A 78 años de su muerte, un recorrido por sitios donde dejó marcas y no sólo como artista.
Su única casa. En Jean Jaures 735 Gardel vivió junto a su madre entre 1927 y 1935. Hoy, en pleno barrio de Abasto, el lugar es un museo. |
Desde 1935, en cada 24 de junio, suele evocarse la figura de
Carlos Gardel asociada a la tragedia ocurrida en Medellín, cuando la
muerte lo convirtió en mito. Y vuelven a aparecer las polémicas sobre su
vida y su historia, que alimentan la leyenda. Pero más allá de todos
esos recuerdos, en Buenos Aires todavía quedan lugares en los que Carlos
Gardel dejó su huella, ya sea como artista o como la persona de carne y
hueso que era. Hoy, cuando se cumplen 78 años de su muerte, vale
mencionar algunos de esos sitios que, plagiando a Homero Manzi, guardan
ecos del eco de su voz.
En ese recorrido, la zona del Abasto es
casi una obligación. Pero allí hay un lugar que se destaca: la casa que
está en Jean Jaurés 735. Fue comprada por Gardel en 1927 a un tal
Gorina, quien la tenía desde 1921. El precio: $ 50 mil moneda nacional.
Allí, alguna vez, había funcionado un prostíbulo. Gardel la definía como
“la casa de mamá”. Esa fue la única residencia propia que el cantor y
Marie Berthe Gardes (simplemente doña Berta) tuvieron aquí. Entre marzo
de 1893 y 1927, madre e hijo habían residido en distintos lugares, ya
fueran la casa de amigos o alquilando. Actualmente ese lugar es el Museo
Casa Carlos Gardel.
En abril de 1901, cuando el futuro ídolo
tenía poco más de diez años, su madre lo inscribió como pupilo en el
Colegio Pío IX (lo conocían como Colegio San Carlos). El colegio estaba
(y aún está) en Yapeyú y San Carlos (la actual Don Bosco) En ese lugar
Charles Gardes estuvo dos años. El oficio de planchadora de su madre
permitía costear los $ 15 mensuales de cuota, más los extras por útiles
escolares y otros gastos.
Ya consagrado como figura, Carlos Gardel
actuó en muchos lugares de la Ciudad. Pero hay un sitio muy especial:
el Grand Splendid, en la avenida Santa Fe 1860. Aquella sala teatral
(hoy convertida en una gran librería) fue sede de varias presentaciones
del cantor. Pero, además, allí estaba la habitación en la que, en 1920,
Gardel empezó a grabar para el sello Nacional Odeón (hoy EMI). La sala
pertenecía a Max Glücksmann, dueño del teatro y del sello grabador. Hoy
es una pieza vacía.
La afición de Gardel por el turf y los
caballos pura sangre es conocida. De ahí que el Hipódromo Argentino de
Palermo (que ya tiene 137 años de historia) haya sido otro de los
lugares que frecuentó. Siempre se lo veía en los primeros escalones del
sector de profesionales. Esto era así por su condición de propietario:
desde 1929 hasta 1932 fue dueño del stud “Las Guitarras” y en 1933 creó
el stud “Gardel C.”, cuyos jockeys lucían chaquetilla blanca con mangas
turquesa y gorra color oro.
En el mundo gardeliano también se
suelen recordar otros sitios que hacen a su vida en Buenos Aires. Y en
esa lista aparece el teatro Esmeralda (actual Maipo, en Esmeralda 443),
donde en mayo de 1917 estrenó “Mi noche triste”, el primer tango
canción; la heladería y confitería “El Vesuvio” (creada en 1902 en
Corrientes 1181) donde disfrutaba un helado o un chocolate con churros, y
la sede de la YMCA, en Corrientes y Reconquista, donde solía ir a hacer
gimnasia.
También frecuentaba el antiguo Palais de Glace (todavía
existe en Posadas 1795). Inaugurado en 1910, era un lugar muy tanguero.
Y allí funcionaron dos cabarets: el Vogue’s Club y el Cyros. En la
madrugada del 11 de diciembre de 1915, cuando iba desde el Palais de
Glace hacia el Armenonville (otro cabaret que estaba en las actuales
Libertador y Tagle) Gardel fue baleado por un grupo de “niños bien”. Se
salvó, pero la bala le quedó alojada para siempre debajo del corazón.
Esa vez, el cantor festejaba su cumpleaños 25. Terminó internado en el
Hospital Ramos Mejía, General Urquiza 609, en el barrio de Balvanera.
Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
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