Diálogo. La escultura “Las acróbatas”, de Curatella Manes y “María, la acróbata”, de Fernand Léger./MARCELO GENLOTE |
Por Mercedes Pérez Bergliaffa
Muy pronto, el Museo Nacional de Bellas Artes –MNBA– será otro.
Pasará cuando inaugure el primer piso con salas nuevas y luciendo
también flamante guión curatorial. Se trata de un cambio mayor y con
peso propio, ya que ese piso del MNBA está dedicado por entero al arte
del Siglo XX de la Argentina y del mundo. ¿La fecha exacta de la
inauguración de las reformas? “Todavía no se sabe”, comentaba ayer
Guillermo Alonso, director ejecutivo del MNBA.
Fue él quien recibió a Clarín
para hacer un recorrido por el primer piso y observar todas las
renovaciones y cambios casi terminados. Sólo falta colocar las luces
venidas de Italia –que son luces diseñadas especialmente para museos y
recién fueron sacadas de la Aduana– y terminar de armar dos salas.
“Respecto
a la restructuración del primer piso del edificio, se volvió al esquema
del año 1930, a las salas originales diseñadas por el arquitecto
Alejandro Bustillo”, explica Alonso. “Tiramos abajo el auditorio e
hicimos que esa gran sala donde antes se nucleaba al arte argentino del
Siglo XX no estuviera más, para así poder mezclarlo con los relatos del arte internacional
. También sacamos de este piso la sala de arte precolombino, que va a
estar ubicada, en el futuro, en el segundo nivel. Y dedicamos una sala
entera a la obra de quien es uno de los mayores artistas del arte argentino : Antonio Berni. A partir de ahora, el MNBA va a ser el mejor museo para observar todo un conjunto de obras suyas (Ver Berni...) ”, comenta Alonso, entusiasmado.
Caminando
por las salas, aparecen otros cambios grandes: la mayoría de las
paredes son blancas, pero, de tanto en tanto, hay alguna de un color, ya
sea estridente (amarillo), ya calmo (gris).
La altura de los techos se
emparejó y se subió, lo que habilita la exhibición de obras que antes
nunca hubieran podido ser expuestas en esta sección. También se
recuperaron los ejes de circulación y los visuales: ahora hay inmensos
pasillos que abarcan todo el largo de este lado del museo –más de cien
metros– y que permiten ver, de un solo tirón, la gran escultura que
recibe a los visitantes ni bien terminan de subir la escalera –un
monumento fúnebre de Leonardo Bistolfi, de 1910, que indica el pasaje
entre el Siglo XIX y el XX– la escultura de los años ‘20 Los equilibristas , de Pablo Curatella Manes, la obra de resina-símil-carne de Norberto Gómez, de fines de los ‘70 y El mudo,
del escultor Juan Carlos Distéfano, de 1973. O sea que de un solo
vistazo uno puede abarcar cincuenta, setenta, cien años de Historia,
hecha arte. Esto, tal como estaban construidas las salas antes, era
imposible.
Cinética. Una sala para el arte que surgió a fines de los ‘50. A la derecha, una obra de Martha Boto./MARCELO GENLOTE |
“Lo interesante de esta reforma es que ahora también se
puede hacer por el primer piso en un recorrido entero, de manera
circular, sin tener que volver sobre los mismos pasos, como pasaba
antes. En este sentido, el museo ganó en funcionalidad,” explica el
director. “Además, construimos aquí dos baños, cosa que no existía”.
Alonso
muestra con orgullo la obra, que se pagó con fondos públicos salvo la
“colgada”, que pagó la Asociacion de Amigos. Sin embargo, su situación
en el Museo es incierta. Hace días venció su período como director, que
había ganado por concurso en 2007. La Secretaría de Cultura debió haber
llamado a un nuevo concurso hace meses, pero no hizo nada. Y, ante la
consulta de Clarín , la única respuesta de la Secretaría fue: “No hay nada que decir”.
Berni sólo Berni. Un espacio para el pintor que renovó la pintura argentina a nivel temático y formal. /MARCELO GENLOTE |
Mientras
tanto, la renovación avanza. Respecto al guión curatorial, los cambios
son muchísimos: se sacó gran cantidad de las obras que estaban
exhibidas, se pusieron otras que no fueron expuestas con anterioridad,
se adquirieron algunas más, y se incorporaron donaciones. Pero la
decisión de mayor peso es haber disuelto las barreras entre el arte nacional y el internacional del Siglo XX, y mezclar esas obras. ¿Cómo? Poniéndolas en diálogo.
Lo
explica el historiador del arte Roberto Amigo, responsable del nuevo
proyecto curatorial: “Decidimos poner en diálogo las obras de arte
internacional con las de arte argentino. A partir de ahora podrá
observarse Abstracción , una pintura de Juan Del Prete del año ‘32, al lado de Mujer acostada
de Pablo Picasso, del año ‘31, y ver las diferencias y similitudes.
Hay dos que se salen del esquema y no responden a una temporalidad;
están consagradas a problemas genéricos. Una está dedicada a la
violencia, y la otra, a la naturaleza americana (Ver... .” Echando un
vistazo a todo el proyecto, da la sensación de que el espacio tiene el
formato de un peine: un cuerpo largo, rectangular,y también varias salas
iguales y paralelas, que se van sucediendo. Uno puede elegir si entrar a
todas ellas, o si seguir por el pasillo y visitar solamente en algunas.
Lo
que sí es vital es lo que estos cambios –arquitectónicos, curatoriales–
nos están proponiendo: otra lectura de la Historia. Y ya era hora de
que el arte nacional comenzara a estar expuesto, en diálogo de par a
par, junto a los relatos internacionales, en nuestro museo más
emblemático. Eso es reconocer a nuestros artistas, y situarlos de otro
modo: valorándolos, valorándonos.
Fuente: clarin.com
Fuente: clarin.com
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