El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos
Aires reúne la colección privada de su creador, Aldo Rubino, compuesta
por 150 obras abstractas y geométricas; ayer, muchísimo público lo
visitó gratuitamente.
Durante toda la tarde mucho público recorrió las tres plantas del museo en su jornada inaugural. Foto: Rodrigo Néspolo. Por Loreley Gaffoglio / LA NACION |
Buenos
Aires estrenó ayer al mediodía un nuevo museo para el arte
contemporáneo, enfocado en exaltar la racionalidad de la geometría, el
color y el libre albedrío de la abstracción, en el corazón del nuevo
Distrito de las Artes: San Telmo.
Flanqueado por el Mamba y edificaciones bajas, de valor
patrimonial, el flamante Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires
(Macba), con cuatro grandes salas de exposición, una colección exquisita
de 150 obras y una estructura despojada de concreto y vidrio, es por
donde se lo mire, un lujo. Casi una entelequia que sólo un genuino amor
por el arte y el tenaz desvelo de poder compartirlo lograron hacer
realidad.
Ejemplo atípico, su inauguración ayer también lo fue.
No hubo autoridades de la Nación ni de la Ciudad; sólo asistió Daniel
Chaín, ministro de Desarrollo Urbano. Las ausencias sintetizaron el
espíritu de un espacio cultural privado e independiente, sin
financiamiento gubernamental.
Su hacedor, Aldo Rubino; su mujer, la curadora
Constanza Cerullo; la directora artística, María José Herrera, y el
curador invitado, Joe Houston, cortaron ayer la cinta inaugural celeste y
blanca, junto a algunos de los artistas cuyas obras engrosan la
colección del Macba: Guillermo Kuitca, Marta Minujín, Rogelio Polesello y
Gyula Kosice.
Entre los referentes del mundo del arte, pocos faltaron
a la cita. Desde Luis Felipe Noé, Facundo Gómez Minujín, Laura
Buccellato, Luis Ovsejevich, Diego Costa Peuser, Álvaro Castagnino,
Alejandro Corres, Julia Converti y Marga Muñoz hasta Marina Pellegrini,
Eduardo Pla, Gonzalo Vidal y Daniel Maman, entre otros, unas 350
personas festejaron la apertura al ritmo del 2x4, encomiaron la
arquitectura racionalista del espacio y admiraron su acervo, expuesto
sobre ascéticas paredes de concreto. El mismo que, con verdaderas gemas,
como las obras de Vasarely, Carlos Cruz Diez, Julio Le Parc, Raúl
Lozza, Juan Melé y Luis Tomasello, en su primer recorte, honra los cien
años de vigencia de la abstracción, la más longeva de las vanguardias
históricas.
La exhibición que ayer estrenó el museo se titula
Intercambio Global, por la coexistencia de artistas de todas las
latitudes que indagan en la geometría y el cinetismo. Entre ellos se
destacan los italianos Toni Costa y Alberto Biasi, el norteamericano
Kenneth Noland, la inglesa Sarah Morris y la española Rosa Brun, quien
viajó desde Madrid para estar ayer en la inauguración. Sumiko Sakai, la
viuda del recordado artista geométrico Kazuya Sakai, también hizo lo
propio y viajó desde Dallas.
"Éste es un museo con un noble corazón", lo describió
el galerista Fernando Entín, sensibilizado por las palabras de Rubino,
al presentar su obra. Fue en el último piso del edificio de nueve
plantas, conectado a una terraza con vista a la avenida San Juan, que
próximamente albergará la confitería del museo. "Hicimos hasta lo
inhumano para que este museo se lograra -dijo Rubino-. La vida no es
para pasar de largo. Y trascender a través de la revalorización de la
cultura, tendiendo puentes para la inclusión social, la apreciación y el
regocijo estético, es acompañar la evolución del hombre en una faz que
considero primordial: la espiritual y social."
Fiel al espíritu de San Telmo, y al barrio de Abasto,
donde Rubino se crió, inmediatamente después los acordes en bandoneón de
una ex discípula de Pugliese sonaron con "Tinta roja", "Malena" y
"Sur". Para sorpresa de muchos, el propio Rubino entonó esos tangos,
acompañado luego por Alejandro Corres y Daniel Chaín. Los invitados
celebraron ese guiño hacia lo porteño, que facilitó el Ministerio de
Cultura de la ciudad, cuyo titular no pudo asistir por encontrarse de
viaje en Brasil.
Eran cerca de las 13, cuando las puertas del Macba se
abrieron para el público en general. Más de 600 personas lo recorrieron,
comenzando por la planta baja, donde se exhibe la gran estrella de la
colección: los magníficos contrastes de blancos sobre negro de Avall, de
Vasarely, secundado por los lienzos de Melé y Luis Tomasello.
El primer piso está reservado para las obras históricas
de Carmelo Arden Quin, Raúl Lozza y el colorido mural de Alejandro
Puente, Sistema , de 1967. Mientras que las obras de mayor
tamaño y fabuloso colorido, como los lienzos de Gachi Hasper, Fabián
Burgos y Marta Minujín, conviven con otras creaciones de artistas
brasileños y norteamericanos en el segundo subsuelo.
El Macba queda en Av. San Juan 328 y puede visitarse de
miércoles a lunes (los martes permanecerá cerrado), de 11 a 19. Esta
semana la entrada es libre.
Del editor: por qué es importante. Como antes lo hicieron Costantini, Fortabat y Faena, en tiempos de incertidumbre alguien apuesta por el arte.
Fuente: lanacion.com
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