EL MUSEO DEL BARRO YA LLEGÓ PARA CUESTIONAR EL CANON

La muestra, con piezas del singular museo de Asunción, busca zanjar la distinción clásica entre arte y artesanía.
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Por Mercedes Perez Bergliaffa

Folklore y arte: ¿cuál es la diferencia? ¿La hay? La exposición Tekoporã: Arte indígena y popular del Paraguay –que abre hoy en el Museo Nacional de Bellas Artes– pone esta cuestión en primer plano. Son más de 220 obras procedentes en su mayoría del Museo del Barro de Asunción, a cargo no de los considerados artistas contemporáneos sino de quienes algunos llaman artesanos (¿habrá alguna diferencia?). La exposición se abre a la cultura popular y su relación con la alta cultura. Su curador es el crítico paraguayo Ticio Escobar, fundador y director de este singular e innovador museo de Paraguay.
 Escobar dice: “La cultura popular comprende las prácticas, discursos y figuras particulares de sectores ubicados desfavorablemente en la escena social, marginados del acceso a diversas instancias de decisión en asuntos que involucran sus intereses”. El arte popular se relaciona con los “sin-parte”, los excluidos de participación y representación en el espacio donde se ejerce el poder, como, por ejemplo, los grandes museos. Sin ir más lejos, el mismo MNBA no tiene más antecedente de esta exposición que las salas de arte precolombino inauguradas en 2005 y luego cerradas en 2010.
Pero ahora, con Tekoporã, las preguntas empiezan a rodar: ¿un arte popular (considerado por algunas personas artesanías) debería exponerse en un museo nacional de Bellas Artes? ¿Se trata de artistas o de artesanos, de arte contemporáneo o folklore? Estas preguntas se cuelan a través de toda la exposición que, desde el primer momento, ya con el mismo nombre, sienta una posición: Tekoporã es una palabra guaraní compuesta, en realidad, por dos palabras, Tekó (modo propio de ser) y porã (belleza, bien).
Tekoporã nombra, entonces, algo así como el buen vivir colectivo, el convivir con belleza. Es un ideal ético guaraní extendido entre las diversas etnias, pero que también subraya –en la muestra– la expectativa de vivir mejor que subsiste en los pueblos originarios pese a los despojos. Las culturas populares no aíslan el momento estético: tampoco despojan de belleza los objetos utilitarios, sino al contrario.
En la muestra se aprecian máscaras – usadas para los rituales, por los penitentes para cumplir una promesa pero también en la festividad de los santos patronos–, vírgenes y Cristos de síntesis entre la imaginería cristiana y la americana (extraña mezcla de esculturas misioneras jesuíticas y franciscanas, que luego dieron origen a las imágenes de los santos populares y mestizos, también expuestos), conviven junto a disfraces de yacaré hechos en madera –entran en ellos dos niños que los articulan–, vestuario plumario, testimonios de la Guerra Guasú (o “Guerra Grande”, la Guerra de la Triple Alianza), y esas magníficas coronas rituales de plumas: ellas iluminan la fuerza del chamán. Hay un corredor que une diferentes salas y presenta, de alguna manera–, la selva en medio del museo. Hay pinturas, una práctica transcultural de adopción reciente en distintas comunidades paraguayas. Y se expone también un espectacular traje ritual de la etnia ishir.
Hay una serie de esculturas talladas en madera con representaciones de la Virgen (Tupãs) y Dios (Ñanderú) desnudos y con sus genitales especialmente remarcados: son metáforas de la abundancia, en madera de cedro (un árbol que en la cultura guaraní tiene implicancias mítico-religiosas).  
En la última parte de la exposición puede verse el “Cabichuí” (“Avispa”, en guaraní), el periódico editado desde las trincheras de la Guerra de la Triple Alianza, ilustrado por los soldados. A su lado, las vainas de bronce de las balas de mortero, tiradas durante la guerra, muestran dibujos grabados por los soldados. Mensajes amorosos, corazones, flores, lazos. A 150 años de la guerra, son el pedido de amor en medio de los cañones.   


FICHA
Tekoporã: Arte indígena y popular del Paraguay

Dónde: MNBA (Av. Del Libertador 1473).
Cuándo: Hasta el 13/9. Martes a viernes, de 12.30 a 20. Sábados y domingos, de 9.30 a 20.
Entrada: Gratis. Más info: www.mnba.gob.ar  
   

Fuente: Revista Ñ Clarín

"LAS ROBÉ EN 1995 Y NO ME HAN TRAÍDO MÁS QUE PROBLEMAS"

Israel.

El ladrón las dejó dentro de una bolsa, en el patio de un museo. Dejó una nota escrita en hebreo en la que finalmente pide: "¡Por favor, no roben antigüedades!".
Las piedas devueltas por el ladrón 20 años después. (EFE)
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No fue la culpa. Tampoco un súbito deseo de hacer las cosas bien. Fue la suerte o, más bien, la mala suerte la que hizo que un ladrón devolviera su botín. Un hombre devolvió dos piedras milenarias que había robado de una ciudad antigua de Israel, tras padecer dos décadas de infortunio.
El curioso hecho ocurrió en Israel. La semana pasada, las autoridades del Museo de las Culturas Islamica y de Próximo Oriente de la ciudad de Beersheba hallaron en el patio de la institución una bolsa que contenía dos piedras. Las rocas tenían unos dos mil años de antigüedad y eran bolas de balista (un arma similar a una ballesta).
Junto a la bolsa, había una nota escrita en hebreo. “Estas son dos bolas de balista romanas de Gamla, procedentes de un barrio residencial a los pies de la colina. Las robé en julio de 1995 y desde entonces no me han traído más que problemas”, confiesa el ladrón anónimo que concluye su escrito con un pedido: “¡Por favor, no roben antigüedades!”.
La Autoridad israelí encargada de las Antigüedades detalló que en Gamla se hallaron unas 2.000 piedras de ese tipo, que solían ser usadas por los romanos contra los judíos que intentaban evitar la conquista de esa ciudad.
 AFP

Fuente: clarin.com

AZURDUY NUEVA POR COLÓN USADO

Inauguran el monumento a Juana Azurduy detrás de la Casa Rosada. (Juano Tesone)


Ricardo Roa

Es una historia donde se cruzan personajes y fechas. Un 15 de junio de 1921 se inauguró el monumento a Cristóbal Colón, a espaldas de la Rosada. Y hoy, 15 de julio de 2015, Cristina completará su desalojo: inaugurará en ese lugar un monumento a Juana Azurduy, con show revisionista incluido.
Hay otro cruce que tiene que ver con el comienzo de la historia. Fue en 2011. Estaba Hugo Chávez en el despacho de Cristina y al ver la estatua de Colón le dijo: “¿Qué hace ahí ese genocida? Colón fue el jefe de una invasión que produjo no una matanza sino un genocidio. Ahí hay que poner a un indio”.
En estos días se cumplen 20 años de la matanza de Srebrenica. Tropas serbias masacraron a unos 8.000 musulmanes bosnios, todos varones, que se habían refugiado en ese enclave creyéndose protegidos por las Naciones Unidas.
Ahora el Consejo de Seguridad quiso condenar lo que la Corte de Justicia Internacional calificó de genocidio, el mayor desde la segunda guerra mundial. Se lo impidió Rusia. Cuatro países la acompañaron. Entre ellos Venezuela, donde Maduro sigue siendo Chávez. Para el chavismo no todos los genocidios son genocidios.
Cristina mandó voltear a Colón para llevarlo a Mar del Plata. Tenía todo planeado. Hasta envió más de 11 millones para costear el traslado que hoy son el centro de una denuncia por corrupción: no fue Colón ni tampoco volvió la plata.
La plaza no era el patio trasero de la Casa de Gobierno ni el monumento era de su propiedad. Las dos cosas eran y son de la Ciudad, que intentó trabar la mudanza con un amparo judicial y el apoyo de la comunidad italiana.
Con el pretexto de que la estatua debía ser reparada, el capricho de la Presidenta la desmontó igual. Fue hace dos años. Al final negoció con el macrismo dejar los restos de Colón en el piso hasta encontrarles un destino a cambio de permitirle a la Ciudad abrir el espacio para tres demorados kilómetros de autopista sobre terrenos ferroviarios. Autopista por estatua y estatua por revolución bolivariana.
Colón dejó de mirar al río. Ya no está a la vista del despacho de Cristina. Subido a un camión de mudanzas, marchó rumbo a la Costanera Norte. Juana Azurduy ocupa su lugar. Un trueque de estatuas innecesario y también banal.
En esta historia armada con héroes y villanos late una ideología rudimentaria. Si uno profundizara la iniciativa chavista de Cristina habría que borrar a Colón del mapa. Y por lo que le toca a Juan Azurduy, hay quienes dicen que no fue todo lo que dicen que fue. La historia es lo que es. Compleja. Y no lo que cada cual quiere que sea.


Fuente: clarin.com

AZURDUY, AHORA ZURDA O DIESTRA CONTRARIADA

En toda la iconografía anterior de Juana Azurduy, la Coronela siempre fue diestra - siempre se la vio empuñar la espada con su mano derecha - y a partir de este monumento, pasa a llevarla en su mano izquierda. ¿Habrá algún significado o simbolismo ocultos detrás de ese repentino, arbitrario cambio de mano?
Esta gente, acostumbrada a los cambios drásticos y a llevarse puestos cualquier escollo como la Historia, las leyes, usos y costumbres, tradición y la Justicia, para hacer lo que sea por decreto... ¿sabrá que uno es diestro o es zurdo no porque sí nomás, sino que la conformación morfológica de los hemisferios cerebrales de un diestro y de un zurdo son totalmente diferentes y que eso viene así de fábrica, de origen? ¿Sabrán que a eso no se lo puede cambiar por un antojo, por una preferencia, por un decreto caprichoso o por la voluntad de un artista?
Dice el escultor Andrés Zerneri, autor del monumento a Juana Azurduy de Padilla que quiso que Juana Azurduy sostuviera la espada con su mano izquierda “para quitarle rigor bélico; la espada como una guía, no sostenida por la mano que mata".
Tengo la impresión de que para esta gente, pesa siempre más el relato que el rigor histórico y el efecto plástico: ¿mata sólo la espada empuñada por la mano derecha? ¿Por la izquierda, no?
El pintor mexicano Rufino Tamayo decía algo así como que el arte es demasiado grande, que hacerlo panfletario, ponerlo al servicio de una idea, era menoscabarlo, empequeñecerlo y conspirar contra él.
Zerneri, es también autor del monumento al Che Guevara de Rosario, y del monumento a la mujer originaria, con el que la presidenta y sus acólitos y aplaudidores de siempre pretenden reemplazar al Monumento a Roca de la Diagonal Sur y Perú.
Después de Colón, el primer genocida al que condenaron al destierro sin ni siquiera juzgarlo, el Roca de Zorrilla, para ellos el otro gran genocida, es el próximo foco de conflicto.
En vez de ser el monumento a los pueblos originarios, como la presidenta es mujer, el nuevo monumento con el que se pretende reemplazar al Roca de Zorrilla - de paso, cañazo – viene con reivindicación feminista incluida.
Pan y circo para la gilada. ¿En un país con tantas necesidades básicas insatisfechas no hubieran sido lo esperable ejemplos de austeridad, de cordura y prudencia en la asignación de los recursos públicos desde su más alta magistratura y en vez de haber generado enormes gastos en alquiler de grúas para destruirlo, trasladarlo y ahora tener que restaurarlo y rearmarlo a Colón en la Costanera, haber destinado esas sumas a dotar de agua potable, comida, salud, educación y de un mínimo bienestar a las comunidades aborígenes que el gobierno dice que le interesan pero que ni siquiera se digna a recibirlos y a escucharlos?
Como pasaba con el de Colón, el Poder Ejecutivo Nacional no tiene jurisdicción sobre el Monumento a Roca.
El Monumento a Roca, es obra del brillante escultor uruguayo José Luis Zorrilla de San Martín, hijo de Juan Zorrilla, autor de "Tabaré" y padre de la actriz y directora Concepción "China" Zorrilla.
Y ese lindisimo monumento ecuestre, tiene toda una historia atrás: Zorrilla de San Martín, ganó el concurso nacional e internacional al que se llamó cuando se decidió rendirle un homenaje a la figura del gran estadista argentino. Zorrilla trasladó su taller de escultor desde Montevideo a Buenos Aires y lo hizo a Roca in situ.
Espero que esta vez, se lo defienda a Roca a capa y espada, como corresponde, hasta llegando, si fuera necesario, a llevar el tema ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En nuestra Ciudad, deberían poder convivir el Roca de Zorrilla y la mujer originaria como debieron poder convivir Cristóbal Colón y Juana Azurduy. Ya sabemos que el gobierno, como es su costumbre, siempre plantea las cosas como si la única posibilidad fuera "Tal o cual", con esa "o" que resta, divide y excluye y no como "Tal y además cual", con esa "y" que suma y multiplica.
Mientras, el jolgorio nac y pop para recibir a la reemplazante del descubridor de América, parece hecho especialmente para combinar con los tonos fucsia iridiscentes de la ex Casa Rosada y de un conocido hotel por horas de la Panamericana.


P.L.B.                                               

EL DÍA DEL CAPRICHO DE ESTADO

Inauguran el monumento a Juana Azurduy detrás de la Casa Rosada. (Juano Tesone)

Alfredo Leuco

Y finalmente, Cristina se salió con la suya. Le importó un rábano el sentido común, el dinero de todos los argentinos y los 11 millones de pobres que dice defender. Si yo fuera diputado propondría declarar a este miércoles 15 de junio de 2015 como el Día del Capricho de Estado. Hablo de la inauguración por parte de Cristina y Evo Morales de la hermosa estatua de Juana Azurduy que donó el gobierno de Bolivia. Antes, ahí estuvo erguido Cristóbal Colón. Es casi una metáfora de la fractura social expuesta que este gobierno instaló. Nosotros o ellos.
Nada le importó a la presidenta de la Nación que se subió arriba de la topadora pese a los problemas legales, jurisdiccionales y a la ofensa que su actitud implica hacia la colectividad italiana que donó el monumento. Sus seguidores dirán que eso demuestra su capacidad de conducción y liderazgo. Logra todo lo que se propone. Por el contrario, yo tengo una certeza: esto confirma que se perpetró un capricho autoritario de Cristina.
El viejo marino y comerciante genovés fue destituído por el oficialismo nacional con la complicidad del gobierno de Mauricio Macri que cedió a las presiones de Cristina sin explicar los motivos a los vecinos. Es la imagen viva del despilfarro de estado. El último viaje de Colón hacia la Costanera Norte costó una verdadera fortuna de 25 millones de pesos. ¿Escuchó bien? Cristina quemó 25 millones de pesos para darse un gusto personal. Pero no le prendió fuego a sus billetes negros que cosechó en estos años. Utilizó nuestros ahorros, los pesos de todos los argentinos.
Fue muy triste ver a Colón marchando al destierro arriba de un camión, cruzado por cables de acero, como si se tratara de un preso. Dicen que emplazarlo en su pedestal frente al Aeroparque va a tardar más de un año. Mientras tanto va a estar allí, en el llano, sin rumbo y a la deriva que es lo peor que le puede pasar a un navegante.
Esta situación bizarra comenzó porque Cristina decidió que Colón era un personaje nefasto y que ese lugar debía ser ocupado por Juana Azurduy, la gran patriota, como un homenaje a los pueblos originarios. La presidenta avanzó a paso redoblado y a tambor batiente y como suele ocurrir, lo hizo de prepo, sin escuchar a nadie y sin respetar las leyes.
Le dijeron que podían convivir los dos. Era un buen símbolo de la mixtura de lo que somos. ¿Por qué siempre esa letra “o” que divide y nunca la letra ” y” que suma? ¿Porque Cristina no aceptó que convivieran Colón y Juana Azurduy? Esa escultura de Arnaldo Zocchi, ese Colón de 26 metros de alto que pesa 623 toneladas estaba allí desde 1921. Juana fue una valiente heroína que luchó por la emancipación junto a Manuel Belgrano y Güemes. Su escultura la muestra con una espada en la mano y un bebe en su espalda sostenido por un aguayo.
Pero nada frenó a Cristina. Ella ordenó que desarmaran la obra de arte con los riesgos graves que se corrieron de que se rompiera en mil pedazos. Hugo Chávez fue el autor intelectual. Miró por la ventana del despacho de Cristina y le preguntó : “¿Como tienen a ese genocida de Colón tan cerca? Nosotros lo colgamos de un árbol hace mucho”. Eso empujó a Cristina a convertirse en la autora material del derrocamiento de quien fuera el descubridor de América. Hasta le cambió el nombre a uno de los salones de la casa de gobierno. Ahora se llama “Pueblos Originarios” y ya Colón quedó en el pasado. Sugerencia para la presidenta: No se quede a mitad del río, doctora. Vaya a fondo, vaya por todo. ¿Qué le parece rebautizar el teatro Colón como auditorio Hugo Chávez?
¿O mejor, Néstor Kirchner como el Centro Cultural?
Vaya por todo presidenta. La intolerancia gratuita habla de quien la ejerce.
¿No hay otra forma de dialogar con Cristina que ceder a sus órdenes totalmente arbitrarias? Nadie es capaz de decirle a la presidenta que ella es una inquilina y no la dueña de la Casa Rosada. Nadie se atreve a decirle que con su misma actitud, dentro de pocos meses si gana Scioli o Massa podrían resolver instalar a Juan Domingo Perón o si triunfa Macri tal vez prefiera poner a Arturo Frondizi en ese lugar o Margarita colocar a Alfredo Palacios o si gana Sanz, podría poner a don Hipólito Yrigoyen en ese espacio privilegiado? ¿O a Raúl Alfonsín? ¿Por que, no? Es el padre refundador de la democracia.
Esos delirios de que la patria empieza cuando llega el kirchnerismo, esa arbitrariedad prepotente es parte del cansancio que produjo Cristina en la mayoría de los argentinos. Por actitudes como estas, llenas de altanería, entre otras cosas, es que aumentó tanto su imagen negativa y no pudo conseguir un heredero político de su riñón. Colón descubrió América. Yo no descubro nada si digo que el monumento a Colón hoy se transformó en el monumento al capricho, al despilfarro y a la fragmentación. Cristina lo hizo. Un capricho de estado de 620 toneladas. Cristina volteó a Colón. Ella fue la destituyente.



Fuente: Radio Mitre








Inauguran el monumento a Juana Azurduy detrás de la Casa Rosada. (Juano Tesone)
Inauguran el monumento a Juana Azurduy detrás de la Casa Rosada. (Juano Tesone)



Inauguran el monumento a Juana Azurduy detrás de la Casa Rosada. (Juano Tesone)

UNA BATALLA DE PRÍNCIPES POR UN REINO QUE NO EXISTE

 Foto: intermicronational.com/long-live-hrh-stanislas-i.html
       Foto: intermicronational.com/long-live-hrh-stanislas-i.html
 
Por Matt Moffett / The Wall Street Journal Americas
 
PARÍS - En 1860, el abogado francés Orélie Antoine de Tounens se aventuró en la zona salvaje del sur de Chile en busca de gloria. Se encontró con los feroces indios mapuche y, de alguna forma, convenció a los líderes tribales de nombrarlo rey de una nueva gran nación indígena, el Reino de la Araucanía y la Patagonia.
Poco más de un año más tarde, el hombre que se hacía llamar rey Orélie Antoine I fue capturado por tropas chilenas, quienes lo declararon demente y lo expulsaron del continente.
De vuelta en Francia, De Tounens insistió en que poseía un reino en América del Sur, incluso después de ser reducido a trabajar como farolero y vivir con su sobrino, un carnicero. El reino nunca fue reconocido por nación alguna y su territorio sigue siendo parte de Chile y Argentina. No obstante, la casa real -sustentada por nobles, asesores y miembros de un gabinete- sigue en pie, a pesar de que ya no reclama ningún territorio.
Los miembros de la corte se reúnen periódicamente para celebrar el brío del primer rey, promover los derechos indígenas y otorgarse impresionantes medallas y títulos.
Ahora, una amarga batalla ha estallado en el liderazgo de un reino que sólo existe en los libros de historia. En enero del 2014 murió el líder del reino, Philippe Boiry, tras 62 años de reinar como el príncipe Philippe, lo que abrió las puertas a un peculiar juego de tronos.
Un consejo especial se movió rápidamente para alzar a Jean-Michel Parasiliti di Para, un confidente de Boiry de 73 años, como el príncipe Antoine IV. El consejo asegura que la elección se ciñó estrictamente a las reglas.
No todos en el reino quedaron conformes. Dos caballeros de la orden de la Estrella del Sur, la máxima distinción del reino, se quejaron de que la elección se hizo demasiado rápido y que Parasiliti no era un candidato elegible. Los caballeros iniciaron una revuelta para instalar en el trono al hijo de uno de ellos, Stanislas Parvulesco, de 20 años.
 Foto: intermicronational.com/long-live-hrh-stanislas-i.html
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La entidad es liderada por el pastor presbiteriano Daniel Morrison, que también edita The Steel Crown, una revista conocida por sus artículos sobre temas como los instrumentos de percusión mapuche y la Constitución Araucana, que consta de 66 artículos. La edición más reciente de la publicación, no obstante, cambió drásticamente de tono y se dedicó a despotricar contra Parvulesco y sus partidarios.
"Engaño y Traición en una Farsa Medieval", rezaba el titular sobre la investidura de Parvulesco. La publicación se burlaba de Parvulesco, al que caracterizó como el "niño príncipe" y asemejó a sus seguidores a Judas Iscariote. Los defensores de Parvulesco, dijo, son "renegados de derecha" que se oponen a los intentos de incluir a los mapuches en puestos de liderazgo, que, desde hace tiempo, están en manos de franceses.
Parvulesco dice que sus opiniones políticas no se pueden caracterizar de una manera tan simple, pero niega que quiera marginar a los mapuches. Cuenta que organiza un viaje a Patagonia para reunirse con los indígenas.
François d'Arboussier, el ahijado de Boiry que heredó la casa de De Tounens, apoya a Parvulesco. "Parece lógico elegir a alguien joven que represente algún tipo de continuidad", observa.
Parasiliti, por su parte, dice que quiere bajar el nivel de pompa y enfocarse en el brazo de derechos humanos del reino, Auspi-ce Stella, que intenta generar una mayor conciencia sobre las tierras indígenas y sus conflictos legales.
Muchos mapuches en América del Sur no conocen la historia del breve reinado, a pesar de representar un hito de cómo se construye una nación indígena, dice Reynaldo Mariqueo, un seguidor de Parasiliti y uno de los cuatro mapuches miembros del consejo gubernamental araucano.
De Tounens obtuvo el respaldo de los mapuches en parte gracias a una leyenda indígena de un visitante blanco que aparecería para ayudarlos a defender tierras nativas, dicen los historiadores.
"Ahora dicen que ese rey estaba loco", recordó años después un mapuche que fue guía de De Tounens. "Tal vez. Vivía solo. No le gustaban las fiestas (...) llevaba ropa de mapuche y se dejó crecer el pelo largo, como los indígenas".
Después de su expulsión de Chile, De Tounens intentó financiar su retorno emitiendo bonos en Londres y acuñando monedas araucanas. Regresó en tres ocasiones a América del Sur, pero jamás pudo superar la resistencia de las fuerzas armadas de Chile y Argentina.
De Tounens también sufrió otras desilusiones. Buscando una reina que le diese un heredero, colocó un anuncio en busca de "una doncella que esté dispuesta a compartir el destino". No tuvo suerte. "Se mofaron de él sin cesar porque no podía encontrar una esposa", cuenta Parvulesco.
 Foto: intermicronational.com/long-live-hrh-stanislas-i.html
   Foto: intermicronational.com/long-live-hrh-stanislas-i.html
De Tounens acabó nombrando como sucesor a un mercader de champaña que gobernó como el rey Achille I. El poder fue transferido cuatro veces más en los siguientes años hasta llegar a la actual controversia.
Parvulesco dice que encuentra consuelo en el hecho de que De Tounens también sufrió a consecuencia de sus convicciones.
Parasiliti se pregunta por qué Parvulesco simplemente no lo deja tranquilo.
"Dos o tres personas que le apoyan lo llaman su Alteza Real, eso lo debe satisfacer para seguir insistiendo", señala..


Fuente: lanacion.com

JOYAS DEL COLÓN:
LOS TESOROS QUE LA BIBLIOTECA DEL TEATRO
RESERVA A LOS MELÓMANOS

A fondo
Manuscritos, antiguos programas de mano y ejemplares inhallables sorprenden a investigadores y curiosos
Héroes de la época. Una carta de Puccini y una foto de Verdi y su tenor preferido autografiada, dos testimonios protegidos en una caja fuerte  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Héroes de la época. Una carta de Puccini y una foto de Verdi y su tenor preferido autografiada, dos testimonios protegidos en una caja fuerte.
Foto: LA NACIÓN / Aníbal Greco y Hernán Zenteno



Por Pablo Gianera / La Nación



  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Todas las bibliotecas, aun las particulares, tienen objetos de un valor que se los separa del resto que habitan su espacio, lo anaqueles, los cajones, las vitrinas. Los orígenes de aquello que los vuelve únicos pueden ser diversos e incluso opuestos: por ejemplo, la mayor utilidad (un ejemplar sin réplica de consulta inevitable) o bien, en el otro extremo, la inutilidad más completa (el manuscrito con la grafía de quien se admira). La Biblioteca del Teatro Colón, que fue reabierta hace poco más de diez días, reúne por supuesto los dos casos.
La sala funciona en la entrada de Libertad 629, y Alejandra Balassi, la bibliotecaria, parece emocionarse tanto como los visitantes cuando muestra esos objetos. En los estantes se amontonan las biografías de compositores, los estudios críticos, los libretos de ópera. Entre esos materiales, hay páginas, muchas de ellas ya amarillentas, que están imantadas para cualquier amante de la ópera en particular y, de manera más general, de la música. Las dos piezas más destacadas son casi fetiches. En primer lugar, una foto de Giuseppe Verdi con Francesco Tamagno, el recordado tenor turinés que intervino en Otello, Simon Boccanegra y en la versión italiana de Don Carlo. Pero la foto, en la que los dos miran un punto desconocido un poco corrido del objetivo de la cámara, no es todo: están también sus firmas y la datación en Milán, en 1900. No menos conmovedora es la breve carta que Giacomo Puccini fechó el 24 de noviembre de 1924, cinco días antes de su muerte. Los dos manuscritos estuvieron perdidos y fueron finalmente recuperados.
Otro centro de interés, quizás el principal, son los programas de mano del Colón. Pasar las páginas de esos libritos, ahora encuadernados en gruesos volúmenes, depara no sólo una cantidad de información acerca de los elencos y las programaciones. Alrededor de esos datos están las publicidades de cada época, anuncios diversos que dejan entrever una historia que va mucho más allá de la música.

Una publicidad de jabón y, casi al lado, el reparto de la ópera L’elisir d’ amore de Donizetti con Enrico Caruso como el más memorable Nemorino  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Una publicidad de jabón y, casi al lado, el reparto de la ópera L’elisir d’ amore de Donizetti con Enrico Caruso como el más memorable Nemorino.  Foto:  LA NACION  / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
El arte de la portada de un programa de mano de 1917.  Foto:  LA NACIÓN  / Aníbal Greco y Hernán Zenteno


  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno


una partitura manuscrita con autógrafo del compositor argentino Constantino Gaito  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
 Una partitura manuscrita con autógrafo del compositor argentino Constantino Gaito.  Foto:  LA NACIÓN  / Aníbal Greco y Hernán Zenteno

Una historia entre las páginas. En un espacio amable, la biblioteca revela de a poco sus secretos  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Una historia entre las páginas. En un espacio amable, la biblioteca revela de a poco sus secretos  Foto: LA NACIÓN / Aníbal Greco y Hernán Zenteno

Fuente: lanacion.com

LOS PALACIOS DE LA MODERNIDAD

Tres dimensiones.

Son obras del progreso hechas a principios del siglo XX, como la usina de Puerto Nuevo, las terminales de tren o el Correo.

  Torretas. Tenían tanques antiincendio. Asombro. El interior de la usina Givogri.




Por Berto González Montaner

La imponente usina Doctor Carlos Givogri que se refleja en Dársena F de Puerto Nuevo y custodia el extenso horizonte del Río de la Plata es una de las construcciones más surrealistas de Buenos Aires. Pareciera haber salido de alguno de los paisajes metafísicos registrados imaginariamente por el pintor italiano Giorgio de Chirico. Tiempo atrás, a sus pies, entre barcazas y areneras, acuatizaban hidroaviones. Algunos memoriosos cuentan que allí el Presidente Perón recibió a Gina Lollobrigida. Sin duda, un lugar en el borde noroeste de la Ciudad que está lleno de río, magia, historia y energía.
La usina Central Puerto Nuevo nació allí, en terrenos ganados al río. Entre otras razones, porque eran más baratos y por el beneficio de tener el agua cerca. El agua sirve para enfriar el circuito de generación de la electricidad, que todavía hoy se alimenta de combustible fósil y gasoil. Eso nos contó Juan Falco, un ingeniero electrónico que fue jefe de planta hasta el año 1996.
Días atrás, este ingeniero nos acompañó a visitar este edificio que junto con la Central Nuevo Puerto y Central Ciclo Combinado forman parte del complejo Central Puerto. Hicimos la recorrida con un grupo de alumnos de la FADU con los que estamos haciendo el ejercicio de pensar cómo reconvertir esta zona subutilizada y de gran potencial estratégico y paisajístico en un nuevo lugar para disfrutar de la Ciudad. Algo así como sucedió con la Tate Modern (Museo de Arte Moderno) en el Bankside de Londres o la Usina del Arte en La Boca.
A principios del siglo pasado, Buenos Aires crecía frenéticamente al tiempo que construía sus grandes infraestructuras. Eran obras de dimensiones descomunales que hoy, un siglo después, llaman la atención. Estas construcciones faraónicas, como se las llama un poco peyorativamente ahora, no gozaban de mala prensa. Si no que asumían como virtud ser monumentales y palaciegas: construían y celebraban la modernidad, el progreso.
La lista es extensa. Por caso, los Palacios de Aguas Corrientes, el más fastuoso, el de la avenida Córdoba; pero también el de avenida Pedro Goyena en Caballito o el de Villa Devoto sobre Francisco Beiró; que esconden gigantescos tanques de provisión de agua para los barrios de la Ciudad. También las terminales de trenes fueron diseñadas como palacios. Qué tal Retiro, las dos de Constitución o la de Once, con esos descomunales edificios Beaux Arts que tapaban los grandes (y hoy considerados bellísimos) hangares fierreros y utilitarios. O el sinnúmero de colegios como el Nacional de Buenos Aires o el Mariano Acosta. También el actual Centro Cultural Kirchner fue en su origen un palacio, de Correos y Telecomunicaciones. Con un área de arquitectura “noble” (donde están los grandes halls, el salón de los escudos y lo que fue el despacho de Evita) y un área industrial desde donde se distribuía la correspondencia a todo el mundo.
La Central Puerto Nuevo fue construida a principios de siglo XX, proyectada por el arquitecto italiano Giuseppe Molinari, el mismo que hizo el Teatro Coliseo. Primero perteneció a CATE, luego a CHADE y a CADE hasta que en 1958 se nacionaliza y queda como SEGBA. Para volver en los años 90 y hasta hoy a manos privadas.
Su fachada principal mira a la Ciudad, es austera y de orden monumental. Responde a los cánones de la llamada arquitectura palladiana. Su cuerpo central está compuesto por tres partes. Dos torretas laterales y en el eje central, el gran portal con arco de medio punto y columnas apareadas. En su interior es una gran nave de 32 metros de ancho y otros 32 de altura, hoy casi vacía, donde aún funcionan solamente dos turbinas.
A mí siempre me llamaron la atención esas dos torretas que con gran potencia marcan el lugar donde está ubicada. Y que le da al edificio una escala compatible y apropiada con la inmensidad de nuestro río. Pero de lo que me vine a enterar en esa visita es que sus constructores, más allá de algunos excesos, no dejaban nada librado al azar. Sus decisiones estéticas también eran respuesta a necesidades concretas: 8 columnas cada una, las torres encerraban en lo más alto, unos gigantescos tanques donde se almacenaba el agua para combatir posibles incendios. 


* Editor General ARQ