Amanda Ortega frecuentó a Borges y a Kodama. Desde 1988 trabaja en la Fundación Borges.
JUNTOS. La gata acababa de saltar sobre Borges, feliz por su llegada.
Por: Paulina Villegas Vargas
Como usted recordará Amanda...", comenzaba Borges a charlar en uno de los muchos encuentros, visitas, paseos entre el escritor y la fotógrafa. "Te envolvía en su mundo, te entregaba eso que él ya sabía" recuerda Amanda con voz suave y tímida. "Era para mí un placer verlo, siempre los seguía porque era muy estético, tan placentero, con tez de bebé, los zapatos tan lustrados y perfectos... " Hace casi 40 años, Borges y María Kodama llegaron a la puerta de la casa de Amanda Ortega a mirar una fotografía.
El encuentro fue "una mezcla de emociones y desequilibrio", recuerda la fotógrafa. La pareja vivía a una cuadra de diferencia de su casa y Amanda los veía caminar por Maipú, Paraguay y Florida casi cotidianamente. En ese entonces, Amanda trabajaba para un fotógrafo y escritor para quién hacía laboratorio.
Del encuentro surgió no sólo una amistad, que Amanda no se atreve a nombrar como tal pero cuya intimidad revela su lente, sino una relación profesional de colaboración en proyectos como el libro El Atlas de Borges y un documental basado en un cuento del autor.
En 1988, Amanda se une a la Fundación Borges para documentar el universo borgeano: primeras ediciones de libros, premios, críticas, su biblioteca, todos los elementos que le pertenecían a Borges y a la fundación.
La exposición Borges íntimo "es una mirada más privada, íntima, introspectiva" dice la curadora Marina Georgalos y forma parte de las actividades que desarrollan la Fundación Internacional Jorge Luis Borges y el Centro Cultural Borges.
Marina Georgalos describe el material cómo una colección de imágenes cálidas que transmiten el infinito respeto y cariño de Amanda hacia el escritor.
Los sentimientos se ven: la imagen de Borges con su adorado gato Freyja, un gato de Abisinia bautizado con el nombre de la diosa de la belleza y el amor de la mitología nórdica, parado en la pierna izquierda. La foto que aquí vemos es de aquel día en que el gato paró la cola de felicidad y saltó sobre Borges cuando llegó con María a casa de Amanda, quien cuidaba del gato desde recién nacido.
Borges en su casa mostrando los objetos que el llamaba sus "talismanes". Como dice en un poema: "Un ejemplar de la primera edición de la Edda Islandorum de Snorri, impresa en Dinamarca./ Los cinco tomos de la obra de Schopenhauer./Los dos tomos de las Odiseas de Chapman./Una espada que guerreó en el desierto./Un mate con un pie de serpientes que mi bisabuelo trajo de Lima".
Borges narraba la historia detrás de cada objeto y Amanda congelaba en fracciones el tiempo.
Las caminatas de Borges y María por la zona de Florida y Paraguay, donde siempre los veía porque era su caminata también.
¿Qué más? La fotógrafa dice que no, que hablar no, que mejor mirar. Que prefiere decir lo suyo a través de sus imágenes y escribir con la luz sobre los detalles del Borges íntimo.
Como usted recordará Amanda...", comenzaba Borges a charlar en uno de los muchos encuentros, visitas, paseos entre el escritor y la fotógrafa. "Te envolvía en su mundo, te entregaba eso que él ya sabía" recuerda Amanda con voz suave y tímida. "Era para mí un placer verlo, siempre los seguía porque era muy estético, tan placentero, con tez de bebé, los zapatos tan lustrados y perfectos... " Hace casi 40 años, Borges y María Kodama llegaron a la puerta de la casa de Amanda Ortega a mirar una fotografía.
El encuentro fue "una mezcla de emociones y desequilibrio", recuerda la fotógrafa. La pareja vivía a una cuadra de diferencia de su casa y Amanda los veía caminar por Maipú, Paraguay y Florida casi cotidianamente. En ese entonces, Amanda trabajaba para un fotógrafo y escritor para quién hacía laboratorio.
Del encuentro surgió no sólo una amistad, que Amanda no se atreve a nombrar como tal pero cuya intimidad revela su lente, sino una relación profesional de colaboración en proyectos como el libro El Atlas de Borges y un documental basado en un cuento del autor.
En 1988, Amanda se une a la Fundación Borges para documentar el universo borgeano: primeras ediciones de libros, premios, críticas, su biblioteca, todos los elementos que le pertenecían a Borges y a la fundación.
La exposición Borges íntimo "es una mirada más privada, íntima, introspectiva" dice la curadora Marina Georgalos y forma parte de las actividades que desarrollan la Fundación Internacional Jorge Luis Borges y el Centro Cultural Borges.
Marina Georgalos describe el material cómo una colección de imágenes cálidas que transmiten el infinito respeto y cariño de Amanda hacia el escritor.
Los sentimientos se ven: la imagen de Borges con su adorado gato Freyja, un gato de Abisinia bautizado con el nombre de la diosa de la belleza y el amor de la mitología nórdica, parado en la pierna izquierda. La foto que aquí vemos es de aquel día en que el gato paró la cola de felicidad y saltó sobre Borges cuando llegó con María a casa de Amanda, quien cuidaba del gato desde recién nacido.
Borges en su casa mostrando los objetos que el llamaba sus "talismanes". Como dice en un poema: "Un ejemplar de la primera edición de la Edda Islandorum de Snorri, impresa en Dinamarca./ Los cinco tomos de la obra de Schopenhauer./Los dos tomos de las Odiseas de Chapman./Una espada que guerreó en el desierto./Un mate con un pie de serpientes que mi bisabuelo trajo de Lima".
Borges narraba la historia detrás de cada objeto y Amanda congelaba en fracciones el tiempo.
Las caminatas de Borges y María por la zona de Florida y Paraguay, donde siempre los veía porque era su caminata también.
¿Qué más? La fotógrafa dice que no, que hablar no, que mejor mirar. Que prefiere decir lo suyo a través de sus imágenes y escribir con la luz sobre los detalles del Borges íntimo.
Fuente: Clarín
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