Con un premio anual, cuyo jurado son todos artistas,
apuesta a las promesas del arte contemporáneo. “Nuestro negocio no es
vender, es comprar”, dice uno de sus dueños, economista.
El premio anual de la galería Proyecto A no es muy conocido
fuera del circuito del arte contemporáneo, sin embargo, funciona como
referencia para quienes pretenden tomarle el pulso, no tanto a lo que
pasa sino a lo que va a pasar en ese terreno. Por acá anduvieron, por
ejemplo, Catalina León y Carlos Herrara cuando todavía ni soñaban con
ganarse el Premio Petrobras – 2007 y 2011, respectivamente–, Guillermo
Faivovich, que el año pasado estuvo comisionado por Documenta 13,
Mariana López y Adriana Minollitti, dos artistas pintoras que, aún
jóvenes, ya van por la consagración. Es que los verdaderamente jóvenes,
digamos la franja sub-35, corren con muy pocas posibilidades cuando
concursan en los premios más importantes que son los que dan
visibilidad.
Atentos a este fenómeno, desde el año 2001,
los galeristas Claudio Golonbek y Gabriel Zitelli, asesorados por la
curadora Patricia Rizzo, abrieron este espacio que se enfoca en arte
emergente y que tiene este premio como una herramienta estratégica para
captar nuevos talentos. En esta, su onceava edición, recibieron 50
inscriptos de los que quedaron 17 seleccionados. El jurado, coordinado
por Rizzo, siempre está conformado por artistas. Este año, Alberto
Goldestein, Mónica Millán y el integrante del colectivo Mondongo Manuel
Mendanhan fueron sus integrantes. En esto también juega la cosa interna:
la idea es que sean los mismos artistas quienes sondeen el horizonte.
MINIATURAS. Unas cascaritas de bronce le valieron el 2° premio a Solana Finkelstein
|
“Este
año se ve una vuelta clara a la pintura, una vuelta a la valorización
de la técnica. El cuadrito así nomás, el papelito pegado con cinta
scotch: no va más”, evalúa Rizzo el panorama de la muestra que, de
hecho, respira formalidad. El dibujo de Toto Dirty, ganador del primer
premio adquisición (de 6.500 pesos), es un paisaje obsesivo que podría
entenderse como una actualización del Jardín de las Delicias en versión
animé. De ahí en adelante, en la sala se ve pintura gestual (Celina
Eceiza), figurativa (Emilia de las Carreras) y geométrica (Valentina
Ansaldi). Hay instalaciones escultóricas de yeso (Mimí Laquidara),
miniaturas abstractas en bronce (Solana Finkelstein, segundo premio) e
indumentaria deportiva –sí, exactamente eso– (María de los Angeles
Montero). En síntesis, los ánimos podrán estar un poco retorcidos
saturados, alelados, pero siempre estarán contenidos dentro de la
objetualidad más clásica. Quizás la obra más elusiva sea la serie de
fotos de Dana Ferrari –tercer premio– que vistió a los miembros de su
familia cual tribu acrónica, para fotografiarlos durante rituales
individuales que ella comandó en su propia casa.
Rizzo opina
que las fotos de Ferrari no tienen la escala correcta: “Deberían ser
más… importantes –dice– pero bueno, a veces no tienen el equipo o la
plata para las copias”.
EL BOSCO ANIME. El dibujo imposible de Toto Dirt, ganador del 1° premio. |
La curadora no se ahorra las sentencias, pero da ventaja: “A veces el proyecto está mal presentado, la obra no se ve bien, entonces uno, que tiene experiencia en mirar carpetas, mira otra vez, hila más fino y trata de interpretar”. Incluso a la hora de premiar, con la obra montada, Rizzo hace sus concesiones. Dice que no le importa el acabado de las piezas, para ella esto es un work in progress.
-¿Pero entonces, cuál es el criterio?
-Más que nada, me interesa qué le pasa al chico en la cabeza, qué está buscando. Y tengo que verlo comprometido, le tengo que creer.
-Más que nada, me interesa qué le pasa al chico en la cabeza, qué está buscando. Y tengo que verlo comprometido, le tengo que creer.
-Seguramente se habrán llevado fiascos…
-No, la verdad que no. No se me ocurre ninguno que me haya interesado mucho y después no haya llegado.
-No, la verdad que no. No se me ocurre ninguno que me haya interesado mucho y después no haya llegado.
-Sin
dudas se asume un riesgos –sigue, Golonbek– pero ese es nuestro
negocio. Darles un empujón y acompañarlos en su carrera, asesorarlos.
Golonbeck es economista, diseña estrategias de inversión y, claramente intenta desmarcarse del galerista tradicional.
“El
modelo de galería, tal como lo conocemos, está en crisis. Vemos como se
están cerrando galerías con trayectoria. Y se van a seguir cerrando.
Nosotros abordamos el mercado del arte desde nuestro patrimonio. Tenemos
una colección de 150 piezas. Esa es la ganancia. Nuestro negocio no es
vender, es comprar”.
Proyecto A Galería
Premio anual onceava edición
San Juan 560
Sábados de enero de 11.30 a 14
Fuente: Revista Ñ Clarín
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