La actriz Tilda Swinton en la performance llamado "The Maybe" en el MoMA. (EFE)
Llevo en mi mente un inventario de cuadros de personas
solitarias durmiendo sobre camas espartanas. Hay un cuadro en el Museo
de Bellas Artes de Boston que se llama, “Young man asleep” (1931) de un
pintor llamado Eugene Berman. Hay otro, en el museo de Oberlin College,
en Ohio, que se llama “General Thaddeus Kosciusko” (1797), de Benjamin
West. Otro de mis favoritos es de Lucian Freud que se llama “Leigh on a
green sofa” (1993). También acumulo frases y escenas sobre el dormir en
la literatura. En el libro de sabiduría y códigos del samurai, el
Hagakure, (del siglo XVIII), el autor dice: “La vida humana es,
realmente, una cosa muy breve. Es mejor vivir haciendo las cosas que te
gustan. Es tonto vivir dentro de este sueño de un mundo mirando lo
desagradable y sólo haciendo cosas que no te gustan. Pero es importante
no decirle esto a la gente joven ya que es algo potencialmente dañino si
no es comprendido correctamente. Personalmente, a mí me gusta dormir. Y
tengo la intención de recluirme cada vez más en mis dormitorios y
pasarme la vida durmiendo”. Y está también, el largo comienzo de En
búsqueda del tiempo perdido (Proust) y la novela Un hombre que duerme,
de Perec. Bueno, tengo un nuevo ítem para mi archivo. El domingo, 24 de
marzo en el MoMa de Nueva York, la actriz escocesa, Tilda Swinton,
encarnó una obra de arte performance que creó con su amiga Cornelia
Parker, titulada The maybe. La descripción de materiales de la
instalación dice: “The maybe 1995/2013. Artista viviente, vidrio, acero,
colchón, almohada, lino, agua y anteojos”. La obra (foto) consiste en
Swinton durmiendo en una caja –transparente y elevada– por unas seis
horas. En este mundo agotado creo que el dormir es uno de los
territorios aún inexplorados. La obra de Swinton, burlada y criticada,
es una celebración de este universo fantasmagórico que nos envuelve a
todos.
Fuente: Revista Ñ Clarín
Fuente: Revista Ñ Clarín
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