Nueva programación.
Hasta noviembre se puede apreciar la variedad de muestras del CCR: homenajes, archivos compartidos, intimidad, ciencia ficción y sensuales fantasías animadas
Hasta noviembre se puede apreciar la variedad de muestras del CCR: homenajes, archivos compartidos, intimidad, ciencia ficción y sensuales fantasías animadas
En primer plano, dos esculturas mitológicas de Renata Schussheim en Sala Cronopios. Foto: LA NACIÓN / Leo Vaca/AFV
Daniel Gigena
Tres tiempos conviven
en la nueva programación de artes visuales presentada por el Centro Cultural Recoleta:
pasado, presente y futuro. Hay continuidades, bucles, pasajes de uno a otro,
además de homenajes y clausuras de poéticas personales, colectivas e
institucionales.
CRONOPIOS Formas e historia del Centro Cultural Recoleta, la gran muestra por partida triple en
"Todos son parte de la historia del Centro, y la mayoría de las obras que
se exhiben pasaron por sus salas; incluso muchas de ellas se mostraron por
primera vez allí", dice Cippolini, para quien la clave del CCR fue la
mezcla de estilos a lo largo de las décadas. "La única salvedad quizá sea
que, a partir del segundo lustro de los años noventa, exponer en el CCR resultó
prestigioso, y eso atrajo a muchos artistas que no habían expuesto antes en la
institución, lo cual acentuó aún más la disparidad", agrega.
Curador invitado por la gestión de Jimena Soria, Cippolini destaca que el
Recoleta fue una suerte de escuela para espectadores de arte: "Lo
inconciliable se manifestaba simultáneamente, mes a mes; nada más había que
recorrer sus salas para constatarlo". Para él y para otros que fueron
jóvenes en los años 90, el CCR siempre fue "una suerte de sismógrafo, un
indicador inexcusable, puro presente".
En Cronopios se agrupan obras heterogéneas: están las de Marcia Schvartz,
Liliana Porter y Federico Klemm, una pintura monocromática de Juan José Cambre
y otras de Alfredo Prior; varios collages calendarios de Nora Iniesta se cruzan
con fotos de Nora Lezano, y esculturas de Pablo Suárez (como la audaz El pibe Bazooka) conviven con
el díptico de sillas de Luis Benedit y León Ferrari.
Las dos muestras contiguas exhiben entrevistas filmadas a artistas, ex
directores y trabajadores de los equipos de las distintas gestiones (ocho desde
1983), una línea de tiempo, videos musicales, afiches y vitrinas con
producciones gráficas. Es deseable que la capacidad de producir catálogos y
afiches del CCR no se pierda en aras de la no tan revolucionaria revolución
digital. Los catálogos construyen identidad y memoria cultural.
SIN PICAPORTE
Las nuevas líneas de
programación del CCR son explícitas: aumentar los espacios de promoción de
artistas jóvenes, sumar disciplinas e impulsar una mayor apertura en la
definición de contenidos, con curadores invitados rotativos. Sin picaporte, el conjunto de
muestras curadas por Laura Spivak, se acerca de manera ideal a esas premisas.
"Sin picaporte refiere
a la idea de puertas abiertas, de invitación a entrar sin golpear ni pedir
permiso", dice Spivak, que convocó a artistas de edad intermedia,
provenientes de artes visuales y escénicas: Gabriel Baggio, Daniel Basso, Mariano Giraud, Luciana Lamothe, Gonzalo Córdova, Fernando Rubio, Juliana Iriart y Matías Umpierrez, que participa con una serie de
videoinstalaciones cuya huella se puede rastrear en www.proyectoconstrucciones.com.
"Nos interesaba conformar un grupo de artistas ecléctico, que trabajaran
diferentes formatos, que presentaran universos disímiles y que involucraran al
público a través de diversos mecanismos", cuenta Spivak. Varias propuestas
lo consiguen. En especial las de Giraud, Basso y Baggio.
Stellarator, de Giraud, propone una obra-viaje de realidad virtual. En
la sala no hay picaporte, aunque sí un organizador de fila que dispone el paso
de una persona por vez. Desde el umbral, el espacio parece un escenario
incongruente de carpas y banderas con insignias. Una vez abierto el paso, el
espectador es guiado por una joven vestida como la princesa Leia de Star Wars. Al sentarse en un
sillón, equipado con un casco visor, el visitante asiste a una transformación
increíble. Giraud narra una historia interestelar en la cual las carpas se han
convertido en bases espaciales y naves abandonadas entre íconos del arte
occidental; las banderas se ven ahora quemadas. Giraud, que apoya su proyecto
en presupuestos científicos (algo muy de moda hoy), crea una obra de ciencia
ficción poética.
"Elijo los materiales en función del concepto blando, soft -cuenta Basso, creador deTour
blando-. Decidí anular las ventanas de la sala y poner en su lugar
esculturas que le den continuidad." Alfombras, módulos curvos y tapizados,
una escultura incorpórea y monturas acolchonadas de cuero, mármol y madera
configuran un itinerario de cabaret, de confort inquietante y sensualidad, en
el que las superficies amortiguan el sonido y expanden las potencias de lo
táctil.
Con La mano inteligente, Baggio
lleva su poética doméstica y artesanal a un plano espacial. Ocupa la sala con
una instalación que incluye vitrinas repletas de herramientas, libros y
tejidos; un juego de sillones con mesita ratona y obras enmarcadas con esmero.
Cerámicas esmaltadas decoran el salón con vistas al Patio de los Naranjos, a la
vez que permiten reflexionar sobre las estrategias del artista e incluso
preguntarse si esas estrategias no deberían ser renovadas.
La intervención de Lamothe en el Patio de "Lo particular de Sin picaporte radica en los encuentros inesperados -agrega Spivak-. Las obras se nutren entre sí y conforman un grupo que se caracteriza por tener una extraña naturalidad."
LOS ACCIDENTES
En el espacio Radar,
que convoca a creadores sub-30, José Sainz (compilador deInforme-Historieta
del siglo XXI) reunió a varios dibujantes e historietistas argentinos.Los
accidentes rinde tributo a la
labor que el CCR desarrolló por la historieta nacional.
"Intenté elegir a los autores emergentes que tienen propuestas gráficas y
narrativas más arriesgadas, sólidas, originales o todo eso al mismo tiempo
-dice Sainz-. Estética y temáticamente se puede organizar una lista de
coincidencias entre varios integrantes, pero al mismo tiempo hay una diversidad
amplia de registros." En las paredes de la sala, la historieta evoca el
espacio de los sueños, "una arquitectura mutante capaz de conseguir
cualquier forma", dice Sainz.
Su seleccionado incluye a Lucila Adano, Jo Murúa, Rip Gordon, Maia Debowicz,
Fran López, El Waibe y Pablo Guaymasi, entre otros. La sala se asemeja a una
revista diseñada con entusiasmo, creatividad y desparpajo. "Lo que propone
visiblizar la muestra no es tanto el futuro de los jóvenes, que por suerte no
sabemos dónde queda y cómo es -agrega el curador, editor y poeta-, sino
distintas variaciones del ahora."
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