PARAISO DEL ARTE TRASH




Las mercancías de ferias como La Salada le aportan materiales e inspiración al arte contemporáneo. Recurren a ellas desde colectivos De artistas hasta otros consagrados, como Enio Iommi, Marcia Schvartz Y Marcos López. 

Qué estás buscando, mamita?”, me dice la señora desde el puesto de ropa, falsas marcas de segunda, el reino de lo trucho. Allí –plafón de lencería y guirnaldas doradas– unos policías detienen a inmigrantes haitianos, otros hombres destripan ristras de ajos y yo –quizás ilusa– espero ver en este fin de año, a algún artista contemporáneo buscando materiales para crear obras. Porque ésta, La Saladita, no es una feria común: es uno de esos lugares donde termina el arco iris, donde se esconde un tesoro secreto del mundo del arte. Es, también, la hija favorita de la Reina-Madre de las ferias informales: La Gran Salada, la más grande de América Latina. Y los artistas lo saben. Y lo callan (no sea cosa que se corra la bola: no todo participante del sistema del arte se banca lo popular). Pero cuando algún protagonista habla, ahí sí, larga puntas: este es el tipo de arcón donde nos divertimos, me dicen los artistas. Una especie de juguetería a escala urbana. “Y para buscar materiales, cuanta más pobreza, mejor”, detallará luego el maestro Enio Iommi, quien crea obras con objetos comprados. “Porque entonces los objetos tienen expresión. Si no, no me interesan.” Ahora, en vísperas del Año Nuevo, lo compruebo por mí misma aquí, en La Saladita, donde el paraíso entero de lo existente desfila ante mis ojos, la génesis de la creación clase B: blancos camellos inflables, zapatillas desnikeadas, duras mariposas de plástico, mucho jean, lentejuela, calzoncillo y dinosaurio encogido. A un lado de la feria, el Mburukuyá Klub. Del otro, la estación Constitución. Cerca, muy cerca, el Hotel Autopista. Ciudadela street por detrás.
Tierra de cruce, eso es lo que buscan, los artistas de hoy en día. Depósitos de los últimos eslabones de la cadena de consumo, donde puedan encontrar nuevas ideas, materiales, inspiración. Donde exista todo eso que traen las nuevas inmigraciones a Capital y alrededores, sobre todo las de Bolivia y Paraguay, tan influyentes en la producción del arte local. Ellas son, para los artistas, bocanadas de aire limpio, divino maná caído del cielo. Las influencias se ven nítidas en las obras recientes de la pintora Marcia Schvartz, por ejemplo, en las que incorpora ekekos, imanes para heladeras, chanchitos-alcancía, el vestuario de los bailarines de Bolivia… O en los trabajos de Marcos López y Martín Churba. Aunque desde que lo específico guaraní se puso últimamente de moda, aparecen sus marcas en las obras de artistas más jóvenes, como Javier Barilaro, por ejemplo. Pero su verdadero origen está acá, en estas ferias, en esta nueva irrupción migratoria, estos flamantes mini-países delimitados por el mercado, que despiertan la curiosidad y la imaginación, y que los artistas detectan rápidamente. Si no, que lo digan el colectivo Yaguareté y Judith Villamayor, quienes durante 2007 se apropiaron, no de los objetos de La Salada, pero sí de su mecanismo de compra y venta, poniendo su propio puestito en medio de la feria para vender falsas pinturas de Kuitca. “Yaguareté, único importador de Kuitca (artista internacional). Ventas directas, pasillo 10, puesto 112. Punta Mogotes. La Salada”, rezaba la tarjeta de presentación, colorida como un póster de bailanta.
“Lo de sub-alquilar un puesto en La Salada fue performático”, explica Villamayor. “Lo hicimos durante cuatro domingos. Allí, nuestro puesto de venta de falsos Kuitcas era uno más. La gente miraba y miraba las pinturas, y no compraba nada. Y eso que valían diez, veinte pesos… Pero nos gustaba que la gente las tocara sin prejuicios. Además, nadie sabía quién era Kuitca”.
¿Pero por qué quisieron hacer esa performance en La Salada? ¿Para qué? “Tenía que ver con valorar la copia”, explica la artista. “Pensábamos que el objeto es modificado por el observador. Entonces, al vender obras de arte fuera del circuito clásico del mercado de arte de Buenos Aires, y al venderlas justamente en esa feria –que es el mundo de la copia por excelencia–, quienes señalaban al producto no lo veían como obra de arte. Así, se cortaba la cadena.” A pesar de la fascinación que despierta, La Salada queda lejos de los talleres de los artistas más instalados en el circuito. Y claro, muchas veces ellos necesitan buscar materiales rápidamente. Por eso lo resuelven yendo a Once, por ejemplo. Es el caso de León Ferrari, Leandro Torres, Eduardo Navarro y Daniel Leber. O van a Parque Centenario, como Enio Iommi. O buscan en la misma calle. “Si yo voy por ahí y encuentro algo que me interesa –cuenta Iommi–, trabajo con eso. Una vez por mes, también, me doy una vuelta por las ferias, a ver qué veo. En la de Parque Centenario hace poco encontré tres cabezas de maniquíes muy fantásticas. La feria de San Telmo, en cambio, a veces me parece demasiado exquisita. Allí, cuando veo una escultura de bronce bien pulida, trato de no mirarla, porque eso es la exquisitez, no tiene vida. A mí me interesa que se note la expresión de lo usado, que tenga humanidad.” Para entender cómo determinados materiales en ciertas situaciones despiertan ideas a los artistas, Iommi cuenta la creación de su última obra: “Me pasó que tenía que arreglar el calefón porque estaba todo podrido. Cuando lo sacaron, lo vi y le dije al gasista: “¡No me lo tire!”. Y con eso hice un trabajo. Le puse encima una bicicleta de juguete con un personaje al que le corté un brazo y una pierna. Llamé a la obra “Todos tenemos nuestros desgastes”. Acá aparece otra línea estética fuerte del arte contemporáneo en general, y específicamente el de nuestro país, sobre todo post-2001: la basura metamorfoseada en arte. Se ve clarísimo en las obras de los jóvenes locales Diego Bianchi, Nicanor Aráoz e Irina Kirchuk, por ejemplo. Pero quizá la máxima expresión de cómo utilizar la basura para hacer arte contemporáneo sea “Basurama” –su lema: “creatividad y basura”–, un colectivo artístico nacido en 2001 en la Escuela de Arquitectura de Madrid, focalizado en desentrañar los procesos productivos, la generación de desechos que eso implica y las posibilidades creativas de la basura. Fuente de inspiración para creativos locales gracias a su paso por nuestro país –en 2009 estuvieron por aquí analizando el fenómeno cartonero, hicieron talleres en Buenos Aires, instalaciones e intervenciones en Córdoba dentro de MercoRUS, “Residuos Urbanos Sólidos”, debido a su gira “basuramericana”–, los Basurama no se andan con chiquitas y ponen el dedo en el centro de la llaga, en muchos países alrededor del mundo: esa herida que evidencia las estructuras informales e ilegales que se esconden en los márgenes, en este caso, tras la basura.
Volviendo al barrio, acá, muy cerca, hay otros artistas que también trabajan con basura, y con chapas viejas: son los del colectivo FiebreMuy, quienes desde 2009 intervienen autos abandonados por toda Buenos Aires, en especial los de los barrios de Flores, Floresta y San Cristóbal. “Hacemos acciones con autos en situación de resto, de inutilidad”, explica Jimena Croceri, integrante fundadora del grupo. “Vamos al auto, lo ocupamos, lo empapelamos o decoramos, llevamos algo para comer dentro, hacemos música, leemos poesía… Estamos ahí”. Los vecinos responden al gesto: “La gente se acerca a ver qué está pasando con los autos-chatarra, abandonados en esas cuadras por años”, comenta la artista.
Junto con Maite Ortiz, Mariela Arzadun y Federico Mangiore, Croceri también se dedica con el colectivo a dorar basura: van caminando por la calle, y donde ven algún montículo de basura que les gusta, lo doran con aerosoles, para rescatarlos. “Los llamamos ‘Tesoros’”, agrega.
A pesar de que el mundo de los artistas plásticos tiene un ojo puesto permanentemente en fenómenos como La Salada, sin embargo parece que son los arquitectos, quienes más proyectos hacen en torno a la feria. Y su material de creación es, directamente, el espacio urbano donde la feria está enclavada. Como pasa con el proyecto “Riachuelo express”, evento producido por el colectivo Supersudaca dentro de la exposición PostPostPost, realizada en 2010 en el Centro Cultural de España en Buenos Aires. “Supersudaca es un think tank de arquitectura e investigación urbana”, se autodefinen, con postulado propio: “Nos rehusamos a creer que el único espacio libre para los arquitectos latinoamericanos es hacer casas de playa para clientes ricos (¡aunque no descartamos esa posibilidad del todo!)”, escriben. “Nuestro mayor interés ha sido conectar la usualmente desconectada arena arquitectónica latinoamericana con proyectos directamente relacionados con la percepción pública tales como espacios recreativos, espacios públicos o instalaciones”, dicen. Si uno observa los distintos proyectos del colectivo de arquitectos, confirma que, de esas locaciones, una de las favoritas es la de nuestro Riachuelo y su cuenca; y de allí nació la especialidad arquitectónica-gourmet, el regodeo que todo creativo del espacio urbano ansía modificar casi utópicamente: la imaginería volcada con todo su potencial a La Salada, por supuesto. “¿Cómo sería el río como conexión en vez de como división? ¿Qué nuevos tipos de vivienda, transporte, trabajo, esparcimiento, se podrían relacionar a La Matanza-Riachuelo? ¿Cómo sería la ciudad con un río limpio atravesándola?”, eran algunas de las preguntas planteadas durante el seminario coordinado por los Supersudacas Martín Delgado, Sebastián Marsiglia y Max Zolkwer, que hallaron respuesta en varios proyectos urbanísticos, como “Riachuelo Falls” de Fedora Mora, “Nexochuelo”, de Martín Irlich, “5 pal peso” de Agustín Nerome y “Canale Grande Matanza”, de Juan Ruarte Alvarez.
“Paraformal, ecologías urbanas” –archivo resultante del seminario de debate en torno a las situaciones intermedias, llamadas “paraformales”, nacidas entre ciudades formales e informales, organizado por el Centro Cultural de España en Buenos Aires y otras instituciones y organismos– y “Rally Conurbano” –investigan y exploran distintas zonas del conurbano, recorriéndolas–, dan cuenta del potencial de la inmensa y rica cultura que crece en la zona. Inestable, impredecible, sin tanto catastro ni planificación, precaria e ilegal, la feria acoge al universo entero como una gran madre india. “¿Todos los caminos van a Roma, dicen…?”, escribe el grupo de arquitectos de “Tupartesalada”, “¡Jajajajaja!”, ríen. “Cuando está Punta Mogotes abierto, todos van a Punta Mogotes”. Y los artistas, también.


Fuente: Revista Ñ Clarín

EL PERSONALISMO DURANTE EL RENACIMIENTO




Antes del siglo XV, a nadie se le habría ocurrido crear un retrato de una persona cuya importancia dentro del contexto más amplio era de escasa significación. 


Un retrato encantador pintado por Francesco Francia en 1510 representa a un atractivo 
chiquillo de pelo largo llamado Federigo Gonzaga. Vestido con una toga negra y luciendo un gorro inclinado y el cuello enjoyado, mira con expresión soñadora hacia la izquierda. Un césped pastoral se extiende a sus espaldas hasta una ciudad perdida en la bruma.
Es uno de los cuadros más cautivantes de "The Renaissance Portrait from Donatello to Bellini", una exposición magistral, intensamente motivadora de unas 160 obras de los maestros más celebrados de la pintura y la escultura italianas del siglo XV en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. También tiene una historia notable.
En el año en que fue pintado, el padre del muchacho, Francesco Gonzaga, soberano de Mantua, fue capturado por sus enemigos venecianos. El papa Julio II intervino para su liberación, que tuvo como condición que Federigo fuera enviado a Roma como rehén para garantizar que Francesco no intentaría vengarse de Venecia.
Isabella d’Este encargó el retrato de su hijo para tener un recuerdo. Sin embargo, tanto cartas como informes indican que la estadía romana del precoz Federigo fue como estar pupilo en un colegio extremadamente exclusivo. Al volver a su casa después de tres años, se convirtió en duque de Mantua y vivió hasta la madura edad de 40 años.
Antes del siglo XV, a nadie se le habría ocurrido crear un retrato de una persona cuya importancia dentro del contexto más amplio era de escasa significación.
Los retratos eran para los reyes, los papas, los santos y otras luminarias, y sus imágenes estaban destinadas a una exposición oficial, más o menos pública, en lugares como iglesias y tumbas.


En el siglo XV, empero, debido en gran medida a la expansión y el enriquecimiento de una clase mercantil, surgió un mercado para imágenes de miembros de la familia destinadas a ser expuestas en su propia casa. Los curadores de esta muestra ­Keith Christianesen, presidente de pintura europea en el Met, y Stefan Weppelmann, curador de pintura italiana y española temprana en la Gemäldegalerie de Berlín­ sugieren que el tema clave era la identidad: en una época de cambio social acelerado, los retratos del Renacimiento representaban la familia, la clase, el rango y las adhesiones políticas de una persona.
Más allá de lo que podía significar para su madre, el retrato de Federigo fue motivado por su identidad como miembro de una familia poderosa y su utilización como prenda en un juego de ajedrez político. El formato estándar de la pintura en los primeros tiempos era de perfil, lo cual, a pesar de la belleza evidente en la realización de las obras de Masaccio, Fra Filippo Lippi, Pisanello y otros, resulta estático, como una imagen en un cartel de tienda. Los perfiles se imponían por las razones simbólicas sugeridas en las numerosas medallas presentes en la muestra. Cada uno de estos objetos metálicos circulares, que varían de 5 a 10 centímetros de diámetro, tiene el perfil de una persona de un lado e imágenes eclécticas, como por ejemplo unicornios, águilas y personajes astrológicos del otro; en toda Europa circulaban copias a la manera de tarjetas de visita de alta gama.
A partir de la mitad del siglo aproximadamente, los pintores pasaron a formatos de tres cuartos perfil y frontales, y las personas pintadas se volvieron más naturales. Los modelos empezaron a devolver la mirada a los espectadores o a mirar pensativamente al espacio. Adquirieron una apariencia de animación física y de vitalidad.
Es en la escultura, no obstante, donde se observa de manera más impresionante la diferencia entre animado y menos animado. Un par de bustos del banquero florentino Filippo Strozzi de Benedetto da Maiano, el primero, un estudio en terracota y el otro en mármol, ambos de 1475, sugieren mucho sobre lo privado y lo público. En arcilla, el hombre de edad madura y de rasgos marcados parece extraviado en sus pensamientos preocupantes. Al llegar al mármol terminado, mira serenamente al vacío, y las líneas de su cara están suavizadas.
En la muestra hay menos mujeres que hombres. Las jóvenes eran tratadas como señuelo para los matrimonios arreglados mediante los cuales las dinastías formaban alianzas entre sí, o sea que la mayoría de los retratos de mujeres presentes aquí muestran ejemplares convencionalmente hermoseados de deseabilidad femenina.
Dos pinturas de Botticelli perfilan mujeres con cabellera abundante y peinados con tocados extravagantes. Las imágenes son más fantásticas que realistas, como las fotos de las modelos de Vogue. En ese sentido, encajan aquí en razón de lo que sugieren sobre las normas del atractivo femenino.
La obra más espectacular de la muestra es un busto en bronce brillante de un hombre con los hombros y el cuello envueltos en una serie de géneros de distinta textura. Es un relicario realizado hacia 1425 para albergar el cráneo de Santo Rossore. Dado que el santo murió en el siglo IV, se piensa que el escultor, Donatello, se usó a sí mismo como modelo. Pese a no ser un retrato, esta versión tamaño busto de un hombre vivo, consciente de sus propios misterios interiores, influiría en los escultores y los pintores durante los siglos venideros.

Fuente: Revista Ñ Clarín

LA BELLEZA EN LA SOMBRA




Jacques Bedel muestra una serie de fotografías con efecto tridimensional, en las que la sombra estructura la imagen.

Ya hace más de cuatro décadas que la sombra es uno de los temas que apasiona a Jacques Bedel. “Funciona siempre como alter ego, es imposible despegarse de ella, si algo se ve, hay sombra: es una afirmación de la existencia”, dice el artista.
Elogio de la sombra, que por estos días se exhibe en el amplio espacio de la galería Sasha D., en Córdoba, lleva directamente al título del poema borgeano, y al del libro de Junichiro Tanizaki. Ensayo donde se va develando el lugar que luces y sombras ocupan en la cultura oriental, desde la sombra inscripta en el cuerpo hasta las que habitan en casas y templos. “En Occidente, el más poderoso aliado de la belleza ha sido siempre la luz. En cambio, en la estética tradicional japonesa lo esencial es captar el enigma de la sombra”. En Oriente, la oscuridad, la sombra, dirá Tanizaki, es la condición indispensable para apreciar la belleza. El autor bucea entre prácticas y cosmovisiones, se mete con el sentido que le atribuyen las diferentes culturas a la luz hasta preguntarse cuál puede ser el origen de una diferencia tan radical en los gustos. “Mirándolo bien, como los orientales intentamos adaptarnos a los límites que nos son impuestos, siempre nos hemos conformado con nuestra condición presente; no experimentamos, por lo tanto, ninguna repulsión hacia lo oscuro; nos resignamos a ello como a algo inevitable: que la luz es pobre, ¡pues que lo sea! ¡Es más, nos hundimos con deleite en las tinieblas y les encontramos una belleza muy particular!” La muestra de Bedel reúne una serie de fotografías en las que la sombra deviene central, estructura la imagen. Al iluminar las fotos, las sombras proyectadas en la pared provocan un potente efecto de tridimensión: y ahí nomás, uno se mete en esos bosquecitos o en ese mar revuelto, y hasta es posible acercarse a glaciares y témpanos que el artista capturó pensando, justamente, en esas sombras que luego se proyectarían en el muro.
Para lograr este efecto, Bedel superpone distintas impresiones digitales. Le interesa esa capacidad de la sombra de crear, desde la bidimensión, tridimensión. En ese camino de atracción hacia las paradojas, Bedel viene poniendo el foco en el horizonte: “Es la única recta –dice– que existe en la naturaleza, pero en la cual uno no puede colocarse”. Virtualidad pura y dura. Quienes vieron en 2008 su gran muestra Aproximaciones , en el MNBA, recordarán aquellos paisajes singulares, los horizontes sobre plástico transparente multilaminado estrujado. Una especie de nylon que no refleja la luz y que el artista creó a pura experimentación: ensayo y error hasta lograr esas superficies industriales, bellas, deslumbrantes.
Ahora, Bedel y procesó digitalmente las fotografías para que el efecto de la sombra surgiera al poner estratégicamente la luz focalizada; de lo contrario, serían fotos tradicionales. Trabajó con máquinas para impresiones industriales y usó photoshop, superponiendo distintas capas de color sobre esas grandes superficies de plástico multilaminado hasta lograr tonos soñados. Cuenta Bedel que le entusiasma meterse con todos los desafíos: “Para mí, un artista es un tipo que tiene que provocarte un pensamiento distinto”, dice.
Sus fotografías tienen un efecto de ensueño, de extrañamiento. Los colores son precisos, medidos, como si fuera posible manipular la naturaleza pictóricamente y extraer, por dar un ejemplo, sólo unos pigmentos dorados que flotan en el paisaje. De lejos, sus fotos parecen fuera de foco. Vistas difusas. Hay que acercarse para descubrir esas sombras en un mar embravecido o una ciudad enigmática, irreal. Capturan esas luces y sombras, extrañas alquimias. Intangible, inevitable, la sombra viene a revelarnos un mundo diferente.

FICHA

Jacques Bedel. Elogio de la sombra

Lugar: Sasha S. Espacio de Arte, Fray Luis Beltrán y M. Cardeñosa, Córdoba.
Fecha: hasta fin de enero.
Horario: lun a dom, 10 a 22.
Entrada: gratis.

Fuente: Revista Ñ Clarín

IRREVERENTES E INSUMISOS




Así son los proyectos con que unos treinta artistas imaginan otras realidades posibles para la Argentina de los próximos dos siglos.


Por Ana Maria Battistozzi

Aunque tardó en arrancar, la conmemoración del Bumisosicentenario llegó a plasmar múltiples iniciativas, en su mayor parte dominadas por una retórica del pasado. Evocar el momento fundacional de una Nación que aún tiene pendientes cambios fundamentales no necesariamente implica dirigirse al pasado. ¿Cómo zafar entonces de la recurrente mirada retrospectiva que rodeó prácticamente todas las referencias a la efemérides del 2010? Esa fue una de las preocupaciones que expresaron los organizadores de x 200 más, Paula Iglesias Genta, Carolina Bonta y Esteban Manzioni en una de las conversaciones que mantuvimos sobre la cuestión, ya avanzado el año del Bicentenario. ¿Cómo hacer de la ocasión un disparador de discusiones que permitan orientar al futuro cuestiones que tienen que ver con el pasado? ¿Y cómo correrse de esa retórica de la celebración? La noción de proyecto fue clave para dar respuesta a estos interrogantes toda vez que en sí misma implica más la perspectiva hacia el futuro que el pasado.
Así, a casi dos años de aquel momento y desatendiendo del todo los imperativos del calendario conmemorativo, la muestra x 200 más que se exhibe en el Centro Cultural Recoleta se presenta como el resultado de aquella ambición original, reelaborada y transformada, que luego tomó en sus manos la artista y a la sazón curadora Cristina Schiavi. La intención prospectiva contenida en el título mantiene una estrecha relación con la idea de proyecto que cobró protagonismo por varias razones. La más simple es que sirvió para articular aportes de distintos artistas definidos por ellos mismos como proyectos; otra, porque corona un vasto programa de debates que tuvo lugar a lo largo de 2010 y 2011 y excedió la instancia de esta muestra con la participación de figuras de extracción tan diferente como el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, la bailarina Inés Sanguinetti, el historiador Martín Albornoz, el director de la Biblioteca Nacional Horacio González, el psicoanalista Gustavo Motta o el arquitecto Gustavo Gándara, de la Fundación UOCRA. Y aún más porque terminó por definirse como la acción conjunta de personas con especialidades y formaciones diversas que empezaron con la propuesta pictórica de un diseñador industrial –Esteban Manzioni– que se vio radicalmente modificada a medida que percibió el interés de convertir en obra los procesos necesarios para llevar a cabo todo esto. Por último, porque la noción de proyecto en sí misma es, según Schiavi, algo que define la singularidad productiva de los artistas a corto y a largo plazo. Se haga realidad o no. Su mayor virtud y derecho a la existencia reside en el mero hecho de imaginar algo como tal.
¿De qué nos sirve el arte hoy y de qué nos servirá en el futuro si no es para imaginar otros mundos posibles? ¿De qué servirá si no es para orientar nuestra mirada más allá de la superficie? Para disfrutar del humor, ejercer la ironía, la amabilidad o la irreverencia frente a la autoridad no conferida. Estas parecieran ser las aspiraciones que se planteó la curadora al ordenar su propuesta. O eso es al menos lo que se desprende de su invocación a Leonardo Da Vinci, de la frase que sumó al título –“la imaginación es más rápida que la historia”– y de la propia lógica que sobrevuela los diferentes proyectos elegidos. Algunos, cargados de ironía, como los de Lux Lindner y Marcos Bainella, que parodian una realidad no siempre soportable; otros, que le otorgan dimensión poética, como los de Cecilia Ivanchevic, Marta Calí y Bárbara Kaplan o dimensión político social, como el de Fabián Trigo; el experimento audiovisual de jóvenes de Tremenda TV, la nueva Socioensayísitca Micromodélica de Marcela Sinclair que propone un encuentro de actores culturales, o la ingeniería fantástica de espacios comunes, de Alicia Herrero.
Lux Lindner presenta un “Monumento antipsi. dedicado a las víctimas del psicoanálisis”. Su propuesta viene acompañada de una fundamentación que remite al vergonzoso “exceso de psicoanalistas (650 por habitante) con relación a la escasa proporción de ingenieros, programadores y especialistas en suelos”. Según afirma el artista, “ya cuenta con la preaprobación del COMARGIN (Comisariado de la Argentinidad Inmanente) y habrá de ocupar el área de la ciudad conocida como Villa Freud, parquizada a tal efecto demoliendo la concentración de consultorios allí existentes. En tanto, el artista entrerriano Marcos Bainella intenta desentrañar con sus “Erosionadores” el misterio de una forma de vida subterránea, responsable de tanta calle llena de bache, conductos de agua y edificios rotos y “demás perjuicios que no permiten que la ciudad de Paraná se desarrolle con normalidad”. Para ello construye artefactos, mapas y una ficción fantástica que entrevera relatos científicos, históricos y acontecimientos próximos. Mariano del Verme imagina una catapulta que dispara piedras planas y permite “al más inútil lanzador dibujar hermosas parábolas en el aire”, mientras Judith Villamayor presenta un proyecto para medir la inspiración basado en la astrología.
Hay proyectos en función de una realidad puntual, como Arte en el Senado, que concibieron Magdalena Jitrik, Horacio Abram Luján y Mónica Millán en 2001 y proponía una “rampa puente” que hiciera del Parlamento un lugar de acceso libre, señalando la inutilidad de las monumentales escalinatas sólo habilitadas en casos excepcionales. Ya olvidada por los propios autores, la rampa fue rescatada para esta ocasión, igual que la “ambientación con espejos cóncavos convexos” que Luis Felipe Noé intentó en 1972 y abandonó por falta de medios. Vuelve ahora insidiosamente imperfecta, como para apuntar las persistentes dificultades que enfrentan otros, como la “Fuente con lluvia y luces de colores” de Margarita Paksa o la torre de 32 pisos que Clorindo Testa proyectó para Aerolíneas Argentinas en 1974 y tampoco se erigió. Hay proyectos de sutileza poética realizados ahora, como el de Cecilia Ivanchevich. Otros por realizar, como el “lugar para vivir cuando seamos viejos” de Ana y Ramiro Gallardo y Mario Gómez Casas. Y otros que echaron mano al cuadernito de los proyectos añejos como el “Sueño americano” de Tamara Stuby (EE.UU., 1973), que desliza una crítica a su propio país y a la vez un aprecio especial por éste por cuestiones que no solemos estimar. Por último, una entrañable mención a Raúl Alfonsín y su olvidado proyecto de trasladar la capital del país a Viedma.

FICHA

x 200 más. Muestra colectiva.
Lugar: Centro Cultural Recoleta, Junín 1930.
Fecha: hasta el 22 de enero.
Horario: martes a viernes, 14 a 21; sábados y domingos, 10 a 21.
Entrada: gratis.


Fuente: Revista Ñ Clarín

GIACOMETTI, LEÓN FERRARI, WARHOL:
UN 2012 CON MUCHO ARTE PARA VER




El escultor Giacometti es la figura. Y habrá muestras importantes en todo el país. 


Comienza el año y una catarata de novedades inunda la cartelera del arte. La cosa viene variadita: habrá desde muestras inéditas de artistas internacionales, como la del suizo vanguardista Alberto Giacometti, hasta otras mucho más alternativas, como Ocho , el programa de videoproyecciones del MACRO – Museo de Arte Contemporáneo de Rosario –. Desde intervenciones realizadas en espacios culturales flamantes – como la de los jóvenes artistas cubanos “Los carpinteros”, en el Faena Arts Center – hasta los ya tradicionales Salones Nacionales que siempre se realizan en el Palais de Glace.
Será difícil superar 2011, que tuvo muestras de la envergadura de la de Louise Bourgeois, con esa araña Maman, de varias toneladas ubicada de cara al Riachuelo. Tampoco va a ser fácil que otro Doríforo – esa escultura romana del gran Policleto, un emblema de la historia del arte universal de 2.500 años de antigüedad, traída por el Museo Nacional de Bellas Artes desde Italia – venga para la Argentina.
Giacometti es probablemente lo más impactante del año. Y será sin duda convocante la muestra de León Ferrari: Brailles y relecturas de la Biblia, que abre a fin de marzo en en el Malba. Pero 2012 también saldará saldará viejas deudas con artistas argentinos importantes. Y las muestras se expandirán a lo largo y a lo ancho del país.
Eso pasa con la gran exposición de Alberto Heredia que prepara el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén para agosto. Otra gran exposición que la institución de Neuquén se trae entre manos es la del maestro Lino Enea Spilimbergo, durante junio y julio.
Córdoba, con su bello museo Caraffa, no se queda atrás: en julio tendrá una gran exposición de Carlos Alonso, maestro mendocino y vecino de Unquillo. La exposición Sensación térmica, de Marta Minujín, viajará al Caraffa en septiembre.
Mientras tanto, Rosario seguirá apostando en su MACRO al arte joven. ¿Un dato jugoso? La retrospectiva que el ilustrador Martín Kovensky hará allí en noviembre.
En la Capital Federal, el Museo Nacional de Bellas Artes mostrará Real/ Virtual, arte cinético de los años 60, entre marzo y agosto.
El Centro Cultural Borges expondrá obras del histórico artista francés de los años 60, Jean Tinguely, y también Cartografías íntimas, una muestra del maestro cubano Wilfredo Lam. Esto será durante julio y agosto, respectivamente.
El Palais de Glace mostrará a mitad de año, en su planta alta, una exposición especial: ¡Lucha libre! Miradas al fabuloso mundo de la lucha libre mexicana, para la que varios artistas latinoamericanos crearon obras. Y el Faena Arts Center tendrá Lady Warhol, la muestra de retratos de Andy Warhol vestido de mujer.
El Centro Cultural Recoleta abre la temporada con Pablo Siquier y la cierra con Marcos López, ambos en la sala Cronopios.
En junio, el espacio de arte de la Torre de YPF exhibirá una muestra de la grabadora argentina Liliana Porter. El mismo mes, el Museo de Arte del Tigre, mosrtará obras de l escultor Jorge Gamarra.
En a Fundación OSDE se exhibirá El doble de una vida, del exquisito fotógrafo húngaro André Kertész y en la Fundación Alon, dos importantes exposiciones de Pérez Célis y Anatole Saderman.
Es decir que 2012 tendrá un foco general en el arte local y algunas luces derivadas en un par de muestras internacionales. Habrá que ir a verlas y, sí, disfrutarlas.


Fuente: Revista Ñ Clarín

NUEVO ESPACIO EN EL LOUVRE
PARA EXPONER EL ARTE DEL ISLAM



El museo sumó 4.600 metros cuadrados gracias a una audaz explotación del subsuelo del Patio Visconti, del que se obtuvieron entre 12 y 15 metros de altura suplementarios, así como a su cobertura parcial mediante un velo ondulado de vidrio y metal.

El Louvre ultima su nuevo departamento de Artes del Islám donde se expondrán más de 18.000 obras, muchas de ellas inéditas, anunció hoy el director del Museo, Henri Loyrette.
En busca de un sutil y poético equilibrio con el arte que se expondrá y con el neoclasicismo arquitectónico del siglo XVII de la Cour Visconti, el arquitecto francés Rudy Ricciotti y el italiano Mario Bellini crearon un manto que permite el paso de la luz natural convenientemente tamizado.
La instalación de la colección Arte del Islám, está prevista para lo largo del primer semestre del año.“Es una de las mejores del mundo por la diversidad geográfica de sus obras, así como por el período histórico cubierto y por la multiplicidad de materiales y técnicas representados afrimó Loyrette. Y agregó que “el nuevo departamento aspira a recordar a los franceses y al mundo la aportación esencial de las civilizaciones del Islám a nuestra cultura y también a favorecer el diálogo entre las civilizaciones".
El nuevo departamento estará situado del lado del ala Denon, entre el Sena y la pirámide de vidrio, frente a la zona Richelieu, fronteriza en una de sus caras con la calle Rivoli.
El proyecto es el más importante desde que el arquitecto chino-estadounidense Ieoh Ming Pei construyó la pirámide del Louvre hace veinte años. Su presupuesto asciende a 98,5 millones de euros de los que todavía faltan diez millones por reunir, recordaron sus responsables.
El proyecto fue financiado en parte por el rey Mohamed VI de Marruecos; el emir de Kuwait, jeque Sabah al Ahmed al Sabah; el sultán de Omán Qabus bin Said, y la república de Azerbaiyán, que costearon 26 millones de euros.
Otros 30 millones de euros fueron aportados por donadores individuales y empresas, mientras que el Estado francés aportó 31 millones de euros y el propio museo 1,5 millones.


Fuente: Revista Ñ Clarín / EFE 

DAMIEN HIRST REGRESA A SÍ MISMO




El artista volvió a un estilo que había abandonado. Empezó a producir nuevamente pinturas con puntos, que formarán parte de más de una restrospectiva. 


Fuente: Revista Ñ Clarín / EFE

FARADJE CUENTA OTRA HISTORIA




La muestra que se exhibe en Recoleta marca un giro en la producción del artista, no sólo por su temática sino también por su cercanía con el informalismo.

En medio de una exuberante carga matérica de telas, plásticos, cera, brea, esmaltes, papeles, metales, óleo, surgen imágenes de la historia argentina: el cruce de los Andes del general San Martín, el retrato de un caudillo, el 17 de octubre de 1945 en la Plaza de Mayo, la fachada de la Casa Rosada, un barco inglés durante la Guerra de Malvinas.
 “Los temas nunca fueron determinantes, son una circunstancia. Para mí el gran tema es la pintura, siempre. Pienso en un plano, una saturación, un contraste”, dice Eduardo Faradje sobre su nueva producción pictórica. Sin embargo, esta nueva circunstancia temática, manifiesta en los 23 grandes cuadros de la exposición Historia y otras historias, en el Centro Cultural Recoleta, llama la atención a quienes están habituados a sus pinturas en las que hasta el momento prevalecía la figura humana en retratos, desnudos y también paisajes.
“No creo en el arte político, jamás ha cambiado nada a nivel social. Pero obviamente hay un recorte en estos últimos cuadros. Hay una imagen de una manifestación de 1973 que por ahí tiene que ver con la infancia, con cosas que vi. O de pronto pensaba en el general San Martín, miraba en Internet y aparecían todas estas imágenes que están dentro de uno, no sé si de Billiken o del colegio”, comentó en diálogo con Ñ.
Imágenes que conforman un imaginario visual compartido, por lo cual no resulta difícil decodificar escenas y paisajes vinculados con la Argentina y su historia.
Pero no es lo único que llama la atención de su última producción. En ella se intensifican las posibilidades del collage –al cual recurrió hace pocos años– al sumar materiales, cuya disposición y superposición en el plano confiere a cada trabajo una importante fuerza expresiva, vital y expansiva. La primera filiación que muestran estas obras, por su tratamiento matérico, es con el informalismo.
De la mano del rol protagónico de la materia se produce también una reducción cromática y la ampliación del tamaño del soporte,  respecto de los trabajos anteriores del artista. 
“Hay una modificación en mi obra pero es muy difícil relatarla porque a uno le va pasando todo por dentro”, dijo. Y contó que le ocurrieron hechos importantes en los últimos años, como el nacimiento de su hijo un año atrás. “Uno tiene sensaciones y las va organizando”, comentó.
En “La masacre de los inocentes”, con reminiscencias a los bombardeos de 1955 en Plaza de Mayo, un torbellino de materiales define amplios y rítmicos planos de negros y marrones –como sucede en la mayoría de las obras–. Al acercarnos y mirar en detalle encontramos unos pequeños soldaditos de plástico que combaten en medio de esa inmensidad. Las distancias desde las que uno elige observar estas obras multiplican los hallazgos, las imágenes y los materiales que ofrecen.
Faradje define su proceso creativo como “un poco caótico” al ir sintiendo en el momento la necesidad de colocar determinados materiales. Incluso, hay obras a las cuales prendió fuego para luego seguir trabajando a partir del resultado de dicha combustión sobre los materiales, como sucede en “Sin tregua”, cuya imagen remite a la Guerra de Malvinas.
Por debajo del barroquismo de estos trabajos en relación con la falta de espacios vacíos, se advierte cierto orden compositivo geométrico presente en toda su producción, aunque en esta serie de una forma menos evidente. Al respecto, el artista remarca su interés por la geometría de Joaquín Torres García y también su admiración por Piet Mondrian.
Siempre dedicado a la pintura, Faradje tuvo entre sus maestros a Osvaldo Attila, Aurelio Macchi y Guillermo Roux. Sostiene que “el arte se construye sobre arte” y, en este sentido, entre los artistas argentinos considera como sus “parientes o abuelos” a Fortunato Lacámera, Eugenio Daneri, Antonio Berni.
Los títulos de las obras de esta muestra devienen claves de lectura no exentas, en algunos casos, de irónico humor. Es el caso de “San Martín en lucha contra el informalismo apátrido”. También, de “Grandes discursos”, con sus   chorreaduras que trazan líneas verticales, formando un torrente de agua que cae con gran intensidad. 
Frente a la obra “El federal”, el artista comentó que podría ser el caudillo Facundo Quiroga. “Tomé esa imagen, pero después empecé a volar y ya me olvidé qué era”. Casi con certeza, sentimos que la invitación que subyace entonces en todos estos nuevos cuadros es a volar en significaciones y sensaciones.

FICHA

Eduardo Faradje. Historia y otras historias.

Lugar: Centro Cultural Recoleta, Junín 1930.
Fecha: hasta el 26 de febrero.
Horario: Lunes a viernes, 14 a 21  Sábados y domingos, 10 a 21.
Entrada: gratis.


Fuente: Revista Ñ Clarín

UNA MUESTRA EN PARIS
ACERCA A
DOS GENERACIONES DE ARTISTAS ARGENTINOS




Unidos por sus apuestas conceptuales y sus aspiraciones estéticas, un grupo de 18 artistas argentinos llegó por primera vez al público parisino. Vicente Grondona y Mariana Bersten, entre los artistas, elegidos por padrinos consagrados como Alfredo Prior y Antonio Seguí, entre muchos otros.

A la manera de “El otro cielo”, aquel célebre cuento en el que Julio Cortázar imaginó que el espacio del porteño Pasaje Güemes podía desembocar en la parisina Galerie Vivienne, la Casa Argentina de la Ciudad Universitaria de París acaba de recrear ese tránsito de un país a otro, no ya de manera fantástica, pero sin renunciar al encantamiento propio de los recursos del arte: ha reunido en una muestra a dieciocho artistas argentinos consagrados que apadrinaron las obras de otros tantos jóvenes cuyos trabajos se han destacado en los últimos años en disciplinas como el dibujo, la fotografía y la pintura. Arte argentino: de una generación a otra ha sido el título de esta exhibición que tuvo lugar en París semanas atrás, y que implicó una suerte de “pase del testigo” entre artistas separados por la cronología pero unidos por sus apuestas conceptuales y aspiraciones estéticas.
“Comenzamos por buscar artistas argentinos con una trayectoria en la escena artística nacional o internacional, para que nos señalaran creadores jóvenes a los que ellos quisieran presentar para esta exposición –detalla Alejandra Birgin, directora de la Casa Argentina. En algunos casos, el camino fue el inverso: fueron propuestos por alguno de sus colegas y buscamos artistas consagrados para que respaldaran su obra. Comenzó un recorrido en el que hubo encuentros con y entre ellos, con sus obras, sus itinerarios y relaciones”, explica.
La idea surgió de una conversación entre Birgin y Martín Reyna, curador de la muestra, quienes se interesaron por facilitar que artistas argentinos jóvenes mostraran su obra en París. A partir de ese planteo, convocaron a artistas ya reconocidos, como Alfredo Prior, Antonio Seguí, Marcela Gómez, Pablo Flaiszman y Philippe Bonan, entre otros. Cada uno apadrinaría a un artista menor de 35 años, con obras que todavía no han alcanzado difusión a nivel internacional.
 “La posibilidad de presentar sus trabajos en un contexto en el que la mayoría de los artistas y sus obras no han sido expuestos anteriormente, puede abrir caminos de difusión nuevos. Los ‘padrinos’ representan un empuje para alcanzar ese objetivo”, sostiene Reyna.
El catálogo de la muestra permite ver un abanico de propuestas heterogéneas, diversidad de técnicas, medios y discursos. Muchos de los convocados practican simultáneamente varias disciplinas, pero tuvieron que concentrarse en una para mostrar su obra: Vicente Grondona, Mauro Koliva, Emma Herbin, Lucio Mosner, Mateo Andrea y Rafael Alterio expusieron sus dibujos; la fotografía estuvo representada en las obras de Mariana Bersten, Andrés Goldberg, Jorge Pomar y Luna Paiva; María Saravia, Agustina Valli, Lorenzo Bueno y Terencio González exhibieron sus pinturas; Juan Sebastián Carnero y Natalia Mark, grabados; mientras que Azul Andrea participó con una instalación y Benjamin Naishtat exhibió un cortometraje.

Los fantasmas de Maruja

Una mujer de resonancias fellinescas vestida de negro y con guantes blancos mira a la cámara y, a sus espaldas, dos hombres (o quizás el mismo, en ejercicio del don de ubicuidad) de traje y con paraguas –que remiten al universo pictórico de René Magritte–  componen la obra “Maruja”, que forma parte de la serie Fantasmas. Esta es la toma que la fotógrafa Mariana Bersten seleccionó para participar en la muestra parisina.
Nacida en Buenos Aires en 1975, Bersten se formó en los Estados Unidos, fue asistente del famoso David Lachapelle, fotógrafa de modas para las agencias Ford y Elite y obtuvo la beca del Fondo Nacional de las Artes en 2010. Acaba de concluir, con ese financiamiento, el proyecto Fantasmas, que recrea historias de aparecidos que recorren distintos pueblos del interior del país.
“Participar de esta muestra fue una experiencia única, por la posibilidad de entrar en contacto con artistas que he admirado desde siempre y a los que pude conocer en París”, relata. La obra presentada por Bersten materializa el fantasma de una mujer de principios del siglo XX asociada a una maldición lanzada contra un hotel de Melincué, provincia de Santa Fe, actualmente abandonado. “Intenté condensar, a través de la recreación de un ambiente de la década del 20, las distintas versiones sobre este hecho que me refirieron los habitantes del lugar”, detalla la fotógrafa. “Dardo certero en el lugar incierto: crónica fantasmática de algún pueblo perdido. He ahí la imagen de Mariana detenida, entre un flash y su recuerdo”, se lee en un fragmento del texto que Alfredo Prior preparó para su ahijada artística.
Los organizadores de la muestra son contundentes al evaluar el impacto que este tipo de iniciativa puede tener en la difusión internacional de los creadores argentinos. “La exposición fue muy exitosa, ya que convocó a un público amplio de artistas, coleccionistas y amantes del arte que tomaron contacto con estas obras y sus autores por primera vez”, afirma Birgin, y promete reincidir en este tipo de propuestas que, como en el relato cortazariano, acortan las distancias entre dos generaciones, dos países, dos mundos.


Fuente: Revista Ñ Clarín

UNA NUEVA CARA PARA EL
MUSEO DE ARTE MODERNO DE SAN FRANCISCO




El prestigioso museo de la costa oeste norteamericana comenzará su ampliación en el verano boreal de 2013. El presupuesto total estimado para el proyecto, a cargo del estudio noruego Snøhetta, es de US$555 millones y tendrá como fin duplicar el área de galerías.

Una nueva cara para el Museo de Arte Moderno de San Francisco
Vista actual del museo
Por Celeste Rivas

La mayoría de los grandes museos de arte moderno en el mundo buscan extender el concepto de modernidad también a su estructura externa, que se convierte en un símbolo de las piezas que residen en su interior y conforma una suerte de extensión de las obras que alberga. Los edificios, en suma, narran una historia en sí mismos, como lo demuestran el Pompidou en París, el Tate Modern en Londres o el neoyorquino MoMA. El Museo de Arte Moderno de San Francisco no es una excepción, como lo atestigua su historia arquitectónica.
Fundado el 18 de febrero de 1935 por Grace McCann Morley, una destacada museóloga norteamericana, gracias a la donación de una colección privada, el Museo de Arte Moderno de San Francisco o SFMOMA fue el primer museo de arte de la costa oeste. Su nombre original fue Museo de Arte de San Francisco, pero agrega el término “moderno” en 1975 debido a su constante búsqueda de mantenerse a la vanguardia del arte.
Desde sus inicios puso el foco sobre la relación entre las nuevas tecnologías y el arte, de forma tal de privilegiar no sólo pinturas de artistas modernos, sino también medios artísticos alternativos, como el diseño y la arquitectura, la fotografía, cine, televisión y, más recientemente, arte digital de la era de internet.
Hoy en día cuenta con una colección permanente de alrededor de 27.000 obras de artistas que van desde Matisse y Picasso hasta Richard Serra, pasando por Jackson Pollock, Clyford Still y Mark Rothko. Su muestra permanente dedica un sector especial a los muralistas latinoamericanos, en donde expone obras de José Clemente Orozco, Rufino Tamayo, Diego Rivera, Frida Kahlo, como Frida y Diego Rivera (1931) y El porteador de flores (1935), entre otras.
Su ubicación original fue el cuarto piso del War Memorial Veterans Building sobre la avenida Van Ness, una arteria central en la ciudad de San Francisco. Si bien esta locación no fue particularmente llamativa en lo que a su arquitectura respecta, sí lo fue en el contexto de la historia mundial, dado que fue la sede de la redacción y firma de la Carta de las Naciones Unidas al término de la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Como consecuencia, el museo se mudó temporalmente para ceder sus galerías al proyecto.
Debido a su creciente colección estable, fue necesario proyectar un cambio de locación, y en 1988 se presentó el proyecto para el nuevo edificio, a cargo del prestigioso arquitecto suizo Mario Botta, cuyos trabajos incluyen el museo de arte Samsung en Seúl y la torre Kyobo, también en la capital surcoreana.
En 1995, tras 7 años de trabajo y para su 60° aniversario, el museo abre sus puertas en su nueva locación, al sur de la calle Market, en el distrito de SoMA (South of Market), una zona a tan sólo pasos del distrito financiero cuya fertilidad cultural es notoria, ya que alberga varios museos, incluyendo el Yerba Buena Center for the Arts y el Jewish Contemporary Museum, entre muchos otros.
El edificio actual es una construcción ecléctica que combina distintos materiales (ladrillo, piedra, acero), formas (en medio de las líneas predominantemente rectas surge una torre cilíndrica) y colores (blanco, negro, gris y ladrillo).
En el interior, se privilegiaron los espacios amplios y luminosos. Una masiva escalera principal de granito, iluminada por la luz natural que se cuela a través de la claraboya en la cima de la torre central, comunica las galerías de los 5 pisos del museo.
En 2009, el SFMOMA transformó su azotea en un jardín en altura. Si bien este pequeño espacio en el quinto piso es también dominio del arte, ya que en él se exponen esculturas de la muestra permanente del museo, la verdadera estrella de esta adición es el espacio en sí mismo: enmarcado por los altísimos edificios del distrito financiero de San Francisco, el jardín permite echar una mirada intimista sobre el bullicioso centro de negocios desde la distancia de una silenciosa terraza habitada por obras de arte. El pasillo vidriado que conecta el jardín con las galerías del último piso mantiene el mismo espíritu, ya que, del mismo modo, regala al observador la vista de algunos de los edificios más famosos que recortan el horizonte de la ciudad de San Francisco.

La remodelación: 2011 y un nuevo proyecto

Del mismo modo en que hace más de 2 décadas la creciente colección del museo hizo necesaria una mudanza, a mediados de 2011 se presentó un proyecto para la remodelación y ampliación del museo con el fin de hacer frente tanto a la duplicación de su colección permanente como a la triplicación de la cantidad de visitantes por año.
Además, la remodelación responde a la necesidad de crear un nuevo espacio para la colección Doris y Donald Fisher, cofundadores de la conocida marca de ropa Gap, que comprende piezas de corrientes como minimalismo, conceptualismo, pop art y arte figurativo, con artistas de la talla de Roy Lichtenstein y Andy Warhol.
El estudio de arquitectos noruego Snøhetta es el encargado de llevar a cabo la obra y fue elegido entre varias decenas de estudios de distintas partes del mundo. Su proyecto comprende la ampliación del edificio mediante la construcción de una nueva ala junto al edificio original, hacia las calles laterales de donde hoy se encuentra el museo (Howard, Natoma y Minna), que incluirá espacio para nuevas galerías, áreas educativas y de reunión. El proyecto apunta a favorecer la accesibilidad: una de las ideas fundamentales de Snøhetta es articular el espacio del SFMOMA de forma tal de mejorar la circulación de peatones hacia dentro y hacia fuera del museo y crear así nuevas vasos comunicantes respecto del entorno del museo, es decir, en cierta forma mejorar los lazos y la conexión entre el museo y el resto de la ciudad y sus habitantes.




El extenso uso de vidrio en el nuevo diseño se apoya, precisamente, en esa idea. Además, se crearán nuevas entradas sobre las calles adyacentes Minna y Howard. La nueva ala del museo, de unos 60 metros de altura, se elevará por encima del edificio de Botta en unos 10 metros y tendrá también un nuevo jardín terraza para acompañar al ya existente.
El diseño interior, cuyos detalles fueron revelados a fines de noviembre, se propone continuar con el actual y, a pesar de las nuevas galerías y adiciones, complementará el original diseñado por Botta en 1988. Sin embargo, la escalera principal será removida del espacio central de entrada al museo con el fin de crear un espacio más abierto y fluido entre las distintas entradas y galerías.
El resultado de la remodelación duplicará el espacio del SFMOMA, que alcanzará alrededor de 12.100 m2 en espacios destinados a galerías. El costo total estimado es de US$555 millones, de los cuales ya se recaudaron US$ 437 millones. Su fecha de inicio está prevista para el verano boreal de 2013 y su fecha de fin se estima para inicios de 2016.
La ampliación también prevé la mudanza de la estación de bomberos n°1, ubicada sobre la calle Howard, una de las vías sobre las cuales se extenderá la nueva ala. Sin embargo, el museo se hará cargo de los gastos, unos US$10 millones, y dará una nueva estación a la ciudad, más moderna y actualizada, sobre la vecina calle Folsom. Aunque el traslado de la central suscitó dudas iniciales de los vecinos, estas fueron apañadas luego de que el departamento de bomberos afirmara que la nueva locación mejoraría sus tiempos de respuesta.
No obstante, surgieron algunas voces en contra de los planes del SFMOMA. El hotel W, ubicado en la misma cuadra del museo sobre 3rd Street, presentó una apelación al proyecto, debido a que, sostiene, la nueva obra complicará el tránsito en una zona ya congestionada, ya que se encuentra a unas 3 cuadras del agitado distrito financiero de San Francisco, al bloquear las entradas de carga y descarga que actualmente utiliza, lo que lo forzaría a usar las ya cargadas vías adyacentes.
Además, el hotel añadió que la ampliación del museo bloqueará la vista de los huéspedes del hotel. La apelación será tratada el próximo 10 de enero, aunque, según reporta el San Francisco Chronicle, Snøhetta se apuró a responder a las quejas del W en una conferencia sobre el proyecto: “Mirarán (los huéspedes) hacia afuera y verán un museo increíble. Cuando vives en una ciudad, estas cosas pasan. Y eso es lo que hace que una ciudad sea grandiosa”.

Fuente: infobae.com

ROBARON UNA OBRA DE ARTE
Y LA DEVOLVIERON
PORQUE NO LA PUDIERON VENDER


    
Dos ladrones asaltaron en diciembre de 2009 el museo del pintor belga René Magritte. Luego de varios intentos fallidos por colocar L'Olympia en el mercado negro, contactaron a un experto para entregárselo.

Robaron una obra de arte pero la devolvieron porque no la pudieron vender
L'Olympia de René Magritte
Un cuadro del pintor surrealista belga René Magritte robado hace dos años de un museo de Bruselas fue devuelto, aparentemente porque los ladrones no podían venderlo, según informa hoy la prensa belga.
La obra, titulada L'Olympia, había sido robada de un museo de Jette (un distrito del noroeste de Bruselas) consagrado al artista.
El experto en arte Janpiet Callens, contactado hace dos semanas de forma anónima por los supuestos autores para devolver la obra, entregó la pintura a las autoridades y explicó que los ladrones no habían conseguido colocarla en el mercado negro, según los medios belgas.
La pintura es un desnudo de Georgette Magritte, esposa del artista, sobre un fondo de un paisaje junto al mar.
Fue robada el 24 de septiembre de 2009 por dos hombres que actuaron a cara descubierta en el pequeño museo que acoge la antigua casa del matrimonio Magritte en Jette.

Fuente: infobae.com

FINALMENTE, QUEDARON PROTEGIDOS LOS EDIFICIOS ANTERIORES A 1941





RECLAMO. DE LAS ONG FRENTE A LA CONFITERÍA DEL MOLINO, HACE DIEZ DÍAS.
POR PABLO NOVILLO
Unos 140.000 edificios porteños construidos antes de 1941 quedaron finalmente protegidos de eventuales demoliciones, luego de que el Gobierno porteño no apelara una medida judicial dictada la semana pasada. 
De esta manera, cualquier particular o empresa que pretenda demoler o modificar alguna de esas construcciones deberá pedirle autorización a un Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales, que decidirá si la edificación tiene o no valor patrimonial.  
Hasta el año pasado, este sistema era regulado por una ley que, año a año, iba prorrogando la Legislatura porteña. Sin embargo, en el último período legislativo el macrismo no impulsó una renovación de la norma, por lo cual los cerca de 140.000 edificios anteriores a 1941 que sobreviven en la Ciudad corrían riesgo de ser demolidos. De hecho, en los últimos cuatro años, cuando se sancionó la ley por primera vez, fueron presentados 5.242 pedidos de demolición de este tipo de construcciones, y 4.253 fueron autorizados. 
Ante este panorama, seis asociaciones vecinales se presentaron ante la Justicia pidiendo la protección de los edificios: fueron Basta de Demoler, Fundación Ciudad, Proteger Barracas, SOS Caballito, Protocomuna Caballito y Salvemos Floresta, quienes pretendían evitar que la “especulación inmobiliaria” aprovechara las demoras en el tratamiento de la renovación de la ley.
La causa cayó en manos de Andrea Danas, jueza en lo contencioso administrativo de la Ciudad, quien firmó una medida precautelar que le ordenó al Ejecutivo porteño abstenerse de otorgar permisos de demolición para estas construcciones. El argumento es que la ley aún está siendo discutida por la Legislatura, y que hasta tanto ese debate no termine, los permisos de demolición podrían provocar un daño irreparable.
El Ejecutivo porteño, sin embargo, podía apelar la medida judicial, y así mantener abierta la discusión. Pero fuentes del Ministerio de Desarrollo Urbano confirmaron que se tomó la decisión política de no hacerlo, que el fallo quedara firme y que sea la Legislatura la que decida la cuestión.


Fuente. clarín.com

AUSTRIA
PREPARA UN AÑO DEDICADO A GUSTAV KLIMT




El reconocido pintor vienés, contemporáneo de Freud, Musil y Mahler, será el eje de decenas de muestras y actividades conmemorativas por el 150° aniversario de su nacimiento . El artista, una de las figuras más preponderantes de la época de oro del país europeo, fue precursor del expresionismo alemán. 


El cuadro "El Beso", del austríaco Gustav Klimt, es la estrella del museo vienés del Belvedere, uno de los tantos reductos culturales del país europeo que rendirá homenaje al artista en el 150° aniversario de su nacimiento.


Pintor fuera de serie, en rebelión contra la burguesía y las costumbres de su época, Gustav Klimt, nació el 14 de julio de 1862 y fue uno de los fundadores junto a su compatriota Egon Schiele del movimiento vienés “Jugendstil” y de la Secesión, precursor del expresionismo alemán.
Su pintura, con frecuente utilización del dorado, evoca la "Edad de oro" de Viena, una época en que la capital de Austria ostentaba una vida intelectual y artística comparable a la de París o Berlín.
En aquella Viena cohabitaban el fundador del psicoanálisis Sigmund Freud, los arquitectos Otto Wagner y Adolf Loos, así como los compositores Gustav Mahler y Arnold Schönberg y los escritores Arthur Schnitzler, Robert Musil y Stefan Zweig.
Uno de los cuadros más caros del mundo, "Retrato de Adèle Bloch-Bauer I" (1907), vendido en Estados Unidos en 2006 por 135 millones de dólares, hizo correr ríos de tinta en un primer caso de restitución de una obra de arte incautada por los nazis a un coleccionista judío.
Para el 150° aniversario del nacimiento de Klimt, los principales museos vieneses organizan una decena de exposiciones, desde su trabajo de decorador en el Burgtheater -el teatro más grande y más antiguo de Viena- y en el museo de Bellas Artes (Kunsthistorisches Museum), hasta sus dibujos, casi desconocidos para el público.
El museo del Belvedere presentará excepcionalmente la totalidad de su acervo de cuadros del artista (del 6 de julio al 2 de septiembre), mientras una muestra sobre las relaciones entre Klimt y el arquitecto Josef Hoffmann ya abrió sus puertas hasta el 4 de marzo.
El museo Albertina pondrá énfasis en los dibujos de Klimt (del 14 de marzo al 10 de junio), mientras que el museo Leopold abordará su vida privada a través de su correspondencia (del 24 de febrero al 27 de agosto).
El museo de Bellas Artes (KHM) organiza visitas guiadas de las obras de decoración realizados por Klimt y sus alumnos en las majestuosas escalinatas del edificio. Una residencia enteramente decorada por el artista poco antes de su muerte abrirá sus puertas al público este verano.
Por último, un centro Klimt dedicado a la documentación abrirá el 14 de julio en el lago Attersee, en Alta Austria, al oeste de Viena.
La primera referencia del año a la obra de Klimt pudo verse el 1 de enero a través del vestuario naranja y dorado del Ballet de la Ópera de Viena, presentado en el Belvedere con motivo del tradicional concierto de Año Nuevo dela Orquesta Filarmónica de Viena.

Fuente texto: infobae.com