Los collages de Richard Prince están en el centro de un litigio legal, y encendieron el debate sobre la apropiación de creaciones de otros, una práctica frecuente desde que muchos artistas reutilizan cualquier obra libremente.
POR RANDY KENNEDY - The New York Times
Una tarde reciente en la oficina de un estudio jurídico de Nueva York dirigido por David Boies y sus asociados, había sobre una mesa de conferencias una gran caja negra en estuche. En su interior, se encontraban collages hechos a mano, llamativos y en algunos casos muy graciosos, con fotos y páginas de revistas por el artista Richard Prince, obras artísticas que constituyen el centro de una de las causas sobre copyright seguidas con más atención y que más han sacudido hasta el momento al mundo del arte.
En marzo, una jueza federal de distrito en Manhattan dictaminó que Prince que desarrolló su carrera apropiándose de imágenes creadas por otros quebrantó la ley tomando fotos de un libro sobre los Rastafaris y usándolas sin permiso para crear una serie de pinturas y collages basados en ellos.
El fallo de la jueza Deborah A. Batts hizo sonar campanas de alarma en los museos de todo Estados Unidos que exhiben arte contemporáneo. El núcleo de la causa, que Prince está apelando, es el principio conocido como "uso aceptable". Éste otorga a una persona la facultad de utilizar el material de otro para determinados fines, sobre todo si el resultado transforma la cosa usada o como lo describió el juez Pierre N. Leval en un influyente artículo de 1990, si la cosa nueva "agrega valor a la original" de manera que la sociedad en su conjunto se enriquezca culturalmente.
En el caso Prince, la norma correspondiente a la transformación fue definida en forma tan estrecha que los artistas y los museos advirtieron que puede llegar a poner en peligro la sólida tradición de apropiación que sustenta buena parte del arte del último medio siglo.
Varios museos consideraron el fallo un golpe para "el fuerte interés público en la libre circulación de la expresión creativa". Estudiosos y abogados del otro lado del debate lo celebraron como un correctivo bienvenido en un mundo del arte esclavo durante demasiado tiempo de la Pictures Generation artistas como Prince que usaron la apropiación a partir de los años 1970 para hurgar bajo la superficie de la cultura de los medios.
Si el caso ha tenido hasta ahora algún efecto, éste ha sido, empero, llevar a la arena pública una verdad fundamental que planea fuera del debate legal: que la corriente actual de la expresión creativa con sus miles de millones de imágenes y clips digitales accesibles, se está volviendo rápidamente tan libre y es tan reflejo su reciclado, que cuesta imaginar cómo detenerla, mucho menos contenerla, pase lo que pase en la justicia.
"En la generación con la que comparto mis días, la apropiación no carga con ningún bagaje ideológico", dijo Stephen Frailey, un artista cuyo trabajo ha utilizado la apropiación y que dirige un curso de fotografía para estudiantes universitarios en la Escuela de Artes Visuales de Manhattan. "Ellos piensan que una vez que una imagen entra en el espacio digital compartido, está ahí para cambiarla, elaborarla, agregarle cosas, mejorarla y hacer todo lo que se le quiera hacer. No lo ven como un acto subversivo. Consideran que Internet es una comunidad de colaboración y todo lo que contiene es materia prima".
La ley estadounidense sobre copyright trata de proteger productos de la creatividad de tal manera que las personas tengan un incentivo económico para seguir creando. No obstante, la ley también desarrolló formas para permitir usos creativos de la copia: la exención de uso aceptable, que permite a algunos copiar en el caso de cosas como la crítica, el comentario o la información de noticias. En las últimas décadas, la ecuación para decidir si el uso aceptable es realmente aceptable ha sido en parte qué proporción de la cosa copiada se transformó.
En una declaración en la causa, los abogados de Cariou se adentran con Prince en el extraño territorio de la intención artística. Lo más cerca que están de arrinconarlo es que quiso usar las imágenes tomadas para explorar su fascinación por la pintura de Willem de Kooning y también que consideraba a sus collages y sus pinturas como parte de una idea para una película sobre un mundo post-apocalíptico donde los rastafaris, lesbianas famosas de las letras y otros se adueñan de hoteles en St. Bart.
En un punto de la transcripción de la declaración, un abogado preguntó: "¿Cuál es el mensaje?" Prince respondió "El mensaje es hacer buen arte que haga sentir bien a la gente". También aclaró que no hacía arte que comentara el trabajo de Cariou. (La jueza Batts dictaminó que para que una obra sea una transformación debe "de alguna manera comentar, relacionarse con el contexto histórico o referirse en forma crítica a las obras originales" de las que toma elementos, un test que la obra de Prince no aprobaba, dijo.) El fallo en la causa de Prince no responderá los interrogantes más amplios acerca de cómo debería evolucionar el copyright para hacer frente a la realidad de los artistas del mundo digital o cómo debería hacer frente moral y éticamente el arte a dichas cuestiones.
Hank Willis Thomas, un artista que participó en un debate en la Asociación de Abogados de la ciudad de Nueva York en noviembre, dijo que la cultura del reciclado y la mezcla estaba adquiriendo velocidad tan rápido que tratar de ordenarla era, incluso ahora, como tratar de alcanzar un blanco móvil.
Y agregó: "Venga lo que venga después de esto, será muy loco".
Fuente: Revista Ñ Clarín
No hay comentarios:
Publicar un comentario