Estaba en Belgrano. Ganó fama cuando allí, descubierto por el marido engañado, un hombre mató a su amante y se suicidó.
Ubicación. Juramento y Vuelta de Obligado, junto a la Iglesia de la Inmaculada Concepción, conocida como “la Redonda”. Ahora hay un café.
Eduardo Parise
La tragedia tuvo tres víctimas y conmovió a toda la Ciudad. Ocurrió en mayo de 1878. Por entonces otras noticias ocupaban los titulares de los diarios: el presidente Nicolás Avellaneda seguía impulsando la
inmigración europea; su ministro de Guerra, el general Julio A. Roca preparaba la campaña al “desierto” para terminar con muchos habitantes originarios; los sanitaristas se preocupaban por la viruela y otros funcionarios creaban el Monte de Piedad (el actual Banco Ciudad) para “servir a la clase proletaria”, buscando promover el crédito barato y regular el mercado financiero. Pero aquellas tres muertes violentas, incluyendo la de un bebé, fueron demasiado para la sensibilidad de la gente.
Todo había empezado un mes antes, cuando un grupo de
inmigrantes se había embarcado en Hamburgo, con destino a Buenos Aires.
Para llegar a la “tierra prometida” eran más de treinta días de
navegación. Entre esa gente estaba el matrimonio de Carlos y Teresa
Scheiber, con sus pequeños hijos. También viajaba Julio Rohlfs, conocido
de ellos. En la Argentina ya estaban radicadas varias familias alemanas
llegadas desde la zona del Volga. Inclusive habían fundado pequeños
pueblos como Colonia Hinojo, cerca de Olavarría. Al llegar a Buenos
Aires, la pareja se alojó en el Hotel de Inmigrantes que entonces estaba
cerca del Centro (funcionó allí hasta 1911, cuando se edificó el de
Puerto Nuevo). Rohlfs se quedó en otro lugar de la Ciudad.
La
sorpresa surgió un par de días después: Teresa desapareció, dejando a su
marido y a los chicos. Lo llamativo es que ella llevaba un embarazo de
casi ocho meses. Dicen que el hombre empezó a buscarla por toda la
Ciudad, pero nadie tenía datos. Recién a la semana le llegó una
información clave: su esposa estaba en el vecino pueblo de Belgrano. Fue
la chispa que encendió el fuego de la tragedia. Cuando llegó, Carlos
Scheiber descubrió que su mujer estaba alojada en el Hotel Watson, en
Lavalle (hoy Juramento) y Río Bamba (hoy Vuelta de Obligado), al lado de
la Iglesia de la Inmaculada Concepción, conocida como “la Redonda”.
Junto con la mujer estaba Julio Rohlfs, su amante. Las crónicas de la
época dicen que, al verse descubiertos, Rohlfs agarró un arma, le
disparó a Teresa y se suicidó.
El Hotel Watson era un símbolo del
lugar. Su dueño, Thomas Watson, un inglés nacido en 1837, se había
radicado en el país a principios de la década de 1860. El hotel
funcionaba allí desde unos años antes de la construcción de la
monumental iglesia, que se inauguró en diciembre de 1878. Tenía dos
pisos y hasta un mirador para divisar la llegada de las diligencias que
paraban en el lugar. Cuentan que era famoso por la buena comida que
preparaba un cocinero escocés. El día de la tragedia, allí también
estaba alojado Vicente Castañeda, un médico español. Al ver a la mujer
baleada, Castañeda actuó rápido y con una cesárea buscó salvar al bebé.
Pero la criatura murió al día siguiente.
Después se descubrió que
los amantes habían previsto que todo podía terminar mal. Y dejaron dos
cartas explicando su decisión. Teresa decía que nunca había amado a su
marido y afirmaba: “Más vale morir que seguir en esta vida”. Julio
sostenía: “No hay nada que me pueda convencer de seguir sufriendo esta
vida penosa”. Y ambos, en sus textos, confesaban su amor. Hoy del hotel
sólo quedan unos arcos de su recova. La parte superior fue demolida. Y,
tras unos años de abandono, la recova se convirtió en el local de un
elegante café. Quizá por allí también retumben los ecos del sonido que
dejaba al pasar el viejo “tranguaicito”, un tranvía tirado por tres
caballos percherones que iba desde la estación del tren, en el Bajo,
hasta la actual calle Vidal. El servicio era para que los vecinos
pudieran llegar hasta el ferrocarril, un medio clave para trasladarse al
Centro de la Ciudad. Ese servicio especial, cuya concesión estaba a
cargo de Luis Cevasco (antiguo vecino de Belgrano), funcionó hasta
noviembre de 1915. Pero esa es otra historia.
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