EL ADIÓS AL SUEÑO (NORTE)AMERICANO,
SEGÚN SUS MÁS GRANDES ARTISTAS




De Warhol a Nan Goldín y de Basquiat a Paul Mc Carthy, "Bye, bye, American Pie", una muestra contundente en el Malba.


Peso pesado. Jean-Michel Basquiat, presente con esta obra de 1984.
Con una muestra cargada de los peso-pesados  del arte norteamericano – artistas importantes  como Jean-Michel Basquiat y Andy Warhol (de quienes, se dice, fueron pareja), Jenny Holzer, Barbara Kruger, Nan Goldin y Larry Clark, entre otros,  el Malba abre el año con “Bye Bye American Pie”. Curada por el joven canadiense Philip Larrat-Smith –recientemente incorporado al Malba como “curador del programa internacional”– quien mira todo a través de una lupa psicoanalítica. Y cuando digo todo, es, prácticamente, una sola cosa: el arte estadounidense. ¿Pero acaso nos interesa a nosotros, en Buenos Aires, una lectura de este tipo de los artistas norteamericanos? Sí, claro que nos interesa. Porque, por un lado se dice que somos el país más psicoanalizado del mundo; pero por otro, tenemos curiosidad por ver las obras de estos “grandes popes” mundiales, y comprobar si realmente nos convencen.
La exposición que propone Larratt- Smith es una lectura crítica y bastante pesimista de un arte –el estadounidense– al que, generalmente, si bien se le vienen haciendo durante los últimos años algunas lecturas vinculadas al psicoanálisis, esas lecturas, decíamos, quedan tan sólo en los textos académicos, no se las traduce al “formato exposición” (y esta es la astucia de este curador). Por eso es interesante ver estos “experimentos” de Larratt- Smith. Y parece ser que acá, en el Malba, el canadiense encontró carta libre a sus juegos. Para comprender  “Bye Bye American Pie” –el título de la muestra es el de la canción americana del 71´, de Don Mc Lean, que refiere al final de la edad dorada estadounidense luego de la Segunda Guerra Mundial, “chau, chau, tarta de manzana con canela”, chau, postre típico de las familias estadounidenses y reglamentario del ejército americano durante las Guerras Mundiales: chau, dulzura.
Voy a empezar por el final, por su obra más fuerte: esos dos grandes robots de George Bush, hechos de silicona pegajosa y rosada –estilo chicle–,  mal terminados, que están haciéndole el amor a… dos chanchos. Se mueven continuamente, tal y como cuando uno está con una pareja. Claro que éste es un grupo, hay “animales” y “humanos”, y son robots, por lo que se escucha el contínuo “ssszzzz…ssszzzzz….” de las máquinas que los hacen funcionar. La obra –“Tren, mecánico” porque los personajes están enfilados como en trencito- es un conjunto de cuatro chanchitos rozándose, digamos, y dos Bush “impulsando”, “activando” la cosa.“Tren…” –el autor es nada más y nada menos que Paul Mc Carthy– plantea la escena en clave metáforica, “una imagen de lo que Bush le ha hecho al mundo”, dice Larratt- Smith. Mc Carthy la recrea tal y como si se trataran de personajes de Disney.
Pero en esta muestra hay otros palazos a la realidad norteamericana de los últimos cuarenta años. Como pasa con la obra de Jenny Holzer, simples carteles con frases al estilo “leyendas” (“Deberías limitar el número de veces que actuás en contra tuyo, como cuando dormís con personas que odiás”, por ejemplo). O las “pinturas-carteles” de Barbara Kruger (“No lo suficientemente cruel, no lo suficientemente hombre, no lo suficientemente bello, no lo suficientemente patético”). La obra torturada, tortuosa, metálica, –“Estructura de toldo con pollo”– de Cady Noland. Y los increíbles diamantes, piezas preciosas, corazón mismo de la muestra y del arte del S XX: las polaroids –tan simples, tan potentes– de la gran, gran Nan Goldin. “Mi obra surge de la espontánea”, declara la artista, “es la forma de fotografía más definida por el amor”. De un amor que llega a ser como puede, con el último aliento; pero que es.
Al final, lo que se ve en esta muestra es un poco lo que pasa en todos lados: con lo que queda de la Historia, uno va haciendo de su pequeña vida lo que puede. Arreglándoselas. Chau, dulzura de la tarta de manzanas. Chau. Señores, bienvenidos a esta muestra.


Fuente: Revista Ñ Clarín

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