Con mirada precisa, mostró cómo la aldea se iba convirtiendo en una gran ciudad.
La amada cámara. Horacio Coppola cuando estaba cumpliendo 105 años, en julio del año pasado. |
Bárbara Álvarez Plá
Ochenta años como fotógrafo le dieron a Horacio Coppola el tiempo suficiente como para ver, y retratar, casi todo el Siglo XX.
Ochenta años como fotógrafo le dieron a Horacio Coppola el tiempo suficiente como para ver, y retratar, casi todo el Siglo XX.
Por
su lente pasaron los más famosos rincones de Buenos Aires, la ciudad en
la que nació, y en la que murió ayer, a la edad de 105 años. Y lo hizo
en uno de esos días grises en los que la niebla desdibuja los bordes de
los edificios porteños, como regalándole un último escenario para una
fotografía más.
Nació un 31 de julio de 1906, en una familia
acomodada de inmigrantes italianos dedicados a la artesanía, que le
transmitieron el gusto por las artes, así como la capacidad de observar
la realidad y reflejarla sin artificios. Interesado en el cine, en 1929
fundó el primer Cine Club de la ciudad, y más tarde filmaría varios
documentales.
“Yo nunca fui un hombre de café, me gustaba la calle, siempre fui un mirón ”, diría años más tarde.
“Yo nunca fui un hombre de café, me gustaba la calle, siempre fui un mirón ”, diría años más tarde.
Los
artistas e intelectuales del momento componían su círculo más íntimo,
entre ellos Borges, para el que hizo las fotografías que aparecieron en
la primera edición de la obra Evaristo Carriego , en 1930.
Viajó
por el Viejo Continente, observando los cambios de comienzos de los
años 30, retratando las grandes metrópolis y acercándose a las
vanguardias, algo que traería consigo a su vuelta a Buenos Aires, en
1936. Vendrían con él, además, su primera mujer, la fotógrafa alemana
Grete Stern y su cámara Leica. Es entonces cuando comienza a fotografiar
la ciudad, por encargo de la Municipalidad. Ese trabajo culminaría en
su libro Buenos Aires 1936 , obra que le dio difusión y
reconocimiento y que, para el historiador de la fotografía Abel
Alexander “es uno de los primeros fotolibros de la Argentina”.
Aunque en 1969 realizó una importante muestra retrospectiva en el Museo
de Arte Moderno, que iría después a varias ciudades estadounidenses, en
los años 70 pasó desapercibido. Serían los 80 el momento en que se
empieza a valorar su obra, cuando fue invitado desde Zurich a participar
en una muestra de fotografía latinoamericana.
En 1985 recibió el
Premio del Fondo Nacional de las Artes, y en 2005 llegó a las ferias de
arte más importantes de España (ARCO) y Buenos Aires (arteBA).
Al
año siguiente, el Malba hizo una retrospectiva de su trabajo. Ya para
entonces, era “ciudadano ilustre” de la Ciudad. Una ciudad que con su
cámara recorría solo y acompañado, de día y de noche: la calle
Corrientes, la Boca, las luces de la noche porteña, como quien le busca
el espíritu.
“Coppola fue el documentalista que registró Buenos Aires en su límite entre la gran aldea y la gran urbe”, señala Alexander.
Sus restos descansan, desde la tarde de ayer, en el cementerio Jardín Paz de Pilar.
Fuente: clarin.com
Fuente: clarin.com
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