Estatuas en el tejado del Museo Arqueológico Nacional, con la bandera de Grecia
al lado, en Atenas el 18 de marzo pasado. Los museos griegos sufren,
igual que todo el país, la crisis, que convierte el cuidado de su
herencia arqueológica casi en una carga.
Por Isabel Malsang
Robos
de antigüedades, excavaciones ilegales o en suspenso: Grecia, asfixiada
por la crisis de la deuda, tiene cada vez más dificultades para
preservar y valorar su inestimable patrimonio arqueológico, hoy
considerado una carga.
"Las ruinas de la antigüedad son nuestra maldición," declara una
arqueóloga griega que quiere mantener su anonimato, por sentir que con
semejante declaración traiciona a su oficio, a su alma y a su país.
Sin embargo, con esa palabra -'maldición'-, resume las
contradicciones que hoy enfrentan Grecia y su pasado: el patrimonio
histórico es una de las principales atracciones turísticas del país, y
el Estado cuenta con él para reactivar la economía, pero carece de
medios para valorarlo, e incluso para protegerlo.
Las excavaciones oficiales se ven paralizadas por la falta de fondos y
las ilegales se multiplican a causa de la falta de medidas de
seguridad, denuncia la Asociación de Arquéologos Griegos.
"Cada vez descubrimos más excavaciones sin registro cerca de los
emplazamientos arqueológicos. Algunos han sido cavados por
semiprofesionales que saben lo que buscan y trabajan en redes
organizadas de traficantes de obras de arte. Otros esperan dar con un
tesoro," cuenta Despina Kutsomba, que preside esa Asociación, haciendo
referencia a unas excavaciones ilegales descubiertas en un cementerio de
la época micénica en Dafni.
Las únicas excavaciones que continúan son aquellas que se realizan en
cooperación con institutos arqueológicos extranjeros. Pero también esas
investigaciones tienen que hacer malabarismos con sus presupuestos.
"En principio, el Estado griego debería financiar una parte de cada
excavación. Pero como ya no hay dinero, damos valor contable al terreno o
al hangar que ponen a nuestra disposición, para que sobre el papel
aparezca la cofinanciación," explica uno de los responsables de esos
institutos.
La crisis y sus medidas de austeridad han afectado a todo el sector, a
la investigación y a la edición así como a las actividades pedagógicas
para niños, que han desaparecido de los museos. Los sueldos han sido
reducidos a unos 660 euros al mes.
La crisis afecta también a los turistas. El museo arqueológico de
Atenas o el museo bizantino de Salónica cierran algunas salas con
regularidad por falta de guardas de seguridad.
"Si el público no puede acceder al museo, éste pierde su función
principal y se convierte en un depósito", lamenta Despina Kutsumba. La
arquéologa ha lanzado recientemente desde Atenas un llamamiento a la
"resistencia" contra los "recortes dictados por el FMI" en toda Europa,
para evitar que la crisis se acentúe y afecte del mismo modo "al
Coliseo, al Louvre o a los museos alemanes".
Desde principios de año, dos robos espectaculares de obras de arte,
presuntamente cometidos por bandas organizadas, sacudieron el país.
Unas sesenta antigüedades, algunas de hace más de veinte siglos,
fueron robadas en febrero en un museo de Olimpia, cuna de los Juegos
Olímpicos. En enero, tres cuadros, entre ellos uno de Mondrian y un
retrato de mujer donado por Picasso, desaparecieron de la Galería
Nacional.
"La pobreza y las difíciles condiciones de vida también existían en
los años 50 y 60 y no por ello se robaba en un museo," declaró el
ministro de la Cultura, Pavlos Geroulanos, que presentó su renuncia
(rechazada por el presidente) tras el robo en Olimpia.
De un total de 106 museos arqueológicos y bizantinos, 250 sitios
arqueológicos en actividad y 19.000 registrados, sólo un puñado se salvó
de los recortes: la Acrópolis de Atenas, el más visitado de Grecia,
donde prosiguen las obras de renovación financiada por la Unión Europea,
así como Cnosos en Creta, el yacimiento arqueológico de Vergina, cerca
de Salónica, y sitios de renombre en Delfos y Olimpia.
En el resto del país, la situación es complicada. En la excavación de
Corinto, estudiada por la escuela arqueológica estadounidense, se han
acortado los horarios de visita (15h00) por falta de personal. Asimismo,
algunos museos del archipiélago del Dodecaneso han cerrado sus puertas
hasta mayo.
"Temo un abandono deliberado de la cultura para que luego puedan
privatizar el sector, como ocurrió en Polonia, donde 2000 compañías
privadas realizan excavaciones", apuntó un miembro de la Asociación de
Arqueólogos.
Para aportar dinero a sus arcas, el Estado autorizó la explotación
publicitaria de las ruinas griegas, empezando por la Acrópolis. Una
iniciativa considerada hasta ahora como un sacrilegio por los
arquéologos.
El ministerio aseguró que esa decisión se inscribía en una serie de
disposiciones para "facilitar" el acceso al patrimonio y la promoción
del mismo.
La administración de monumentos históricos se ve por otro lado bajo
el fuego de las críticas del sector de la construcción, por sus demoras
en dar permisos de edificación. Un problema, según los aqueólogos,
también atribuible a los recortes presupuestarios.
"Si los servicios arqueológicos tuviesen más personal, todo iría más
rápido. A veces un proyecto de construcción está paralizado seis meses,
hasta que los arqueólogos pueden sondear el terreno", explica Amalia
Tsituri, de la Asociación de Arqueólogos.
Pero la mujer defiende las precauciones, afirmando que en grandes
ciudades como Atenas, si los arqueólogos no hubiesen presionado al
Estado, los turistas "habrían desaparecido" ya que "todo estaría
edificado".
"Este país tiene la histeria de la construcción. La ley arqueológica
permitió preservar los lugares más bellos y salvaguardar una parte del
patrimonio natural", sostiene.
Fuente: AFP
Fuente: AFP
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