Los Cristos de Rembrandt se reencuentran en el Louvre tras siglos de diáspora
París, 21 abr (EFE).- Cerca de un centenar de pinturas, estampas y dibujos de Cristo del maestro holandés Rembrandt se han reencontrado hoy en el Museo del Louvre de París después de 350 años de dispersión en colecciones de Europa y Estados Unidos.
El trabajo de tres grandes instituciones culturales como son el Museo de Arte de Filadelfia, el Instituto de Artes de Detroit y el propio Louvre ha dado lugar a la muestra "Rembrandt y la figura de Cristo", compuesta por obras que revolucionaron en su época la forma de retratar a Jesucristo, hasta entonces muy idealizado en sus representaciones pictóricas.
El genio del claroscuro trató de responder, a mediados del siglo XVII, a la pregunta sobre la "verdadera" fisonomía de Jesús de Nazareth, rompiendo con toda la tradición del arte cristiano, que evitaba tratar al profeta como una figura histórica para dar de él una visión "más glorificada", explica a Efe el comisario de la exposición, Blaise Ducos.
"¿Por qué el pintor holandés decidió componer una figura de Cristo radicalmente diferente de la que predominaba en la época?", se pregunta el responsable de la exhibición, que recuerda que Rembrandt se mantuvo fiel a los estándares artísticos vigentes durante sus primeros veinte años de creatividad, para evolucionar posteriormente.
El enigma que rodea este cambio de percepción no ha sido del todo revelado, aunque para Ducos se debe al espíritu de superación y competitividad del artista, que, a sabiendas de la dificultad de superar en técnica a sus admirados predecesores, optó por explorar nuevas vías.
"Estaba en un callejón sin salida", exclama el comisario, quien atribuye a esta situación la idea de la serie de siete retratos del rostro de Jesús de Nazareth, sin duda el plato fuerte de la exposición, ya que se piensa que esta pudo ser la primera vez que se basaba en un modelo vivo.
Además, se cree que Rembrandt escogió como modelo a un joven judío de la época, una comunidad con la que el pintor estaba muy en contacto y que da testimonio de "la tolerancia y la multiconfesionalidad" que predominaban en la Holanda de aquella época, un ambiente del cual el maestro renacentista es "producto", afirma Ducos.
Esas pinturas, que podrán verse en el museo más visitado del mundo hasta el próximo 18 de julio, resultan de un largo período de investigación sobre la figura de Cristo, y no habían vuelto a estar juntas desde que salieron del estudio del pintor en Ámsterdam hace más de tres siglos.
La representación que escoge Rembrandt como sustitución del Cristo aceptado hasta entonces por la Iglesia se aleja por primera vez de las descripciones de la célebre carta del político Publio Cornelio Léntulo al emperador Octavio, utilizadas hasta entonces como referencia.
La exposición abraza el conjunto de la obra de Rembrandt, con las diferentes técnicas experimentadas por el artista a lo largo de su vida, desde esbozos a aguafuertes, una de las especialidades del pintor.
Los célebres cuadros "Los peregrinos de Emaús" y "La estampa de los cien florines" son también otras de las atracciones principales.
Los cuadros elaborados de joven por el holandés van acompañados de grabados de grandes maestros que le precedieron, Alberto Durero, Lucas de Leyde, Hendrick Goltzius o Andrea Mantegna, que "formaron parte de su cultura visual".
Desde el principio, Jesús se impuso como la figura predilecta de Rembrandt para evolucionar en sus diferentes interpretaciones.
En su obra "Crucifixión", de 1631, el artista mostró a Cristo como un hombre "deshecho, miserable, mártir, en contraposición con el cuerpo glorioso pintado por Rubens".
La muestra expone ese último cuadro flanqueado por representaciones de la misma escena firmadas por Jan Lievens y Jacob Backer, un ejemplo de la influencia de Rembrandt sobre sus coetáneos y sucesores, que reaccionaron tratando ellos también de dar respuesta a la pregunta que atenazaba al artista.
Sin embargo, la experimentación de Rembrandt no pasó de ser un fenómeno "aislado", precisa el comisario del evento, ya que su iniciativa solo fue retomada por algunos de sus discípulos.
"El paréntesis se cerró" con su muerte, recalca, al no llegarse a crear una escuela que cambiase de forma radical la representación de Cristo en la pintura posterior a esa época, "un poco como le sucedió a Caravaggio".
El trabajo de tres grandes instituciones culturales como son el Museo de Arte de Filadelfia, el Instituto de Artes de Detroit y el propio Louvre ha dado lugar a la muestra "Rembrandt y la figura de Cristo", compuesta por obras que revolucionaron en su época la forma de retratar a Jesucristo, hasta entonces muy idealizado en sus representaciones pictóricas.
El genio del claroscuro trató de responder, a mediados del siglo XVII, a la pregunta sobre la "verdadera" fisonomía de Jesús de Nazareth, rompiendo con toda la tradición del arte cristiano, que evitaba tratar al profeta como una figura histórica para dar de él una visión "más glorificada", explica a Efe el comisario de la exposición, Blaise Ducos.
"¿Por qué el pintor holandés decidió componer una figura de Cristo radicalmente diferente de la que predominaba en la época?", se pregunta el responsable de la exhibición, que recuerda que Rembrandt se mantuvo fiel a los estándares artísticos vigentes durante sus primeros veinte años de creatividad, para evolucionar posteriormente.
El enigma que rodea este cambio de percepción no ha sido del todo revelado, aunque para Ducos se debe al espíritu de superación y competitividad del artista, que, a sabiendas de la dificultad de superar en técnica a sus admirados predecesores, optó por explorar nuevas vías.
"Estaba en un callejón sin salida", exclama el comisario, quien atribuye a esta situación la idea de la serie de siete retratos del rostro de Jesús de Nazareth, sin duda el plato fuerte de la exposición, ya que se piensa que esta pudo ser la primera vez que se basaba en un modelo vivo.
Además, se cree que Rembrandt escogió como modelo a un joven judío de la época, una comunidad con la que el pintor estaba muy en contacto y que da testimonio de "la tolerancia y la multiconfesionalidad" que predominaban en la Holanda de aquella época, un ambiente del cual el maestro renacentista es "producto", afirma Ducos.
Esas pinturas, que podrán verse en el museo más visitado del mundo hasta el próximo 18 de julio, resultan de un largo período de investigación sobre la figura de Cristo, y no habían vuelto a estar juntas desde que salieron del estudio del pintor en Ámsterdam hace más de tres siglos.
La representación que escoge Rembrandt como sustitución del Cristo aceptado hasta entonces por la Iglesia se aleja por primera vez de las descripciones de la célebre carta del político Publio Cornelio Léntulo al emperador Octavio, utilizadas hasta entonces como referencia.
La exposición abraza el conjunto de la obra de Rembrandt, con las diferentes técnicas experimentadas por el artista a lo largo de su vida, desde esbozos a aguafuertes, una de las especialidades del pintor.
Los célebres cuadros "Los peregrinos de Emaús" y "La estampa de los cien florines" son también otras de las atracciones principales.
Los cuadros elaborados de joven por el holandés van acompañados de grabados de grandes maestros que le precedieron, Alberto Durero, Lucas de Leyde, Hendrick Goltzius o Andrea Mantegna, que "formaron parte de su cultura visual".
Desde el principio, Jesús se impuso como la figura predilecta de Rembrandt para evolucionar en sus diferentes interpretaciones.
En su obra "Crucifixión", de 1631, el artista mostró a Cristo como un hombre "deshecho, miserable, mártir, en contraposición con el cuerpo glorioso pintado por Rubens".
La muestra expone ese último cuadro flanqueado por representaciones de la misma escena firmadas por Jan Lievens y Jacob Backer, un ejemplo de la influencia de Rembrandt sobre sus coetáneos y sucesores, que reaccionaron tratando ellos también de dar respuesta a la pregunta que atenazaba al artista.
Sin embargo, la experimentación de Rembrandt no pasó de ser un fenómeno "aislado", precisa el comisario del evento, ya que su iniciativa solo fue retomada por algunos de sus discípulos.
"El paréntesis se cerró" con su muerte, recalca, al no llegarse a crear una escuela que cambiase de forma radical la representación de Cristo en la pintura posterior a esa época, "un poco como le sucedió a Caravaggio".
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