El joven está acusado de robar 7 obras. La madre declaró que quiso destruir pruebas.
Por Bárbara Álvarez Plá
¿Qué no haría una madre por su hijo? ¿Que no haría por su hijo la progenitora de un hombre que robó obras de Picasso, de Monet, de Gauguin, de Matisse, de Lucian Freud? Ayer Olga –la madre del ciudadano rumano Radu Dogaru, acusado por el robo perpetrado el 16 de octubre de 2012 en el museo de Kunsthal, en Rotterdam, Holanda– confesó haber quemado los cuadros en la chimenea de su propia casa. Porque tuvo miedo, dijo, cuatro días después de que los investigadores registraran la casa y arrestaran a su hijo, a principios de este año. Cuando se dio cuenta de que “el hecho cometido era grave”.
¿Qué no haría una madre por su hijo? ¿Que no haría por su hijo la progenitora de un hombre que robó obras de Picasso, de Monet, de Gauguin, de Matisse, de Lucian Freud? Ayer Olga –la madre del ciudadano rumano Radu Dogaru, acusado por el robo perpetrado el 16 de octubre de 2012 en el museo de Kunsthal, en Rotterdam, Holanda– confesó haber quemado los cuadros en la chimenea de su propia casa. Porque tuvo miedo, dijo, cuatro días después de que los investigadores registraran la casa y arrestaran a su hijo, a principios de este año. Cuando se dio cuenta de que “el hecho cometido era grave”.
Lo hizo con un propósito: “Si los lienzos nunca se encontraban, no habría pruebas ”. Así, explicó –según información de la Fiscalía de Rumania– su hijo no sería condenado.
Las
obras pertenecían a la colección Triton, una de las 200 colecciones
particulares más importantes del mundo, con piezas salidas de las manos
de los mejores artistas de todo el planeta. La colección se exponía por
primera vez, con motivo del 20° aniversario del museo, y los cuadros
robados fueron los siguientes: Cabeza de Arlequín (1971), de Pablo Picasso (foto), El puente de Waterloo y El puente de Charing Cross (1901), ambos de Claude Monet, Mujer en una ventana abierta (1898), de Paul Gauguin, La lectora en blanco y amarillo (1919) de Henri Matisse, Autorretrato (1890) de Meyer de Haan, y Mujer con los ojos cerrados
(2002) de Lucian Freud. Los cuadros, en conjunto, estaban valuados en
más de 143 millones de dólares, según explicó la policía holandesa en
las horas posteriores al robo. En esos días, la policía difundió un
video en el que se ve a dos personas –que no son reconocibles– entrar y
salir del museo portando grandes obras: las obras desaparecieron de la
sala en menos de 90 segundos.
Lo primero que hizo Olga con los
cuadros fue enterrarlos. En casa. Pero no le resultó seguro, así que los
metió en unas bolsas y los llevó al cementerio. Después, contó ella: “ Preparé el fuego en la estufa de mi cuarto de baño
”, contó Olga. “Entonces me desplacé al cementerio, desenterré los
cuadros y los llevé a mi casa”. Lo hizo con método: “Metí la bolsa en
las que estaban las siete pinturas en la chimenea. Puse madera, zapatos,
botas de goma y esperé a que se quemaran completamente”.
La
supuesta quema de los cuadros no es gratis, claro: aunque no da por
sentada la destrucción de las obras, el lunes la fiscalía presentó
cargos por robo contra dos personas –una de las cuales todavía está
prófuga– y acusa a otras cuatro de haber colaborado en el que califica
como “el robo del siglo”, ya fuese en el traslado de los lienzos o
ayudando a tratar de venderlos.
Olga Dogaru está entre estos cuatro acusados. El juicio empezará el 13 de agosto.
Fuente:Revista Ñ Clarín
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