Paisaje urbano / Polémica por una construcción
Planean levantar una torre de 18 pisos en el predio lindero al templo de Santa Catalina de Siena; vecinos presentaron un amparo.
La polémica por las construcciones en barrios y zonas de protección histórica se mantiene en Buenos Aires. El último caso es el proyecto de construcción de una torre de 18 pisos en el predio lindero al de la iglesia y monasterio de Santa Catalina de Siena, en San Martín y Viamonte, pleno microcentro de la capital.
Para proteger el templo, que ostenta la pared más
antigua de Buenos Aires, la ONG Basta de Demoler, vecinos y el rector de
la iglesia, Gustavo Antico, presentaron un recurso de amparo el 11 de
mayo por riesgo de derrumbe ante el Juzgado en lo Contencioso N° 10, a
cargo de Hugo Zuleta. Por otra parte, voceros del Ministerio de
Desarrollo Urbano aseguraron que el proyecto se discutió e investigó
durante más de tres años y que según esos estudios no hay riesgo alguno
de derrumbe.
La arquitecta Cristina Fernández, secretaria y
consejera del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo de Buenos
Aires (CPAU) explicó a LA NACION que, con los estudios de comportamiento
estructural adecuados y una correcta aplicación de las técnicas, el
edificio antiguo no debería correr ningún riesgo: "En Europa hay muchos
lugares donde hay una edificación al lado de alguna iglesia de 500 años y
no pasa nada", dijo.
El rector de Santa Catalina pidió un informe de
comportamiento estructural al estudio Jaime Llande y Asociados, y en él
se concluye que la edificación planificada por la constructora Santa
Catalina Urbanco SA "tendrá inevitablemente implicancias sobre la
estructura. Los daños irán desde fisuras imperceptibles al ojo hasta
casos de colapso parcial y/o total de alguna de las estructuras de la
iglesia y el monasterio".
El mayor problema con la obra sería la excavación de
entre 15 y 20 metros de profundidad que se realizará en el terreno
lindero al monasterio, donde se construirán seis subsuelos. En
principio, la torre va a estar separada de la iglesia por una plaza de
45 metros de ancho. La iglesia y el monasterio de Santa Catalina fueron
declarados monumento histórico nacional en 1942 y en 1975,
respectivamente. El proyecto de la torre se aprobó antes de que la zona
fuera declarada área de protección histórica, hace más de un año.
"La tecnología para hacer la obra sin que haya
problemas existe. El conflicto es una discusión entre vecinos, donde uno
dice que tiene un estudio que dice que se puede hacer y el otro
sostiene lo contrario. En el ministerio hay expertos técnicos confiables
que saben cómo enfrentar estas cuestiones. Hay que hacer las cosas
bien; por eso el proyecto se aprobó, porque los estudios presentados son
correctos", explicaron voceros del Ministerio de Desarrollo Urbano.
Los riesgos planteados en el recurso de amparo son la
aparición de grietas y posibilidad de derrumbe, consecuencias
irreparables en la percepción de la trama urbana, alteración de las
visuales del patio interno y efectos en el entorno.
La consejera del CPAU remarcó que, una vez presentados
todos los estudios exigidos, "no debería haber ningún problema si se
trabaja con el cuidado necesario". En la misma línea, en desarrollo
urbano sostuvieron que, durante los tres años que llevó el desarrollo
del proyecto, "se tuvieron en cuenta los aspectos más conflictivos, se
realizaron los estudios pertinentes y se buscaron las técnicas adecuadas
para trabajar en el contexto que exigirá la obra".
Por otra parte, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad
envió una carta al Ministerio de Desarrollo Urbano en la que recomienda
especialmente la reformulación del proyecto arquitectónico y la
realización de una consulta a la Comisión Nacional de Museos y
Monumentos y Lugares Históricos, "a fin de que dicho organismo evalúe el
posible impacto que podría tener la construcción del inmueble".
Un cuidado especial
"En todas las construcciones colindantes antiguas tiene
que haber un cuidado especial. Pero ninguna construcción tiene por qué
resentirse por la construcción de otra obra. Si así fuera, no se
construiría nada en muchísimos lugares de la ciudad", concluyó la
arquitecta Cristina Fernández.
Desde su reapertura, en 2000, la misión de la iglesia
Santa Catalina de Siena es convertirse en un refugio espiritual para la
gente que trabaja en microcentro. "La ciudad de Buenos Aires se
enriqueció con la apertura de Santa Catalina, porque es un lugar que
tiene valor edilicio y espiritual. Es una lástima que un lugar que se ha
conquistado y que da sentido y acompaña a miles de personas se
empobrezca de esta manera", dijo el rector del monasterio, padre Gustavo
Antico.
"No es lo mismo un jardín con luz en el microcentro que
uno sin luz. Hay mucha gente que se acercó, muy preocupada por la
construcción. Creo que la ciudad no debería perder este lugar", concluyó
el rector.
El monasterio fue construido en 1745 por un español
llamado Torres Briceño, quien lo levantó para una congregación de monjas
dominicas. Eran monjas "calzadas", lo que significa que, si bien hacían
votos de pobreza, tenían objetos de valor. Cuando las hijas de las
familias ricas no se casaban, sus padres las enviaban al monasterio y
pagaban una dote importante.
El lugar es el único convento porteño que mantiene su
estructura intacta desde el siglo XVIII, según explicó la investigadora
en historia Alejandra Jones. Originalmente ocupaba toda la manzana y
tenía un área para los servicios domésticos, cementerio y huerta.
Hoy se conserva el antiguo patio, que es utilizado por
cientos de personas por día para almorzar o relajarse. En el verano, los
pasillos se llenan de gente que disfruta del sol. También hay misa a
las 13 y a las 18.15, y contempla un servicio de acompañamiento
espiritual para gente de cualquier religión.
Fuente: lanacion.com
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