Para LA NACIÓN
El Bicentenario detonó respuestas diversas, algunas meditadas, otras improvisadas y algunas espontáneas, maravillosas, anónimas. No faltan quienes pretenden apropiarse y capitalizar en propio provecho lo ajeno laborado y lo instintivo brotado. Caletres mayores analizarán el conjunto pero, desde el llano, vale sentar algunas coordenadas tan reflexivas, indagatorias y sensibles operadas desde el panorama de las artes plásticas.
La muestra de Alfredo Hlito y Miguel Ocampo, concertada por la experta Niko Gulland, suma cotas de excelencia a la conmemoración maya desde el Museo Tigre. Y es justo que Hlito y Ocampo sean adalides de esta conocedora visión de las vanguardias generadas bajo la Cruz del Sur.
Ambos conocieron otros destinos, aventuras y reconocimientos en otras tierras. También afirmaron su identidad y pertenencia al desatender la mistificación cosmopolita -ciudadanos del mundo-, mínimo común denominador vulgar del rastacuero (Lucio V. Mansilla dixit ).
Hlito y Ocampo brotaron su creatividad desde la abstinencia informativa impuesta en el Lejano Sur por la Segunda Guerra Mundial. Comunicaciones obturadas, regreso intempestivo de los becarios expulsados por la contienda y el corte de víveres diplomáticos: tal era el panorama cultural de los argentinos en la década de 1940. En vísperas de eclosiones políticas y sociales que aún percuten sobre el parche tendido desde La Quiaca hasta la Antártida, flanqueado por los macizos andinos y los embates del océano Atlántico.
¿Germinaba en el espíritu de la época otra utopía? Esa nueva alianza entre arte, sociedad y equidad movilizó las vanguardias rusas previas y coetáneas a la Revolución de Octubre, a las audacias de holandeses y de la Bauhaus internacional y germana. Ninguno de estos fermentos llegaban al Río de la Plata. En esos márgenes -trazados con línea gruesa en esta nota- eclosionó Arte Concreto Invención, asociación de poetas, diseñadores, músicos, arquitectos, escultores, pintores. Algunos devenidos teóricos, todos utopistas. O, como dice el protagonista Iommi, locos de la guerra. Del eterno combate entre lo establecido esclerosado y la savia pulsional que se empeña en algo nuevo.
Fueron resistidos como lo fuera en 1924 el cubismo impulsado entre nosotros por Emilio Pettoruti, avalado por Marcelo T. de Alvear. A los concretos, a mediados de los años cuarenta les tocó en desgracia el ministro Oscar Ivanissevich, cirujano y adalid versificador de la cruzada contra el "arte degenerado", demonio opuesto a la "bigornia de titanes" del arte "como se debe", según se disformaba en su magín.
La aventura tuvo y sostiene fermentos -y aun polémicas egocéntricas- en las que no se enredaron Hlito ni Ocampo. Los dos derivaron a riesgo y poética propios por aquellos corsi e ricorsi que hace añares Vico señaló como la profunda aventura del espíritu humano. Los dos alcanzaron transfiguraciones de intacta poética, epifanías, esfinges, entrevisiones que interpelan la pupila y otros entresijos que murmuran, alertan, su existencia a los que en secreto acceden a su imagen.
En su plenitud, Alfredo Hlito nos fue arrebatado. Ocampo liba su imagen en los sosiegos cordobeses donde hizo su morada hace años, tras los destinos impuestos por su labor diplomática.
Cantos internos y cielos trascendidos sin retórica campean en las riberas de Tigre. Esa otra metáfora del río de Heráclito que las claras pupilas de Hlito y Ocampo ofrecen en el convivio que Niko Gulland propone. Meditados, laborados, improvisados, espontáneos, la conmemoración del Bicentenario se adjetiva en esta muestra imperdible.
Ficha: Hlito-Ocampo , en el Museo de Arte Tigre (Paseo Victorica 972), hasta el 14 de noviembre
Diseñador gráfico, ensayista, pintor. En 1945 integró la Asociación Arte Concreto Invención. Participó en la Bienal de Río de Janeiro en 1945, 1960, 1975 y 1980, y en la de Venecia (1956) Entre 1963 y 1973, vivió en México. Expuso y obtuvo distinciones internacionales. En 1982 ingresó en la Academia Nacional de Bellas Artes.
Arquitecto, diplomático, pintor. Asistió al taller de André Lhote (París, 1948). Integró junto con Lidy Prati, Sarah Grilo, Tomás Maldonado y Alfredo Hlito un grupo de afirmación del arte concreto-geométrico, participó de la Exposición Internacional de Bruselas y en la Bienal de Río de Janeiro. Desde 1983 es miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes. Hasta la fecha realizó 50 muestras individuales en el país y en Uruguay, Brasil, Venezuela, El Salvador, Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia. Vive en La Cumbre, Córdoba, desde 1978.