Como por milagro, proliferan las obras del genio. El sitio online Artnet hizo una investigación que revela que “hay un Leonardo o dos por semana en el mercado”.
De vez en cuando llega a los diarios la sospecha –la esperanza– de que tal o cual cuadro colgado en un lugar remoto salió, en realidad, de la paleta del gran Leonardo Da Vinci. De vez en cuando.
A
los galeristas, en cambio, les llega más seguido. El sitio online
Artnet hizo una investigación a partir de un llamado que recibió un
experto en arte estadounidense, Todd Levin. Alguien llamado Richardl
Lawler le decía que tenía no uno sino DOS cuadros de Da Vinci para
vender. El experto se sorprendió: hasta el momento se conocen sólo 23
obras del artista del Renacimiento.
Sin
embargo, a veces lo extraño es real. En marzo se vendió por 75
millones de dólares Salvator Mundi, una obra que recién en 2011 fue
atribuida a Leonardo.
Artnet
consultó a otro experto, Martin Kemp, de la Universidad de Oxford. El
había escuchado hablar de dos cuadros, no sabía si eran los mismos del
llamado. “Uno es un retrato de una mujer con una estola de piel y el
otro, un supuesto retrato del pintor Salai”. De todos modos, dijo Kemp,
a él le llevan entre 12 y 20 “Leonardos” por año.
En
2013, por ejemplo, un supuesto Leonardo fue hallado en un banco suizo.
Era el retrato de una mujer de la nobleza, Isabella d’Este. Algunos
expertos lo avalaron, otros dudaron.
“Hay
un Leonardo o dos por semana en el mercado”, dijo a Artnet el
galerista Asher Edelman. “Ninguno está documentado y la mayoría de los
especialistas no los daría por auténticos. Las casas de subastas no los
rematarían, los bancos no darían préstamos contra ellos”. ¿Edelman
había oído hablar de los Leonardos de Lawler? Los que ofrencen esas
cosas, dijo, “cambian de nombre todo el tiempo”.
En
los últimos años, apareció una Madonna atribuida a Da Vinci en
Escocia, un autorretrato en Italia, una versión de la Mona Lisa en
Suiza y La bella principessa, pintado con tiza y tinta. Sobre cada uno
hay polémica. Grandes nombres, gran atractivo. Ya se sabe, lo barato
puede salir muy caro.Fuente: Revista Ñ Clarín
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