La dimensión no es un asunto menor en el arte. De eso
se trata una muestra en la que una docena de artistas juega con los
sentidos de sus obras, enormes o diminutas, en el espacio.
MARTIN CALCAGNO. “Nena volvé”, alianzas de oro 18K con inscripción, vidrio y madera. 20 x 14 x 14 cm. |
Un pelo o una gota de sangre pueden delatarnos la coartada del
crimen”: es entonces cuando lo microscópico nos persigue, se convierte
en todo el universo, y ya no existe nada más. “Este sigue siendo para
nosotros, el ámbito –no menor– de la resistencia”, explican los
curadores de la muestra (Des)proporciones, Gaspar
Acebo y Cecilia Guerra Lage. Se refieren a ese algo mínimo rompiendo con
otra cosa –un tamaño, una escala– porque no responde como uno espera;
porque se desmide contrayéndose, o porque se descontrola exagerándose.
Ese es el tema de la muestra: las proporciones desobedientes. Se ve en
los pequeños animales de mundos made-in-China, de la artista
Verónica Gómez (como “El carnero del Bosque Blanco”, por ejemplo). Pasa
también con la masa de pequeñísimas moscas zumbantes, melosas,
hipnóticas y seductoras del video de Mariano Giraud –“El verano de las
moscas”– que, pesadas, se instalan alrededor de una ballena animada en
las playas de Ostende, o se pasean por entre las copas de los árboles
(aunque a veces sean abejas o avispas, eso no importa; importan sus
zumbidos, sus bailes diminutos…) Pasa con la –simple, sencilla: no
necesita más– alianza de oro exhibida dentro de una
vitrina-estilo-cápsula de Martín Calcagno, un trabajo que se completa
con su nombre: “Nena volvé”.
Y pasa todo lo contrario con otras obras,
que se estiran, se alargan, se ubican del otro lado de lo micro; se
instalan del lado de lo descomunal, de lo inmenso.
MAX GOMEZ CANLE. “Marco”, 2011, óleo sobre madera, marco y papel. 20 x 20 cm. |
Entonces, el tema de
la escala pasa a ser otro, contradictorio –y debe ser así para que esta
exposición adquiera su sentido-. “Río pintura”, esa tela de Margarita
García de diez metros de largo por dos de alto, observa como una
cordillera al pequeño animalito chino de Gómez y al anillo de Calcagno.
“Gualicho”, la carbonilla de tres metros sobre pared de Vicente
Grondona, se esconde detrás de una esquina –hecha de paneles– de los
pequeños óleos de veinte centímetros de Max Gómez Canle. “Género:
paisaje, ubicado históricamente dentro de los formatos medios pero que
Canle trata en formato-mini, otra manera de marcar el tema de la
escala”, explica el curador Acebo.
“El problema de la dimensión
en el campo del arte es fundamental, no es accesorio”, sigue explicando
el curador. “Pasa que lo que indica una obra también lo indica mediante
su dimensión. Sería muy raro pensar la Capilla Sixtina, por ejemplo, en
un cuarto de su dimensión actual. Sería otra cosa, otra obra”, explica
Acebo.
Las salas de la exposición son dos: una, en planta baja;
la otra, en el subsuelo. La primera tiene enormes vitrinas que dan a la
calle, desde donde puede observarse parte de la muestra.
Cuando se
ingresa, primero se leen fragmentos de los textos curatoriales. Luego se
pasa al espacio donde están ubicados los trabajos de Gómez Canle,
Terán, PeB, De Latierro, Grondona, Gómez, Calcagno y García Faure.
SERGIO LAMANN. Sin título, 2009, técnica mixta, 280 x 120 x 50 cm. |
En el
descanso de la escalera que baja a la sala del subsuelo uno tropieza
con varios biblioratos apilados. En medio de la muestra, me hicieron
pensar que se trataba de una obra de arte; no lo era. Una lástima…
porque las propuestas expositivas del FNA son muy buenas, pero
desacuidos como éste las desmerecen un poco.
La sala del subsuelo
da mucho más que la de planta baja. Quizá porque el espacio está más
cerrado; quizá, las luces... Lo cierto es que la obra que da la
bienvenida en la sala bajo tierra, este caballo blanco de Sergio Lamann,
es un descubrimiento: pocas veces vi esculturas hechas con materiales
blandos, que contradicen lo que se supone que debería de ser una
escultura. Lamann lo sabe y le saca provecho. Dice: “Si lo pensás bien,
tiene sentido: vengo del dibujo, donde siempre tuve la intención de
pasar de lo plano a lo volumétrico. Fijate, el caballo está formado por
planchas planas de polipropileno que voy moviendo, doblando,
descubriendo sus curvas, hasta resolver en volúmenes… genero figuras que
llamo “cuerpos dóciles”. Es como un monumento anónimo al cuerpo
manipulable. Un monumento a nosotros, los manipulados.” Tan manipulables
y manipulados como las marionetas del Nang Talung , el antiguo
teatro de sombras de Tailandia.
VERÓNICA GÓMEZ. “El carnero del Bosque Blanco o traficante de animales”. Técnica mixta, 20x40 cm. |
Son las articulaciones que Lamann elige,
para ensamblar una parte de su escultura con la otra, los ejes que le
dan motricidad, flexibilidad, movimiento, el número de piezas que
componen la obra…
Lamann asiente: las creó pensando un poco en las
piezas tailandesas.
Hay otras obras en la sala del subsuelo: el
cianotipo “Crecer”, de Marcos Mangani; los videos de Giraud y de Julieta
Ortiz De Latierro, y el panel de “Un Faulduo”, colectivo de artistas
integrado por Nicolás Daniluk, Ezequiel García, Nicolás Moguilevzky y
Nicolás Zukerfeld, nacido en torno a la revista que lleva el mismo
nombre.
Escala, dimensión y forma, elementos fundamentales que se
palpan en el recorrido de esta muestra, traen de la mano otros, que no
pueden disociarse: la distancia, la profundidad y, sobre todo, el
espacio. Creo que es esto lo que descubren los curadores cuando proponen
explorar el tema de la dimensión: tocar una percepción fundamental, que
tenemos presente todo el tiempo pero a la que pocas veces le prestamos
atención. Es nuestra inteligencia espacial y dinámico-corpórea, nuestra
propiocepción (es decir, la noción de nuestro propio cuerpo en relación a
él mismo y a lo que nos rodea). Este es el tema que la exposición pone
de manifiesto. Quiere resistir provocando la distorsión, la
intermitencia, a través de formas que se quieren salir de control. Todo,
gracias a la escala.
FICHA
(Des)proporciones
Lugar: Fondo Nacional de las Artes (Alsina 673).
Fecha: hasta el 11 de junio.
Horario: lunes a viernes, 10 a 16.
Entrada: gratis.
Fuente: Revista Ñ Clarín
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