DESDE LEJOS NO SE VE. A LA
DISTANCIA, CUANDO LOS CAMIONES DEJAN ESPACIO PARA VERLO, SE APRECIA LA
GRANDILOCUENCIA DEL MONUMENTO, CON MÁRMOL ROJO Y SUS FIGURAS DE BRONCE.
Aunque está compuesto por más de treinta figuras talladas en bronce, montadas sobre una gran estructura de mármol rojo, es difícil distinguirlo. Decenas de camiones –que esperan para descargar en el puerto– lo
rodean y socavan su grandilocuencia. Se trata del monumento que el
Estado argentino mandó a construir en honor a España para los festejos
del Centenario de la Patria, en 1910.
Vandalizado y en estado de abandono, quedó relegado casi en un rincón de la Ciudad: el más extremo de la
Costanera Sur, frente a la ex Ciudad Deportiva de Boca, muy cerca del
ingreso al asentamiento “Rodrigo Bueno”.
El conjunto escultórico Monumento a España es obra del artista plástico argentino Arturo Dresco
(1875–1961). Talló 31 figuras humanas que representan el espíritu
conquistador del pueblo español en otros tiempos: “A España fecunda,
civilizadora eterna”, dice una frase en el centro. Pero la mayoría de
las tallas han perdido ya su fisonomía original.
En un extremo, a
una figura masculina que yace junto a un cántaro, le cercenaron parte
de sus brazos y las piernas, por encima de las rodillas. Y en el extremo
opuesto, otra figura corrió la misma suerte: le cortaron la pierna
izquierda y los dedos de pies y manos. Además, a otro grupo
conquistadores le faltan los sables, y también se destacan los que
“perdieron” los instrumentos musicales originales.
En definitiva,
el monumento fue pensado para otro momento de la Ciudad. Aunque su
construcción fue encargada para los festejos del Centenario de la
Patria, en 1910, se inauguró 26 años después, cuando se pensó en esa
zona de la Costanera como un paseo público de excelencia . A
principios del 1900 se construyeron las avenidas y boulevares, para 1916
llegó la obra cumbre de Lola Mora –la Fuente de las Nereidas, muy cerca
de allí– y en 1927 el complejo de cinco edificios del arquitecto
húngaro Andrés Kálnay, entre ellos, el de la cervecería Munich (actual
sede de la Dirección General de Museos de la Ciudad).
El contexto, ahora, es muy diferente. El conjunto monumental quedó en un rincón que casi no es transitado por los habitantes de Buenos Aires: rodeado por decenas de camiones que pueden esperar durante días para
ingresar al puerto y descargar. Por eso, muchos choferes se reúnen
alrededor de las tallas y pasan allí muchas horas. Hay restos de comida , hasta se ven utensilios de cocina y muchas veces olor a orina. “Hace cuatro años que descargo en esta zona del puerto.
Nunca vi que nadie lo limpiara, ni cortara el pasto de la plazoleta. A veces limpiamos nosotros,
porque no nos gusta comer entre la basura y con olores”, contó Daniel,
un camionero.
DESDE CERCA SÍ. A VARIAS DE LAS FIGURAS QUE INTEGRAN EL COMPLEJO MONUMENTAL LES FALTAN LOS BRAZOS Y LAS PIERNAS.
A pocos metros del monumento se encuentra el
Observatorio Naval, un Centro de Inclusión Social porteño y la villa
“Rodrigo Bueno”, que en los últimos años se extendió y su ingreso ya
llega hasta la vereda del murallón de la Costanera.
“Está
previsto un plan integral de recuperación y puesta en valor para el
área. Pero para llevarlo a cabo hay que resolver el grave problema de
inseguridad que se vive cotidianamente en la zona”, le dijo a Clarín
el ministro de Ambiente y Espacio Público porteño, Diego Santilli. En
1992, el entonces presidente Carlos Menem había prometido mudarlo a la 9
de Julio y Avenida de Mayo. Pero el Monumento a España sigue olvidado,
en el extremo Sur de la Ciudad.
Fuente: clarin.com
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