Lo diseñó el arquitecto Alejandro Christophersen en 1905 y en 1944 fue comprado por el Circolo Italiano: tiene un restaurante.
Elegancia: la residencia de Libertad 1264, hoy Circolo Italiano. (Emmanuel Fernández)
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Eduardo Parise
En el país y en Buenos Aires, el apellido Leloir está asociado a Luis Federico, ese científico argentino que, en 1970, fue galardonado con el premio Nobel de Química. También con la fundación que lleva su nombre. Pero en la Ciudad hay una construcción que suele pasar desapercibida dentro de la geografía porteña: el Palacio Leloir. Construido en la primera década del siglo XX, es una perla del barrio de Retiro que, con su historia centenaria, pudo eludir el escaso criterio de quienes suelen proponer demoliciones en nombre de la modernidad.
La hermosa residencia
está en Libertad 1264 y en el frente todavía luce una artística reja que
separa la calle con lo que en la tradición francesa se conocía como el
patio de honor. Es decir: un jardín con entrada para carruajes que era
una especie de antesala para llegar al palacio propiamente dicho.
Entonces allí se destaca la gran fachada de estilo academicista francés
(se nota su composición simétrica) con toques del Art Noveau que se
delata en las columnas y la marquesina. El diseño estuvo a cargo de
Alejandro Christophersen (Cádiz, 1866/Buenos Aires, 1946) por un pedido
que, en 1905, realizó Isabel E. de Ocampo. Sin embargo, en 1914, aquella
obra fue comprada por el matrimonio que formaban Antonio Leloir y Adela
Unzué.
Leloir y Unzué se habían casado en agosto de 1900 en una
gran ceremonia realizada en la iglesia de La Merced. De ese matrimonio
nacieron cuatro hijos: Adela, Clara, Mercedes y Antonio. El palacio
consta de planta baja y dos pisos. En su origen, la planta alta
albergaba los dormitorios y tanto los salones como esos sectores están
decorados con el estilo típico de esos tiempos: cielorrasos con
molduras, mármoles y pisos de roble. Todos los herrajes y ornamentos son
de bronce.
En
1944, la residencia fue comprada a la viuda de Leloir por el Circolo
Italiano di Buenos Aires para instalar allí su sede. El club, fundado en
1873, cuando la colonia italiana en la Argentina ya superaba los
200.000 ciudadanos, lo compró después de vender su sede anterior que
estaba en Florida casi Corrientes. Fue la última mudanza después de
haber recorrido otros seis lugares anteriores en edificios alquilados.
Lejos de despreciar el magnífico edificio, los nuevos propietarios lo
revalorizaron dándole brillo a las arañas de cristal, los mármoles y la
boiserie hecha con maderas nobles. También actualmente resalta la
biblioteca con vitrinas, en donde se guardan diccionarios y
enciclopedias históricas vinculadas con la cultura italiana.
Un
párrafo aparte merece el Circolo Massimo, un restaurante especializado
en alta cocina italiana que desde hace unos años funciona en la planta
baja de la misma residencia. A la magia del edificio (donde se conserva
desde el estaño original de la barra del bar hasta la espectacular vista
al jardín que está en la parte de atrás del palacio, con un árbol
centenario), se le suma lo que los artísticos cocineros llaman “el
recorrido sensorial por las tentaciones de cada región italiana”. En ese
desfile de sabores es obvio que la vedette son las pastas, aunque las
carnes, los embutidos típicos y los quesos no se quedan atrás. También
tienen salones para reuniones empresariales y fiestas sociales.
Desde
mayo de 2008 el majestuoso edificio del Circolo Italiano fue declarado
Sitio de Interés Histórico y Cultural, algo que tal vez Alejandro
Christophersen nunca imaginó cuando lo diseñaba.
Y es probable que
tampoco lo haya pensado al planificar muchas de las magníficas obras
arquitectónicas que su talento creativo dejó en Buenos Aires. La lista
incluye muchas residencias (como el Palacio Anchorena, actualmente sede
de la Cancillería Argentina, en Arenales 761), edificios públicos (como
el de la Bolsa de Comercio, inaugurado en 1916) o la impactante Basílica
de Santa Rosa de Lima, en la avenida Belgrano y Pasco. En la
construcción (se inauguró en 1934) se destaca una imponente cúpula
central revestida en cobre y sostenida por un círculo interior con
dieciocho columnas de mármol verde.
Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
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