UNA BASÍLICA PARA LA SANTA CRIOLLA

Secreta Buenos Aires.

La de Santa Rosa de Lima, en Balvanera, fue inaugurada por el que sería papa Pío XII en homenaje a la Patrona de América.

La Basílica, ubicada en Belgrano y Pasco: la cúpula que está apoyada en dieciocho columnas de mármol cipollino, con vetas verdes, tiene ventanas para la luz.
    La Basílica, ubicada en Belgrano y Pasco: la cúpula que está apoyada en dieciocho columnas de mármol cipollino, con vetas verdes, tiene ventanas para la luz.

Eduardo Parise

Si se lo mira en perspectiva, el gran edificio tiene alguna semejanza con la famosa iglesia Sacré-Coeur, del barrio de Montmartre de París. En eso influye su estilo neoclásico de clara imagen bizantina, con esa gran cúpula central y dos laterales. El color, que contrasta con las paredes de ladrillo y piedra, se lo dan esas tejas de cobre que con los años se volvieron verdes. Ese revestimiento, elegido por Alejandro Christophersen (el arquitecto de nacionalidad noruega que diseñó la Basílica), tiene su razón: el cobre es liviano, no necesita mantenimiento, es durable (supera ampliamente los 100 años) y se oxida pero no se corroe, lo que lo hace casi indestructible.
La iglesia Santa Rosa de Lima fue inaugurada el 12 de octubre de 1934 con la bendición del cardenal Eugenio Pacelli (luego sería el papa Pío XII), quien estaba en Buenos Aires participando del Congreso Eucarístico Internacional. Pero su construcción se inició en 1926. De todas maneras, la inquietud de los vecinos por tener un lugar para venerar a la Patrona de América, Filipinas e Indias Orientales (proclamación del Papa Clemente X, quien la canonizó en 1671), estaba presente desde antes. A tal punto que muchos ya se habían sumado a la campaña para juntar el dinero y comprar un terreno destinado a esa construcción. El metro cuadrado costaba 200 pesos y hasta se pagaba en cuotas. Hacia fines de 1913, la recaudación apenas superaba los 18.000 pesos. Entonces, fue clave el aporte de María Unzué de Alvear, quien donó el terreno de Belgrano y Pasco.
Mencionar los valiosos detalles arquitectónicos de la Basílica llevaría mucho espacio. Pero alcanza con destacar la cúpula que está apoyada en dieciocho columnas de mármol cipollino (se lo llama así porque sus vetas verdes cruzan sobre el blanco y asemejan las capas de una cebolla) que se complementa con los zócalos y frisos realizados en mármol verde de tinos. Ambos son de origen griego. El piso es de mármol Napoleón (originario de la isla de Paros), así denominado porque se usó en la construcción de la tumba de aquel emperador francés. Las estatuas y los altares son de mármol italiano de Carrara, igual que el púlpito cuadrado, que tiene tallados arabescos y la imagen de ocho santos católicos. El templo recibe luz natural que llega a través de artísticas ventanas y la linterna que corona la cúpula.
Santa Rosa de Lima se llamaba Isabel Flores y Olivia. Había nacido en esa ciudad, que entonces era capital del virreinato del Perú, el 30 de abril de 1586. Integró una familia que tuvo otros doce hijos y desde chica mostró una inclinación por lo místico. A los 20 años tomó los hábitos de la orden de los dominicos y consagró su vida a los enfermos y los niños. Se cree que en esa decisión influyó el tiempo en que vivió en Quives, un pueblo andino y minero donde su padre trabajaba como administrador. Admiradora de la obra de Santa Catalina de Siena, tomó el nombre de Rosa al considerarse una rosa en el jardín de Cristo. El Congreso de Tucumán, realizado en 1816 la nombró Patrona Jurada de la Independencia Argentina. El día de su celebración se realiza cada 30 de agosto. Y su figura está vinculada también con una leyenda surgida en 1615. Cuentan que un grupo de piratas holandeses iba a desembarcar en en el puerto de El Callao, Lima, y Rosa encabezó una rogativa que luego desató una gran tormenta y los piratas no pudieron atacar a la ciudad. Para muchos devotos allí está el origen de la Tormenta de Santa Rosa, que suele darse en el Hemisferio Austral días antes o después de las fiestas de la santa. Pero esa es otra historia.


Fuente: clarin.com

SIRIA:
ESTADO ISLÁMICO "DESTRUYE" UN ANTIGUO TEMPLO EN PALMIRA

      Militantes de Estado Islámico "destruyeron" el templo de Baalshamin, en la antigua ciudad siria de Palmira, según activistas y funcionarios del gobierno sirio.

El máximo responsable de la Dirección General de Antigüedades y Museos de Siria, Maamoun Abdulkarim , dijo que el templo fue destruido el domingo, mientras que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos dijo que esto sucedió hace un mes.
Desde que EI entró a Palmira en mayo surgieron temores de que los extremistas, que ya destruyeron famosos sitios arqueólogicos en Irak, demolerían las ruinas de la ciudad, de 2.000 años de antigüedad.
ISIS ha destruido varios lugares antiguos en Irak.
ISIS "puso una gran cantidad de explosivos en el templo de Baalshamin hoy (por este domingo) y luego lo hizo explotar, causando un gran daño al tempo", dijo Abdulkarim a la agencia AFP.
Habitantes que huyeron de Palmira confirmaron también que EI había colocado explosivos en el templo, aunque dijeron que el grupo lo hizo hace un mes, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

Khaleed
Image caption El arqueólogo Khaled al-Asaad fue decapitado.
El corresponsal de Arte del Servicio Mundial de la BBC, Vincent Dowd, dice que el templo construido hace casi 2.000 años es de origen predominantemente romano.
Es un templo dedicado al dios fenicio de las tormentas y la lluvia.                                      
Según Dowd, se trata de un templo "extremadamente importante", que había permanecido "casi totalmente inalterado".
"Para los militantes islamistas, los santuarios y las estatuas que implican la existencia de otra deidad son sacrilegio e idolatría, y deben ser destruidos", dijo el corresponsal de la BBC en Líbano, Jim Muir.
Hace una semana se supo que el autodenominado Estado Islámico decapitó a Khaled al-Asaad, el arqueólogo que estuvo a cargo de las ruinas de Palmira durante cuatro décadas.


EN LAS SALAS DEL SÍVORI, UNA SUBASTA PARA TODO PÚBLICO

Nuevos aficionados a las artes visuales y especialistas tienen un lote a su medida; la cita es pasado mañana, frente al Rosedal.

Las 104 obras están expuestas en los salones del museo  Foto: LA NACION / Soledad Aznarez
    Las 104 obras están expuestas en los salones del museo. Foto: La Nación / Soledad Aznarez

Por María Elena Polack / La Nación

En 2013, la estrella de la noche fue Juanito lustrabotas(1975), de Antonio Berni, que salió con una base de $ 30.000 y se vendió a $ 91.300. En 2014, la puja por un Quinquela Martín tensionó la sala. ¿Cuál será la obra por la que será recordado el 16° remate de arte de la Asociación Amigos del Museo Sívori, que se hará pasado mañana, a las 19? ¿Será el grabado Ramona en pose, también de Berni, que partirá de $ 275.000, la base más alta?
Los organizadores, liderados por Telma Satz, no se animan a señalar una sola obra como la favorita entre las 104 que saldrán a subasta: hay piezas de nombres consagrados y de artistas jóvenes que comienzan a hacer pie en el mercado, pero que ya han realizado muestras individuales y presentan obras bien recientes.

                                                      

                                                   Foto: La Nación

"Es muy importante darles cabida a artistas nuevos, pero que ya han hecho alguna exposición individual", cuenta Laura Feinsilber, una de las integrantes de Amigos del Sívori que trabaja anualmente en la selección de las pinturas, esculturas, fotografías y serigrafías, entre otras técnicas y soportes.
"Visitamos las galerías, miramos las últimas exposiciones y hablamos directamente con los artistas", agrega Lys Grimaldi, de la misma entidad, que no sólo asiste al museo en cuestiones de infraestructura, sino que comienza a donar obra para acrecentar el acervo propio.
En la Argentina, hay sólo dos remates de arte institucionalizados por museos. Éste, que cumple 16 años ahora, y el del Museo Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, que combina platería y arte colonial con contemporáneo. Ambas iniciativas permiten al público acercarse a adquirir obra respaldada, ya que los curadores de los remates hacen un trabajo minucioso para mantener el buen nivel de ofertas.
"Éste es el único remate de Buenos Aires que tiene 10 obras sin base y al mejor postor", ejemplifica Alfredo Cataldo (firma sus obras como Alkat). Este año la cifra trepa a 14, entre las que se destacan Regreso de pescadores, una serigrafía sobre tela de Benito Quinquela Martín; Contemplando la eternidad, gargantilla y colgante en plata de Marta Minujín realizado por Jean Pierre; Formas y misterios, un acrílico sobre tela de Carlos Cañás; Universos paralelos, técnica mixta de Mané Guantay, y R.893, serigrafía 29/100 de Juan Melé.
El rematador Enrique Scheinsohn prefiere no especular sobre cómo se desenvolverá el público interesado en adquirir obra en la subasta, aunque recuerda que "los años de crisis han sido excelentes". No es que quiera tomar este 2015 como un "año de crisis" igual que pudo ser 2001 o 2002, pero no reniega del hecho que otras inversiones usuales, como la adquisición de dólares con complejas restricciones hacen del arte una interesante opción de inversión.
Un repaso por el catálogo de la muestra actualmente colgada, que está integrada por todos los lotes, permite concluir que se ofrecerán trabajos para todo público: desde el recién llegado al mundo del coleccionismo hasta el experimentado que busca especificidades.
Puedo-Quiero, un díptico de Xavo (Javier Baliña) sale con base de $ 2500 cada uno: lo más bajo de la noche. Muy interesante es la franja media, que va de $ 7000 a $ 20.000, donde se encuentran obras como El abrazo IV, de Guillermo Roux; Vidas ocultas, de Luisa González; Primera carta al Papa, de León Ferrari, y De comienzos y finales, de Asher Benatar. Entre las más caras figuran Einstein, de Antonio Berni; El rayo, de Hernán Dompé; Marina, de Fortunato Lacámera; Focus, de Ari Brizzy, y Abstracción, de Antonio Seguí.
Con el dinero recaudado de la subasta (la mitad de lo que se obtiene se queda en la Asociación Amigos del Museo para destinarla a nueva obra y el resto va para los autores), en 2014, el Sívori adquirió una pintura de Ernesto Deira, de su serie Campos de Concentración. El óleo de 1961 de la colección de la familia del artista integró la muestra retrospectiva que hizo el Museo de la Untref.
Este trabajo de Deira formó parte de la muestra Otra Figuración, en la galería Peuser, en agosto de 1961, con la que se dio origen al grupo Nueva Figuración, que se completó con Jorge de la Vega, Rómulo Macció, Sameer Makarius, Carolina Muchnik y Luis Felipe Noé.
La Asociación de Amigos del Sívori adquirió el Deira por sugerencia de la directora del museo, María Isabel de Larrañaga, "Cocó", como la conocen en el mundo del arte. Para ella, que luego de 20 años al frente de la institución se retirará en los próximos días, éste es su último remate.
La obra de Deira, con reminiscencia del estilo negro que Goya supo imprimirles a sus genialidades, fue presentada en la apertura de la exhibición de las obras que se rematarán pasado mañana, una ceremonia en la que también fue agasajada Larrañaga.
La sucesión es otro tema para este museo y para resolver con tiempo, ya que no hay plazo para que el gobierno porteño nombre al nuevo director. Interinamente, quedará a cargo de la responsable del Departamento de Museografía del Sívori, Graciela Limardo.
Las 104 piezas del remate pueden verse de 10 a 20, hasta pasado mañana, a las 19, cuando se levante por primera vez el martillo. Será en las propias salas del Sívori, avenida Infanta Isabel 555, frente al Rosedal de Palermo. También puede consultarse el catálogo completo online en http://amigosmuseosivori.com.ar/2015_remate/. Previamente se reciben ofertas bajo sobre y en el momento habrá servicio de puja telefónica.

Arca: comida, arte, solidaridad

El 8 del mes próximo, a las 20, comenzará la Noche de Arca &Arte, una combinación de comida y subasta en beneficio de la Fundación El Arca, dedicada a atender personas con discapacidad intelectual y en estado de abandono. En el Salón Retiro del Sheraton Hotel (Alem 1151) se subastarán obras de Antonio Seguí y Nicola Costantino, entre otros artistas. Más información en arcayarte@gmail.com .


Fuente: lanacion.com

"MANUCHO" MUJICA LAINEZ REVIVE EN LA SUBASTA DE UNA BIBLIOTECA

Hay manuscritos y ejemplares dedicados. Se trata de libros y cuadros que Manucho le había regalado a su amigo y secretario, entre otras cosas.
Libros. Algunos de los ejemplares que se rematarán. / Fernando de la Orden
     Libros. Algunos de los ejemplares que se rematarán. / Fernando de la Orden
Los cisnes. Uno de los manuscritos de Manuel Mujica Láinez. /Fernando de la Orden.
    Los cisnes. Uno de los manuscritos de Manuel Mujica Láinez. /Fernando de la Orden.
Alejandra Pizarnik. Una dedicatoria para Manucho. /Fernando de la Orden



      Alejandra Pizarnik. Una dedicatoria para Manucho. /Fernando de la Orden





"Para Oscar, con mi gran cariño, ésta, su novela". Firma Manuel Mujica Láinez -la fecha es febrero de 1977- y el regalo, el libro de actas en el que escribió a mano su obra Los cisnes, es para el poeta Oscar Monesterolo, su gran amigo y secretario. Ese manuscrito, redactado entre el 7 de septiembre de 1976 y el 11 de enero de 1977, junto con el cuaderno en el que el autor tomaba notas y compilaba artículos periodísticos para preparar esa novela y con un ejemplar de la primera edición, publicada por Sudamericana en septiembre de 1977, son el lote estrella del remate que se llevará a cabo esta tarde en Casa Saráchaga: parte de una base de 20 mil pesos y sólo los postores saben hasta qué monto llegará.
Es uno de los 219 lotes de libros que ocupan cuatro bibliotecas y que pertenecieron a Monesterolo, fallecido en 2000 a los 47 años: el remate se hace por decisión de su hermana. Muchos de ellos llegaron a sus estantes regalados por Manucho: hay, por ejemplo, un ejemplar de La pájara en el ojo ajeno, un libro que Alejandra Pizarnik publicó en Madrid en 1970, en una edición numerada de cincuenta ejemplares. En la posdata que dedicó a Mujica Láinez (1910-1984), la poeta escribió: "Hace dos meses fracasé en mi tentativa de matarme. (No se lo dije a nadie en Argentina). La primera razón: lo indecible. La 2ª: el descubrimiento de que no hay fondo en nuestras sombras interiores (hay algo que no desemboca). La tercera: no aceptar las condiciones de la vida (V. Baudelaire). No sientas tristemente lo que te confío. Entre otras cosas, la muerte es la tentación perpetua, la oculta fascinadora que nos oculta". En el remate, que larga a las 16.30 en Juncal 1248, la base por ese texto es de 2 mil pesos.
"Al Poeta Oscar Monesterolo cordialmente", firmó el pintor Raúl Soldi en la edición de 1972 de 20 poemas de amor y una canción desesperada que ilustró: sale a remate desde los 250 pesos. Y a partir de los 300 se puede pujar por la primera edición bilingüe de El oro de los tigres firmada por su autor, Jorge Luis Borges. En 1000 pesos empieza la disputa por una edición de 1975 que compila la obra en prosa de Borges: "Encontré este libro en casa de Borges el día que no tuvo (otra vez) el Nobel", escribió en la primera página Mujica Láinez antes de regalar el libro a Monesterolo. 
"Uno de los rasgos de la biblioteca de Manucho fue que dio lugar a muchas escritoras", explica Nicolás Bunge, que coordina el catálogo de libros en Saráchaga. Por eso en el remate de esta tarde habrá obras de Olga Orozco, Pizarnik, Silvina Ocampo, Marta Lynch, Beatriz Guido, Alfonsina Storni, Sara Gallardo y Juana de Ibarbourou. Entre todos los lotes, hay obras de Walt Whitman en inglés, un ensayo sobre los ex libris -esos sellos casi heráldicos que los bibliófilos usan para identificar sus libros- de autores consagrados y, claro, distintas ediciones de las obras de Manucho. De él, no sólo libros: también se rematan dibujos que legó a Monesterolo, como uno en el que, en medio de cientas de flores de todos colores, escribió: "¿Te acuerdas de mí? ¿Soy más que la sombra de un recuerdo? ¿No sientes temblar el aire, cuando pienso que te quiero?" Es cuestión de acercarse esta tarde y ser el mejor postor.


Fuente: Revista Ñ Clarín

EL MISTERIO DE LA SONRISA DE "LA GIOCONDA" FUE RESUELTO

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Una segunda pintura de Leonardo Da Vinci contribuyó a resolver uno de los más importantes misterios del arte : qué hay detrás de la sonrisa de la Mona Lisa o La Gioconda, obra realizada entre los años 1503 y 1519, y que descansa ahora en el Museo del Louvre, en París.
Investigadores examinaron otra obra del autor -donde se producía un efecto similar- para intentar determinar la técnica recurrente que pudiera explicar el secreto oculto. El estudio hecho por la Universidad de Sheffield Hallam y la Universidad de Sunderland, reveló que en La Bella Principessa (1490, aprox.) Da Vinci utilizó "un ingenioso truco para atraer al público", según consignó un diario inglés.
En el caso comparado, Da Vinci mezcló colores de manera tal que permitían "confundir" al espectador. Según el ángulo desde el cual la contemplaran, cambiaría la visión periférica. La boca de La Bella Principessa también parece modificarse dependiendo desde dónde se la observa. Cuando el visitante mira otras áreas del rostro de la mujer, su boca pareciera moverse muy sutilmente, generando una ilusión óptica lograda por el genio renacentista.
La técnica es conocida bajo el nombre de sfumato, y es la misma que se utilizó en La Gioconda. "Como la sonrisa desaparece tan pronto como el observador pretende 'capturarla', hemos llamado a esta ilusión óptica la 'sonrisa intocable'", señalaron los investigadores Alessandro Soranzo y Michelle Newberry, quienes escribieron el informe para la revista Vision Research.
"A través de una serie de experimentos psicofísicos, se encontró que un cambio percibido en la inclinación de la boca del 'La Bella Principessa' influye en su expresión de satisfacción generando así una ilusión", agregaron los autores del trabajo. Los científicos se preguntan, sin embargo, si Da Vinci pretendió crear esta ilusión y por qué. "La pregunta sigue siendo si Leonardo da Vinci pretende esta ilusión. En cualquier caso, se puede argumentar que la ambigüedad creada añade al atractivo del retrato".
Para arribar a sus conclusiones, los autores expusieron a voluntarios a observar con detenimiento la pinturas La Bella Principessa y La Gioconda desde diferentes ángulos, distancias y distintos niveles de borrosidad. En ese test también incluyeron la obra de otro autor, Retrato de una niña, de Piero del Pollaiuolo.
Los participantes hallaron que a medida que se alejaban o las imágenes de las pinturas de Da Vinci se hacían más difusas, la sonrisa aparecía más fuertemente. Sin embargo, esto no ocurría con el retrato de Del Pollaiuolo.
También realizaron otra prueba con los mismos voluntarios. Por un lado, taparon con un pequeño rectángulo negro los ojos de la Principessa, y en segundo lugar, la boca. En el primero de los casos, la sonrisa permanecía; mientras que en el otro, su mueca no se distinguía, lo que aseguró a los investigadores que el truco utilizado por Da Vinci radicaba en la zona bucal de la "modelo".
Los investigadores creen que Leonardo Da Vinci comenzó a utilizar la técnica del "sfumato" en su obra "La Virgen de las rocas", de 1483.


Fuente. infobae

PESE AL CAMBIO DE ESTATUA,
SIGUE CERRADA LA PLAZA QUE ESTÁ DETRÁS DE LA ROSADA

Espacio público.

Fue enrejada en 2008 y sólo la abrieron 3 días, durante la inauguración del monumento a Juana Azurduy, que reemplazó al de Colón.
Desde la reja. Así se ve el espacio verde en el que está la estatua de Juana Azurduy, un lugar que, según un acuerdo, debería estar abierto al público. Foto: Lorena Lucca
      Desde la reja. Así se ve el espacio verde en el que está la estatua de Juana Azurduy, un lugar que, según un acuerdo, debería estar abierto al público. Foto: Lorena Lucca
Pablo Novillo


Sólo tres días en los últimos ocho años. La Plaza Colón, el espacio verde que queda detrás de la Casa Rosada, sigue cerrada. Desde 2008, cuando el Gobierno nacional puso la reja, sólo pudo ser aprovechada por la gente tres días, durante el festival por la inauguración de la estatua de Juana Azurduy, que reemplazó al monumento a Colón. Por ahora, nada hace pensar que vuelva a estar disponible para los vecinos.
La única vez en los últimos años en que los vecinos pudieron entrar a este espacio verde ubicado entre la Casa Rosada y la avenida La Rábida fue entre la noche del 15 de julio y el sábado 18, cuando fue inaugurada la estatua de Azurduy. Tras el acto encabezado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el presidente boliviano Evo Morales (el Gobierno de Bolivia donó el monumento, que costó un millón de dólares), la plaza quedó abierta para una serie de festejos, que incluyeron espectáculos de baile, recitales de importantes grupos folclóricos y una feria gastronómica.
Pero ni antes ni después se pudo volver a entrar. El conflicto comenzó en 2007, cuando fueron inauguradas las obras de remodelación de la plaza y ensanche de La Rábida, que incluyeron el enrejado. En ese año, el Gobierno porteño, entonces a cargo de Jorge Telerman, firmó un convenio con el ex secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, en el cual se estipulaba que la plaza estaría abierta salvo cuando la Nación debiera “disponer las medidas de seguridad que estime pertinentes en ocasión de desarrollarse actos del Gobierno Nacional en Plaza Colón”, como recepciones a autoridades extranjeras y otras. Pero la Nación nunca cumplió. Más allá del argumento de la seguridad, lo cierto es que la Plaza Colón fue inaugurada el 9 de octubre de 1904 y desde entonces siempre había estado abierta.
Además del uso del espacio público, la discusión de fondo tiene que ver con la autonomía porteña. En 1996, cuando la Ciudad pasó a tener sus propia Constitución y sus autoridades electas, se dispuso que todas las plazas y parques y sus monumentos pasaran a la órbita del Estado porteño.
La situación se complicó aún más cuando se conoció en 2013 que el Gobierno kirchnerista quería sacar el monumento a Cristóbal Colón, que estaba en la plaza desde 1921, para reemplazarlo por la imagen de Azurduy. Pese a las quejas de las colectividades italianas, que en su momento habían donado la estatua de Colón, y a los recursos judiciales que presentaron vecinos y el propio Gobierno porteño, la Nación siguió adelante. La Legislatura porteña sancionó incluso una ley para impedir el traslado. Pero luego el Gobierno porteño y el nacional terminaron llegando a un acuerdo político: a cambio de que le permitieran el reemplazo de estatuas, la Nación autorizó a que la Ciudad continuara las obras de la autopista Illia, que también estaban bloqueadas. Hoy el monumento a Colón está en la Costanera Norte, donde debe ser reinstalado.
Otro paso más de la apropiación de la plaza sucedió hace un año, cuando la presidenta firmó el decreto N° 1.137, por el cual determinó nombrar como Lugar Histórico Nacional “al conjunto urbano constituido por la Casa Rosada, el Museo del Bicentenario, la Plaza Colón y la Reja Federal (sic)”. Así, le quitó el espacio verde al patrimonio porteño.
El siguiente capítulo de esta discusión podría venir por el lado del mismo nombre de la plaza. Durante el acto de inauguración de la nueva estatua, la transmisión oficial insistía en mencionar al lugar como “Plaza Azurduy”. Pero el nombre oficial sigue siendo “Plaza Colón”, y la única forma para rebautizarla sería que la Legislatura porteña apruebe, en doble lectura, una ley con el cambio de nombre. Según confirmaron en la Comisión de Cultura de la Legislatura porteña, aún no recibieron ningún proyecto en ese sentido.

Fuente: clasrin.com

VIVIR DEL ARTE:
TANTO TALENTO PARA CREAR COMO PARA CONSEGUIR RECURSOS

Una docena de artistas revelan los malabares de una agenda que incluye vender obras, dar clases, obtener subsidios y ganar becas.

      Foto: Gentileza del artista


Por María Paula Zacharías / Para La Nación


Hacer algo "por amor al arte" es sinónimo de gratuidad. Pero vivir del arte es otra cosa. La vida de muchos artistas argentinos es un constante equilibrio entre placer, deber, necesidad y deseo. Es la hazaña de vender obras en un mercado chico, dar clases, pedir un subsidio, ser artesano, ganar un concurso... o manejar un taxi de día y pintar al óleo de noche.
"Si hubiera tenido que vivir del arte habría pedido limosna en algún momento", se ríe hoy Edgardo Giménez, rey aquí del pop art, que supo combinar su dedicación al color con trabajos rentados como publicista y diseñador.
Richard Sturgeon hizo malabares desde los 18 años, cuando se descubrió artista: mañanas de banco, tardes de taller y noches atendiendo un bar. "Largué la vida corporativa a los 30 años y tenía un hijo. Primero compré un taxi y con eso me defendí unos dos años. Después trabajé en una galería, hasta los 45, cuando empecé a vender mejor. Pero nunca dejé de dar clases. No es una vida holgada", reconoce el ganador del Premio Nacional de Pintura 2014.
Este galardón es un desahogo después de una carrera, muchas veces, de obstáculos. Equivale a cinco jubilaciones mínimas y suma algo menos de $ 20.000.
"Nuestra vida es mucho mejor que la que tuvieron nuestros maestros. Antes, estudiar arte era la condena a una vida miserable", dice María Inés Tapia Vera, que acaba de ganar el premio en la categoría Grabado. "Fui pobre. En los 70 hasta era mal visto vivir de la obra. Cuando nos casamos con Eduardo Iglesias Brickles, no teníamos nada. Trabajé de mil cosas hasta que me recibí y me dediqué a la docencia, y Eduardo, a diseñar en diarios. Cuando vendíamos algo, ese año nos íbamos de vacaciones", cuenta Tapia Vera.
"Cuando gané el premio municipal, pude dejar las escuelas y tener algo de ocio creativo: es muy difícil llegar de la calle, tirar la cartera y ponerse a crear. El Municipal son alrededor de $ 9000 por mes. Pagás el alquiler y comés. Pero el Nacional me resuelve el problema de la jubilación", analiza.
Carola Zech es otra maratonista que llegó a esa meta. "En los 80 fui artesana mientras duró mi formación y, de ese modo, viajé mucho. Después, por unos diez años fui profesora de plástica y dedicaba al taller las tardes y noches. Puedo recordar el cansancio feliz de esa época tan constructiva. Un trabajo para sostener otro", recuerda.
"He vivido de la enseñanza en mi taller y de algunos premios. Gracias a la pensión del Gran Premio voy a tener la tranquilidad de seguir produciendo", cuenta Diana Dowek, ganadora 2015 en Pintura.
Los jóvenes encuentran diferentes recetas. "Este año nació mi segunda hija y las ventas no me acompañaron. Mi economía es mensual: pago alquiler y no tengo trabajo fijo", dice Hernán Soriano.
Se mueve en bicicleta y su obra está hecha con materiales muy baratos u objetos encontrados. "Hago trabajos de montaje, obras o encargos para artistas, escenografías o cualquier trabajo donde haya que construir cosas. Soy dibujante, escultor, tengo nociones de mecánica y pintura. Todo lo que gano está destinado a mi familia. En el amor soy una persona rica", dice.


Historias de esfuerzo y pasión

De la videoperformance de una mudanza a la venta de obra por kilo
    Foto: Gentileza del artista

"Vivir del arte no es fácil. Los artistas muchas veces tenemos que buscar alternativas laborales", coincide Catalina León. "Vivo un poco de la venta de mis obras y otro poco de mi trabajo en Vergel, asociación civil que entrelaza arte y salud. Aunque en este momento logro mantenerme, es siempre un terreno incierto", desliza.
Isabel Peña atravesó años de terapia lacaniana para asumir su esencia de artista y la imposibilidad de vivir de otra cosa. "Me ayudó a hacerme cargo de mi deseo y a salir al ruedo. Al principio no objetivás tu obra y sentís que te dicen a vos que no cuando rebotás en una galería o un premio. Pero salir y rebotar es menos malo que quedarte encerrado sintiéndote un genio incomprendido. Es dura la calle, pero te enseña un montón -recomienda-. Trabajar es un placer y una necesidad. En un momento me sentí cansada de luchar, y pensé en tener otro trabajo... pero me di cuenta de que sólo iba a perder años de vida a cambio de un sueldo."
No todas son pálidas. "Vivir del arte para mí es inevitable. Una pulsión vital", dice Paula Cecchi. Estudió medicina, pero nunca ejerció. "Siempre el arte me dio trabajo. Tuve la suerte de tener de maestro a Guillermo Roux y de ver a un artista y su vida de cerca", dice. Vive de la venta de obra y de dar clases, muchas clases, en el taller que abrió con su marido, Pablo Noce, también pintor, cuando la casa empezó a quedarles chica para sus cerca de 50 alumnos.
"La clave es perseverar, no dejar de trabajar y ser consecuente", comenta. Recibió un subsidio para hacer un libro de su obra, que cubría parte del gasto de impresión, y para el resto recurrió al financiamiento colectivo. Juntó lo que necesitaba en cuestión de días. "Fue un boom. Internet está abriendo caminos interesantes", cuenta.
Paula Pellejero integra otro matrimonio de artistas con buena suerte en la Web. Gracias a las ventas del taller de dibujos de entre $ 50 y $ 1000, difundidas por Facebook, solventan sus viajes laborales. "Cuando entra dinero desde el arte es invertido en nuevos proyectos. Y si no, me las rebusco presentando el proyecto a instituciones", cuenta.
    Foto: Gentileza del artista

El arte contemporáneo, ese que no está destinado al cubo blanco, requiere un ejercicio constante de papeleo: presentarse a becas, concursos, subsidios y convocatorias. En eso, Gaspar Libedinsky, uno de los ganadores del concurso BA Sitio Específico, es un experto. "Me nutro para ello de mi labor académica. De mi estudio salen obras que el mercado después rotula como arte, arquitectura o diseño. Pero el trabajo más rentable es el de curador, que también ejerzo, sin los riesgos del artista, que debe invertir en la obra sin la seguridad de que será vendida". Su proyecto Carrousel, una calesita a pedal, pronto empezará a girar en Parque Patricios.
Ana Gallardo, más que luchadora, es una gladiadora. "Fui asistente en galerías, camarera, cociné, inventarié colecciones, vendí celulares, jubilaciones privadas... He trabajado toda la vida y, hasta hace muy pocos años, en relación de dependencia", relata. De esos tiempos es reflejo su video La casa rodante, donde recorre la ciudad con su casa a cuestas. "Ahora tengo un plan un poco más cómodo, con honorarios por cada obra in situ, subsidios y clínicas", enumera.
Gallardo acaba de representar al país en la Bienal de Venecia y lleva adelante La Verdi, un proyecto de talleres gratuitos para artistas financiado con la ley de mecenazgo: "Encontrar empresas que te apoyen es lo más difícil".
El mercado es una necesidad y un riesgo. La joven Julieta Barderi tuvo en su primera muestra en una galería un fuerte éxito comercial. "Pero después empecé a trabajar una imagen más densa, incómoda. Si bien perdí lugar en la galería, ya que consideraron esta obra menos amable y que no se iba a vender, este trabajo fue después premiado", contó en una mesa redonda sobre cómo vivir del arte en la escuela Regina Pacis.
Enrique Burone Risso respondió desde la voz de la experiencia: "El artista, si trabaja con seriedad, tarde o temprano será reconocido. Es importante no aceptar condicionamientos y escapar a las modas, con una producción artística sincera". Por cuatro años trabajó a sueldo para una galería, hasta que empezaron a pedirle determinada obra. "La obra no se realiza para gustar o vender", advierte. Con su galería actual tiene un acuerdo diferente: "Voy a porcentaje de la venta y la obra siempre es del artista".
"A mí me gusta llegar a fin de mes tranquilo", dice sin problemas José Luis Anzizar. Llegó a ocupar el puesto de director de Operaciones y Tecnología para América Latina del Citi, donde trabajó por 20 años. Renunció en 2002, para dedicarse al arte, pero también fundó una consultora de liderazgo, donde aplica sus facilitaciones gráficas.
"Vivo en un 50 por ciento del arte y el otro 50 por ciento del liderazgo... y no veo la diferencia entre estas cosas", confiesa.

    Foto: Gentileza del artista


Existe un prejuicio: se le dice salonero al que concursa con frecuencia. Pero no es por eso que la pintora Deborah Pruden rehúye presentarse. "Las veces que mandé, ni me seleccionaron para integrar la muestra, y tenés que pagar el marco, el flete, cumplir requisitos... Desistí", reconoce.
"Los artistas seguimos pintando y exponiendo, aunque no nos paguen. Espero que esta idea romántica se vaya revirtiendo", añade Pruden.
"Si el artista se mantiene sólo en su taller buscando la obra, se vuelve frágil y dependiente. Un artista es un empresario de sus estéticas", alienta Mónica van Asperen, una artista con trayectoria. Y va más allá: "El dinero viene por la obra, si quien la hace la suelta a su destino".
Cada uno, sumando esfuerzo y pasión, encuentra su manera.
La casa rodante de Ana Gallardo. En esta videoperformance de 2007, la artista documentó el año en el que ella y su familia vivieron de mudanza en mudanza una vez por mes. Con los muebles más queridos a cuestas (en la foto su hija pedalea), recorrió ocho kilómetros en una tarde para recordar los traslados del living de su hermano al de su hermana, y de la vivienda de un amigo a la terraza de otro...
Paula Cecchi. Su obra se vende en la galería Laura Haber. Da clases en el taller de Guillermo Roux, en la Universidad Nacional de las Artes y en el Taller La Oficina, que abrió con su marido Pablo Noce cuando su casa empezó a quedar chica para los casi 50 alumnos y su pequeño hijo, pintor en potencia.Catalina León. Llegó a vender su obra por kilo en una verdulería, cuando creaba sobre escombros. Este año las cosas pintan mejor: trabaja en arte y salud en el hospital Garrahan y tiene taller sin cargo en Prisma, una entidad subvencionada mediante ley de mecenazgo
José Luis Anzizar. No tiene problemas con su galería, Elsi del Río (la dirige su marido, Fernando Entin). Trabajó 20 años en el banco Citi y ahora da cursos sobre liderazgo. "Cualquier técnica es lo de menos. Hoy lo que ayuda a crecer es la capacidad de comunicar y de relacionarse con otros", alienta.


Fuente: lanacion.com