Cuentan que hubo 50 muertos.
Los cuarteles de Retiro a mediados del siglo XIX.
Eduardo Parise
Cuando ocurrió la
explosión en Retiro, la nefasta Guerra de la Triple Alianza llevaba
menos de un mes de comenzada. Y aunque la Argentina todavía era neutral
(recién iba a participar militarmente desde abril de 1865), su
influencia política en el conflicto ya era visible. De todas maneras,
aquel hecho que conmovió a Buenos Aires el 9 de diciembre de 1864 no
estaba vinculado con ese enfrentamiento: siempre se lo consideró un
accidente. La historia habla de cincuenta muertos y muchos daños, no
sólo en el cuartel sino también en los edificios de los alrededores
que, por fortuna, todavía no eran muchos.
El cuartel estaba en lo
que hoy son las cercanías del monumento al General José de San Martín,
cuya imagen ecuestre había sido inaugurada en 1862. Los registros dicen
que la explosión ocurrió quince minutos después de las 7 de una
calurosa mañana porteña. Fue justo cuando los soldados de dos compañías
del Regimiento de Artillería volvían al cuartel después de realizar
trabajo de campo en el llamado “hueco de las cabecitas” (actual plaza
Vicente López), un área por entonces bastante despoblada. Cuentan que
en ese momento estalló el polvorín del cuartel y literalmente voló toda
el ala derecha del edificio. Los soldados quedaron tapados por los
escombros.
Después
del primer momento de angustiosa sorpresa, llegó la asistencia. Entre
una nube de polvo flotando en el aire soldados de la Legión Militar y
del Segundo Batallón de línea empezaron a remover aquellas piedras. La
intención era rescatar sobrevivientes. Además, mucha gente llegó para
asistir a los habitantes de la zona vecina. Es que en todas las
viviendas de los alrededores no sólo habían estallado los vidrios:
puertas y ventanas también habían sido arrancadas de cuajo y mucha
mampostería había quedado hecha pedazos. Se recuerda que el cura párroco
de la cercana iglesia del Socorro corrió hasta el lugar para asistir
espiritualmente a las víctimas que habían salvado sus vidas por milagro.
Años
más tarde, el edificio había sido reconstruido para seguir funcionando
como cuartel. Algunas versiones dicen que en un tiempo antes de la
explosión se habían realizado trabajos bajo la dirección del arquitecto
Edward Taylor, el mismo de la Aduana Nueva que estaba junto a la Casa
Rosada. Sin embargo, otros investigadores lo desmienten. Lo que sí
confirman es que recién en 1883 se agregaron torres con almenas en los
extremos del edificio original del siglo XVIII. Además, se construyeron
dependencias en un primer piso y se modificó el portón central,
levantando una torre cuadrada que le otorgaba al sitio una imagen más
militar.
Pero
para ese tiempo la Ciudad ya perfilaba cambios importantes y el área
en donde estaba el cuartel empezaba a transformarse en residencia de
muchas familias que, en 1871, habían dejado el Sur por la epidemia de
fiebre amarilla que azotó a Buenos Aires. Eso motivó que empezara a
pensarse en el desplazamiento de las instalaciones militares hacia
otros lugares. En 1878, cuando se cumplía el centenario del nacimiento
de San Martín, la plaza cambió de nombre, dejando atrás el de Plaza de
Marte por el actual que recuerda al prócer.
La demolición total
del cuartel se realizó en 1891. La idea era que ese terreno lo ocupara
el famoso Pabellón Argentino que había estado en la Exposición
Universal realizada en 1889 en París, para celebrar el centenario de la
Revolución Francesa.
Aquel Pabellón, totalmente desarmado, ya
había sido embarcado hacia Buenos Aires. Luego estaría en Retiro hasta
1933, cuando lamentablemente se lo desguazó y se vendió como chatarra.
El Cuartel de Artillería, igual que el Pabellón de París, quedó en el
recuerdo. Pero no fueron las únicas construcciones de la zona de Retiro
que se convirtieron en leyenda. En ese lugar, en 1800, se había
edificado la segunda y última plaza de toros que tuvo Buenos Aires.
La
tarea de construirla se la había encargado el virrey Gabriel Miguel de
Avilés y del Fierro a don Martín Boneo y Villalonga, una suerte de
“intendente” porteño de aquellos años. La demolieron en 1819. Pero esa
es otra historia.
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