Concierto. Pettoruti, récord para un argentino, en 795.000 dólares.
Mario Gilardoni es un especialista en el mercado del arte local y
dirige la Revista Trastienda. Y explica así el coleccionismo: “Hay
personas que quieren tener algo, que quieren una pieza, una obra única,
porque son coleccionistas y porque les fascina todo eso. Si vos
preguntás si algunos de los precios altos que ellos pagan se justifican,
yo te digo que eso está dado por el nivel de locura que el
coleccionismo implica. Hay gente que tiene plata y que quiere tener una
obra de arte determinada. Otras personas, en cambio, coleccionan coches.
Coleccionar siempre implica cierto grado de locura, en el buen sentido.
Desde cierto punto de vista, es compulsivo. Yo conozco varios casos de
esos en lo que el tipo, si no puede comprar algo que quiere, sufre. Pero
no sufre de manera leve sino intensa, es un sufrimiento casi físico, te
diría. Y también hay un gran componente de posicionamiento social. Es
decir, de pronto un coleccionista que tiene algunas obras importantes
–pero no estamos hablando de un millonario, sino de alguien que ha
venido formando su colección trabajosamente–, llegado cierto momento, se
empieza a codear, a través del arte, con las grandes fortunas. Y de
pronto la gente, bueno, no te digo que te reconoce como un par desde el
punto de vista económico, pero sí tienen un acercamiento, una
alternancia, digámoslo así; una inserción. Vamos a un caso concreto, sin
citar nombres: el de un empresario exitoso, al que todo el mundo conoce
, no tanto por sus empresas sino por su colección de arte. El, en
realidad, es un empresario rico entre otros más. Ahí vemos que ese
“paraguas” que es el arte le da una inserción en la sociedad que tiene
un valor especial. Y hay gente –como este coleccionista, por ejemplo–
que compró grandes obras, que después le permitieron el acceso a
contactos políticos a gran escala, incluso hasta a niveles
presidenciales.
¿Esos contactos eran con intereses empresariales o
artísticos? Para todo. Sirven para todo. Este tipo fue aceptado en el
mundo de las grandes fortunas como un tipo importante, no tanto por su
dinero, sino por el aura del coleccionismo. Esto ocurre en todo el
mundo. Pero, claro, tenés que tener la plata, ¿no?
Fuente: clarin.com
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