La muestra colectiva “Lo real/la mirada” –en
exhibición hasta el 16 de septiembre en el Palais de Galce– busca
actualizar el alcance del psicoanálisis como teoría estética. En
conversación con Ñ digital, el curador Luciano Lutereau considera que el
artista contemporáneo “ya no es el rapsoda platónico”, sino que “ocupa
el lugar de principal productor y teórico de su obra”.
-La cuestión de
lo real es algo instituido en el arte contemporáneo a partir de críticos
de October (la revista de crítica y teoría del arte del MIT, que ha
impulsado el uso del psicoanálisis en la reflexión estética) como
Rosalind Krauss o Hal Foster: por ejemplo, no hay más que pensar en su
libro El retorno de lo real. Sin embargo, estas
aproximaciones tienen severas dificultades conceptuales… Para citar
nuevamente a Foster, no hay más que recordar su disparatado libro sobre
el surrealismo. Desde ese punto de vista, lo real es entendido de modo
metafísico y no realiza ningún aporte a la estética contemporánea. Si
hay un punto en que lo real lacaniano puede tener un valor para la
teoría del arte es a través de delimitar formas de la mirada: el velo,
la pantalla, la escena, que circunscriben figuras estéticas de
manifestación de la imagen. De este modo, no se trata de utilizar el
psicoanálisis para interpretar un movimiento específico –punto en que
una teoría se vuelve una poética particular– sino como un aporte a la
ontología de la imagen, que ya no es entendida en su determinación
filosófica habitual –como representación, copia, simulacro, etc.
LA MIRADA CUESTIONADA. En sus pinturas "veladas", Natalia Jimena Pendas "nos hacen querer ver – y comprobar – eso que ya vimos". |
-¿Por qué piensa que esta cuestión adquirió una actualidad que supongo, soterrada, siempre estuvo?
-El
recurso al psicoanálisis en teoría estética contemporánea no puede ser
pensado sin la crisis actual de la filosofía (como saber apodíctico) y
de las estéticas del siglo XX. En este punto, si bien hay una
revitalización en los últimos años de la orientación frankfurtiana, lo
cierto es que la Teoría Estética de Adorno perdió su vigencia hace mucho
tiempo. Lo mismo podría decirse de Arthur Danto, que logró hace unos
años cierto protagonismo, pero conceptualmente su definición
esencialista y cognitivista del arte no logra resolver problemas básicos
de una teoría del arte. En última instancia, ya sea la filosofía
continental y la vertiente analítica no lograron reformular los
conceptos tradicionales para pensar el estatuto de la obra de arte. Aquí
es donde surge el interés por el psicoanálisis como teoría estética.
VOCERÍO. En la imagen de Julia Zárate, "alguien se detiene y detiene el vértigo en un instante muerto de fotografía". |
-Se habló, en algún momento, del fin del arte, del fin de la representación. ¿Cómo ubicar esta muestra en relación a esas afirmaciones?
-El psicoanálisis viene a dar cuenta de este
síntoma del fin. Porque, después de todo, el fin de los relatos acerca
del arte (de las "novedades filosóficas" como diría Danto) no es el fin
de la práctica artística. El arte contemporáneo requiere nuevas
categorías –algo que con cierto éxito, pero no sin dificultades, intentó
Nicholas Bourriaud–. Sin embargo, no parece la filosofía el tipo de
reflexión más apropiada para responder a esta demanda. Un ejemplo de
esto se encuentra en la vía wittgensteniana que encontró su consumación
en las teorías institucionalistas del arte, es decir, en lo que no es
más que una sociología del arte.
En el trabajo que hicimos para
esta muestra, que requirió de una investigación y formación de los
artistas en torno al tipo de producción que estaban llevando a cabo, el
psicoanálisis no se ofrece como clave hermenéutica de aproximación al
sentido de la obra, sino como fundamento técnico. Asimismo, las formas
de la mirada con que hemos trabajado son una renovación de lo que
habitualmente suele llamarse mirada, entendida en términos de percepción
o teoría de la Gestalt. Por último, si algo caracteriza al artista
contemporáneo es que ya no es el rapsoda platónico (como Ión) que no
sabe lo que hace, sino que ocupa el lugar de principal productor y
teórico de su obra. Aquí es donde la cuestión de la representación ya no
tiene vigencia. No se trata de un debate entre filósofos, sino de la
producción de la obra en función de la teoría psicoanalítica.
LA PALABRA COMO VELO. Pinturas de Andrés Labaké en las que "de manera magrittiana, ella es un elemento de distracción inicial". |
-¿Y el aporte del psicoanálisis a ese debate?
-Lo
que el psicoanálisis puede aportar a este debate es una concepción del
sujeto (que no es la subjetividad) afectado por un deseo de ver que se
constituye en una imagen que no es reproductiva. La principal
convergencia que hay entre el arte contemporáneo y el psicoanálisis
radica en la vitalidad para pensar eso que resta a los relatos enfáticos
y/o prescriptivos. En una reciente conversación con Germán García y
Eduardo Grüner, realizada en el Palais de Glace como apertura de esta
muestra, acordábamos que no es interesante preguntarse por la existencia
de los hechos (para el caso, si existe o no una estética
psicoanalítica). Eso queda para el filósofo. Sino interrogar desde qué
posición se pueden hacer aportes singulares a una cuestión. A nadie
puede pasar desapercibido que en nuestro país al menos dos galerías de
arte –Das Ding y Objeto a– realizan homenajes al psicoanálisis de Lacan.
Por lo tanto, la pregunta ya no es si existe una estética
psicoanalítica, sino cuál es el trasfondo estético del psicoanálisis que
puede revitalizar las teorías contemporáneas del arte.
Artistas participantes
Andres Labake
Julia Zarate
Hersilia Alvarez
Natalia Pendas
Marcelo Pelissier
Pablo de Monte
Ana Montecucco
Carolina Gori
Textos del catálogo
Cecilia Sabatini
Elena Oliveras
Magali Piano
Fuente: Revista Ñ Clarín
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