EN PARÍS, EL BEAUX-ARTS RESISTE EL PASO DEL TIEMPO

      El museo de Orsay, antigua estación de trenes, es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de Bellas Artes
      de París. (Francois Guillot/Agence France-Presse — Getty Images
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Sam Lubell

PARÍS — La sede de la Bienal durante mucho tiempo, el Grand Palais, con su base de piedra enorme y repleta de columnas, un atrio brillante y extraordinario y un techo monumental redondo hecho de vidrio y metal, es un ejemplo perfecto de la arquitectura del academicismo francés.
Nacida en la venerada escuela de arte y arquitectura de París, la École des Beaux-Arts (Escuela de Bellas Artes), los emblemas del movimiento desde el siglo XIX y comienzos del siglo XX son su peso, grandeza y tradición clásicos combinados con un foco asistido tecnológicamente, puesto en la luminosidad, enaltecimiento y ornamentación intrincada. No sorprende descubrir que los edificios de estilo académico francés se pueden descubrir en toda la ciudad de París, y ofrecen una visión de una época optimista y dorada en la cual los diseñadores se inspiraban en simultáneo del pasado y el futuro.
¿Qué mejor lugar para comenzar que donde nació la arquitectura de Beaux-Arts, la École des Beaux-Arts? La escuela está en el VI distrito, entre el encantador Boulevard Saint-Germain y el aún más encantador río Sena. Su punto central, en el extremo más alejado de un patio de entrada, es el Palais des Beaux-Arts, diseñado en 1840 por Félix Duban, egresado de la escuela. La fachada del Palais, regimentada, de piedra, parecida a un templo, está repleta de arcos y columnas de estilo románico y con blasones con los nombres de los grandes artistas y arquitectos del Renacimiento.
Al caminar por su interior, uno se siente envuelto por el resplandor etéreo de su Cour Vitrée, que recuerda una galería romana, llena de motivos clásicos y estatuas. Está coronada por un techo elevado de hierro y vidrio (agregado en 1863) que deja ver el cielo. Mientras se encuentre en su interior, explore los otros edificios de la academia, que van desde el siglo XVII al XX. No muy lejos de allí, puede encontrarse con otro encanto del academicismo francés: la cavernosa Grande Galerie de l’Évolution de Jules André, que presenta miles de especies animales, y afianza el extremo sur del majestuoso Jardin des Plantes.
La sala de lectura Labrouste de la Biblioteca Nacional, Site Richelieu, en París.  (Francois Guillot/Agence France-Presse — Getty Images)
         La sala de lectura Labrouste de la Biblioteca Nacional, Site Richelieu, en París.      (Francois Guillot/Agence France-Presse -                 Getty Images)

La mayor parte de los visitantes conocen bien el Musée d’Orsay, ex estación del ferrocarril Gare d’Orsay convertida en 1986 en lo que se transformó en el segundo museo más popular de París después del Louvre. Aunque la mayoría desconoce que también es uno de los mejores ejemplos del academicismo francés en la ciudad. La obra maestra de Victor Laloux, terminada, al igual que el Grand Palais, para la Exposición Universal de 1900, tiene una base de mampostería clara enorme engalanada por grandes ventanas con arcos, coquetas guirnaldas de piedra y balaustradas y frontones clásicos. Su cielorraso macizo, abovedado, con arcos bordeados de flores y cuadrados de vidrio brillantes, se abre en un espacio sorprendentemente amplio cruzado por puentes y ribeteado por galerías en bloque.
La sección más famosa del museo, su colección inigualable de arte impresionista, se encuentra en el último piso, pero no deje de visitar las áreas igualmente valiosas y menos frecuentadas, como los diseños de art nouveau de toda Europa. Mientras se encuentre en París, trate de visitar más estaciones espléndidas del ferrocarril de estilo académico francés, con sus fachadas decoradas y sus interiores cavernosos de hierro y vidrio, que incluyen a la Gare du Nord, Gare de l’Est, Gare de Lyon y Gare St.-Lazare.
Desde la Rue de Richelieu, apenas podría decir que la ex Biblioteca Nacional de Francia, hoy denominada Bibliothèque Nationale, Site Richelieu, (la Biblioteca Nacional François Mitterrand de Dominique Perrault ahora es la ubicación principal de la biblioteca), es una de las maravillas más grandes construidas en la ciudad.
Diseñada por un egresado famoso de la École des Beaux-Arts, Henri Labrouste, la fachada de piedra severamente austera revela solamente frontones románicos firmes, columnas corintias y unos pocos toques clásicos más. Pero, camine por su interior y se quedará maravillado. El hall de la biblioteca de 1867, la sala de lectura de Labrouste, está inundada de espacio y luz gracias a una serie de claraboyas abovedadas decoradas de colores sobrenaturales, soportadas por columnas de hierro forjado altas y delgadas.
Sus arcos de piedra redondeados están cubiertos de libros y murales de paisajes, e incluso sus escritorios de madera oscura, con lámparas de vidrio verde protuberantes son sorprendentes. Créase o no, hay una sala de lectura aún más grande en el complejo, la Sa­lle O­vale con techo de vidrio de Jean-Louis Pascal, aunque estará cerrada hasta 2020 por reformas.
Para tener un panorama fenomenal de la capacidad de La­brouste, visite la Bibliothèque Saint-Geneviève, cubierta por dos cielorrasos largos y en forma de tubo, cerca del Panthéon. Más cerca del Site Richelieu, explore la mítica Ópera de París de Charles Garnier. Si bien combina la escala y majestuosidad del diseño del academicismo francés, generalmente está clasificada como neobarroca por su nivel de decoración.
El Grand Palais fue el centro de atención en la exposición de 1900, y todavía se encuentra en la Avenue Winston Churchill, como una cuña entre Champs-Élysées y el Pont Alexandre III del academicismo realizado por Eugène Hénard, con sus vanos arqueados, columnas importantes y estatuas cubiertas de oro. Aunque su hermano vecino, el Petit Palais de Charles Girault (originariamente denominado Palais des Beaux-Arts de la Ville de Paris), es probablemente un ejemplo más sublime del estilo de Beaux-Arts.
Envuelto alrededor de un patio semicircular exuberante y al que se accede por una puerta de piedra y vidrio estratificada, el museo, que exhibe el arte francés de los siglos XIX y XX, evoca genuinamente un palacio, con sus salas abovedadas, muy iluminadas, murales sorprendentes, frescos y pórticos, además de herrajes y adornos intrincados y curvos.

Fuente: clarin.com

SALVATOR MUNDI SIGUE DANDO QUE HABLAR

                          Salvator Mundi


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EL IMPERIO DE LOS AMORES PROHIBIDOS


Sus tres ventanales se abren prodigiosamente sobre un jardín abandonado en donde se pueden percibir, de vez en cuando, inocentes conejitos saltando entre sus rejas”. Así le describía Rodin a Rilke el departamento que el escultor habitaba en el Palacio Biron y la vista al exterior que tenía su suite.

Museo Rodin: Imperio de los amores prohibidos
   ElPalacio Biron, sede del Musée Rodin, en París.


Por Jorge Fernández Díaz


Francois Auguste René Rodin, el titán de la escultura moderna, se instaló en 1908 en esas habitaciones legendarias y desarrolló allí las mejores ocurrencias de toda su obra.

Hoy ese palacete rococó se ha transformado en su museo oficial, los cuartos contienen una cronología de sus yesos, mármoles y bronces, y aquel jardín abandonado es ahora un luminoso rectángulo de rosas, plantas y árboles modelados en forma cónica, que custodian a lo lejos la Torre Eiffel y el Domo, en cuyos subsuelos dormita Napoleón.
El paseo es siempre una experiencia alucinante, y cada visita permite descubrir aspectos nuevos. Sobre todo, en “La puerta del infierno”, que está inspirada en “La Divina Comedia” y que contiene trescientas figuras sufrientes.
Dentro del edificio, se pueden apreciar en detalle las preparaciones, los bocetos y los ensayos de cada una de esas microesculturas luego en ensambladas de una obra infinita.
El averno, abigarrado y activo, se eleva hacia el sol: Dante se hubiera postrado ante semejante despliegue de genialidad.
Muy cerca, resignados y más dolientes que nunca, siguen en pie “Los burgueses de Calais”, una historia heroica de la Guerra de los Cien Años, cuando un grupo de franceses sacrificaron sus vidas para liberar a esa ciudad del asedio inglés.
Los cuatro hombres, delgados y sombríos, marchando hacia el ocaso transmite eternamente una desolación extrasensorial. Enseguida, uno se encuentra caminando junto con ellos, con la soga al cuello y arrastrando los pies hacia el cadalso.
No menos dramática es “Ugolino y sus hijos”: un hombre se inclina sobre sus pequeños vástagos para comérselos. Ignorando por completo lo que representan, turistas alegres se colocan junto a estas dos esculturas y se hacen fotografiar con su mejor sonrisa.
Por allí cerca está “El pensador”, que tiene los rasgos del Dante, de Cronos y del propio Rodin, e intenta transmitir la fe en la naturaleza humana y racionalista.
La Argentina opulenta de aquellos años le encargó una escultura idéntica, que se encuentra en la Plaza del Congreso, que casi nadie se detiene a contemplar y que incluso de vez en cuando es vandalizada por marginales o agitadores, todos ellos ignorantes por opción.
La relación de Rodin con los argentinos fue intensa, aunque no siempre apacible. Rodin esculpió a Sarmiento y levantó una enorme polvareda.
Era un Sarmiento aguerrido y desafiante, pero sus críticos dijeron que lo había hecho más feo de lo que era y le había fabricado “un cráneo de degenerado, y la cabeza de un notario o de un farmacéutico de aldea”. Sigue sin embargo allí, en el parque Tres de Febrero de Buenos Aires, donde hoy casi nadie lo mira.
Subiendo las escaleras del antiguo hotel Biron, uno imagina la vida cotidiana y las obsesiones de Rodin, y los ídolos literarios y pictóricos que lo rodeaban y lo atraían: Balzac, Víctor Hugo y Georges Clemenceau, aquel gran escritor periodístico (editor y amigo de Emile Zola) que visitó la Argentina durante las fiestas del Centenario, en 1910, y compuso un libro memorable sobre la superpotencia económica que éramos entonces.
Lo inquietante es que, según el amigo de Rodin, en aquel momento los argentinos habíamos superado el gran defecto de muchas naciones jóvenes: copiar a Europa, pero solo a medias. Después empezó nuestra barranca abajo y abrazamos ese defecto con ardor evidente. Así nos fue.
Rodin también tenía en ese hotel cuadros de Van Gogh, de Renoir y de Monet, y sus propios dibujos demostraban un interés marcado por la sexualidad femenina.
Incontables obras en yeso o en bronce transmiten erotismo, aunque en muchos casos no son hombres y mujeres abandonados a la lujuria sino a la paz espléndida de los entretiempos.
“Soy bella” es esa clase de escultura que debe mirarse una y otra vez, desde distintos ángulos y en sucesivas visitas: un hombre alza a una mujer como si fuera un niño, celebrando con alegría su hermosura y la suerte de ese premio.
“El beso” es de inspiración dantesca: allí están Paolo y Francesca condenados por su amor adúltero (eran cuñados) a sufrir los castigos infernales.
Pero en ese instante de entrega sin pudores, no hay pecado ni sufrimiento, sino pura sensualidad amorosa y lánguida. Precisamente esa dulzura sentimental hizo que Rodin la resignificara y la apartara de “La puerta del infierno”, adonde estaba destinada y donde fue reemplazada, para que tuviera una existencia independiente.
El adulterio era un tema imperioso que lo martirizaba. Rodin había conocido a los 24 años a Rose Beuret, quien fue su modelo y esposa, y madre de su hijo.
Pero quedó luego prendado de una joven aprendiz, que se transformaría en su musa y amante: Camille Claudel. Ese amor tortuoso necesita contarse una vez más, quizás porque encierra historias calcadas o equivalentes de todos los tiempos, y porque se trata de una alegoría extrema de ese averno que a menudo son las relaciones clandestinas.
O a lo mejor no se trata de nada tan trascendente, sino del simple morbo que nos produce la chismografía trágica.
Camille, como todo el mundo sabe, tenía una vocación volcánica, y Rodin fue su primer profesor. Al año siguiente, ella comenzó a trabajar en su taller: sus facciones y su cuerpo pueden rastrearse en múltiples obras de aquella época.
Claudel demostraba un enorme talento propio, y Rodin le confiaba la hechura de pies y manos de sus grandes esculturas. Cuando ella tenía diecinueve años, y él cuarenta y tres, Auguste le escribió una carta desesperada donde la trataba de “feroz amiga mía”, le confesaba su “atroz locura”, le pedía que no tuviera celos de ninguna otra y le rogaba que no lo dejase nunca: “Toda mi alma te pertenece”.
Mientras Camille Claudel se convertía en una eximia artista, experimentaron juntos una pasión larga, dichosa y conflictuada, aunque Rodin jamás condescendió abandonar a Rose Beuret. Y esa ambivalencia literalmente enajenó a la muchacha.
Que en un momento de amargura e inspiración creó “La edad madura”, un increíble conjunto escultórico donde Camille está arrodillada e implorante, mientras Rodin se marcha con una vieja bruja: Rose Beuret, su rival triunfante.
Esa soberbia recreación del drama íntimo que vivían se encuentra hoy en el Palacio Biron, y resulta realmente desgarradora. Uno de los más impresionantes tesoros de París.
Camille Claudel cayó en sucesivas crisis nerviosas y en depresiones, pasó encerrada los últimos treinta años de su vida, al morir su padre la internaron en un manicomio y al final la sepultaron en una tumba sin nombre.
Isabelle Adjani y Juliette Binoche la encarnaron en el cine. A los pocos días descubrimos que frente a nuestro atelier de la Cité International de las Arts, cruzando el Sena, una placa señala la casa donde transcurrieron sus años de aislamiento, tristeza y demencia.
Allí se rescata un fragmento de una misiva que alguna vez le envió a Rodin. La frase es elocuente: “Siempre hay algo ausente que me atormenta”.
En la librería del Museo Rodin se destaca un libro que reúne la profusa correspondencia del maestro con su gran discípulo: Antoine Bourdelle.
Para hallar las esculturas de este segundo titán, que también se relaciona con la historia argentina, cruzamos caminando un París dominguero y semidesierto fuera de los círculos turísticos, con 29 grados a la sombra y un sol calcinante de primavera.
El Museo Bourdelle es más pequeño y recóndito, se encuentra en una calle insulsa detrás de las Galerías Lafayette de Montparnasse. Antoine fue ayudante de Rodin cuando los encargos llovían, pero más tarde siguió su propio destino.
Dividía sus obras en “alimentarias” y “artísticas”. Las primeras le permitían comer; las segundas experimentar su visión vanguardista.
Allí nos reunimos con el fenomenal “Hércules arquero”, que pasa inadvertido en la Plaza Dante de Buenos Aires, pero que también puede verse en el Metropolitan de Nueva York.
Y con “El centauro moribundo”, que se ha vuelto invisible para la mayoría de los porteños en las inmediaciones de nuestro Museo Nacional de Bellas Artes.
El centauro tocado y hundido, de patas traseras caídas y una contorsión imposible de su cabeza y de su torso, está lleno de poesía y provoca una pena invencible.
Bourdelle, con el tiempo, cayó en ciertos gigantismos. Y su obra cumbre es el monumento ecuestre sobre un héroe controvertido: Carlos María de Alvear.
El escultor tardó diez años en finalizarlo, fue inaugurado en 1925 y ya casi nadie se detiene a contemplarlo en lo alto de la Plaza de Caro.
Avanzando por el jardín de Bourdelle, uno puede encontrarse con ese caballo marcial, y en los interiores de su viejo taller, con los distintos ensayos y maquetas de la obra.
Alvear era hijo de un noble español, miembro de la masonería de Cádiz e introductor de San Martín en la sociedad del Río de la Plata.
Pero desde el primer día rivalizó duramente con el héroe de Maipú y Chacabuco, y a lo largo de los años se transformó en un íntimo y fiel enemigo.
Alvear fue oficial del Regimiento de Granaderos a Caballo y padrino de casamiento del guerrero de Yapeyú. El aristócrata pretendía que aquel coronel, en devolución de tantas gentilezas, actuara como un eterno subordinado suyo.
Pero San Martín fue rebelde a ese mandato implícito, y se fue distanciando por cuestiones políticas y de temperamento personal.
La Logia Lautaro se partió entonces en dos, y Alvear participó después en el sitio de Montevideo, batalló contra Artigas, fue nombrado director supremo de las Provincias Unidas, creó una dictadura centralista y cometió errores, participó en revoluciones internas y en guerras latinoamericanas, y cumplió polémicas misiones diplomáticas en Bolivia, Estados Unidos e Inglaterra.
A la vuelta de sus campañas militares, ya veterano y amargado, el general San Martín compartió una reunión social con Alvear en Londres, donde el segundo quiso chicanearlo en público y por muy poco la cosa no termina en un duelo a sable o pistola.
Ese personaje de luces y sombras, que hubiera inspirado decenas de películas épicas en Hollywood, se yergue todavía sobre la ciudad de Buenos Aires gracias a la intensidad detallista y genial de un hombre llamado Boudelle. Alumno de Rodin, compañero de Camille, apologista de Alvear. A veces París queda demasiado cerca.

Jorge Fernández Díaz
Jorge Fernández Díaz es un periodista y escritor argentino. En sus libros se mezcla el periodismo con la literatura. Alterna en sus relatos temas emocionales y cotidianos de gente común y corriente, con historias épicas de héroes contradictorios. Ha escrito seis novelas, numerosos cuentos, crónicas, críticas y artículos. Fue redactor especial y cronista policial de La Razón, en épocas del editor Jacobo Timerman. Emigró luego a la Patagonia, donde fue jefe de redacción de El Diario del Neuquén. A su regreso a Buenos Aires, asumió la jefatura de Política de El Cronista y, más tarde, fue subdirector de las revistas Somos y Gente. Fue también subdirector y miembro del grupo fundador del diario Perfil. Asimismo, fue director de la revista Noticias, y del suplemento semanal ADN Cultura, que fundó junto con Tomás Eloy Martínez. Actualmente, es columnista del diario La Nación y conduce el programa Pensándolo Bien por Radio Mitre. El 9 de junio de 2016 fue elegido académico de número de la Academia Argentina de Letras.



DESCUBREN EL DEDO FALTANTE DE UNA ESTATUA ROMANA... EN EL LOUVRE


La pieza faltante estaba inhallable desde hacía siglos. 
El museo francés descubrió que lo tenía en posesión desde 1863.

Foto: Twitter


El Museo del Louvre en París descubrió en sus colecciones el dedo índice de 38 centímetros de alto que le faltaba desde hace siglos a una mano de la famosa estatua del emperador Constantino, cuyos fragmentos se exhiben en los Museos Capitolinos de Roma.
El museo francés descubrió que estaba en posesión del dedo desde 1863. A través de un trabajo de investigación sobre técnicas de soldadura en estatuas de bronce antiguas se identificó el fragmento como dedo índice de Constantino, informó la entidad.
El fragmento proviene de la colección del empresario y coleccionista de arte italiano Giampietro Campana, a quien el Louvre dedicará una amplia exposición en noviembre. Bajo Napoleón III, Francia adquirió gran parte de la colección Campana, junto con Reino Unido y Rusia.
Según Claudio Parisi Presicce, director de los Museos Capitolinos, el dedo muy probablemente fue separado de la mano en 1584. Ya en un grabado que realizó el abad Diego Revillas en 1759 la mano aparecía sin dedo índice, explicó Presicce.
Para la muestra prevista en noviembre en el Louvre bien puede ser que la mano del emperador pueda ser vista por primera vez junto con su índice, aseguró el Louvre. Actualmente Roma está analizando la posibilidad de un préstamo.


Fuente: clarin.com

LA ESCULTURA EL PENSADOR DE RODIN NO ESTÁ EN SU LUGAR
¿QUÉ PASÓ?


La sacaron para restaurarla. Tendrá una base más alta que la de hasta ahora.


Vacío. ¿A dónde está el Pensador? La figura está siendo restaurada en el MOA./ Guillermo Rodriguez Adami
                         Vacío. ¿A dónde está el Pensador? La figura está siendo restaurada en el MOA./ Guillermo Rodriguez Adami


Los que pasen estos días por la Plaza del Congreso se encontrarán con el pedestal vacío de la estatua de El Pensador, del francés Rodin. La figura ya no está. Sólo quedó la base, de un metro y medio de altura, rodeada de una reja para evitar actos de vandalismo.


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    La obra. Así se la veía, hasta el martes. / Archivo Clarín
¿Qué pasó con El Pensador? La escultura del francés Auguste Rodin, uno de los mayores tesoros del arte público porteño, fue retirada el martes pasado de su histórico lugar en la plaza con destino a los talleres de Monumentos y Obras de Arte (MOA) en Palermo, para una limpieza y revisión.
Mientras tanto, se remodelará su pedestal, que pasará a tener el doble de altura. Para restaurarlo no habrá que demoler el actual: se le agregará un cubo de hormigón o mampostería.
El pedestal, ahora vacío, será restaurado y pasará a tener el doble de altura. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.
    El pedestal, ahora vacío, será restaurado y pasará a tener el doble de altura. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

Es la primera vez que la estatua del Pensador es retirada, ya que siempre se restauró en su lugar. Todos los años se revisan los monumentos de la Ciudad y se intervienen, según la necesidad. En este caso, MOA se encargará de la escultura y nosotros, de la restauración del pedestal y el paisajismo que lo rodea", explica a Clarín Ezequiel Capelli, subsecretario de Mantenimiento del Espacio Público. Y señala que la figura tardará un mes, aproximadamente, en volver renovada a la Plaza del Congreso.
La idea de la restauración surgió en reuniones entre la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos que preside Teresa Anchorena, la ONG Basta de Demoler y el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad. "Los descendientes de Rodin nos hicieron una visita desde Francia y recorrieron las obras del escultor que están en la Ciudad. Quedaron muy conformes con todas y realizaron algunas observaciones que vamos a cumplir. Por eso, El Pensador está en el MOA. Allí le harán una limpieza, reemplazarán los anclajes y le aplicarán un proceso para volver la superficie a su configuración original", indica Capelli.
  
La estatua sufrió múltiples ataques de vandalismo, los últimos en los incidentes violentos de las manifestaciones de diciembre./ Archivo Clarín
La estatua sufrió múltiples ataques de vandalismo, los últimos en los incidentes violentos de las manifestaciones de diciembre./ Archivo Clarín

Durante años, la escultura sufrió múltiples ataques vandálicos. Pintadas, inscripciones, frases, tanto en su base como en la figura de bronce. En 2013, el Gobierno de la Ciudad decidió cercarla con un blindex que después fue retirado. Ahora le harán una base más alta para que nadie pueda treparse. "En las reuniones de la Comisión se decidió que la escultura se iba a elevar un poco más para que no esté tan a mano del vandalismo", dice Capelli.
La altura colaborará también a tener una mejor perspectiva. Habrá que alejarse más para apreciar la figura de El Pensador sobre un alto pedestal coronado por el Congreso de la Nación.
Primer plano. De la escultura de Rodin en Congreso. / Archivo Clarín
   Primer plano. De la escultura de Rodin en Congreso. / Archivo Clarín

El Pensador fue creado por el artista francés en 1880, como parte del conjunto escultórico Las puertas del infierno, basado en la Divina Comedia del poeta italiano Dante Alighieri.
Rodin decía que ese hombre pensaba no sólo con el cerebro sino con todo el cuerpo. Iba a ser colocado en un museo parisino que nunca se construyó. En 1906 el artista retomó la obra y fundió tres “pensadores” del mismo molde inicial, incluso con su firma. El entonces director del Museo Nacional de Bellas Artes, Eduardo Schiaffino, encargó a París una de ellas y llegó a Buenos Aires en 1907. La idea era destinarla a las escalinatas del Congreso pero la demora en la construcción de ese edificio obligó a dejarla en la Plaza del Congreso, que fue inaugurada para el Centenario. Tras algunos intentos de mudarlo, El Pensador quedó ahí. Hasta ahora, aunque su ausencia será temporal.


Fuente: clarin.com

VISITA A LOS DOMINIOS DE MONSIEUR PINAULT,
DUEÑO DEL ARTE EN VENECIA


COLECCIONISMO. El megamillonario es dueño de Christie's y posee uyna colección de más de 4 mil piezas
contemporáneas.

El megamillonario es dueño de Christies y posee una colección de más de 4 mil piezas contemporáneas
   El megamillonario es dueño de Christies y posee una colección de más de 4 mil piezas contemporáneas


Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia

VENECIA.- Aunque sus colaboradores lo niegan, el nuevo "dux" de Venecia es un francés. Se llama François Pinault y es uno de los hombres más poderosos e influyentes del mundo del arte contemporáneo: marca tendencias no solo porque compra 250 obras al año, sino porque también es dueño de dos muesos en Venecia, posee una coleción de más de 4000 piezas y es el dueño de la casa de subastas Christie's.Nacido en una familia campesina de Champs-Géraux, en Bretaña, hace 81 años, Pinault es un selfmade man. Hombre de negocios habilísimo y con olfato para los negocios, empezó con una empresa que comerciaba madera. Pero fue creciendo hasta amasar una fortuna que lo llevó no solo a controlar hoy un imperio del lujo que incluye Gucci, Yves Saint Laurent, Bottega Veneta, Boucheron, entre otras grandes firmas, sino que, apasionado de arte, se volvió uno de los mayores coleccionistas de arte contemporáneo del mundo.Justamente por su deseo de compartir su famosa Pinault Collection, un corpus que reúne a más de 4000 obras que van del siglo XX al XXI, en 2005 desembarcó en Venecia, donde pagó 30 millones de euros para comprarse el Palazzo Grassi. En este majestuoso edificio del siglo XVIII a orillas del Gran Canal -restaurado estupendamente por el arquitecto japonés Tadao Ando-, desde 2006, todos los años, con grandes eventos, se inauguran exhibiciones que atraen a multitudes y que hasta le hacen competencia a la famosa Bienal de Arte.Pero hay más. Pinault eligió en 2009 el mismo arquitecto japonés para restaurar y convertir también en museo otro sitio histórico de La Serenissima: Punta della Dogana. Se trata de un edificio que se remonta al siglo XVI que era utilizado por los comerciantes para descargar y hacer aduana de sus mercancías. Así como ocurre en Palazzo Grassi, la vista que hay desde los ventanales de Punta della Dogana hace que cualquier instalación, pintura u objeto deslumbre. En los 5000 metros cuadrados de estos dos espacios expositivos del magnate francés, el año pasado hizo furor Treasures from the Wreck of the Unbelievable, la primera gran personal dedicada a Damien Hirst."Mi mayor deseo es que este centro de arte contemporáneo dividido entre Palazzo Grassi y Punta della Dogana se mantenga realmente contemporáneo. Este impulso no es importante solo para mí, sino también para Venecia, que siempre ha sabido inspirar lo mejor de la creatividad en todos los tiempos", aseguró al inaugurar estos museos Pinault, que desde 2003 dejó la dirección de su imperio del lujo (el grupo Kerig), ahora en manos de su hijo François-Henri, casado con Salma Hayek.Pinault no suele dar entrevistas y es conocido por su bajo perfil cuando aparece en Venecia, adonde suele viajar con frecuencia a bordo del primer avión de su flota privada, un Falcon 900 que se llama F-Goya. A diferencia de lo que piensan muchos, para Martin Bethenod, director de Palazzo Grassi-Punta della Dogana desde 2010, Pinault no se ha vuelto el nuevo "dux" de Venecia. Aquí ni siquiera se ha comprado una residencia, sino que suele parar en diversos hoteles o hacer viajes relámpagos, en el día. "Pero, además, su personalidad no es la del dux: es discreto, muy reservado. Además, Venecia es una ciudad muy abierta, pero al mismo tiempo es una isla, por lo cual, si bien uno llega con algunos proyectos, no se puede dar por descontado que pase a ser un veneciano. Tuvimos que demostrar en el largo plazo, no en un año, sino en diez años, que somos serios, que hacemos un trabajo permanente, profundo y esto ha sido muy importante", explicó Bethenod a LA NACION.Curador de Dancing with Myself, cautivante muestra que hasta diciembre exhibe en Punta della Dogana 140 obras de arte de 32 artistas -entre los que se incluyen Maurizio Cattelan, Gilbert & George, Cindy Sherman, Marcel Broodthaers, Hirst, Nan Goldin-, Bethenod cuando conoció a Pinault quedó deslumbrado."Yo dirigía la FIAC (Foire International d'art contemporain de Paris) y cuando tuve un coloquio porque buscaban a alguien para dirigir Palazzo Grassi y Punta della Dogana, me encontré con monsieur Pinault y después de cinco minutos me dije ?Venecia está bien, la colección está bien, pero la cosa que me parece más increíble es la posibilidad de trabajar con este personaje por un tiempo '", reveló. Para Bethenod otra característica de Pinault es que, "si bien es un apasionado de arte muy seguro de su gusto, al mismo tiempo trata de desafiarlo, de no quedarse encerrado y de explorar cosas nuevas". Tanto es así que también está interesado en el arte latinoamericano.
"Tiene muchas ganas de abrirse a otras artes, sabemos que en este momento el arte latinoamericano es una escena muy interesante, muy viva y sí, claro, está interesado".


A París non-stop: museo privado y residencia

El magnate Pinault planea abrir el año que viene otro espacio en la Bolsa de Comercio
venecia (de nuestra corresponsal).- más allá de sus dos espectaculares museos venecianos, el magnate pinault, un mecenas del siglo xxi, el año que viene inaugurará en parís otro museo privado. siempre con el objetivo de mostrarle al mundo su colección abrirá en la antigua bolsa de comercio de la capital francesa una sede. como en el caso de palazzo grassi y punta della dogana, la restauración correrá por cuenta de su arquitecto preferido, el japonés tadao andao.Por otra parte, Pinault se ha asociado a la región Hauts-de-France y a la ciudad de Lens, en el norte de su país, para crear una residencia para artistas en la exciudad minera. La residencia fue inaugurada en diciembre de 2015 en una iglesia desconsagrada. La elección de los residentes es realizada por la Pinault Collection y otros entes culturales: después de la pareja de artistas estadounidenses Melissa Dubbin y Aaron S. Davidson (2016), la belga Edith Dekyndt (2017), ocupa la residencia hasta septiembre de 2018 el brasileño Lucas Arruda. Después, será el turno del artista franco-marroquí Hicham Berrada. 

Fuente: lanacion.com

UN PICASSO VALORADO EN 70 MILLONES DE DÓLARES
SE DAÑÓ DÍAS ANTES DE SER SUBASTADO


"Le Marin", pintado en 1943, era el principal reclamo de la subasta de arte moderno que Christie's celebraría este martes, pero en las últimas horas la casa de pujas anunció que lo retiraba después de que se dañarse.

Según los expertos, el cuadro guarda cierto parecido con el artista y por ello muchos lo consideran un misterioso autorretrato del pintor español
  Según los expertos, el cuadro guarda cierto parecido con el artista y por ello muchos lo consideran un misterioso
  autorretrato del pintor español


La casa de subasta Christie's tuvo que retirar un Picasso valorado en USD 70 millones después de que se dañase por accidente pocos días antes de ser subastado en Nueva York.
"Le Marin", pintado en 1943, era el principal reclamo de la subasta de arte moderno que Christie's celebraría este martes, pero en las últimas horas la casa de pujas anunció que lo retiraba después de que se dañase el viernes pasado mientras lo preparaban para su venta.
Según los expertos, el cuadro guarda cierto parecido con el artista y por ello muchos lo consideran un misterioso autorretrato del pintor español
La obra, propiedad del magnate de los casinos Steve Wynn, deberá ahora ser restaurada, aunque no se detalló si se subastará de nuevo.
Wynn, un conocido coleccionista de arte, fue noticia en las últimas semanas por las denuncias de acoso sexual en su contra.
En 2006, Wynn agujereó con el codo otro de sus Picasso, "Le Reve", mientras lo enseñaba a unos amigos, aunque finalmente en 2013 el cuadro se restauró y logró venderlo por USD 155 millones.
Con el Picasso fuera de la subasta, la obra más codiciada de la puja del martes será "Suprematist Composition", que pintó el artista vanguardista ruso Kazimir Malevich en 1916, y que en 2008 se vendió por USD 60 millones.
Con información de EFE

Fuente: Infobae.com