Restauraron en el Centro Cultural una obra de 1906, que no se veía. Apareció en 2010 tras la limpieza del vitraux. Es una imagen religiosa. Lo bendecirá el párroco de la Basílica del Pilar.
QUERUBINES. El trabajo está en la sala “El Aleph”, que fue la capilla de un asilo de mendigos. /Andrés Delia |
Por Susana Reinoso
La restauración está en boca de todos. Y si se trata de una obra religiosa mucho más. A distancia de lo ocurrido con Ecce Homo, la pequeña pintura mural del siglo XIX del Santuario de la Misericordia de Borja, España, que ha dado la vuelta al mundo, en la Capilla El Aleph (hoy auditorio), del Centro Cultural Recoleta, el mural de la Medalla Milagrosa de Parisi ha recuperado la fisonomía creada por el artista en 1906.
La restauración está en boca de todos. Y si se trata de una obra religiosa mucho más. A distancia de lo ocurrido con Ecce Homo, la pequeña pintura mural del siglo XIX del Santuario de la Misericordia de Borja, España, que ha dado la vuelta al mundo, en la Capilla El Aleph (hoy auditorio), del Centro Cultural Recoleta, el mural de la Medalla Milagrosa de Parisi ha recuperado la fisonomía creada por el artista en 1906.
Francisco Paolo Parisi fue un artista italiano, también
decorador y docente, cuyas actividades plásticas más destacadas fueron
el retrato y el paisaje, pero su obra se halla mayormente desaparecida,
no obstante lo cual hay huellas de la misma en Santa Fe, Mendoza, y en
las ciudades de Mar del Plata y Buenos Aires, donde pintó el
presbiterio, la cúpula y la nave principal de la Catedral metropolitana
Lo descubrió el director general del Centro Cultural Recoleta, Claudio
Massetti en 2010, cuando la restauración del mural de la cúpula dio luz
al lugar.
El trabajo de restauración, a cargo de un equipo
dirigido por Teresa Gowland, insumió un año y medio. La etapa más larga
de la recuperación fue la de diagnóstico e investigación, para llegar
luego a la limpieza y restauración definitiva.
La obra muestra
una cruz con una letra M rodeada de dos querubines en colores pasteles y
pequeñas estrellas doradas entre las que se esfuman rostros de
angelitos. Al pie de los querubines hay dos corazones dorados: uno con
espinas, otro perforado por una flecha.
No es casual que se trate
de una imagen religiosa. El Centro Cultural Recoleta fue en sus inicios
un asilo de mendigos, a cargo de una congregación devota de la Virgen de
la Medalla Milagrosa.
La técnica del mural llama la atención: “Es
la conocida como incáustica y ya se usaba en tiempos de los etruscos,
incluso hay pruebas de que fue aplicada en obras de la ciudad de
Pompeya”, cuenta Massetti a Clarín. Esta técnica consiste en cera líquida coloreada.
La
arquitecta Bettina Kropf, a cargo de la Dirección General de
Patrimonio, llevó adelante el trabajo de diagnosticar el estado del
mural. Los hongos comieron gran parte de la pintura, pero la obra tenía
un barnizado por encima que, al oxidarse, la oscureció con un color
ocre. Todo fue documentado por Valeria Bortoletto, a cargo del área
fotográfica del Centro Recoleta.
Para Massetti, según los informes
recogidos sobre la obra de Parisi, buena parte de los faltantes de la
pintura pueden ser consecuencia de la colocación de los conductos del
aire acondicionado o la parrilla de luces del auditorio El Aleph, todo
lo que se hizo, curiosamente, sin reparar en la joya escondida detrás
del óxido y el herrumbe.
El costo del trabajo fue de 300.000
pesos. A ello se suman 48.000 pesos de alquiler de andamios. El Aleph
está oficialmente abierto desde ayer.
“Con el mural de Parisi lo
pagano y lo religioso van a convivir en el Centro Recoleta. A todo le
concedemos valor: a la historia y al presente. Y el párroco de la
Basílica del Pilar quiere bendecirlo. Por supuesto le hemos dicho que
sí”, concluye Massetti.
Fuente: Revista Ñ Clarín
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