Trofeos de guerra. Son cuatro y las entregó Liniers tras expulsar a los ingleses de Buenos Aires. / JUAN JOSE TRAVERSO |
Por Eduardo Parise
Ya tienen más de dos siglos y siempre en ese lugar: la Basílica
de Nuestra Señora del Rosario, en Defensa y avenida Belgrano. En el
marco de madera que las contiene, las cuatro llevan una leyenda similar:
“Trofeo de la Reconquista de Buenos Aires en 1806”. Una “ondeó en el
asta del Retiro”. Otras dos eran del primer y segundo batallón del
Regimiento 71 Highlanders. Y la última perteneció a la Infantería de la
Guardia de Mar. Las cuatro banderas inglesas son el mayor símbolo de un
enfrentamiento que no sólo expulsó a un invasor sino que, según creen
algunos historiadores, también sirvió para que en estas tierras se
empezara a pensar en soltar amarras del imperio español para gestar un
país libre y soberano.
La entrega de las banderas la realizó el
propio Santiago de Liniers, una figura de la Reconquista, el 24 de
agosto de 1806, apenas doce días después de la rendición de los
invasores. El hecho fue saludado con triple salva de artillería. Aquello
tenía una razón. En el lapso en que Buenos Aires estuvo en manos de los
ingleses, hubo un hecho importante: el 1° de julio de 1806 se prohibió
la ceremonia del culto al Santísimo Sacramento. Por eso Liniers prometió
que si recuperaba la ciudad, ofrendaría a esa Virgen las banderas que
le capturara al enemigo.
Pero tanto la iglesia como el Convento de
Santo Domingo, que está en ese lugar, no sólo se asocian a ese hecho
histórico, sino que también tienen su protagonismo en julio de 1807,
cuando los ingleses vuelven a intentar adueñarse de Buenos Aires. El
área de los mayores combates de resistencia fue justamente esa zona que
hoy se encuadra entre las calles Balcarce, Venezuela, Perú y avenida
Belgrano. Las banderas también estuvieron en el centro de la escena.
El
convento había sido tomado por tropas que comandaba el general Craufurd
y donde participaba el teniente coronel Dennis Pack, un veterano de la
primera invasión y miembro del regimiento 71. Tras la derrota de 1806,
Pack había jurado no volver a empuñar armas contra las fuerzas de Buenos
Aires. Rompiendo su promesa, había vuelto para recuperar las banderas.
Otra vez fracasó.
El combate en la iglesia fue durísimo: los defensores
de la ciudad disparaban desde Defensa y Moreno, donde estaba la casa de
Francisco de Telechea. Las marcas de los cañonazos (fueron rellenadas
con bolas de madera, simulando la munición real) todavía se ven en la
torre izquierda de la iglesia, la única que había entonces. Tras la
rendición de los invasores, las banderas quedaron en su lugar. Y el
regimiento 71 Highlanders sigue desfilando sin su símbolo.
Reconquista. Los ingleses intentaron recuperarlas sin éxito en 1807. |
En el
recupero de la iglesia y del convento fue clave la actuación de un grupo
conocido como “el tercio de Gallegos”, un regimiento de voluntarios que
supo comandar Pedro Antonio Cerviño. La séptima compañía de ese grupo,
al mando de Bernardo Pompillo, fue la que logró la rendición de
Craufurd. Desde 1893, una calle en Boedo lleva el nombre de Tercio de
Gallegos en homenaje a esos héroes que pelearon por Buenos Aires.
La
Basílica se empezó a construir en junio de 1751 y en 1942 fue declarada
Monumento Histórico Nacional. Diseñada por el arquitecto italiano
Antonio Masella, en su torre izquierda luce una veleta con la imagen de
un gallo. En la otra, agregada años después, la veleta muestra la figura
de un perro. Esto es porque pertenece a la orden de los Dominicos. Y
surge de la denominación Dominis canis, algo que en una traducción
simple puede definirse como “los perros guardianes del Señor”.
Por
supuesto que ese lugar y esos hechos no son la única referencia que la
Ciudad tiene en relación con aquellas invasiones y la reconquista y
defensa que hicieron los habitantes locales. Entre muchas otras puede
mencionarse la que alude al recorrido que hicieron los ingleses para
llegar a Buenos Aires después de desembarcar en Quilmes (en 1806) y en
Ensenada (en 1807). Uno de los cruces que usaron para vadear el
Riachuelo fue el llamado “Paso de Burgos”, en el barrio de Pompeya. Pero
esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
Fuente: clarin.com
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