BORGES Y LA GENTE.
A 25 AÑOS DE LA MUERTE DEL ESCRITOR


Difícil, erudito, eso piensan de él muchos que lo admiran pero no se animan a leerlo.

LA RISA. LA IMAGEN TAN DIFUNDIDA DE UN BORGES SERIO Y SOLEMNE NO ES LA QUE TRANSMITEN SUS TEXTOS, LLENOS DE IRONÍA Y FINO HUMOR.

Por Inés Garland


Hay demasiada gente seria tratando de que todos los otros se conviertan en gente espantosamente seria G.K. Chesterton
El mozo de un bar de Palermo, la adolescente de uniforme, la señora perfumada de tapado de cashmere y perrito con adornos, el hombre de la garita del ACA, el señor de buzo que camina alrededor del lago con su esposa italiana, todos saben que Jorge Luis Borges es un escritor. Un buen escritor. Pero sus opiniones raramente surgen de la lectura de sus libros. La lectura de Borges es otra cosa y presenta algunas complicaciones.
El quiosquero de la esquina de Oro y Seguí vende como pan caliente los suplementos sobre Borges que sacan los diarios, pero en su kiosco de la esquina de Maipú y Lavalle, sólo juntan hollín. La conclusión lógica sería que a la gente del barrio frente al Rosedal le gusta mucho Borges.
Sin embargo los que compran los suplementos son los mismos que reconocen muy avergonzados que no leen a Borges porque les parece demasiado difícil y erudito, porque las citas de sus escritos los hacen sentir ignorantes y creen que sólo podrían disfrutarlo de la mano de un profesor.
Se disculpan como si estuvieran cometiendo un pecado. ¿“Tengo la sensación de que debe ser aburrido o complicado de leer, no sé por qué pienso eso. Le tengo algo de rabia porque es como una especie de cucarda nacional que todos se meten en la boca a la hora de hablar de los genios de la literatura Argentina. Me da la sensación de que la gente siente que sube el estatus si dice que lo ha leído y que le gusta o apasiona”, dice una mujer joven que, sin saberlo, da una posible respuesta a la paradoja.
Cipayo, elitista, apátrida, sarmientino, son adjetivos que usan algunos para hablar de Borges. “Lo encasillé por la militancia. Él hubiera querido ser europeo. Era un hombre tan fino y apátrida. Ferviente antiperonista por lo elitista que era. Liberal, o sea, gorila. Nunca entendió la frase ‘Alpargatas sí, libros no’. Para entenderla hay que mirar el contexto. Lo que se necesitaba era trabajo e inclusión social. Nadie puede leer con la panza vacía”, dice con tranquilidad una ex maestra de historia que encontró por fuera de la política una manera de seguir militando por un mundo más justo.
Algunos de sus lectores lo defienden de estas acusaciones. “Nadie habla de Buenos Aires como Borges”, dice un economista que trabaja en la banca privada. “Cortázar es mucho más extranjero”.
El poema de Borges que más adeptos parece tener entre los no lectores de Borges es “Instantes”, que no es de Borges (aunque la demostración de esta falacia es larga y llena de vericuetos y los amantes del poema se resisten a conocerla).
El Borges místico, el hombre religioso en el concepto profundo de la palabra religar, el Borges pudoroso y simple, el que admiraba a los cuchilleros, el que ironizaba sin denigrar, parece menos conocido que el que supuestamente escribió un poema en el que se arrepiente de las cosas que no hizo.
Es como si esa disculpa lo volviera más entrañable, como si fuera más fácil quererlo si se arrepiente. Más fácil que dejar los prejuicios de lado y dedicarse a leerlo.


A  25 AÑOS DE LA MUERTE DEL ESCRITOR

Fuente: clarin.con

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