Huellas / Pueblos del extremo sur.
La antropóloga Estela Mansur trabaja con los vestigios de los pueblos indígenas fueguinos, tan complejos como poco conocidos.
Tuvieron
una civilización compleja y técnicas de caza que les permitieron
alimento de sobra y tiempo libre; sufrieron la persecución y la muerte,
arrinconados por los blancos; los sobrevivientes se integraron a la
sociedad conquistadora y su cultura es parte de la memoria de quienes
habitan lo que fue su territorio. Los indígenas de Tierra del Fuego, sin
embargo, tienen mucho menos espacio en el imaginario sobre los
habitantes originarios que los pueblos del norte, o se los engloba en
una imprecisa denominación: "onas".
La antropóloga Estela Mansur da razones: los indígenas
del actual territorio fueguino fueron menos, estaban lejos de Buenos
Aires -lejos hacia el sur, que siempre es más lejos- y sobrevivieron
hasta el siglo XX. "En otras zonas del país se puede hablar de un
genocidio indígena cometido en la conquista. Pero aquí se trata de gente
que estuvo en este territorio hasta hace poco tiempo. Es difícil hablar
de ellos", dice Mansur, antropóloga especializada en arqueología,
investigadora del Conicet, platense de nacimiento y fueguina por
decisión desde 1985, cuando llegó para investigar la tecnología y el uso
de instrumentos de piedra en los pueblos originarios.
Mansur trabaja ahora en "el corazón de la isla", una zona
de bosques donde busca y analiza las manifestaciones arqueológicas del
pueblo selknam que lo habitó, en particular la ceremonia del Hain, un
ritual de iniciación de los varones adolescentes.
El escaso conocimiento general sobre esos indígenas
contrasta con la abundancia de documentación que existe. Están las
observaciones del misionero anglicano Thomas Bridges, que se instaló en
la zona del canal de Beagle y llamó "onas" a los selknam,usando la
palabra con que sus vecinos, los yámanas, los denominaban. También los
informes de los cuatro viajes del sacerdote y etnólogo alemán Martin
Gusinde, entre 1919 y 1924, y los trabajos de Anne Chapman, la
antropóloga franco-norteamericana que llegó a fines de 1964 por primera
vez y difundió como nadie la vida y la cultura selknam hasta su muerte,
en 2010. Mansur, que trabajó con Chapman, participó recientemente de una
muestra en homenaje a la antropóloga en el Museo Mitre.
-¿Había muchos grupos en la zona de Tierra del Fuego?
-Unos eran los canoeros: en las costas e islas, con alta
tecnología de navegación, cazaban mamíferos marinos en alta mar. Otros
eran los selknam y otros grupos, cazadores continentales o de a pie.
Cazaban mamíferos como el guanaco y tenían un mundo de creencias, mitos,
representaciones y teatro. Eran una sociedad rica y compleja.
-¿Desde cuándo estuvo poblada la zona?
-Desde el retiro de la última glaciación, y en particular
en un momento en que el nivel del mar estaba bajo, con lo cual el
estrecho de Magallanes era un pequeño hilo de agua. Los restos
arqueológicos más antiguos datan de algo más de 10.000 años. Los selknam
conservaron su estilo de vida hasta bien avanzado el siglo XIX, cuando
comenzó la ocupación blanca de Tierra del Fuego, con la llegada de
buscadores de oro y estancieros. Al contagio de enfermedades para las
que no tenían defensas, la expulsión de sus territorios y el cambio
alimentario, se sumaron la persecución y las matanzas perpetradas por
algunos recién llegados. Los selknam buscaron refugio en los bosques del
centro de la isla, en las misiones salesianas o bajo la protección de
la familia Bridges. Poco a poco, los sobrevivientes se fueron integrando
en la sociedad conquistadora, como trabajadores de estancias, de
aserraderos, y dejaron de ser "visibles". Sin embargo, sus descendientes
viven hasta hoy en Tierra del Fuego.
-En el norte argentino, los pueblos originarios aparecen desplazados y empobrecidos. ¿Fue igual con los fueguinos?
-Es distinto, sobre todo por la diferencia numérica. Los
selknam eran cazadores recolectores nómades que se desplazaban
libremente. La llegada de las estancias implicó alambrados y ovejas, lo
que desplazó a los indios pero además modificó los territorios de
movilidad del guanaco, su principal fuente de recursos. Con la
marginación y la persecución, la reducción numérica de la población
selknam fue drástica. Hoy hay una asociación que nuclea a los
descendientes de los selknam; la provincia reintegró tierras que
correspondieron a una antigua reserva, y hay que mencionar a la primera
diputada nacional indígena de la Argentina, Amalia Gudiño, descendiente
de selknam.
-¿Se hace uso turístico o comercial de esa presencia indígena?
-Sí de su imagen como patrimonio cultural. Desde la
década del 80, las ciudades de Tierra del Fuego tienen palabras
indígenas para calles, barrios, escuelas y ofertas turísticas. Y la
temática aborigen está presente en las obras de plásticos, escritores y
artistas. Los arqueólogos hemos contribuido a aportar información sobre
las sociedades pasadas de Tierra del Fuego y sus modos de vida. En un
sitio con la dinámica de recambio de población de Tierra del Fuego, todo
conocimiento sobre el pasado puede ser un elemento clave para ayudar al
arraigo..
Fuente: ADN Cultura LA NACIÓN
Tuvieron una civilización compleja y técnicas de caza que les permitieron alimento de sobra y tiempo libre; sufrieron la persecución y la muerte, arrinconados por los blancos; los sobrevivientes se integraron a la sociedad conquistadora y su cultura es parte de la memoria de quienes habitan lo que fue su territorio. Los indígenas de Tierra del Fuego, sin embargo, tienen mucho menos espacio en el imaginario sobre los habitantes originarios que los pueblos del norte, o se los engloba en una imprecisa denominación: "onas".
La antropóloga Estela Mansur da razones: los indígenas
del actual territorio fueguino fueron menos, estaban lejos de Buenos
Aires -lejos hacia el sur, que siempre es más lejos- y sobrevivieron
hasta el siglo XX. "En otras zonas del país se puede hablar de un
genocidio indígena cometido en la conquista. Pero aquí se trata de gente
que estuvo en este territorio hasta hace poco tiempo. Es difícil hablar
de ellos", dice Mansur, antropóloga especializada en arqueología,
investigadora del Conicet, platense de nacimiento y fueguina por
decisión desde 1985, cuando llegó para investigar la tecnología y el uso
de instrumentos de piedra en los pueblos originarios.
Mansur trabaja ahora en "el corazón de la isla", una zona
de bosques donde busca y analiza las manifestaciones arqueológicas del
pueblo selknam que lo habitó, en particular la ceremonia del Hain, un
ritual de iniciación de los varones adolescentes.
El escaso conocimiento general sobre esos indígenas
contrasta con la abundancia de documentación que existe. Están las
observaciones del misionero anglicano Thomas Bridges, que se instaló en
la zona del canal de Beagle y llamó "onas" a los selknam,usando la
palabra con que sus vecinos, los yámanas, los denominaban. También los
informes de los cuatro viajes del sacerdote y etnólogo alemán Martin
Gusinde, entre 1919 y 1924, y los trabajos de Anne Chapman, la
antropóloga franco-norteamericana que llegó a fines de 1964 por primera
vez y difundió como nadie la vida y la cultura selknam hasta su muerte,
en 2010. Mansur, que trabajó con Chapman, participó recientemente de una
muestra en homenaje a la antropóloga en el Museo Mitre.
-¿Había muchos grupos en la zona de Tierra del Fuego?
-Unos eran los canoeros: en las costas e islas, con alta
tecnología de navegación, cazaban mamíferos marinos en alta mar. Otros
eran los selknam y otros grupos, cazadores continentales o de a pie.
Cazaban mamíferos como el guanaco y tenían un mundo de creencias, mitos,
representaciones y teatro. Eran una sociedad rica y compleja.
-¿Desde cuándo estuvo poblada la zona?
-Desde el retiro de la última glaciación, y en particular
en un momento en que el nivel del mar estaba bajo, con lo cual el
estrecho de Magallanes era un pequeño hilo de agua. Los restos
arqueológicos más antiguos datan de algo más de 10.000 años. Los selknam
conservaron su estilo de vida hasta bien avanzado el siglo XIX, cuando
comenzó la ocupación blanca de Tierra del Fuego, con la llegada de
buscadores de oro y estancieros. Al contagio de enfermedades para las
que no tenían defensas, la expulsión de sus territorios y el cambio
alimentario, se sumaron la persecución y las matanzas perpetradas por
algunos recién llegados. Los selknam buscaron refugio en los bosques del
centro de la isla, en las misiones salesianas o bajo la protección de
la familia Bridges. Poco a poco, los sobrevivientes se fueron integrando
en la sociedad conquistadora, como trabajadores de estancias, de
aserraderos, y dejaron de ser "visibles". Sin embargo, sus descendientes
viven hasta hoy en Tierra del Fuego.
-En el norte argentino, los pueblos originarios aparecen desplazados y empobrecidos. ¿Fue igual con los fueguinos?
-Es distinto, sobre todo por la diferencia numérica. Los
selknam eran cazadores recolectores nómades que se desplazaban
libremente. La llegada de las estancias implicó alambrados y ovejas, lo
que desplazó a los indios pero además modificó los territorios de
movilidad del guanaco, su principal fuente de recursos. Con la
marginación y la persecución, la reducción numérica de la población
selknam fue drástica. Hoy hay una asociación que nuclea a los
descendientes de los selknam; la provincia reintegró tierras que
correspondieron a una antigua reserva, y hay que mencionar a la primera
diputada nacional indígena de la Argentina, Amalia Gudiño, descendiente
de selknam.
-¿Se hace uso turístico o comercial de esa presencia indígena?
-Sí de su imagen como patrimonio cultural. Desde la
década del 80, las ciudades de Tierra del Fuego tienen palabras
indígenas para calles, barrios, escuelas y ofertas turísticas. Y la
temática aborigen está presente en las obras de plásticos, escritores y
artistas. Los arqueólogos hemos contribuido a aportar información sobre
las sociedades pasadas de Tierra del Fuego y sus modos de vida. En un
sitio con la dinámica de recambio de población de Tierra del Fuego, todo
conocimiento sobre el pasado puede ser un elemento clave para ayudar al
arraigo..
Fuente: ADN Cultura LA NACIÓN
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