Por
Eduardo Parise
En la Ciudad, y en especial en Palermo, se lo llama “La
Colorada”. Y aunque podría ser el apodo de alguna bailarina que dejara
su huella en locales como Lo de Hansen, El Tambito o el Café La Paloma,
la denominación no involucra a ninguna “elegante papirusa”, sino que
alude a un edificio centenario, cuyos ladrillos a la vista aún hacen que
se destaque en una zona donde las modernas torres cambiaron y siguen
cambiando el paisaje.
Construido íntegramente con materiales
llegados desde Inglaterra (de paso le servían como lastre a los barcos
cerealeros que después llevaban mercadería hacia Europa), el edificio
fue pensado por el ingeniero y arquitecto Regis Pigeon, quien le otorgó
el sello distintivo del estilo que se conoce como neoclásico inglés: la
presencia del ladrillo sin ninguna cubierta. Ese estilo fue muy usado en
Gran Bretaña entre 1840 y 1915 y muchas veces se lo vincula con
construcciones de la denominada revolución industrial.
“La
Colorada” se construyó en 1911 en lo que hoy es el cruce de Cabello y
República Arabe Siria. Tiene planta baja, cuatro pisos y sótanos y, a
cada lado de la ochava en la que está, ocupa unos 30 metros, lo que le
otorga una vista monumental por sus simetrías. Pero del edificio no sólo
se destaca lo que se puede ver: lo original (al menos para esos tiempos
y en Buenos Aires) es que en su diseño y construcción se usó una
estructura formada por vigas de hierro cuyo fin era sostener a la carga
de la obra. Y así sigue.
Los departamentos del llamativo edificio
siempre tuvieron el mismo destino: ser usados como viviendas. Y los
primeros en habitarlos fueron los directores y gerentes de los
ferrocarriles que, por entonces, pertenecían a empresas inglesas. Pero
lo más curioso era el uso que se le daba a los sótanos: eran
dependencias destinadas a albergar al personal doméstico, algo que
generó polémicas y discusiones porque se decía que era un área no
adecuada para que viviera gente. Después de algunas décadas, todo el
edificio pasó a propiedad de la familia Mitre (por eso durante un tiempo
se lo conoció como “Palacio Mitre”) hasta que en la década de 1950
decidieron subdividirlo y venderlo.
Dentro de “La Colorada” hay
elementos para destacar, como la gran escalera de mármol que rodea al
ascensor principal, los techos realizados con el método de bovedilla
(ladrillos entrelazados en dinteles de hierro) y una gran claraboya
central que permite inundar de luz todo el interior. Por su calidad y su
valor histórico, desde 1990 la edificación fue incluida dentro de la
categoría de protegido que le otorga el Código de Planeamiento Urbano de
la Ciudad.
Lamentablemente no hubo protección para otro edificio
histórico que supo estar en esa zona. Era lo que se conoció como El
Parque Romano, que estaba en la avenida Las Heras, entre Malabia (la
actual República Arabe Siria) y Lafinur. El club era un lugar de baile
donde actuaban varios de los grandes artistas populares, como la
orquesta de Aníbal Troilo o la Orquesta Característica Anconetani (la de
los famosos acordeones). También había duros combates de boxeo donde se
presentaron figuras como Justo Suárez, “el torito de Mataderos”. Y
alguna vez al club lo frecuentó un morocho llamado Carlos Gardel.
Durante 1954, aquellas instalaciones fueron compradas por el Club
Comunicaciones, hasta que le llegó la demolición. Allí ahora hay unas
torres y un supermercado. Pero esa es otra historia.
Fuente: clarín.com
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