Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Está exhibiendo una muestra
de diseño industrial argentino con los clásicos de su colección.
Por Berto González Montaner
Editor Jefe Arq
Mucho se ha hablado en los últimos años del boom del diseño en
la Argentina y en especial en Buenos Aires. Los locales de diseño se han
replicado en las calles de los rebautizados Palermo Soho, Palermo
Hollywood y derramado en Palermo Queen’s. También en San Telmo o en
cualquier barrio con pretensiones de “pertenecer”. Tal vez con la
creación de las carreras de Diseño en la UBA, hace poco más de 20 años,
la disciplina haya explotado. Tan lejos llegaron las repercusiones que
en 2005 hasta la UNESCO distinguió a Buenos Aires como “Ciudad del
Diseño”, en el programa Red de Ciudades Creativas.
Así, el diseño
industrial, gráfico, textil, y de imagen y sonido se ha ido ganando un
lugar merecido en los diarios, en las revistas dominicales y han
aparecido también publicaciones específicas como Barzón, D&D, 90+10 o DNI , la revista de diseño nacional e internacional que editamos desde ARQ-Clarín
. Los Premios Konex que este año están dedicados a las Artes Visuales
tienen categorías para los diseños. Y hasta los bancos de plazas, los de
Puerto Madero y los de la Avenida de Mayo, las instalaciones del
Metrobús y los nuevos carteles de las calles y las paradas y refugios
para colectivos vienen con diseño. Estos últimos, con el sello de la
diseñadora Diana Cabezas.
No es de extrañar entonces que en estas
semanas hayan coincidido en Buenos Aires dos muestras sobre diseño
argentino y la aparición de un libro que intenta escribir la primera
versión de su historia. Un paso necesario para consolidar esta joven
disciplina creando su propia mitología. Consagrando, como corresponde a
todo relato, sus objetos fetiches, sus héroes, los hijos y los
entenados. Los tres eventos tienen protagonistas en común. Sobre todo
uno: el curador de las muestras y del libro es el arquitecto Ricardo
Blanco, un referente indiscutido del diseño criollo, ex director de la
carrera de Diseño Industrial y actual director del Posgrado de Diseño de
Mobiliario de la UBA y presidente de la Academia Nacional de Bellas
Artes.
Un clásico. El BKF: versión de Juan Doberti para el espacio público.
La Muestra de Diseño Argentino Contemporáneo
exhibida hasta el 27 de abril en la UADE es la reedición de la que viajó
a Frankfurt en 2010 para la Feria del Libro. En su mayoría, allí se
exhiben objetos de diseñadores jóvenes que fueron catapultados a la
autoproducción a partir de la crisis de 2001. Esto implica jóvenes
creativos que utilizando una industria semi-artesanal salen a producir
sus propios diseños y se lanzan a conquistar mercados y a colonizar
barrios, como lo hicieron con los Palermos.
En cambio, el corte de la muestra del Museo de Arte Moderno porteño (MAMBA) es más amplio: Diseño Industrial Argentino
desempolvó los clásicos que atesora la colección del museo, la de los
pioneros y la de los profesionalistas, le agregó unas cuantas piezas
nuevas y también incorporó a las nuevas generaciones. En cuanto al
libro, publicado por Ediciones Franz Viegener, compila en 250 páginas 99
diseñadores argentinos ordenados alfabéticamente y un sillón: el
legendario BKF. Según sintetiza Blanco en la introducción: “...una
colección de diseños argentinos que restaura la memoria de muchos
diseñadores que, a lo largo de setenta años, se han ocupado de
desarrollar productos para mejorar la vida cotidiana de las personas”.
Un ingrediente más se agrega a esta movida porteña. La muestra Diseño Industrial Argentino
tiene lugar en otro espacio cargado de diseño: el edificio del Museo
de Arte Moderno de Buenos Aires, en San Juan 350. El edificio,
parcialmente inaugurado, es producto del reciclaje y de la ampliación de
la antigua fábrica de cigarrillos Piccardo. El proyecto fue donado por
Emilio Ambasz, un prestigioso arquitecto argentino radicado en Nueva
York, que entre sus pergaminos ostenta haber inaugurado y ser director
del Departamento de Diseño y Arquitectura del MoMA y haber creado el
famoso sistema “Vertebra” de sillas. Sin embargo, Ambasz no aparece en
el libro de Blanco, porque como en todo relato, hace sus propios
recortes. En este caso, Blanco elige cortar en diseños producidos y
desarrollados en la Argentina por diseñadores argentinos.
Fuente: clarin.com
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