El fotógrafo, creador de imágenes icónicas de la ciudad, dice que su trabajo se caracteriza por la luz dura del sur. |
Por Patricia Kolesnicov, enviada especial
Afuera el sol te parte el alma, adentro es fresco; afuera anda
Roma como loca, las motitos se te meten entre las patas, la gente se
empuja en tres mil idiomas y abusa (abusamos) de las cámaras digitales
frente a los monumentos más conocidos del mundo: afuera es nervio puro;
adentro del Palazzo di Venezia un montón de fotos muestran Buenos Aires.
Se inauguró ayer la exposición “Buenos Aires vista da Aldo Sessa”.
Imágenes que el fotógrafo viene tomando desde los años 60. Y una serie
reciente, que inventó la picardía del ministro de Cultura porteño Hernán
Lombardi: los lugares del Papa en Buenos Aires.
Está demasiado
usada la palabra “imponente”, pero si fuera nueva, sería el adjetivo
para hablar de la impresión que causa en comunes mortales la sala Regia
del Palazzo, donde está la muestra. El edificio se construyó entre 1455 y
1464, “aprovechando” materiales sacados del Coliseo. Ayer a la tarde,
la inauguración oficial se hizo en la Sala del Mappamondo, la mismísima
donde Benito Mussolini tenía su despacho. Ahí está el balcón donde el 10
de junio de 1940 el líder fascista dio un discurso célebre –“Gritos de
la muchedumbre... ¡Guerra, guerra!”—con el que les declaró la Guerra a
Francia y Gran Bretaña, se manifestaba “contra la democracia
plutocrática y reaccionaria de Occidente” y se iba con la Alemania nazi.
El balcón está cerrado con candado, no sea que alguno se haga el
chistoso.
Unas horas antes de la inauguración, al mediodía, el
embajador argentino ante el Vaticano, Juan Pablo Cafiero –¿en sintonía
con el discurso de concordia papal?— se acercó al Palazzo a ver los
preparativos. “Que sea con suerte”, le deseó al ministro del PRO –su ex
compañero de gabinete en épocas de De La Rúa– y le dio un abrazo.
Las
fotos de Sessa llegan a Roma curadas con apoyo del gobierno porteño y
también de Artifex (la misma productora que organizó la muestra sobre el
Gaucho en el Vaticano), de la Fundación Juan Pablo II para la Juventud,
de la intendencia romana, del fondo de inversiones Hope Funds y de la
Arquidiócesis de Buenos Aires. “Creí imprescindible la mirada de Aldo
sobre los lugares del Papa, pensé que despertarían interés”, dijo
Lombardi a un grupo de periodistas. “Obviamente está la intención de
atraer turistas a Buenos Aires, especialmente turistas culturales”. Lo
dijo sin vueltas: por algo es ministro de Cultura Y Turismo.
En su salsa. El fotógrafo Aldo Sessa en su muestra en Roma, donde hay tango y Obelisco. /GENTILEZA SESSA |
Las
fotos nuevas muestran, entonces, al diariero del Papa, a su peluquero,
la Catedral de Buenos Aires, la capilla Cristo Obrero de la Villa 31, la
cúpula de la Basílica de San José de Flores, la capilla del seminario
de Villa Devoto.
Pero Sessa se entusiasma cuando habla de las
fotos de Buenos Aires, todas en blanco y negro, menos las del Teatro
Colón y las de los jardines de Palermo. “La razón del blanco y negro
–dice—es que me parece más tango, más nostálgico. Es la mentalidad y la
filosofía de Buenos Aires”.
Los famosos tangueros de la serie de
Sessa bailan bien alto, sobre uno de los paneles verdes –las paredes no
se tocan— sobre los que se colgó la muestra. Las miradas van hacia ellos
y vuelven a los personajes, a las calles porteñas, a las escenas
urbanas. “Me gusta el reflejo, es un bello truco”, explica el fotógrafo.
“Pero no lo uso como truco sino como sensibilidad”. Y habla de la luz:
“No nos acordamos de que estamos en el Sur, pensamos que estamos en el
centro del mundo. Pero nuestra luz es muy dura, de sombras largas. He
capitalizado eso como una característica de la ciudad”.
La foto
que señala la entrada de la sala, la que abre el catálogo, es la de un
hombre pasando delante del Obelisco, borroneado por la lluvia. “Me gusta
el reflejo”, les recuerda Sessa a los periodistas. Y se sincera: “El
Obelisco es difícil, porque no es un bello obelisco. Pero es nuestro
Obelisco”.
Afuera, Roma.
Fuente texto: clarin.com
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