Difícil, erudito, eso piensan de él muchos que lo admiran pero no se animan a leerlo.
LA RISA. LA IMAGEN TAN DIFUNDIDA DE UN BORGES SERIO Y SOLEMNE NO ES LA
QUE TRANSMITEN SUS TEXTOS, LLENOS DE IRONÍA Y FINO HUMOR.Por Inés Garland
Hay demasiada gente seria tratando de que todos los otros se conviertan en gente espantosamente seria
G.K. Chesterton
El mozo de un bar de Palermo, la adolescente de
uniforme, la señora perfumada de tapado de cashmere y perrito con
adornos, el hombre de la garita del ACA, el señor de buzo que camina
alrededor del lago con su esposa italiana, todos saben que Jorge Luis
Borges es un escritor. Un buen escritor. Pero sus opiniones raramente
surgen de la lectura de sus libros. La lectura de Borges es otra cosa y
presenta algunas complicaciones.
El quiosquero de la esquina de
Oro y Seguí vende como pan caliente los suplementos sobre Borges que
sacan los diarios, pero en su kiosco de la esquina de Maipú y Lavalle,
sólo juntan hollín. La conclusión lógica sería que a la gente del barrio
frente al Rosedal le gusta mucho Borges.
Sin embargo los que
compran los suplementos son los mismos que reconocen muy avergonzados
que no leen a Borges porque les parece demasiado difícil y erudito,
porque las citas de sus escritos los hacen sentir ignorantes y creen que
sólo podrían disfrutarlo de la mano de un profesor.
Se disculpan
como si estuvieran cometiendo un pecado. ¿“Tengo la sensación de que
debe ser aburrido o complicado de leer, no sé por qué pienso eso. Le
tengo algo de rabia porque es como una especie de cucarda nacional que
todos se meten en la boca a la hora de hablar de los genios de la
literatura Argentina. Me da la sensación de que la gente siente que sube
el estatus si dice que lo ha leído y que le gusta o apasiona”, dice una
mujer joven que, sin saberlo, da una posible respuesta a la paradoja.
Cipayo,
elitista, apátrida, sarmientino, son adjetivos que usan algunos para
hablar de Borges. “Lo encasillé por la militancia. Él hubiera querido
ser europeo. Era un hombre tan fino y apátrida. Ferviente antiperonista
por lo elitista que era. Liberal, o sea, gorila. Nunca entendió la
frase ‘Alpargatas sí, libros no’. Para entenderla hay que mirar el
contexto. Lo que se necesitaba era trabajo e inclusión social. Nadie
puede leer con la panza vacía”, dice con tranquilidad una ex maestra de
historia que encontró por fuera de la política una manera de seguir
militando por un mundo más justo.
Algunos de sus lectores lo
defienden de estas acusaciones. “Nadie habla de Buenos Aires como
Borges”, dice un economista que trabaja en la banca privada. “Cortázar
es mucho más extranjero”.
El poema de Borges que más adeptos
parece tener entre los no lectores de Borges es “Instantes”, que no es
de Borges (aunque la demostración de esta falacia es larga y llena de
vericuetos y los amantes del poema se resisten a conocerla).
El
Borges místico, el hombre religioso en el concepto profundo de la
palabra religar, el Borges pudoroso y simple, el que admiraba a los
cuchilleros, el que ironizaba sin denigrar, parece menos conocido que el
que supuestamente escribió un poema en el que se arrepiente de las
cosas que no hizo.
Es como si esa disculpa lo volviera más
entrañable, como si fuera más fácil quererlo si se arrepiente. Más fácil
que dejar los prejuicios de lado y dedicarse a leerlo.
A 25 AÑOS DE LA MUERTE DEL ESCRITOR
Fuente: clarin.con
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