Pasaje General Paz. Tiene entrada por Zapata y por Ciudad de la Paz. Su construcción fue una versión superadora de los conventillos. / LUCIANO THIEBERGER |
En sus orígenes se las denominaba “viviendas colectivas”. Otros
los llamaron “pasajes residenciales”. Y algunos, hasta llegaron a decir
que eran una especie de alternativa superadora de los populares y
controvertidos conventillos. Lo cierto es que muchas de esas
construcciones, que se originaron para ser “casas de renta”, hoy
conservan algo de aquel ambiente del Buenos Aires de principios del
siglo XX con una atmósfera mucho más integradora que las de la actuales
torres de departamentos. Uno de los ejemplos más claros de aquello lo
aporta todavía el Pasaje General Paz, en el barrio de Colegiales.
Construido
en 1925, el pasaje tiene dos pórticos de acceso: uno, sobre la calle
Zapata 552; el otro, sobre Ciudad de la Paz 561. Su recorrido muestra
una gran galería rectangular con tres pisos de departamentos (en todo el
edificio hay 57) que dan a un patio interior, cubierto con baldosas de
aquellas que en un tiempo poblaron las veredas porteñas. Pero lo más
llamativo del Pasaje General Paz está en sus balcones y pasillos
integradores. Luciendo barandas de hierro, convierten al gran patio en
un conjunto que se entrelaza como para que nadie deje de conocer a su
vecino de enfrente.
La obra fue pensada por el ingeniero y
arquitecto Pedro Vinent, quien también era el dueño del terreno. La
construcción estuvo a cargo de la empresa Gustavo Taddía. Desarrollada a
mitad de una manzana, en terrenos que tenían unos 25 metros de ancho,
aquella vivienda colectiva, como tantas otras que hubo en la Ciudad,
contaba con el apoyo financiero de inversores particulares, muchas veces
avalados por compañías de seguro. La idea ya venía arrastrándose desde
tres o cuatro décadas antes. Es que la llegada de muchos inmigrantes
acentuaba la falta de viviendas.
Por eso, la intención era que esa
gente, que empezaba a progresar en la escala social, tuviera lugares
que superaran la propuesta del conventillo, donde había nada más que una
pieza para cada familia, y un par de baños compartidos, al fondo de un
patio, también compartido.
Esa idea de casas de mejor calidad ya
la había desarrollado Vinent, junto con otros arquitectos, en el Barrio
El Hogar Argentino (algunos lo conocen como “Barrio Inglés”), construido
alrededor de 1923 en la zona que comprenden las calles Valle, Del Barco
Centenera, Emilio Mitre y Pedro Goyena, en Caballito. Esa entidad
financiera era la encargada de desarrollar las viviendas.
De ahí
que Vinent pensó en el edificio de Colegiales, con esas fachadas
interiores que dan al patio, y las fachadas exteriores que se muestran
sobre las calles Zapata y Ciudad de la Paz, que antes de llevar ese
nombre se llamaba General Paz. La denominación se cambió cuando se
construyó la avenida de circunvalación (inaugurada en 1941) que recuerda
a José María “El manco” Paz, ese militar nacido en Córdoba en 1791 y
que murió en 1854.
El pasaje General Paz, con sus vistosos bancos
de mampostería y las macetas colgantes que llenan el lugar de verde, no
es de tránsito para el público en general: grandes rejas pintadas de
negro cortan el paso en cada extremo. Pero igual, desde afuera, se puede
apreciar la calidad de su diseño con esas hileras de puentes que ya
tienen sus años.
Lo mismo ocurre con otros pasajes ciudadanos en
distintos barrios de Buenos Aires. Los hay rectos, en forma de letra ele
y hasta uno que se destaca por su forma en U. Ese es el Pasaje La
Piedad, en Bartolomé Mitre 1525/1563. Construido entre 1888 y 1890, se
lo diseñó así para aprovechar algunas construcciones que ya estaban
allí. Y su extensión se usaba para que pudieran circular los carruajes
de la época. Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
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