras mercancías para vender en Buenos Aires.
A cargo del proyecto están Mónica Valentini y Javier García Cano, dos especialistas en arqueología subacuática que trabajan en un laboratorio en Bolívar 466, sede de la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico de la Ciudad. Allí guardan las 15.000 piezas recolectadas en el sitio del hallazgo, incluyendo centenares de fragmentos de objetos que ellos reconstruyen con paciencia. Algunos serán exhibidos por primera vez desde el 14 de septiembre, en una muestra en la Casa de Liniers.
La historia del barco se remonta a 1747, el año en que un carpintero del mar Cantábrico taló el roble para construirlo. Así lo determinó la dendrocronología, una técnica que averigua la antigüedad de la madera analizando los anillos que marcan el crecimiento anual del árbol. El carpintero armó un navío modesto pero robusto, con no más de 30 metros de eslora y una bodega de proa a popa.
“Era un barco mercante privado –dice García Cano–. No pertenecía a la corona ni hay registros de él. El dueño se lo encargó al carpintero y le sacaba rédito comerciando por su cuenta. Una teoría es que traía contrabando. Pero hacia 1750, Buenos Aires tenía 40.000 habitantes, carecía de manufacturas y casi toda su economía era informal”.

Metales. Una pieza hallada, con el arqueólogo García Cano. /néstor sieira

Pero el Río de la Plata, con su poca profundidad y sus bancos de arena, fue una trampa para el navío, que encalló o tuvo un accidente , como lo revela su quilla rota. Quedó en río abierto, cerca de la desembocadura del Riachuelo, en lo que hoy es Puerto Madero. Se sabe que la tripulación pudo abandonarlo, porque no quedaron restos humanos. En cambio, encontraron gran parte de la carga, incluyendo numerosas botijas de arcilla enteras y fragmentadas. Algunas conservaban su tapón de corcho y una hasta tenía un sello sujeto con una cuerda. “En una había carozos de aceituna”, cuenta García Cano. Otras tenían brea y resina de pino para el mantenimiento del barco.
También había fragmentos de jarras. “Cuando las reconstruimos descubrimos que eran alcarrazas, como las que se ven en cuadros de Zurbarán o Murillo. Son de una cerámica porosa que mantiene fresca el agua”, dice Valentini.
En un tablón de madera hallaron el detallado dibujo de un barco , hecho con trazos firmes con un elemento cortante. “No hay una pieza igual en Latinoamérica –afirma García Cano–. Evidentemente, lo hizo un marinero que sabía dibujar muy bien. Tal vez, durante sus ocho horas de descanso o en una estancia castigado en la bodega”.
Entre otros elementos de metal, encontraron clavos, tachuelas y pernos de hierro forjado que eran parte del barco. Entre la carga había también hachas y azuelas. Se cree que una parte era para trabajar sobre la embarcación y otra, pudo haber sido para las minas de Potosí. También había platinas. “Son lingotes de hierro que traían para fundir y hacer herramientas, porque en Buenos Aires no había hierro.

Metales. Una pieza hallada, con el arqueólogo García Cano. /néstor sieira.
Incluso los cuatro cañones hallados pueden haber sido chatarra para la fundición. Son de principios del siglo XVIII, de hierro gris y de un calibre chico. Eran baratos y rústicos. Y no estaban las cureñas, que son las estructuras de madera sobre las que se montaban. Ahora estamos reconstruyéndolos en 3D”, dice García Cano.
También aparecieron algunos elementos textiles: “Hay un fragmento muy pequeño de lo que pudo haber sido un cinturón o un arnés –cuenta Valentini–. Y también están los cabos del barco”. Por otra parte, sorprenden las 29 pipas de cerámica y de caolín encontradas. “Hay una con tres flores de Lis, que podría ser del siglo XVIII y provenir de Gouda, Países Bajos”, explica García Cano.
“Somos conscientes de la importancia científica e histórica de estas investigaciones –dice el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi–. Por eso no quisimos quedarnos con el hecho azaroso del descubrimiento del barco, sino que apoyamos el trabajo de los arqueólogos para la conservación de los elementos encontrados y para conocer más datos sobre la travesía”.
En abril de 2010, el barco fue enterrado a dos metros bajo tierra en Barraca Peña, en condiciones ideales de oxígeno y humedad. Para monitorear su grado de preservación, le pusieron sensores. García Cano confirma: “El pecio está estabilizado y en buen estado”. Y es ahí, en La Boca, donde este viejo navío finalmente encontró su puerto.

Historia escondida en otras dos excavaciones


Fragmentos. Cerámicas pintadas, halladas en Plaza San Martín./g.castaing.

La historia de Buenos Aires está resurgiendo de las entrañas de la tierra, de la mano de las investigaciones de la Dirección General de Patrimonio. Una de las exploraciones más importantes se realiza en parte de su propia sede, la Casa de Liniers, en Venezuela 469. En ese lugar, en junio encontraron miles de objetos de la vida cotidiana de los siglos XVII y XVIII.
La mansión donde vivió por seis años el virrey Liniers, y que pertenecía a la familia Sarratea, fue construida sobre otras viviendas. Los restos de esas otras casas quedaron enterrados junto con utensilios, como dedales de cobre, cascabeles, amuletos contra el mal de ojo y hasta un plato de mayólica portuguesa que data de entre el 1600 y el 1650.
En marzo, Patrimonio también condujo una investigación en la Plaza San Martín, que revela cinco siglos de historia porteña. A metros de San Martín y Libertador, excavaron hasta llegar a la tosca del antiguo lecho del río. Dejaron al descubierto un piso colonial, una pared de ladrillo y el piso del Hotel Retiro, que funcionó entre fines del siglo XIX y 1936. Allí también aparecieron cerámicas hispano-indígenas del siglo XV y mayólicas españolas del siglo XVII.

Fuente: clarin.com

HOMENAJE AL ESFUERZO COLECTIVO

Es “Canto al trabajo”, una escultura de 85 años que está frente a la Facultad de Ingeniería.

Figuras humanas. Son catorce, que tienen dos veces y media el tamaño humano, y expresan las ventajas del trabajo en conjunto. /alfredo martínez

Por Eduardo Parise


En un primer momento se lo conoció como “El triunfo del trabajo”. Y el nombre no era desacertado. Porque en el conjunto escultórico, dividido en dos grupos (“El esfuerzo común” y “El triunfo”), eso está presente. Pero después se optó por otra denominación que, a 85 años de su inauguración, es la que llegó hasta nuestros días: aquí y en el mundo se lo conoce como “Canto al trabajo”.
Su primer destino, en 1927, cuando se inauguró, fue la Plaza Dorrego, ese símbolo del barrio de San Telmo. Pero una década más tarde le buscaron un sitio para que se luciera en todo su esplendor y lo instalaron en la plazoleta Manuel de Olazábal, en la avenida Paseo Colón, entre Independencia y Estados Unidos, frente a la Facultad de Ingeniería, un edificio que también tiene su historia porque allí estuvo la sede de la Fundación Eva Perón.
Realizado en bronce por el talentoso Rogelio Yrurtia (6/12/1879– 4/3/1950), el grupo escultórico “Canto al trabajo” reúne en total a catorce figuras desnudas, que tienen dos veces y media el tamaño promedio de un ser humano. En el sector delantero hay cinco personas que representan a una familia: un hombre en actitud expectante, una mujer que vigila el horizonte como avizorando el futuro y tres chicos que avanzan sin temores, protegidos por esos dos mayores. En el grupo que va detrás, varios hombres y mujeres, tirando una gran cuerda, arrastran una roca enorme, para demostrar que el trabajo colectivo siempre hace más liviana cualquier tarea, por pesada que sea.
La obra le había sido encargada a Yrurtia (uno de los máximos escultores argentinos) por la Municipalidad porteña en 1907. Fue después que el artista, que había empezado a formarse en ese arte con Lucio Correa Morales (luego sería su suegro) ganara el concurso para realizar el monumento ecuestre a Manuel Dorrego, que aún se destaca en la esquina de Suipacha y Viamonte. Por entonces Yrurtia ya había estado estudiando y trabajando en Italia y en Francia. En éste último país estuvo viviendo hasta 1921.
Además de estas dos obras, en Buenos Aires también se lucen otros trabajos importantes de su autoría: el monumento-mausoleo dedicado a Bernardino Rivadavia (está en la Plaza Miserere) y la imponente imagen de la Justicia (en el hall de entrada del Palacio de los Tribunales, en Talcahuano 550). Todas muestran la precisión y la exquisitez que Rogelio Yrurtia ponía en sus obras. Los que lo conocieron dicen que solía trabajar más de quince horas por día. La huella de su vida en la Ciudad se puede encontrar aún en lo que fue su casa, en O’Higgins 2390, en el barrio de Belgrano, que fue convertida en un museo.
“Canto al trabajo” hoy está destacada como una obra importante en esa zona del bajo de San Telmo. Pero hace poco más de un siglo, aquellos parajes eran parte del arrabal, en donde hasta había duelos a cuchillo, como el que ocurrió en una plazoleta que estaba a 200 metros del lugar en el que está el grupo escultórico. El protagonista fue Andrés Cepeda, un guapo al que conocían como “el divino poeta de la prisión”. De origen anarquista, en marzo de 1910 Cepeda se enfrentó con otro malevo y recibió un corte en la ingle. Cuando llegó la Policía y lo encontró desangrándose, le preguntó quién lo había herido. Y dicen que el hombre, que no era batidor; solamente contestó: “me tropecé con una piedra y me corté”. Después, murió. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

LOS ESTUDIANTES-SOLDADOS DE PARANÁ


Los estudiantes-soldados de Paraná

Por Laura Ramos

La familia Stearns se embarcó en Buenos Aires rumbo a la ciudad de Paraná a mediados de agosto de 1871. Un pequeño barco, piloteado por marinos genoveses, tardó dos días en surcar el río orlado de selvas ribereñas. Viajaban George Stearns, graduado en Artes en la Universidad de Harvard, Adelaide Hope de Stearns, que había dejado la casa de sus padres tres años antes, a los diecisiete, para casarse con su maestro, y el hijito de ambos. Sarmiento había conseguido que el Congreso aprobara un sueldo de 2.400 dólares para Stearns como director de escuela, y mediante un artilugio inscribió a Addy como maestra con un sueldo de 1.000, en carácter de sinecura. “¡Pensar que me pagan todo ese dinero” –escribió ella a su hermano– “cuando en mis veinte años de vida no he ganado un solo dólar!”. Addy, de religión protestante, vestía la falda corta que apenas rozaba el tobillo impuesta en Inglaterra por la madre estadounidense de Winston Churchill. Pero la “falda para andar” no había llegado al Norte de la Argentina según el hermano de George, William Stearns, que describió con maligna ironía a las damas de Tucumán en una carta: “Todas las mujeres usan vestidos de larga cola, que suceda lo que suceda, no deben levantar del suelo. Aquí la señora elegante va a misa temprano, seguida por una sirvienta, que le lleva la alfombrita para arrodillarse. Su resplandeciente vestido color fucsia barre lenta y majestuosamente las calles, arrastrando –¿quién puede decir qué?– del vaciadero que es el centro de la calzada. No apura el paso, no se vuelve; ningún movimiento indica que ha reparado en la suciedad de la calle”.
Las clases comenzaron de inmediato con dos profesores y ocho discípulos, aunque los gauchos de López Jordán aún luchaban en el litoral y el asesinato de Urquiza había ocurrido sólo un año antes. El edificio elegido para la primera escuela normal era enorme e inhóspito, carecía de muebles, de libros y sobre todo de estudiantes, ya que muchos padres retenían a sus hijos en sus casas, temerosos de las revueltas armadas. Al terminar el año veintidós alumnos-maestros habían venido de otras provincias para estudiar en la escuela de aplicación docente y hacer prácticas como ayudantes: tenían quince o dieciséis años y muchos no sabían urdir una resta o una división.
En 1872 la escuela se cerró durante dos meses, cuando un batallón de soldados federales ocupó el colegio. Durante las semanas anteriores Stearns había impartido instrucción militar a sus discípulos y escudriñaba los movimientos de las tropas con un telescopio colocado en la cúpula del edificio. Mientras los sectores católicos recelaban de su protestantismo, desde el gobierno le llegaron críticas porque el número de estudiantes-soldados no superaba los setenta y su nivel de erudición era muy bajo. Stearns respondió acremente, según revela Alice Houston Luiggi en Sesenta y cinco valientes , argumentando que la escuela había pasado por tres revoluciones y que para un alumno que acababa de dejar un fusil era difícil tomar un libro. “Estas gentes son realmente hostiles conmigo… Mi posición aquí está lejos de ser agradable. Irrita a los nativos ver a un extranjero a la cabeza de la escuela” escribió a su suegro.
A comienzos del mismo año, sólo dos meses después de haber dado a luz a un bebé, Addy contrajo fiebre tifoidea. Falleció pocos días después, en febrero, a los veintidós años. El recién nacido había cumplido tres meses y el hijo mayor, que padecía un retraso intelectual, dos años. Al llevar a su esposa al sepulcro el señor Stearns se encontró con que el único cementerio de la ciudad, reservado a la feligresía católica, no le permitía ingresar. Las autoridades se negaban a enterrar a una disidente. Las jerarquías civiles debatieron con los altos mandos eclesiásticos las alternativas del conflicto durante tres días. Finalmente accedieron a enterrarla junto a los muros del camposanto, pero del lado de afuera. Durante las tres jornadas el joven viudo protegió el cadáver de la voracidad de los felinos de la selva sentado sobre el ataúd, en las afueras del cementerio, con un revólver en cada mano.

Fuente: clarin.com


DIEZ DÍAS ENTRE MONJES

Eduardo Longoni vivió en el monasterio más rígido del país, siguiendo su rutina, y lo registró todo con su cámara.

Por Marina Oybin



No es fácil bucear en el mundo de la fe y, menos aún, convivir con los monjes cartujos, en Deán Funes, Córdoba.
Luz y misterio. El secreto de los monjes , la muestra de Eduardo Longoni que se presenta hasta mañana en el Pabellón de las Bellas Artes de la UCA, se mete en las entrañas de ese enigmático universo. Son veinte fotos en blanco y negro, de gran formato, todas sutiles, bellas, que condensan el trabajo de cinco años en procesiones y festividades religiosas por el país más su estadía de diez días, en 2010, con los monjes cartujos, una estricta orden católica fundada por San Bruno en 1084.
Fue la primera vez que la cartuja de Deán Funes, el monasterio más rígido del país, abrió sus puertas durante tanto tiempo a un laico. Casi un milagro. Híper austera, la orden –unos 370 monjes en el mundo– impone clausura y voto de silencio.
En el monasterio, Longoni se avino a la implacable rutina de sus diez compañeros. En ese silencio que perfora, vivió en una celda de clausura. Experimentó el sueño fracturado: como los religiosos, se levantaba a las 7 para ir a misa. Los horarios son inamovibles: a las 7 de la tarde hay que ir a dormir, para despertarse a la medianoche y caminar juntos, en tinieblas, hasta una antigua capilla iluminada con luz tenue que transforma todo en una pintura misteriosa. Allí, en una ceremonia que, cuenta Longoni, estremece hasta al menos creyente, había cantos gregorianos durante horas.
Sus fotos develan un universo hecho a golpes de silencio profundo, de elipsis, de símbolos. Como si se tratara de otro tiempo, en las tomas de Longoni impera la luz barroca. En la extraña penumbra del monasterio, asoman los monjes en fila, no se ven expresiones, ni miradas, sólo sus típicas capuchas en punta.
De la serie de fotografías que tomó en procesiones y festividades religiosas por el país hay algunas inolvidables como un díptico del Vía Crucis en Tandil. La primera imagen es un Cristo dolorido, la mano de un fiel acaricia la sangre pintada en su pecho.
A Longoni le apasiona trabajar en blanco y negro. “Creo que veo en blanco y negro”, señala. Sus fotos son potentes, precisas. Es difícil enumerar exhaustivamente su biografía: su vida es fotográfica. Uno recuerda sus imágenes de las primeras Madres de Plaza de Mayo en plena dictadura, el hambre, las ollas populares de 1982, restos casi vivos en Malvinas como ese avión pucará derribado, el juicio a las Juntas, el alzamiento carapintada, las impactantes y riesgosas fotos en La Tablada, la Plaza de Mayo en 2001 y esos sitios infinitos, llenos de nostalgia, que le quedaron grabados en el alma.
Su cámara pasa desapercibida: no hay ningún gesto o mirada que denote que ahí, en medio de procesiones, encuentros religiosos y festividades en distintos sitios, o de la vida en la cartuja de Deán Funes, un fotógrafo disparó su cámara día y noche. Es posible asomarse, espiar. Uno siente que no invade. Como si guardaran el secreto más preciado de un monasterio, sus fotografías tienen el extraño encanto de rozar el misterio. Acercarse y coquetear con el enigma.


FICHA
Eduardo Longoni. Luz y misterio. El secreto de los monjes
Lugar: Pabellón de las Bellas Artes de la UCA,
Av. Alicia Moreau de Justo 1300
Fecha: hasta el 19 de agosto
Horario: mar a dom de 11 a 19
Entrada: gratis


Fuente: Revista Ñ Clarín

PINTURAS QUE TAMBIÉN SE OYEN

Nació en Italia en 1925, creció en la Argentina y vivió por todo el mundo. Sus cuadros parecen musicales.

Teoría de los colores y las formas. La obra, de 1967-1968, es un buen ejemplo del estilo de Sacerdote.

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Aquí, en estas salas, las notas son colores, la música es espacio y la pintura de la artista Ana Sacerdote invade toda la galería Jorge Mara-La Ruche de forma sutil, ligera y abstracta. Se trata de la muestra de una pintora todavía bastante desconocida –a pesar de sus atípicos ochenta y tres años–, pero totalmente exquisita. Lo que se llama un descubrimiento .
Emparentada con Paul Klee y Kandinsky, Sacerdote buscó –como ellos– esa rara zona de convergencia entre la música y la pintura, entre la música y el color. Un equilibrio entre las fuerzas creadoras de la intuición y las del cálculo. Así como algunos músicos experimentaron, durante el Siglo XX, con un solo sonido aislado, así en las obras de Sacerdote se distingue un solo color –muchas veces es un bermellón–, que se recorta, se aísla del resto de la composición, como un índice que guía la vista, que nos dirige marcando cierta lectura de la composición, un determinado ritmo. Como si se tratara de una teoría musical pero cromática y geométrica. Es la creación de una armonía, la creación de improvisaciones en términos visuales.
“Es paradójico pero, en silencio, Ana Sacerdote ha realizado en Buenos Aires la versión más rigurosa, consecuente y sistemática de una pintura musical que hayamos conocido en el arte moderno.
Su traducción al lenguaje sonoro parece posible”, dice el historiador José Emilio Burucúa, quien escribió el prólogo del catálogo de la muestra.

Improvisaciones visuales. Sacerdote crea armonías con los colores en esta obra de 1968.
Tres son las series que presenta la pintora en la galería: las obras en formatos más grandes –de los años 60–, que son óleos sobre tela donde la materia es espesa, los movimientos menos fluidos, los trazos casi ortogonales y los planos casi nada traslúcidos. Una segunda serie –de los ‘50– , está hecha sobre papel de formato mediano. Muestran una enorme libertad y soltura a la hora de aplicar tanto los colores como la pincelada.
En esta segunda serie el agua sirvió como base antes de aplicar la gouache –témpera profesional– o como elemento importante a la hora de pintar.
Por último, hay una tercera serie, también de los ‘50, realizada sobre papel pero de tamaño mucho más pequeño, íntimo. Casi unas postales. Y aquí el cuidado amoroso al dibujar las figuras, pintar dentro de sus límites y jugar con el equilibrio tonal de la composición da sensación de reliquia.
Por supuesto que una obra así requiere de un tipo de reflexión casi contemplativa, muy teórica. Y para esta artista eso fue posible: Sacerdote llevó una vida atípica. Nacida en Roma en 1925, se mudó con su familia a la Argentina poco antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial. Aquí estudió Artes. Pero fue desde el año ‘49, y gracias a una revista Art d´Aujourd´hui (Arte de hoy) que comenzó a interesarse por el arte abstracto. Aunque el quiebre fundamental vendría de la mano de un maestro para tantos grandes de nuestro arte: Héctor Cartier. El introdujo a Sacerdote –como a Julio Le Parc, Alejandro Puente y César Paternosto–, al estudio de las ideas de la Gestalt. Otro golpe de timón en la vida de la artista fue su casamiento con Paul Guthmann, ejecutivo de una multinacional. Con él, la pintora viajó por todo el mundo, sin residencia fija. Esto le impidió desarrollar una carrera desde un punto establecido (por eso lo tardío del estudio de su obra).
Vale la pena: no deje de pasar a ver la exposición de esta pintora, histórica y contemporánea a la vez. Sus obras no sólo se ven: también se oyen. Y hay que escucharlas.

Fuente: clarin.com

SEXO Y LOCURA
EN UNA FOTOHISTORIETA SOBRE LA CONQUISTA


El fotógrafo argentino Marcos Zimmermann monta una historia ficticia del siglo XVI en Latinoamérica. La protagoniza una dama y la narra un perro.


Por Julieta Roffo

Hay que mirarlas de lejos, pero también de cerca. Hay que recorrer las fotos con ojos panorámicos y a la vez con lupas, para ver los detalles –las fotitos– que componen los 17 montajes que Marcos Zimmermann expone en la sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional, en la muestra “Un perro en el paraíso. Una fotohistorieta”.
Las imágenes de las que el fotógrafo se valió provienen todas de su libro Norte Argentino, la tierra y la sangre, de 1998, y el guión de su narración gráfica fue escrito en colaboración con el dramaturgo Julio Salinas. Se trata de una historia de los tiempos de la Conquista, ocurrida entre 1537 y 1543 en Asunción del Paraguay. Y allí arden el sexo y la locura, dicen los autores de la narración, “como quizás nunca antes ni después ardieron”.
“La idea surgió de mi interés por la época fundacional de la Argentina; es un trabajo distinto a otros que hice, pero tiene en común cierto análisis del país”, explica Zimmermann, autor de libros como Patagonia, un lugar en el viento (1991), Río de la Plata, río de los sueños (1994) y Ruta 40 (2007), en los que se vale de sus fotografías para contar la Argentina desde el lenguaje visual.
El avasallamiento y el despotismo de aquellos años son dos de las ideas que el artista quiso poner de relieve, y para contar su historia se valió de un perro-narrador, animal al servicio de Isabel Roser, una española que viajó desde la Península Ibérica a América para rejuvenecer y para cumplir todas sus fantasías.

FINAL. Muerte de Akú-Itereí, de 2003, es la pieza que cierra la muestra.
FINAL. Muerte de Akú-Itereí, de 2003, es la pieza que cierra la muestra.
El guión escrito entre Zimmermann y Salinas está disponible en la sala Ortiz, y el fotógrafo recomienda acompañar las fotos con la lectura de ese material: “Creo que se ve más si se conoce la historia”, explica.
En cada uno de los montajes –impresos todos en blanco y negro y en gran tamaño– el autor de la muestra eligió con precisión las fotos que, replicadas, construyen otras figuras: en “Lluvia de cruces católicas durante la Conquista”, las cruces que caen como un bombardeo sobre el terreno que evangelizarán están conformadas con fotos de las manos y la cara de una monja; y en “Esternocéfalo poco amigable” (foto) la criatura está hecha con fotos de palos y armas; según Zimmermann, ahí está su agresividad, y agrega: “Cada imagen contiene elementos que implican la emoción que quiere expresar”.
En la visita a las tierras sudamericanas que Zimmernann y Salinas narran, Isabel alucinará algunas veces: con árboles de los que florecen bebés y con gallinas que vuelan; y también cumplirá sus deseos sexuales, como en el montaje “Isabel Roser aplaude con los pies a los hombres que la complacen mejor”. El anonimato de esos amantes, varios, queda reflejado en la ausencia de un rostro que los identifique.

AUTOCTONO. Pegaso sudamericano, de 2005, con dibujos sobre la foto.
AUTÓCTONO. Pegaso sudamericano, de 2005, con dibujos sobre la foto
Amadís, el perro narrador, verá a su ama recorrer los Esteros del Iberá –su gran trono, sostenido por dos hombres y armado con pequeñas fotos de curas– y también dará cuenta de cómo esas cruces que cayeron en el Nuevo Continente fueron incorporándose a la vida de los pueblos originarios: en “Entierro de pobres indígenas”, Zimmermann despide a los nativos bajo el culto católico que viajó desde Europa, con una gran cruz construida de otras más chicas.
“Me parece una idea un poco extraña dentro de mi manera de trabajar; siempre fui de una relación muy directa con la realidad y esto es un poco lo contrario”, reflexiona Zimmermann, y concluye: “Pero no creo que tenga que ver con el debate entre manipular o no manipular, sino que se trata de hablar de nosotros, eso es lo que me interesa”.
En la Biblioteca Nacional, hasta el 30 de agosto, el fotógrafo se vale de su fotohistorieta para narrar uno de los períodos históricos que más le interesan, porque, explica, “ha habido en la Historia varios personajes despóticos y avasallantes, y hacía falta contar esa parte de la Argentina”.
Ahí mismo, la fototeca Benito Panunzi expone algunos de los libros de Zimmerman que recorren la Argentina a través de lo que el fotógrafo llama “una relación directa con la realidad”.

Fuente: Revista Ñ Clarín

ENCONTRARON UN PICASSO QUE ESTUVO OLVIDADO
MEDIO SIGLO EN UN DEPÓSITO

Debido a un error de catalogación, el cuadro Mujer sentada con sombrero rojo permaneció casi medio siglo en el almacén de un museo de los Estados Unidos. Cómo se originó el error.


Se trata del Museo de Evansville en Indiana, cuyas autoridades explicaron que la obra elaborada en vidrio había pasado desapercibida en sus fondos artísticos debido a un error de catalogación.
La confusión se originó al creer que el nombre de la técnica de elaboración artística, "Gemmaux", era el nombre del pintor.
Al hacer un estudio sobre las obras de Picasso elaboradas en vidrio, una casa de subastas de Nueva York consultó al museo, y fue así como se detectó el error.
Realizada entre 1954 y 1956, la pieza muestra a la amante del artista, Marie-Thérèse Walter, y ahora saldrá a la venta a través de una casa de subastas en Nueva York.
"El museo ha decidido que los costos y gastos para garantizar la seguridad de la obra, potencialmente muy valiosa, son demasiado altos para nosotros", afirmó la institución en un comunicado.

Fuente: infobae.com

CENTENARIO DE NARCISO IBAÑEZ MENTA
1912 - 25 DE AGOSTO - 2012


El 25 de agosto se cumplirá el centenario del nacimiento de Narciso Ibáñez Menta, un artista que es parte fundamental de la historia del espectáculo, la cultura y la memoria de los argentinos. Nacido en Asturias, España, desarrolló gran parte de su carrera entre nosotros hasta convertirse en uno de nuestros más grandes intérpretes. Con sólo siete años debutó en teatro en Buenos Aires. Como “Narcisín”, el público y la crítica lo consagraron. Llegó a hacer cinco funciones diarias en teatros del centro representando una obra distinta en cada una.
A los diecinueve años -después de una gira internacional- volvió a Buenos Aires y entre 1933 y 1941 se consagró protagonizando El Hombre y la Bestia, El Fantasma de la Ópera, y Fausto de Goethe.
Narciso Ibáñez Menta se consideraba a sí mismo “un hombre de teatro” y, como director fue un verdadero innovador.
Estrenó obras nacionales y presentó autores de fama mundial, tanto en teatro como en radioteatro. Cumplió su sueño de poner en escena La muerte de un viajante, introduciendo a Arthur Miller y marcando un hito en la modernización del teatro profesional en la Argentina. Como actor, trabajó junto a las más importantes figuras de la época.
Desde los comienzos de nuestra televisión, sus ciclos Obras Maestras del Terror, El Fantasma de la Opera, Los Malditos de la Historia, El Hombre que volvió de la Muerte y El Pulpo Negro alcanzaron altísimas audiencias y le valieron un enorme prestigio a nivel popular.
Nuestro cine también lo tuvo como protagonista en películas memorables y con gran éxito a nivel del público y la crítica: Cuando en el Cielo pasen lista, Almafuerte y La Bestia debe morir, entre otras.
El 15 de mayo de 2004, Narciso Ibáñez Menta falleció en Madrid.
Fue un grande en todo lo que emprendió. Uno de los artistas más recordados por los argentinos.
Se hará un acto de homenaje el 25 de agosto del presente año, en la sala "Jorge Luis Borges" de la Biblioteca Nacional, Agüero 2502, C.A.B.A, a las 17:00 hs.

Organizan: Marité Mabragaña, Darío Lavia y Graciela Beatriz Restelli

LO YUAO: UNCUENTO CHINO
PARA UN ARTISTA QUE AHORA ES ARGENTINO

Tuvo una infancia dura, vino a la Argentina por error, y aprendió a pintar pasados los 40. Hasta el 31 de agosto exhiben sus trabajos en al Fundación Standard Bank.

Por Miguel Petrecca

Lo Yuao es dueño una obra y una historia extraordinarias. Ambas eran desconocidas y continuarían así de no ser por el impulso de Camilo Sánchez y Gustavo Ng, dos antiguos alumnos suyos, que hoy son sus albaceas. En buena medida gracias a estos discípulos se exhiben, en la Fundación Standard Bank, la muestra La frugalidad con los trabajos de Lo Yuao.
Nació en Hong Kong en 1933, se embarcó hacia la Argentina en 1954, junto con otros 80 chinos que tenían el objetivo de instalar una fábrica textil en San Nicolás. Para la mayoría de esos inmigrantes –que escapaban del comunismo o la pobreza– Argentina era un destino de tránsito, una parada antes de llegar a Canadá o Estados Unidos. Entre los pocos que se quedaron en San Nicolás estaba Lo Yuao. Irónicamente, su viaje fue un malentendido, porque cuando le hablaron de un barco que iba al Sur de América, pensó que se dirigía al sur de América del Norte.
Su derrotero había empezado antes: cuando su padre murió en los meses previos a su nacimiento y su madre decidió dejarlo al cuidado de su abuela. Se crió con ella y con su tío, en la pobreza extrema. La situación se agravó en 1941, cuando los japoneses ocuparon Hong Kong. A los 7, Lo Yuao quedó huérfano. Estuvo en la calle hasta que se refugió en el Ejército de Salvación, donde se formó como técnico textil. Entonces se subió al barco que lo trajo a la Argentina.
Después de trabajar varios años en la fábrica, Lo Yuao puso una casa de fotografía en San Nicolás. Mientras, tomaba clases de piano y aprendía a cantar folklore. Lo Yuao había encontrado una suerte de paraíso. Le propuso casamiento a una tía de Gustavo, Raquel, quien lo rechazó. Tal vez por despecho, en los 70 se mudó a Buenos Aires. Fue encargado del bufet de la Asociación Argentina de Ajedrez, mozo, fotógrafo de sociales y de peritos caligráficos. Vivía en un minúsculo departamento cerca de Tribunales y murió en 2007.
Su formación artística se forjó entre finales de los 70 y principios de los 80, cuando comenzó a estudiar pintura en la Asociación Estímulo de Bellas Artes. Los cuadros de esa primera etapa son óleos cargados, que se inscriben dentro de una estética impresionista, por momentos expresionista.
A mediados de los 80, conoció a un maestro chino, que estaba de paso por Argentina. Con él aprendió la técnica tradicional y empezó a utilizar tinta china y a pintar paisajes y motivos típicos. Pintaba sin parar, y como el dinero no alcanzaba para comprar el papel de arroz, comenzó a usar rollos de cocina, servilletas y otros soportes semejantes. Esta decisión fue fundamental y es una de las claves de la originalidad de su obra. El encuentro entre esa materialidad frágil y descartable, la delicadeza del trazo y los motivos atemporales, supone una mezcla sorprendente y conmovedora. Sus pinturas empiezan a incorporar, también, elementos del paisaje local (ranchos, vegetación, gauchos) produciendo una síntesis casi imperceptible y un extrañamiento sutil. Exhiben, también, una suerte de humor angustiado.
Gustavo conoció a Lo Yuao de chico, porque su padre era uno de los 80 chinos que llegaron a la Argentina en aquel barco en 1954. A principios de 2000, con Camilo, empezaron a ir su casa a tomar clases de caligrafía. Lo visitaban regularmente. “Lo Yuao se manejaba en un no hacer permanente, en el wu wei de los taoístas, excepto cuando pintaba” cuentan. Era silencioso, austero, generoso y agradecido. Decía: “Soy tan chiquito que la muerte para mí no va a ser un salto, sino apenas como un pasito.” Cuando murió, su cuerpo fue cremado y sus cenizas enviadas, de acuerdo con sus deseos, a Hong Kong. Las 30 obras que se exhiben no tienen desperdicio.

FICHA
Muestra: “La Frugalidad”
Organiza: Revista Dangdai.
Curaduría: Agustina Punte y Victoria Tolomei.
Dónde: Fundación Standard Bank, Riobamba 1276.
Cuándo: Hasta el 31 de agosto.
Entrada: Gratis.


Fuente: Revista Ñ Clarín

PRESENTARON EL NUEVO PABELLÓN ARGENTINO
EN VENECIA

Se inaugurará en la Bienal de Arquitectura de la ciudad italiana. Este año, el envío argentino tiene por lema “Identidad en la diversidad”.



El próximo 27 de agosto y bajo el lema “Common ground”, comenzará la Bienal de Arquitectura de Venecia, el evento más importante del mundo en la materia. Ayer, en la sede central de Cancillería se presentó de forma oficial el envío argentino, que este año tiene por lema “Identidad en la diversidad”.
Pero la verdadera noticia fue el anuncio oficial –que se anticipó en mayo pasado– que desde este año y durante los próximos 22, Argentina contará con un pabellón propio en los Arsenales de Armas de la ciudad. Situado en un palacio de 1570, el pabellón, de 500 metros cuadrados, se restauró en tan sólo dos meses,luego de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibiera las llaves.
“Este es un proyecto que comenzó hace muchos años y que ahora se hace realidad porque hay voluntad política”, señaló la embajadora argentina Magdalena Faillace, presente en el acto. En el acceso estará el museo del Bicentenario, después llegan las cuatro secciones, delimitadas por los ejes temáticos, y al fondo, una capilla que se levanta sobre los restos arquitectónicos de Malvinas, antes de la invasión de 1833.
El vicecanciller Eduardo Zuain adelantó cómo sera el envío argentino para la Bienal de Arquitectura realizado a partir de la instalación “Sitio específico”, de Clorindo Testa, quien también estaba presente. “Se trata de una reflexión entre arquitectura y sociedad a lo largo de nuestra historia como Nación”, señaló Faillace, y añadió: “Tenía que ser un envío excepcionalmente participativo, que identificara a los argentinos desde el presente de nuestra arquitectura, marcando las tendencias que nos hicieron llegar hasta acá”.
Para ello, la muestra seguirá cuatro ejes temáticos: diversidad, territorio, memoria y soberanía, este último como una “reivindicación pacífica de las Islas Malvinas”, remarcó. Habrá fotografías, proyecciones digitales e ilustraciones del dibujante Miguel Rep, que sumarán contenidos, enriqueciendo la instalación de Testa.

Fuente: Revista Ñ Clarín

AUTORRETRATOS, UN EXCITANTE EJERCICIO
ENTRE EL ARTE Y EL NARCISISMO


Casi cien imágenes de 91 autores componen “yosoy”, un libro de fotografías donde el retratado y el autor coinciden. Entre el ensayo de introspección y una crítica a la disciplina a la luz de las nuevas tecnologías se cuelan señales del campo visual contemporáneo.


Ya habían tenido su auge los experimentos más extremos de la literatura del yo, el biodrama y documental autorreferencial cuando aparecieron las redes sociales. Fotologs, grupos de Flickr y la vida en continuado en YouTube llevaron la curiosidad a todos los rincones del planeta, y reavivaron otras inquietudes. Ahora que la cámara digital se había extendido, ¿el que tuviera una se convertía inmediatamente en fotógrafo? ¿Cómo seguir experimentando en un campo tan abierto, en el que todos tenían algo que decir?
Un grupo de fotógrafos con base en Buenos Aires tomó la apuesta. “La idea partió de las redes sociales, esto que empezar a compartir fotos en Fotolog y Flickr era un mundo nuevo para los fotógrafos, y ahí me metí y armé varios grupos”, cuenta Fernando de la Orden, reportero gráfico del diario Clarín e impulsor de talleres online para debatir temas a partir de consignas precisas. Así nació Bicis, el primer libro de la colección Piano piano, un sello editorial independiente de libros de fotografía, que reunía imágenes de diversos autores sobre la bicicleta (omnipresente ítem apropiado como vehículo por el progresismo sustentable, como objeto de diseño por la modernidad hipster; ya lejos de sus funcionalidades como transporte de la clase trabajadora y elemento de gimnasia). Durante la presentación del primero, en la Feria de Libros de Fotos de Autor, lanzaron la segunda convocatoria: el autorretrato. Así nació yosoy, una colección de autorretratos de 91 autores que muestra cómo se ven a sí mismos los que disparan.
“Era una mejor primera convocatoria, porque éramos todos desconocidos: cada uno subía un autorretrato específicamente hecho para el taller”, cuenta De la Orden, que con la experiencia ganada sumó a la diseñadora Mariana Zerman y al también fotógrafo e impresor Manuel Fernández al equipo editorial Piano piano, que además edita libros de otros autores, como Fotorragia de Martín Bonetto. La convocatoria se extendió al punto en que fotógrafos profesionales y totalmente aficionados enviaron fotos de sí mismos. Algunos sólo una, otros varias, una chica llegó a enviar 44. “Recibimos mil fotos, y fue un trabajo bastante arduo elegir, así que formamos un comité editor de cinco que trabajó bajo la premisa: sólo las mejores fotos”.
YOSOY STONE. La famosa fotografía de Michael Cooper junto a Mick Jagger en los 60.
YOSOY STONE. La famosa fotografía de Michael Cooper junto a Mick Jagger en los 60.
¿Quiénes comienzan a hacerse fotos a sí mismos? “El autorretrato es un género que cruza todas las disciplinas, los pintores también hicieron autorretratos: de las cavernas a Velazquez. Pero para un fotógrafo es algo que está a mano: primero hacés cosas inanimadas, la luz y la sombra, y como cuesta enfrentarte a una persona y hacerle una foto, lo que surge casi naturalmente es hacerte un autorretrato”, relata De la Orden, que sumó a algunos artistas que sabía tenían la consigna como parte de su trayectoria: de Nicola Costantino a Nora Lezano.
También hubo, en este ejercicio de exploración de campo y un poco narcisista, una manera de examinar la moda de la autofoto, el pasatiempo favorito de los chicos y las chicas floggers que se trasladó sin transición a Facebook: los que estiran el brazo, miran a la cámara y sacan la foto. “La propuesta fue mostrar que se puede ir más allá de estirar el brazo y hacer clic, que se puede mostrar otra cosa”, argumenta el fotógrafo-editor que advirtió tanto en el voluminoso conjunto inicial como en la selección una variedad de motivos y motivaciones: hay fotos en la calle, en la casa, hay desnudos, juego de espejos en el baño, escenas en las que cuesta reconocer al autor –incluso donde no se lo percibe– y homenajes a fotógrafos célebres. También hay floggers, escenas armadas con precisión y pequeñas joyitas: como la que tiene a Mick Jagger y Michael Cooper, en los 60, en la escena. Una imagen incluida en el libro Early Stones (y aquí por cortesía de su hijo Adam).
“La imagen como anagrama visual del cuerpo emocional”. Así titula el prólogo de yosoy Fabiana Barreda –artista, licenciada en Arte y también en Psicología–, y arriesga de paso una explicación: lo que hay allí no es más que una proyección del cuerpo emotivo. Proliferan así múltiples lecturas de la naturaleza, los desnudos, los personajes famosos, la intimidad, los animales, las habitaciones y las escenas de amor –de parejas, de padres e hijos–, la seducción, los rostros cubiertos, los paisajes, los vestidos. Un cristal a través del cual volver a ver toda la serie.

FICHA TECNICA
yosoy
136 páginas
18 cm x 13 cm
Precio $75-.
Editado por PianoPiano
Se consigue en:
Malba: Av. Figueroa Alcorta 3415
Kabinett: Gurruchaga 1744
La Musaraña: José M. Paz 1530, Florida, Vicente López
Por correo a coleccionpianopiano@gmail.com

XI Feria de Libros de Fotos de Autor
Del 3 al 19 de agosto
Espacio Ecléctico, Humberto Primo 730, San Telmo

Presentación yosoy
Jueves 16 de agosto, a las 20
Bar Orsai, Humberto Primo 741, San Telmo
Habla Fabiana Barreda, licenciada en Arte
Toca en vivo Julio y Agosto

Fuente: Revista Ñ Clarín

THEO JANSEN, EL LEONARDO CONTEMPORÁNEO
QUE SOLTÓ SUS BESTIAS EN TECNÓPOLIS

Hechas con tubos de pvc y dotadas de un andar orgánico, el artista e ingeniero holandés llama Strandbeast a sus esculturas cinéticas creadas para caminar en las playas su país, y salvarlas del avance del mar. De paso por Buenos Aires, habló con Ñ Digital sobre sus “formas de vida” y su lugar en el mundo del arte.

Por Marcela Mazzei


Theo Jansen hace animales que caminan. Unas esculturas cinéticas llamadas Strandbeest (“animal de playa”), que llegan a medir doce metros de largo como el Animaris Umerus, exponente de la última generación. Porque en este proyecto de largo aliento, el ingeniero y artista holandés pone en práctica los principios de la evolución biológica: cada año crea un animal y cada año lo declara extinto, así practica una auténtica selección natural para la próxima especie, que heredará las virtudes de la anterior en un aspecto: su capacidad de supervivencia en las playas. Jansen sueña con que algún día sus bestias continúen sin su intervención, sometidas a los ciclos de la naturaleza.
El mismo creció en esas playas de los Países Bajos, siempre amenazadas con desvanecerse ante el avance de las aguas. Allí, precisamente en Ypenburg, tiene su estudio-laboratorio donde confluyeron los intereses que lo transformaron en un Leonardo contemporáneo: arte, ciencia y tecnología. Su trabajo nació de una idea, tomó forma en una computadora a través de algoritmos o “números sagrados” –que determinan el largo de las patas de sus bestias–, y remiten a la más antigua tradición de paisajistas de la región, aunque de una forma moderna y compleja: el registro de sus bestias en las playas involucran al cielo, las nubes y el mar.
En 1990, Theo Jansen comenzó a fabricar esculturas con tubos de PVC unidos primero con cinta adhesiva, luego con precintos, más tarde moldeando la misma materia como si de proteínas se tratara. Tienen, además, una misión sustentable en su caminar, tan parecidos al de los seres vivos que casi no se puede creer que estén hechas de plástico: el movimiento de sus pasos, exhaustivamente calculado y perfeccionado, describe un dibujo imaginario en el que la pezuña plástica se desprende del suelo la distancia exacta y con la cadencia indicada: ocurre la magia.
“Yo sólo trabajo en el funcionamiento de las bestias, pero eso tiene un efecto en las personas, que empiezan a sonreír cuando ven mi trabajo –reveló Jansen, el artista, sentado a la mesa de un bar en su último día en Buenos Aires antes de volver a las playas holandesas.”De alguna manera, la gente lo reconoce, especialmente los niños, y eso es genial para mí porque los adoro y porque es algo de lo que no se van a olvidar”, agregó el inventor de las bestias que en su última etapa evolutiva incorporaron botellas PET donde almacenan el aire que utilizarán para moverse cuando no hay viento que las empuje.
Aunque trabaja exclusivamente en este proyecto hace 20 años, sólo hace unos pocos Jansen recibió el reconocimiento de la comunidad artística internacional, que admira sus bestias en museos, parques tecnológicos y exposiciones. Invitado para celebrar el quinto aniversario de ArtFutura, el festival de cultura y creatividad digital, es la primera vez que trae sus Stransbeests a Latinoamérica. Están sueltas en Tecnópolis, caminando entre los chicos, como su creador pudo observar: “vi un montón de cerebros caminando por ahí y algo como Tecnópolis hace que muchas cosas les queden dando vueltas en la cabeza”.

-¿Y por qué comenzó a hacer este trabajo?
-Cuando empecé no sabía por qué, simplemente haces cosas y recién después ves las razones que tenías para hacerlas. Yo era escritor, así que escribí durante años columnas para diarios, y estas columnas siempre eran sobre ideas extrañas, filosofías extrañas… Escribí un artículo sobres esqueletos en la playa... algo que apuntaba a proteger el continente contra el agua, porque el nivel del agua está subiendo constantemente. Así que de esta cosa loca que escribí, durante un largo tiempo no pasó nada…
-¿Cuándo se produjo la iluminación?
-Estos tubos son muy comunes en Holanda, los usamos en las casas para pasar los cables de electricidad. Y así descubrí unas cuantas cosas y me prometí a mí mismo pasar un año con los tubos. De eso hace ahora 20 años. Y todavía me vuelven loco, y nunca me he recuperado de esta enfermedad, aún estoy enamorado de los tubos. Ahora ya pienso en tubos, no tengo que hacer un esfuerzo, están en mi cabeza esos animales.
-¿Es el mismo tubo de hace 20 años atrás?
-Se cambiaron hace dos años, y yo quería tener los tubos viejos y por eso compré 50 kilómetros y los almacené todos en un contenedor, sólo para asegurarme de que tenía suficientes tubos, porque no podría vivir sin ellos.
-Ahora sólo existen los que usted almacenó…
-Sí, pero hablé con gente de la fábrica, y ellos los hacen para mí.
-¿Sigue trabajando con algoritmos y un programa de computadora?
-Eso fue al principio, después desapareció. Para el primer animal que hice, el sistema fue muy complicado. Luego en algún momento de 1991, pensé que podía hacer el sistema mucho más simple conectando... y más tarde esa noche –porque no podía dormir– me dí cuenta de que tenía que escribir el algoritmo genético y el proceso de evolución para encontrar la combinación adecuada de tamaño, que puedes ver en los códigos genéticos. Los animales caminan de forma que hacen un círculo de movimiento, y ese círculo se transforma en movimientos complejos y esto tiene que ser de una manera concreta para poder simularlo en la computadora y definir criterios de supervivencia. Es un proceso que lleva un par de meses, y salen sólo 13 números de la computadora, que son las medidas de las patas que necesito para generar ese movimiento. Por eso los llamo los 13 números sagrados. Hay otras cosas que hemos hecho después, todo existe pero esto es realmente nuevo, ¿por qué tienen esta influencia en el mundo?
-¿Crees que con este sistema se puede producir cualquier cosa?
-No, porque no puedo producir patas, sólo puedo hacer que caminen en las playas.
-¿Por qué en las playas?
-Porque el suelo es resistente –en la parte dura sobre todo–, hay mucho viento… Y este proyecto no es sólo sobre la vida en general, es también sobre mi propia vida y yo nací en la playa, así que pasé mucho tiempo en ella y se convirtió en algo que tiene que ver con la forma en que experimento la vida. Solía estar solo, cuando nadie más está allí y experimenté la vida de forma muy intensa en la playa.
-¿Y por qué eligió tubos de plástico? Imagino que a los ecologistas no les habrá parecido una buena idea…
-No se parecen a nada, ¿no? Tengo mucho cuidado con eso… porque si lo miras es un material que no se puede reproducir al 100% así que las piezas que sobran en mi trabajo la envío de vuelta a la fábrica y claro, no los dejo en la playa hasta que pueden moverse por sí mismos. Tengo mucho cuidado porque es muy lindo para mí, pero no para el medio ambiente.
-Dice que sus bestias vivirán por sí mismas en el futuro, pero están hechas con material contemporáneo…
-Podría hacerlas de bambú pero sería peor, durarán mucho porque hay piezas que pueden durar 60 años: se vuelven blancas pero aún son flexibles. Creo que estas bestias caminarán por la playa por al menos 50 años o algo así.
-Era escritor y luego estudió ingeniería, ¿qué artista lo inspiró?
-No sé, no veo mucha diferencia entre un escritor o un científico o un artista. Me gusta describir mi trabajo en la playa más como un esquimal. Quiero decir, un esquimal hace esculturas de hielo y piedra con sentido religioso, tienen saberes incluso científicos pero no saben lo que es una universidad, tampoco saben lo que es un museo. Esos son solo nombres que la gente le pone a las cosas, y yo me siento más como un esquimal cuando estoy en la playa: siento que estoy haciendo lo que me gusta. Y claro que necesito museos para mostrar lo que hago, y ahora me llaman artista, me pagan por eso, bueno, claro, soy un artista.
-No uno tradicional
-
No sé, no voy a discutir, pero claro que hay artistas que me influyeron, como Leonardo Da Vinci, Gerrit van Bakel, que es un artista holandés que murió en los 80, y Panamarenko.
-El medio ambiente de sus criaturas es la playa.
-Sí, realmente pertenecen a la playa, donde yo nací.
-¿Cree que también es el mejor ámbito para mostrarlos?
-Sí, la cosa es que hice grandes shows, que consistían en mucha gente parada en la playa. Así que para mí es la única forma de ver estos animales de playa. Por eso le pedí a mi hija, que tiene 19 años y estaba buscando trabajo, que durante el verano lo mostrara a pequeños grupos de gente, y eso es lo que está haciendo. La gente hace una cita con ella y así habrá un montón de gente en la playa.
-También graba videos en la playa.
-Sí, creo que filmé como 3000 metros de película con mi trabajo y claro, la gente lo ve, son pequeños momentos, mucha gente se metió más profundamente en mi trabajo porque vio una imagen, y claro, las muestras que están en museos son una forma de forzar a la gente a mirar más allá…
-Me da curiosidad cómo se unen las partes…
-Bueno, por sí mismas. Al principio no sabía cómo hacer, pero descubrí los precintos. Esto es importante para las uniones, pero los precintos solo duran dos años, luego corto piezas…anillos del mismo material, los pongo alrededor y como proteínas se unen. La materia real está hecha de proteínas, así que se puede decir que creé estas criaturas. Podría decirse que los tubos son mi proteína, y ahora que puedo hacer esto, las uniones también son de proteínas. Hago uniones con pequeñas cuerdas, y hay otras uniones también… Cuando vayas a Tecnópolis verás la diferencia entre las dos piezas.
-¿Por qué les puso esos nombres?
-Hay una tradición en la nomenclatura biológica que se usa para los animales y solo quiero continuar en esa tradición, dándoles un significado real, se hace más real con estos nombres. Por ejemplo, Umerus significa hombro…
-¿En qué está trabajando ahora mismo?
-En un sistema con el que pueden conducirse a sí mismos en la playa, pueden caminar con el viento hasta la orilla del mar, volver al suelo y girar un poco y luego tomar el rumbo adecuado otra vez.
-¿Dónde cree que está el secreto del movimiento tan real?
-No miré a otros animales y sus movimientos, el criterio era la supervivencia. Uno de los criterios es que un pájaro no debería pasar tanto tiempo en el aire. Deberían poder estar más en el suelo. Si miras a los animales caminar vas a ver que en cada paso levantan el pie del suelo sólo lo necesario, casi arrastrándolo pero no, y creo que los animales reales hacen lo mismo por razones mecánicas, no por belleza, por mecánica. Y de alguna manera, hay algo en nuestro cerebro que reconoce estos movimientos inmediatamente. Y aparecen las sonrisas.


Fuente: Revista Ñ Clarín

MÁS DE 30.000 PERSONAS YA VIERON UNA MUESTRA DE PINTURA ITALIANA EN EL MUSEO DE ARTE DECORATIVO


MULTITUD. La muestra es un éxito de público.
A un mes de su llegada a Buenos Aires, la muestra "Meraviglie dalle Marche": 600 años de pintura italiana" ha conseguido un éxito de convocatoria y, hasta el momento, más de 30 mil personas visitaron el Museo Nacional de Arte Decorativo donde se exponen obras del Renacimiento y Barroco que, por primera vez, salen de Italia.
"Meraviglie dalle Marche", que fue declarada de interés cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación, estará en exposición hasta el 30 de septiembre. También fue visitada por figuras del arte y la cultura como Marta Minujín, Juan José Sebreli, Nacha Guevara, la fotógrafa Sara Facio y Leonor Benedetto, entre otros.
La muestra puede visitarse de martes a domingos de 14 a 18.45 y los jueves con horario extendido, hasta las 21.
Hope Funds, compañía privada de inversiones, junto con Artifex, sociedad italiana que organiza eventos culturales, fueron las encargadas de traer a la Argentina la muestra que reúne obras de reconocidos artistas como Rafael, Tiziano, Rubens, Crivelli, Reni y Lotto.

Fuente: clarin.com

AGATHA CHRISTIE LLEGA AL BRONCE EN LONDRES



¿Cuál podría ser la mejor escultura para recordar a un escritor? Un libro gigante en bronce con detalles de su legado. Este es el objeto con el que Agatha Christie será homenajeada en Londres a finales del 2012.
Aunque ya existe un busto de “la Reina del Crimen” en su pueblo natal de Torquay, esta escultura será la primera que se coloque en la capital inglesa con su efigie.La hará el escultor Ben Twiston-Davies, en el distrito teatral de la ciudad.
Este lugar fue escogido pensando en la contribución que Christie le hizo a las tablas: fue la primera mujer con tres obras puestas en escena de forma simultánea y su obra La Ratonera se representa desde 1952, lo que la convierte en la pieza teatral más representada con más de 24.500 funciones.
Una abertura en el centro del libro dejará ver un busto de la autora, con detalles que ilustran su vida en la tapa: sus personajes más conocidos; el detective Hércules Poirot y la señorita Marple; el Orient Express y una casa de campo. Además, la escultura tendrá una fila de lomos de libros más pequeños donde se colocarán los títulos de sus libros en diferentes idiomas, incluso en Braille.
“La idea es que a lo lejos la escultura se vea sencilla, pero una vez te acerques haya mucho más detalle,” dijo Twiston-Davies.
Christie rompió récords de ventas: se han vendido 4 billones de ejemplares de sus relatos de detectives, lo que la pone en el podio de los novelistas más vendidos. Y según la base de datos de traducciones de la UNESCO, su obra ha sido traducida a 103 idiomas. Fue enfermera durante la Primera Guerra Mundial y utilizó sus conocimientos de medicina para sus historias. Su primer matrimonio terminó cuando su marido le confió que amaba a otra: para avergonzarlo, Christie desapareció sin dejar rastro, lo que ocasionó una búsqueda que no tuvo tregua hasta que la encontraron 11 días después. El memorial será descubierto el 25 de noviembre, para marcar el 60° aniversario de La Ratonera . Un regalo digno para una reina.

Fuente: clarin.com

LA FUERZA POLÍTICA DE UN MONTÓN DE PAPAS

Con sus obras, Grippo habla de fundar una comunidad de cosechas y afectos.

Energía americana. Las papas, en el Malba. El tubérculo salvó del hambre al Viejo Continente. /david fernández
Por Mercedes Pérez Bergliaffa

“Los Anónimos, apilados en cajas insensibles, agrupados por series y números, engrosarán la corteza de la Tierra”, decía hace años el artista Víctor Grippo. Y llevó el poema a la escultura: una pequeña multitud de formas blancas, lustrosas y sin rasgos, parece ilustrar su vaticinio. Pasó hace años, cuando Grippo modeló, antes de morir, a estos seres que nacen de lo blanco y en lo blanco se mantienen. Preparados para no recibir nada. Sin actos de generosidad ni comunión. Si usted se acerca ahora al Museo MALBA los puede ver. Están parados, pequeños, al costado de la sala. Son de la muestra Víctor Grippo. Homenaje .
“La obra de Grippo es muy clara”, explica Marcelo Pacheco, curador en jefe del MALBA. Nos dice que aquí se puede construir Nación y Estado, pero no comunidad”. Por eso los Anónimos están aislados –en una vitrina– y no tienen manos, boca, oídos ni ojos; tampoco pies ni brazos. Son sólo torsos; y cabezas sin caras. Son, muchas veces, nosotros mismos.
Grippo (1936-2002) es un artista argentino histórico, reconocido por sus mesas y por sus obras creadas con papas, muchas de ellas conectadas a cables y electricidad . En la muestra del MALBA ellas también se pueden ver: allí están esos 400 kilos de tubérculos que forman la obra “Naturalizar al hombre, humanizar la Naturaleza o Energía vegetal”. Y también están la “Mesita del carpintero Bogado” y la “Mesa de albañil”.
“Grippo siempre hizo mesas relacionadas con los oficios ”, explica el curador, “pero estas son de 2001 y, a diferencia de sus mesas de los años ‘70, están contenidas en fanales de vidrio que el mismo artista dispuso”. Llama la atención la manera en que esas vitrinas están colocadas: demasiado próximas a las obras, parecieran ahogarlas. No contienen las obras sino que las presionan.
“Víctor había comprendido el valor de la papa –el tubérculo americano que terminó con las hambrunas de Europa– convertida en fuente inesperada de energía . También había encontrado la mesa de las emociones, del trabajo y el sacrifico, el comer y el planchar, el jugar y el encuentro familiar”, escribe en el catálogo el curador. “Envuelto en los ensueños y los desencuentros de su Buenos Aires, Grippo se preparaba para fundar una comunidad que hiciera de la Argentina una tierra de cosechas y de afectos, de lazos amorosos y de convivencias en libertad, lejos de sus luchas por domesticar lo diferente, lo desconocido, lo inadecuado. Grippo tenía fe en la redención.” –¿Pacheco, cuál es el sentido de mostrar a Grippo ahora?
–A 10 años de 2001, estamos de nuevo un poquito perdidos. Esta exhibición podría servir para pensar en nuestra capacidad de convivencia. Porque da la sensación de que siempre vivimos con una especie de enemigo, que es el otro… Y acá, Grippo propone otra cosa.
–¿Qué dice Grippo, con sus mesas de carpintero, sus papas acumuladas, sus Anónimos?
–Propone crear una comunidad solidaria. Ya lo había hecho después del colapso del ‘89, cuando la crisis de 2001 y a principios de los ‘70. Y ahora reaparece. Este es un buen momento para que Grippo se abra nuevamente a las preguntas.

Fuente: clarin.com