El Teatro Colón presenta en calidad de estreno latinoamericano Prometeo, tragedia dell'ascolt, obra cumbre del compositor veneciano Luigi Nono . Un esfuerzo titánico y una puesta novedosa con el público rodeado por los músicos
EXPERIENCIA. En el Prometeo de Luigi Nono la música llega a los oídos del público desde distintos lugares del Teatro Colón. PRENSA TEATRO COLON / MAXIMO PARPAGNOLI |
Por Gustavo Fernández Walker
El nombre mismo es ya una señal de algo osado y monumental. Prometeo era el nombre del titán que entregó a los hombres el fuego robado a los dioses. El Prometeo moderno bautizó Mary Shelley a su Frankenstein, dispuesto a descubrir nada menos que la llama de la vida. Y Prometeo, tragedia dell'ascolto es el nombre de la obra cumbre del compositor Luigi Nono (Venecia, 1924-1990), una ópera asombrosa y genial que este fin de semana podrá escucharse en el Teatro Colón, con el esfuerzo conjunto del Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del Teatro San Martín y Colón Contemporáneo y en calidad de estreno latinoamericano.
El nombre mismo es ya una señal de algo osado y monumental. Prometeo era el nombre del titán que entregó a los hombres el fuego robado a los dioses. El Prometeo moderno bautizó Mary Shelley a su Frankenstein, dispuesto a descubrir nada menos que la llama de la vida. Y Prometeo, tragedia dell'ascolto es el nombre de la obra cumbre del compositor Luigi Nono (Venecia, 1924-1990), una ópera asombrosa y genial que este fin de semana podrá escucharse en el Teatro Colón, con el esfuerzo conjunto del Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del Teatro San Martín y Colón Contemporáneo y en calidad de estreno latinoamericano.
Y la palabra clave es, en efecto, "escuchar". El propósito de Nono es nada menos que "liberar" la escucha del habitual sometimiento a la visión, al movimiento. Crear un ámbito en el que los sonidos mismos constituyen el drama. La obra fue estrenada en Venecia en 1984, en una vieja iglesia "secularizada", en la que el arquitecto Renzo Piano, siguiendo las indicaciones de Nono, diseñó una imponente estructura de madera en la que público e intérpretes estaban dispuestos de una manera particular, pensada especialmente para provocar un nuevo tipo de experiencia musical. El texto de la obra fue creado junto al filósofo Massimo Cacciari, a partir de textos de Esquilo, Hesíodo, Sófocles, Rilke y Walter Benjamin, entre otras fuentes. La música llega a los oídos del público desde distintos lugares de la estructura: uno se encuentra rodeado, sumergido en los sonidos generados por los diversos grupos instrumentales, recitadores, coro, solistas y parlantes en los que el sonido se procesa en tiempo real.
La estructura diseñada por Renzo Piano parecía una enorme nave, y funcionaba a la vez como sala y como caja de resonancia. El resultado de la aplicación conjunta de técnicas de construcción naval y de luthería. El proyecto original contemplaba la posibilidad de trasladar la estructura a los lugares en los que se hicieran nuevas representaciones, pero un año después del estreno, para la presentación en La Scala de Milán, en 1985, Nono cambió de idea: además de una serie de modificaciones a la partitura, los enormes costos de producción que implicaba el traslado del espacio original lo convencieron de imaginar las sucesivas presentaciones adaptadas a los lugares en los que se llevarían a cabo. Así se estrenó la obra en Frankfurt, París, Bruselas, Londres y Berlín. Y así, también, llega ahora al Teatro Colón, este fin de semana (sábado a las 20.30 y domingo a las 17.00), a cargo de grandes artistas cuya enumeración ocuparía toda esta página: así de "titánico" es el esfuerzo que implica la producción de este Prometeo.
Para dar una idea de todo el trabajo que hay detrás de la obra, baste mencionar que los preparativos comenzaron hace más de un año. Así lo cuenta André Richard, el encargado de todas las sucesivas "reencarnaciones" de la obra en diversas salas del mundo: "hicimos una especie de scanner del Colón, para tomar como punto de partida la estructura del teatro. Es un desafío, similar a lo que nos ocurrió en La Scala en 1985: un teatro consagrado a la ópera, una arquitectura centenaria en la que el público está acostumbrado a tener a los músicos de frente, sobre el escenario. Pero la idea de Nono es cambiar todo esto: el público está ahora en el centro, rodeado de los músicos, a los que hay que ubicar en diversos grupos en los palcos, a diversas alturas".
TELEDIRIGIDOS. Los músicos tocan también en los palcos, y siguen al director a través de pantallas. PRENSA TEATRO COLÓN / MÁXIMO PARPAGNOLI |
-¿Cuánto cambia la obra, entonces, en cada nueva representación?
-Cuando Nono concibió esta partitura, tenía en mente una cierta concepción del espacio, plasmada en la estructura de madera de Renzo Piano. Pero para el segundo estreno, en La Scala, se hicieron muchas modificaciones. Uno puede intervenir en el espacio de una cierta manera, pero hay una relación entre la orquesta, los solistas y la electrónica que corresponde a la concepción original de la obra y que no se puede modificar. Después de mucho trabajo, encontramos la solución para el Teatro Colón, y debo decir que estoy fascinado por el sonido de la sala. No sólo por lo que llega desde el escenario, sino por cómo suenan los instrumentos fuera de la caja acústica. Me sorprendió lo bellos que son los sonidos interpretados desde los palcos. Es verdaderamente un milagro.
-Hay una suerte de paradoja: los procedimientos para lograr la "emancipación" del sonido respecto de la vista son tan novedosos que es difícil no sentir el deseo de observar cómo son generados.
-Pero eso es así porque nosotros no podemos separar la escucha de la vista. En esta tragedia dell'ascolto, precisamente, lo que se busca es reducir al mínimo el movimiento, los decorados, todo aquello que no sea el sonido mismo. Pero si uno piensa en la estructura original de Piano, eso se lograba mediante una verdadera experiencia estética, condicionada por la arquitectura. En cierto modo, esa influencia de la arquitectura en lo sonoro tiene un antecedente en Bayreuth: cuando Wagner escribe una ópera especialmente para ese teatro, como Parsifal, modifica su escritura completamente.
-Las dimensiones de Prometeo son, también, "wagnerianas"...
-En el caso de Nono, creo que tiene que ver con el hecho de que se trata de una personalidad profundamente identificada con su ciudad. Nono es veneciano, y en Venecia el tiempo es completamente diverso respecto de otras ciudades. Por lo pronto, no hay autos. Hay que caminar, atravesar puentes, ocasionalmente tomar un vaporetto... Los desplazamientos son mayores, toman más tiempo, demandan más energía. Y la música de Nono es así, especialmente en sus últimas obras. Tienen una concepción del tiempo totalmente diferente de la habitual: Prometeo tiene un ritmo que, para mí, es "veneciano". Hay gente que se desespera porque parece que transcurre un tiempo larguísimo y que no pasa nada. No puedo hablar por los otros, pero una vez que una persona acepta esta nueva situación de la escucha puede tener una experiencia completamente extraordinaria, fuera de lo normal. Se produce una suerte de epifanía, y eso lo noté en todos los lugares en los que se hizo esta obra. Todos terminan absolutamente fascinados.
AGENDA:
Teatro Colón. Cerrito 628
16.11.2013 • 08:30 pm
17.11.2013 • 05:00 pm
Fuente: Revista Ñ Clarín
17.11.2013 • 05:00 pm
Fuente: Revista Ñ Clarín
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