Fortaleza en Elsi del Rio
Sutiles
huellas humanas se funden con la potencia de la naturaleza en las obras
de Florencia Temperley, Alexandra Kehayoglou, Andrés Paredes y Agustín
Sirai
Los rastros humanos que apenas se adivinan en la fotografía de Florencia Temperley atraviesan casi todas las obras reunidas en Fortaleza
, la muestra que la artista comparte hasta el 20 de marzo con Alexandra
Kehayoglou, Andrés Paredes y Agustín Sirai en Elsi del Rio (Humboldt
1510). Un retorno a las raíces que nos enfrenta con lo único cierto: la
"permanente impermanencia" de la naturaleza.
"Miro lo orgánico como un lugar de resistencia, de
refugio de las subjetividades frente a un mundo que lo ve, lo sabe y lo
controla todo. La construcción interna de lo que somos, deseamos,
creemos, necesita un espacio y un tiempo de reflexión, de
contemplación", dice Temperley después de haber tomado distancia de sus
impecables creaciones digitales para construir escenas más reales, en
las que el defecto se integra a la belleza.
Así como ella ató los hilos que unen las flores a la
rama que rescató de la plaza y les cosió un nuevo escenario, Sirai
escondió extraños animales entre los árboles de sus pinturas, Kehayoglou
combinó los paisajes de su infancia con las alfombras que hacían sus
abuelos y Paredes dio volumen, movimiento y color a sus piezas de papel
calado. Todos ellos parecen haber trabajado con la convicción de que la
verdadera fortaleza está en la ternura, en los pequeños detalles.
Para Sirai, ganador del V Premio de Pintura Banco
Central, esos detalles funcionan como un modo de atraer la mirada. Sus
misteriosas islas con cascadas geométricas, muebles abandonados y
puertas que no conducen a ninguna parte actualizan el paisaje pero
mantienen lo que él define como la esencia de este antiquísimo género:
"Convocar a la observación, abordar preguntas existenciales sobre la
relación del hombre con el mundo".
Desde muy chica, mientras jugaba entre los árboles de
su jardín, Kehayoglou aprendió de su padre lo importante que era
observar la naturaleza. Dentro de la fábrica de alfombras, esas imágenes
se unieron a la tradición familiar para convertirse en túneles mágicos
que funden el interior con el exterior, y nos transportan al horizonte
de la playa o a una hamaca en medio del bosque.
También Paredes llevó a sus obras el efecto de las
gotas de lluvia sobre el monte y las sombras de la infinita variedad de
plantas de la selva misionera. Aquí, una vez más, hay que detenerse para
distinguir las manos de su sobrino entre los huecos en el papel; otra
pequeña huella humana perdida entre los frutos de una fuerza que se
intuye más poderosa. "Trabajo con los procesos de la naturaleza -señala
el artista- como metáfora de las posibilidades de nuestros propios
cambios."
Fuente: ADN Cultura La Nación
Fuente: ADN Cultura La Nación
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