Amigos hace casi veinte años, el fotógrafo y crítico Edward Shaw y James Peck, el reconocido pintor malvinense, realizaron una exhibición en conjunto que muestra su postura en un nuevo aniversario del conflicto armado entre la Argentina y Gran Bretaña.
James Peck y Ed Shaw comparten una amistad de casi dos décadas y
cada uno tiene su propio récord. Shaw, fotógrafo y crítico de arte
nacido en EEUU, fue el primer residente argentino –vivía acá desde 1965–
que pisó Malvinas después de la guerra de 1982. Peck, por entonces un
joven de 25 años que escuchaba rock y jugaba al fútbol además de pintar
“manchas”, con el tiempo se convirtió en el primer malvinense en tener
un DNI.
Para el 30° aniversario del desembarco argentino, ambos inauguraron Malvinas de Cerca: Dos Visiones,
una exposición que hasta el 28 de abril en el Centro Cultural Borges
muestra una sensibilidad compartida en torno a “ese pedazo historia” que
afectó de manera directa sus vidas, determinó muchas de las ideas que
todavía hoy sostienen, otras que desarrollaron y sus respectivos
lenguajes les permiten expresar. Aunque también usan las palabras.
“Tengo
75 años y recién ahora estoy viendo cierto reconocimiento. En el ‘83
fotografié las siluetas de los desaparecidos en la Plaza de Mayo que
pronto se van a exponer en el Museo Reina Sofía de España”, explica Shaw
–por años crítico de arte en el Buenos Aires Herald y hoy dedicado a
los catálogos de artistas– sentado en el café del CC Borges. ¿Qué por
qué cree que pasó eso? “Creo que Internet cambió la manera en que
entendemos la historia. Antes uno hacía las cosas y ahí quedaban, ahora
cualquiera puede buscar, la Historia está al alcance de todos: es una
cuestión de acceso”, arriesga.
Sin fatiga, Shaw relata
una vez más la historia que le dio un giro a su vida. Arranca con aquel
viaje de 1993, una invitación formal a Malvinas y quizás un poco
camuflado en su fisiotipo anglo, que lo llevó con su cámara por las
calles y los pubs para retratar a los isleños, personajes casi
desconocidos por la mayoría en el continente. Esas imágenes (que ese
mismo año vieron más de 20 mil personas en el Palais de Glace) forman
parte de esta muestra, al igual que una serie anterior: el registro de
las manifestaciones callejeras –graffiti, souvenirs, volantes– alrededor
del motivo Malvinas, mientras el teatro de operaciones estaba en marcha
(fotografías ya expuestas en 1985 en el Centro Cultural San Martín).
En
aquel viaje de 1993 conoció a James Peck, cuarta generación de
malvinenses, nacido en 1968 en Puerto Argentino y con estudios en la
Chelsea School of Art de Londres entre el 89 y el 91, una experiencia
que le permitió mirar a su pueblo con cierta distancia. Como una suerte
de curador, Shaw impulsó la primera y exitosa muestra de Peck en Buenos
Aires: fue en 1996, al cumplirse 14 años de la guerra, en la galería
Sara García Uriburu. Entonces, el malvinense viajó vía Chile, sin
ninguna ayuda oficial y ralas expectativas.
“Cuando el
otro día entré a la sala a ver las fotos, sentí que todavía hay una
presencia en el 93 de las islas que todavía está. Para mí con eso y mis
obras es como un sello, para que la gente vea que hay otro lado de esto,
que es la historia de los humanos y a veces es difícil el ruido de
todo. Pero creo que Ed y yo pensamos lo mismo: tenemos que hablar sin
gritar”, resumen su posición Peck, que denota cierta incomodidad ante la
magnitud que tomaron sus decisiones en la vida pública argentina: en
unas vitrinas en el centro de la sala se exhiben los recortes del diario
Clarín del día en que recibió su DNI.
Sus perspectivas
están bien definidas. El prisma de la realidad atraviesa las imágenes
que Shaw capturó en Malvinas. Más allá del punto de vista, hay
composiciones visuales estéticamente infalibles que expresan desolación y
agudizan alguna sensación cercana al descubrimiento de lo nuevo que
sólo ocurre en la infancia. Las del 82, que retratan las calles porteñas
cuando el conflicto del Atlántico Sur se había apoderado de la vida
pública, aunque tan realistas, parecen salidas de un comic satírico: en
un volante se lee “El primer cenicero recordatorio Islas Malvinas. Todo
argentino debe tenerlo”.
Junto a Andrés Waissman, James
Peck expuso por primera en el Centro Cultural Borges en 2007. Desde
aquella muestra llamada “Desde el sur”, los motivos se suceden –un
soldado en el éloe sobre tela "Colimba", un galpón tan precario como
aislado en una inmensidad de colores pastel, un díptico con un estadio
de fútbol y los 3/4 perfil de Videla y Massera–, se repiten en un
ejercicio de variaciones que un ojo atento podría percibir como un
devenir de soledad y lejanía con motivos pop, del Wally (de ¿Dónde está
Wally?) perdido en un mapa a uno de los personajes de los Backyardigans,
que unas niñas reconocen por el nombre de pila: una revelación que las
llena de entusiasmo y buscan compartir. Para Shaw se trata de una
síntesis que expresa de forma incluso más cabal que el realismo esa
sensibilidad compartida. Para ambos es un gran día.
Centro Cultural Borges
Viamonte esq. San MartínInformes: 5555-5359 / 4311-4865Horarios: lunes a sábado de 10 a 21.Domingos y feriados de 12 a 21
Fuente: Revista Ñ Clarín
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