Desempolvadas.
Mientras se encarece traer muestras del exterior, las colecciones permanentes se mueven más que nunca y van al encuentro de nuevos públicos
Mientras se encarece traer muestras del exterior, las colecciones permanentes se mueven más que nunca y van al encuentro de nuevos públicos
Foto:Juan Colombato |
María Paula Zacharías
La Noche de los Museos
volvió a provocar ayer una peregrinación masiva en Buenos Aires. Pero
el movimiento no es sólo del público: crecimiento, conectividad,
dinamismo y flexibilidad también son signos de estos tiempos para las
colecciones de arte en todo el país. Ya no son patrimonios estancados en
trastiendas y muestras permanentes, que suelen ser apenas un botón en
comparación con lo que queda guardado en depósitos. Por eso se mueven,
se prestan, itineran, se restauran y se catalogan para ponerse en
relación con el público, que es su razón de ser. ¿Cómo se gestiona hoy
una colección de arte? De eso hablan los responsables de los principales
museos locales, así como de los más nuevos, privados y públicos.
Las
mayores colecciones de arte argentino se encuentran en plena
recatalogación y digitalización, de la mano de la investigación y la
tecnología. Y gracias a la profesionalización, los estándares de
conservación suben su vara. El recambio de muestras con variedad de
guiones curatoriales es la manera de mostrar el patrimonio en su propia
casa, como se puede ver ahora en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Macba), el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba), la Fototeca Latinoamericana (FOLA), el Museo Castagnino de Rosario y la Colección Fortabat,
entre otras instituciones destacadas. Y en varios casos, se están
ampliando los espacios de exhibiciones permanentes, como las 18 salas de
arte argentino e internacional inauguradas en agosto en el MNBA y los
proyectos de ampliación del Mamba y del Malba.
Tener
una colección es oneroso. "En los últimos dos años el Moderno ha
invertido en su patrimonio unos 5,88 millones de pesos, que incluyen
gastos por otros 2,28 millones en conservación, investigación,
catalogación, registro fotográfico y equipamiento de las reservas; y
otros 3,6 millones en seis exposiciones del patrimonio, entre traslado,
conservación, diseño museográfico y publicaciones", dice su directora,
Victoria Noorthoorn. La dinámica involucra tanto a curadores como al
equipo de acervo propiamente dicho, liderado por el especialista en
conservación Pino Monkes. "En estos años se ha recatalogado según
estándares actuales y en un futuro cercano estará online. Estamos diseñando un complejo software
que permitirá la democratización de nuestra base de datos", detalla. En
2016, el Mamba festejará sus 60 años con la apertura de salas sobre la
esquina de San Juan y Defensa, que sumarán unos 1500 m2, donde se
incluirán exhibiciones ampliadas del patrimonio.
Quizá por todo lo que implica, hay espacios, como la Fundación Proa,
que optan por no coleccionar e invierten su presupuesto en traer
muestras del exterior y pensar actividades. Nacida como centro cultural,
sólo guarda algunas piezas de proyectos que financia, que se prestan o
se donan, como la reconstrucción de Verificación esquemática, de
Antonio Trotta, cedida al Mamba. El de Proa es un caso de excepción:
"Las muestras internacionales cada vez resultan más costosas, tanto en
transporte como en seguros. Por otro lado, en la Argentina los costos
dependieron del incremento por inflación en pesos pero no en dólares. Se
necesitan más dólares y, además, autorizaciones oficiales para poder
pagar en el extranjero", explica Adriana Rosenberg, directora de Proa.
Décadas a la sombra
Frente
a este panorama, muchos espacios aprovechan para sacar a relucir su
propio patrimonio, que a veces es anterior a la existencia de los
edificios que lo contienen. La Colección de Arte Amalia Lacroze de
Fortabat, por ejemplo, fue formada al gusto de su dueña y cuenta con
edificio de lujo desde 2008. Ante la cancelación de una muestra foránea,
presenta ahora en los pisos destinados a muestras temporarias una
exhibición de 150 de sus 300 obras, que dormían en el depósito.
Más obras fueron desempolvadas en el Centro Cultural Kirchner (CCK), que inauguró dos muestras con obras prestadas. Escultura, música y danza reúne esculturas de Pablo Curatella Manes (1891-1962) y Hermi Baglietto de Alio (1908-1954) pertenecientes al MNBA. Gil de Castro: Pintor de Libertadores se integra con 28 retratos de héroes de la independencia prestados por el Museo Histórico Nacional (MHN) y restaurados por el taller Tarea
de la Universidad Nacional de San Martín. Las esculturas de Baglietto
de Alio llevaban décadas a la sombra. "Luego de la retrospectiva de su
obra en el MNBA, en 1962, ha permanecido prácticamente invisible al
público, a pesar de que los museos argentinos conservan sus obras",
dicen los curadores, Roberto Amigo y Laura Malosetti Costa
El
director electo del MNBA, Andrés Duprat, piensa seguir en esa línea:
"Esta nueva gestión -cuenta-hará hincapié en el rol nacional del MNBA a
través del diseño de programas, asistencias, exposiciones, intercambios y
demás acciones que fortalezcan su presencia en todo el territorio
argentino. Se realizarán en el corto plazo programas que tiendan a
paliar la limitación edilicia a través de muestras temporarias,
exposiciones itinerantes, publicaciones, seminarios, cursos y ediciones
en soporte electrónico. La idea es que sirva de plataforma para
intercambios, asistencias técnicas y profesionales, colaboraciones con
los museos, conferencias, encuentros y mesas redondas".
De las
13.000 obras que el MNBA atesora, sólo un 10 por ciento se exhibe en sus
salas. En cambio, sobra lugar en los 100.000 m2 del antiguo Palacio de
Correos. "Mi idea es ampliar los espacios de exhibición de la colección
para darle mayor visibilidad. Y el CCK posee espléndidos espacios", dice
Duprat. También piensa en sumar adquisiciones y audiencias como las que
atrajeron los discontinuados Bellos Jueves. "Contemplamos programas
específicos para la incorporación de diversos públicos -sostiene-, entre
ellos el público joven y el arte contemporáneo en diálogo con la
colección y la arquitectura del museo."
Cantidad no es calidad. Hace dos semanas, en una mesa redonda en Corrientes, Jorge Tirner, director del Museo Provincial de Bellas Artes René Brusau
de Resistencia, Chaco, se quejaba de que la colección creció sin
filtros, aceptando donaciones incluso de los alumnos de los talleres de
libre expresión que alberga. Durante la última Bienal de Chaco,
organizada en septiembre por Milo Lockett sin premios ni jurado, los 20
artistas participantes donaron sus obras. "Éste es un museo joven, que
creció sin una lógica en su patrimonio. Hay mucha obra guardada ocupando
espacio innecesario, en un depósito que no está acondicionado", dijo.
Las
578 obras del Malba pueden parecer pocas, pero al contrario de la
colección chaqueña, tienen otro peso específico. "La colección es hoy
invaluable, con numerosas obras que desde hace muchos años están fuera
del mercado. Por ejemplo, Abaporú, de Tarsila do Amaral, es
símbolo cultural-artístico de Brasil y no hay otra obra de igual
importancia", explica Victoria Giraudo, coordinadora ejecutiva de
curaduría. En 2012 se creó el Comité de Adquisiciones, que junto con la
jefatura de Marcelo Pacheco (hasta 2013, porque ahora trabaja en
investigación en la colección del Mamba), incorporó el mural
americanista de Berni y obras de Oscar Muñoz, Ana Mendieta, Ernesto
Neto, Teresa Burga y Mathias Goeritz.
Para seguir ampliando el
acervo, este año el Malba formó un Comité Científico integrado por
Andrea Giunta, Julieta González, Adriano Pedroza, Inés Katzenstein y
Octavio Zaya. "Cada obra que se suma a la colección supone costos y
cuidados, y por eso el comité debe pensar seriamente en la calidad a la
hora de incorporar nuevas piezas. Además del costo operativo, está el
tema del espacio físico, y en este sentido está pensada la ampliación
futura del museo", aclara Giraudo.
Por ahora, se realiza la
catalogación de todas las obras existentes. "Tenemos limpiezas semanales
de la colección -agrega-. En la base de datos queda consignado el
estado y los demás datos de la adquisición, del seguro y traslados por
préstamos." El intercambio de piezas es constante, como con el Museo de Bellas Artes de Houston
y su exitosa muestra sobre Antonio Berni. "Siempre estamos en contacto
con otras instituciones solicitando obras en préstamo (para Polesello joven
pedimos al Mamba, al MNBA, al Museo del Banco de la República de
Colombia y al Museo de Arte de Bogotá) y también prestando obras, como
las de Grete Stern y Horacio Coppola al MoMA de Nueva York."
Además, en su programa federal, Malba mostró su patrimonio en la exposición Relatos latinoamericanos
por espacios de Neuquén, San Juan, Mendoza, Salta, Córdoba y Rosario. A
tono con las nuevas tendencias museológicas, este año comenzó un
proyecto de investigación con el Centro Argentino de Investigadores de
Arte, que será subido a la Web, y la sala de colección permanente tiene
su dinámica: "La nueva dirección está planeando curadurías que duren dos
años aproximadamente", adelanta Giraudo.
Vientos de cambio
En la Casa Nacional del Bicentenario, Imaginarios presentes. Imaginarios futuros
se suma a estos vientos de cambio en materia de préstamos, y reúne 90
obras de colecciones de cinco importantes instituciones nacionales: el Palais de Glace, el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, el Fondo Nacional de las Artes, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
"Han tenido una absoluta disposición para sumar sus obras al diálogo
que propusieron las curadoras invitadas", dice Liliana Piñeiro,
directora del espacio y a cargo del área de exposiciones de artes
visuales en el CCK. "El perfil definido para las dos instituciones no es
el de un museo con colección propia -agrega-, y no tienen previsto en
sus misiones, por el momento, conformar una colección."
En las
provincias hay colecciones importantes, como las 4200 obras acumuladas a
lo largo de 97 años del Castagnino de Rosario; su crecimiento fue
motivo, en marzo, de la muestra Capital. El Museo Provincial de
Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, que estrenó edificio en 2011,
alberga una colección histórica de 1300 piezas que por años pasaron
penurias agolpadas en depósitos. Parte se ve ahora en la Casa del
Bicentenario y pronto recibirá una muestra paralela con obras de las
mismas cinco colecciones de Imaginarios. "Gestionar una colección
es una enorme responsabilidad, porque supone conservar, restaurar,
investigar y difundir -cuenta la directora, Virginia Agote-. Estamos
trabajando con Tarea para restauraciones y Roberto Amigo viaja una
semana al mes para hacer la catalogación, con fichas técnicas que van a
reemplazar el viejo inventario. A fin de año publicaremos un catálogo
razonado y todo estará online. Además de trabajar con los mejores expertos, se está capacitando a personal del museo".
Hay
colecciones privadas que nacen de la pasión de un coleccionista, que
además cuenta con los recursos para levantarles casa propia. Así lo hizo
en 2012 Aldo Rubino con sus tesoros de la abstracción geométrica
resguardados en el Macba, un edificio ad hoc al lado del Moderno.
El espacio no reserva una sala para mostrar sus 260 piezas, sino que
les destina tres meses en su calendario -generalmente los de verano- y
las presenta con un guión particular. Es el caso de Obsesión geométrica. American School 1965-2015,
la muestra actual, donde presenta treinta piezas de artistas
estadounidenses. En 2015 el espacio estuvo dedicado a muestras
internacionales, y para eso llevó adelante una intensa campaña de
fondos. "Es muy costoso y un gran esfuerzo de gestión y logística, y
trabajamos siempre en relación con instituciones. Hay que abrir el juego
para ganar fuerza porque el campo cultural es muy competitivo -detalla
Teresa Riccardi, su directora-. El programa curatorial es anual y abarca
reescrituras y convivencias. El próximo año va a ser mayormente para
artistas argentinas."
Los auspiciantes también fueron la clave
para el nacimiento de FOLA, espacio impulsado por Gastón Deleau, que
tras años en la gestión cultural logró forjar su propia colección de 250
fotografías. Gracias a un convenio con IRSA y al apoyo de privados, dio
nacimiento a esta Fototeca Latinoamericana, un impresionante hangar
cultural de 1200 m2, inaugurado hace menos de un mes. "Estoy pensando en
los fotógrafos. Todo esto fue hecho de su mano -dice Deleau-. De cada
obra tengo una historia. Es pasión pura. Que estén disponibles al
público le hace bien a la sociedad."
El Castagnino de Rosario inauguró el viernes París en el horizonte,
muestra de la colección donada por Enrique Astengo (1913-1930), y el
Mamba dedica una sala a la donación de Ignacio Pirovano. Los artistas
acrecentaron por décadas con su generosidad el patrimonio de este museo;
es el caso de Alberto Heredia, León Ferrari y la más reciente, la
reconstrucción de La Menesunda de Marta Minujín. Ricardo Garabito, en cambio, prefirió donar su legado al Malba.
Las donaciones dejan huella, entiende María Isabel Baldasarre, autora de Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo cultural en Buenos Aires
(Edhasa, 2006): "Las colecciones privadas han sido fundamentales para
la constitución de los patrimonios de los primeros museos de arte de la
Argentina. Las donaciones han modelado las presencias y ausencias. Es
decir, las preferencias por una determinada tendencia, escuela nacional o
período histórico han marcado a fuego la historia institucional y el
relato que el museo se propone contar". La historia del arte se escribe
cada día, y ninguna decisión en la gestión del patrimonio es inocente.
Fuente: lanacion.com
Fuente: lanacion.com