Jack Lang
En una charla pública, se refirió a la cultura como una vía para salir de la actual crisis “económica, moral y social”.
Jack Lang. El ex funcionario francés, el viernes, al relatar su experiencia, en la Casa de la Cultura / JUANO TESONE. |
Por Néstor Rivas
“Un buen ministro es un ladrón de ideas”, dice Jack Lang, el
hombre que ocupó el Ministerio de Cultura durante la mayor parte de la
presidencia de Francois Mitterrand. Fue el viernes pasado, cuando
participó de la conferencia que cerró el ciclo Vivir y pensar el Siglo XXI: Miradas sobre el mundo actual , que, organizado por el ministerio de Cultura porteño, tuvo lugar en el Salón Dorado de La Casa de la Cultura.
El
“botín” de este veterano político socialista volvió a posicionar a
Francia como faro cultural de Europa y de buena parte del mundo en el
último tramo del siglo pasado. Precursor del fomento de las industrias
culturales y de la asociación de la economía con la cultura, sus ideas
mantienen una influencia enorme en el campo de las políticas culturales y
educativas a nivel global.
Fue el creador —entre otras cosas— de
la ley que regula el precio fijo de los libros en Francia y de la
popular Fiesta de la Música, dos ideas que luego se importaron a otros
países.
“Hay una fascinación con Buenos Aires”, halagó Lang, antes
de pedir disculpas “por no poder expresarme en su bella lengua” y
rememorar su relación con tres de nuestros escritores más emblemáticos:
Julio Cortázar (“lo conocí antes de ser ministro y le conseguí la
nacionalidad francesa; impulsamos juntos la campaña a favor de
Nicaragua”), Ernesto Sabato (“conocí al escritor y al hombre, dijo, y
elogió su papel en la CONADEP) y Jorge Luis Borges (“controvertido por
sus apoyos políticos, pero un gran escritor, a quien invitamos a visitar
Francia y aceptó enviándonos una carta encantadora que aún conservo”).
Tras una breve introducción, Lang dedicó respondió las preguntas del
público.
Se definió como “un optimista inoxidable”, para quien la
globalización “no representa el principio del fin sino un nuevo
renacimiento”. “Mi convicción de que la cultura y el saber son la vía
para salir de la crisis económica, moral y social en la que estamos
metidos todos, se multiplicó por diez.
“Solo un ideal de
belleza y saber puede movilizar a los jóvenes”, afirmó Lang, para quien
“la educación ideal tiene dos componentes: la educación mental,
conceptual, y la educación sensible”. “Es la puerta de acceso a otros
saberes, una receta contra la violencia y una palanca para el desarrollo
económico”.
“Cuando llegamos al gobierno, nos encontramos con un
desierto cultural. Nuestra respuesta fue alentar el desarrollo cultural
desde el Estado, con un presupuesto alto y una mayor
descentralización”.
Durante su paso por el gabinete de los
gobiernos socialistas, los presupuestos de educación y cultura se
multiplicaron. Para ilustrar sus resultados, Lang citó el ejemplo de la
fuerte inversión que promovió en el Museo del Louvre, que pasó “de dos a
nueve millones de visitantes anuales”.
“En tres áreas la
regulación estatal es imprescindible: la promoción de las industrias
culturales, la preservación del patrimonio y el derecho a la educación
artística”, señaló.
“Den a cada niño el derecho a la educación
artística La alfabetización cultural y artística es igual de importante
que la lingüística. Los príncipes tenían una gran formación artística y
cultural, y hay que tratar a los niños como a principitos”.
Fuente: clarin.com
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