En el sofisticado barrio londinense de Chelsea acaba de cerrar la cuarta edición de la feria de arte, diseño y antigüedades que reúne piezas con historia, potencial y a los ávidos coleccionistas que buscan en las obras de arte la seguridad que el dinero no les da.
No importan las categorías ni el tiempo. Es la calidad. Ese parece ser el lema de Masterpiece London,
la feria de arte, diseño y antigüedades que por cuarto año consecutivo
abrió sus puertas en el paquetísimo barrio de Chelsea –este año entre 27
de Junio y el 3 de Julio– para finalmente imponerse en la peleada
agenda de ferias inglesas. La excelencia de sus piezas y la liberalidad a
la hora de poner las etiquetas es su estrategia y su encanto. En
Masterpiece se encuentra de todo y todo es superlativo. Del pasado más
remoto hasta nuestros días y un poquito más allá: “Las piezas de hoy que
serán admiradas en los próximos siglos”, dice Thomas Woodham-Smith,
director creativo a cargo de la selección de los 150 expositores de todo
el globo.
“Hay presencia inglesa pero queremos reunir la
diversidad del mundo”, dice Woodman-Smith haciendo gala de eso que los
ingleses saben hacer tan bien: hacer valer lo suyo en cada puerto. Y
traerse de cada puerto lo mejor. Y que Dios salve al libre comercio.
La
gran perla de María Tudor es el centro de las miradas. Está rodeada de
criaturas marinas vivas, anémonas y corales fluorescentes en un espacio
oscuro especialmente ambientado por Symbolic & Chase, la prestigiosa
joyería de Old Bond Street. 64.5 quilates. O sus equivalentes 258.12
gramos. La tercera perla más grande jamás documentada, engarzada en un
extraordinario colgante de 1526 para la emperatriz Isabella de Portugal y
que, muerta ella, pasó por varias manos reales hasta llegar a la hija
de Enrique VIII y Catalina de Aragón, María de Inglaterra, también
conocida como María la sanguinaria, por esa manía suya de quemar a la
gente viva en pos de recuperar el catolicismo para la nación. La que
inspiro un trago glorioso, el Bloody Mary, y algunos retratos como el
que ofrece Phillip Mould a una cifra suponemos igualmente escalofriante.
Los jubilados de Chelsea, en la feria de arte y antigüedades de Londres. |
Como la perla, la mayoría de las piezas tiene una historia detrás. O directamente es la Historia. Hay una máscara mortuoria de un sarcófago egipcio y un busto de Alejandro Magno. Está la cajita de acero de Fabergé que perteneció a Iam Fleming y en la película Octopussy lo salvó de un balazo a James Bond. Hay dos versiones, una en papel y otra en lienzo del Concetto spaziale de Lucio Fontana, el artista rosarino que hizo carrera en Italia, y que de hecho lo presentan como artista italiano, quien obsesionado con la dimensión de la pintura tomó su navaja y le hizo un tajo al cuadro. En 1958. No más que eso, no menos, un gesto. Porque no tiene que ser fastuoso para ser genial. Hay una mandolina de la fiebre del oro en California, el primer mapa oficial de la red de subterráneos de Londres, una esfera de marfil con puntas cónicas que supo servir como estimulador erógeno a una cortesana de la Dinastía Qing, “una de las más opresoras”, desliza con un dejo de libido el francés que recibe de Finch & Co. Si alguna vez se trató de probar que la colección sigue una ley que quede claro que es la ley del deseo.
En la casa
de arte Dickinson está el torso de Annette Venise, la primera escultura
que hizo Alberto Giacometti a su mujer. “La escultura de Giacometti
dialoga sin problemas con esta figurita etrusca”, sugiere la joven
estudiante de artes que atiende en Ariadne Gallery, dedicada al arte
antiguo, digamos, piezas arqueológicas. El recorte que propone tiene
sentido por afuera de toda regla. ¿Acaso una nueva manera de
coleccionar? Todo atravesado.
Pero atravesado por qué. Los Sinai Brothers son especialistas en artes aplicadas de fines del siglo XIX, principios del siglo XX, art nouveau, artes decorativas inglesas, orientalismos, curiosidades del Este, los límites se tornan borrosos y todo adquiere un humor pesadillesco y fantástico en su salón.
Pero atravesado por qué. Los Sinai Brothers son especialistas en artes aplicadas de fines del siglo XIX, principios del siglo XX, art nouveau, artes decorativas inglesas, orientalismos, curiosidades del Este, los límites se tornan borrosos y todo adquiere un humor pesadillesco y fantástico en su salón.
Porcelana europea, de lo más preciado de la feria. |
La propuesta de Geoffrey Diner, la galería de Washington, no es menos
ecléctica. Un cuadro de Lichtenstein junto a una estufa a leña diseñada
por Tiffany y un armario de Marc Newson, el creador del diván en el que
se recuesta Madonna en el video Rain.
Así de
misturado, así de glamoroso. Para el que quiera ver y el que lo pueda
pagar. Por la inauguración pasaron Ana Wintour, celebre editora de la
revista Vogue, la actriz Uma Thurman, las hijas de Sara
Ferguson, las princesas Beatriz y Eugenia, y parte de la familia real de
Arabia Saudita, además de buena parte de la crema inglesa y acaudalados
rusos, indios, pakistaníes y sobre todo chinos que buscan en las obras
de arte la seguridad que el dinero no les da.
Para el caso:
porcelana inglesa, francesa, rusa o porcelana contemporánea como la de
la artista Beth Katleman; un collar que perteneció a María Antonieta u
otro diseñado por Alexander Calder, un bronce de Rodin o en el parque,
también a la venta, una escultura monumental del español Eduardo
Chillida que nos advierten ya se vendió.
Lo que legitima el
tiempo y lo que legitima un nombre. Pero entonces ¿cuál el factor común?
“Son todas cosas que fueron hechas para perdurar en el tiempo”, dice
Woodham-Smith y pone como ejemplo un reloj de Thomas Tompion, expuesto
en la casa Raffety. “A fines del siglo XVII, Tompion hacía relojes que
fueron un gran avance para su época. No inventó el péndulo, pero dio
pasos muy importantes en su uso para medir con precisión el tiempo.
Ahora, Maserati, Jaguar están haciendo algo similar con los motores de
alta velocidad. Seguramente dentro de cien o doscientos años, cuando
todavía se pueda manejar un Jaguar o una Harley Davidson, la gente diga:
¿podés creer que esto era una obra maestra en el 2013? Pensar eso me da
mucho orgullo. Aunque para ese entonces nosotros estaremos muertos”.
Fuente: Revista Ñ Clarín
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