EN PARÍS, EL BEAUX-ARTS RESISTE EL PASO DEL TIEMPO

      El museo de Orsay, antigua estación de trenes, es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de Bellas Artes
      de París. (Francois Guillot/Agence France-Presse — Getty Images
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Sam Lubell

PARÍS — La sede de la Bienal durante mucho tiempo, el Grand Palais, con su base de piedra enorme y repleta de columnas, un atrio brillante y extraordinario y un techo monumental redondo hecho de vidrio y metal, es un ejemplo perfecto de la arquitectura del academicismo francés.
Nacida en la venerada escuela de arte y arquitectura de París, la École des Beaux-Arts (Escuela de Bellas Artes), los emblemas del movimiento desde el siglo XIX y comienzos del siglo XX son su peso, grandeza y tradición clásicos combinados con un foco asistido tecnológicamente, puesto en la luminosidad, enaltecimiento y ornamentación intrincada. No sorprende descubrir que los edificios de estilo académico francés se pueden descubrir en toda la ciudad de París, y ofrecen una visión de una época optimista y dorada en la cual los diseñadores se inspiraban en simultáneo del pasado y el futuro.
¿Qué mejor lugar para comenzar que donde nació la arquitectura de Beaux-Arts, la École des Beaux-Arts? La escuela está en el VI distrito, entre el encantador Boulevard Saint-Germain y el aún más encantador río Sena. Su punto central, en el extremo más alejado de un patio de entrada, es el Palais des Beaux-Arts, diseñado en 1840 por Félix Duban, egresado de la escuela. La fachada del Palais, regimentada, de piedra, parecida a un templo, está repleta de arcos y columnas de estilo románico y con blasones con los nombres de los grandes artistas y arquitectos del Renacimiento.
Al caminar por su interior, uno se siente envuelto por el resplandor etéreo de su Cour Vitrée, que recuerda una galería romana, llena de motivos clásicos y estatuas. Está coronada por un techo elevado de hierro y vidrio (agregado en 1863) que deja ver el cielo. Mientras se encuentre en su interior, explore los otros edificios de la academia, que van desde el siglo XVII al XX. No muy lejos de allí, puede encontrarse con otro encanto del academicismo francés: la cavernosa Grande Galerie de l’Évolution de Jules André, que presenta miles de especies animales, y afianza el extremo sur del majestuoso Jardin des Plantes.
La sala de lectura Labrouste de la Biblioteca Nacional, Site Richelieu, en París.  (Francois Guillot/Agence France-Presse — Getty Images)
         La sala de lectura Labrouste de la Biblioteca Nacional, Site Richelieu, en París.      (Francois Guillot/Agence France-Presse -                 Getty Images)

La mayor parte de los visitantes conocen bien el Musée d’Orsay, ex estación del ferrocarril Gare d’Orsay convertida en 1986 en lo que se transformó en el segundo museo más popular de París después del Louvre. Aunque la mayoría desconoce que también es uno de los mejores ejemplos del academicismo francés en la ciudad. La obra maestra de Victor Laloux, terminada, al igual que el Grand Palais, para la Exposición Universal de 1900, tiene una base de mampostería clara enorme engalanada por grandes ventanas con arcos, coquetas guirnaldas de piedra y balaustradas y frontones clásicos. Su cielorraso macizo, abovedado, con arcos bordeados de flores y cuadrados de vidrio brillantes, se abre en un espacio sorprendentemente amplio cruzado por puentes y ribeteado por galerías en bloque.
La sección más famosa del museo, su colección inigualable de arte impresionista, se encuentra en el último piso, pero no deje de visitar las áreas igualmente valiosas y menos frecuentadas, como los diseños de art nouveau de toda Europa. Mientras se encuentre en París, trate de visitar más estaciones espléndidas del ferrocarril de estilo académico francés, con sus fachadas decoradas y sus interiores cavernosos de hierro y vidrio, que incluyen a la Gare du Nord, Gare de l’Est, Gare de Lyon y Gare St.-Lazare.
Desde la Rue de Richelieu, apenas podría decir que la ex Biblioteca Nacional de Francia, hoy denominada Bibliothèque Nationale, Site Richelieu, (la Biblioteca Nacional François Mitterrand de Dominique Perrault ahora es la ubicación principal de la biblioteca), es una de las maravillas más grandes construidas en la ciudad.
Diseñada por un egresado famoso de la École des Beaux-Arts, Henri Labrouste, la fachada de piedra severamente austera revela solamente frontones románicos firmes, columnas corintias y unos pocos toques clásicos más. Pero, camine por su interior y se quedará maravillado. El hall de la biblioteca de 1867, la sala de lectura de Labrouste, está inundada de espacio y luz gracias a una serie de claraboyas abovedadas decoradas de colores sobrenaturales, soportadas por columnas de hierro forjado altas y delgadas.
Sus arcos de piedra redondeados están cubiertos de libros y murales de paisajes, e incluso sus escritorios de madera oscura, con lámparas de vidrio verde protuberantes son sorprendentes. Créase o no, hay una sala de lectura aún más grande en el complejo, la Sa­lle O­vale con techo de vidrio de Jean-Louis Pascal, aunque estará cerrada hasta 2020 por reformas.
Para tener un panorama fenomenal de la capacidad de La­brouste, visite la Bibliothèque Saint-Geneviève, cubierta por dos cielorrasos largos y en forma de tubo, cerca del Panthéon. Más cerca del Site Richelieu, explore la mítica Ópera de París de Charles Garnier. Si bien combina la escala y majestuosidad del diseño del academicismo francés, generalmente está clasificada como neobarroca por su nivel de decoración.
El Grand Palais fue el centro de atención en la exposición de 1900, y todavía se encuentra en la Avenue Winston Churchill, como una cuña entre Champs-Élysées y el Pont Alexandre III del academicismo realizado por Eugène Hénard, con sus vanos arqueados, columnas importantes y estatuas cubiertas de oro. Aunque su hermano vecino, el Petit Palais de Charles Girault (originariamente denominado Palais des Beaux-Arts de la Ville de Paris), es probablemente un ejemplo más sublime del estilo de Beaux-Arts.
Envuelto alrededor de un patio semicircular exuberante y al que se accede por una puerta de piedra y vidrio estratificada, el museo, que exhibe el arte francés de los siglos XIX y XX, evoca genuinamente un palacio, con sus salas abovedadas, muy iluminadas, murales sorprendentes, frescos y pórticos, además de herrajes y adornos intrincados y curvos.

Fuente: clarin.com

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